Julio López
está desaparecido
hace 6422 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

La clínica de la muerte
Por Mauro Ariel Cámera - Monday, Nov. 09, 2009 at 1:00 AM
maurorapado@gmail.com

Debido a la negligencia médica, administrativa y estatal (porque PAMI responde al Estado) mi padre fue LLEVADO A LA MUERTE EN UN MES y ridículamente el diagnóstico (disfrazado de un montón de cosas) fue CISTITIS CRÓNICA. Hoy, que gracias a Dios, pueden curarse o prevenirse enfermedades de lo más complejas, mi pobre padre murió de cistitis crónica porque un grupo de médicos y sus secuaces decidieron no hacer lo que debían y deben: hacer "SU TRABAJO A CONCIENCIA" respetando aquél juramento que hicieron en nombre de Dios, la Patria y demás. A mi padre lo llevaron a la muerte en un siniestro lugar, localmente conocido como: "LA CLÍNICA MATAVIEJOS" y que figura en algún registro bajo el nombre de Clínica Modelo de Lanús, haciendo alarde de su nombre porque realmente es un modelo de negligencia, vergüenza, desidia, abandono.

En este nefasto lugar mi padre pasó por los más aberrantes maltratos, desde no tomar una medicación para la diabetes "porque estaba habiendo faltantes", hasta recibir un diagnóstico equivocado tal como "lo que tiene es un tumor", para luego desdecirse; pero lamentablemente todos estos "errores" fueron debilitando sus fuerzas, fueron carcomiendo su dignidad.

Mi nombre es Mauro Ariel Cámera y junto con mi hermana Silvina, mi madre, familia y amigos vivimos una experiencia que nunca más podremos olvidar, y no precisamente por lo buena sino porque cuando todo esto empezó no éramos plenamente concientes de que las cosas se pueden complicar mas de la cuenta...creo que uno internamente sabe que puede pasar, que es lógico y natural que en algún momento los padres se vayan de este mundo antes que uno, pero a la vez creo que tampoco se esta preparado para eso, te suceda a los 8 años o a los 50...

El protagonista de esta historia es Juan Carlos Cámera, mi viejo, músico, tanguero, bandoneonísta, compositor, arreglador, profesor de música...jubilado, pero sobre todo un excelente hombre y un gran padre, quien gozo de buena salud prácticamente durante toda su vida, muy sano, pero siempre hay un momento en el que el cuerpo comienza a quejarse y lo lógico es ocuparse, el lo hizo, solo que sin saberlo, en el lugar equivocado. Cuando comenzó a tener problemas de próstata allá por el año 2000 aproximadamente comenzó a tratarse y en algunas oportunidades tuvo que usar Sondas pero solo por pequeños periodos y bastantes espaciados, luego con el correr de los años se fue agudizado un poco el problema y comenzó a barajarse la posibilidad de operarse, en los estudios que le iban realizando en ningún momento hubo algún resultado que llamara la atención mas que lo que les sucede a muchos hombres mayores, la próstata agrandada. Como el estaba jubilado la obra social que utilizaba era PAMI por lo tanto tenia ciertas limitaciones a la hora de la atención, sobre todo para poder elegir prestadores médicos, o sea, en Lanús solo podía atenderse en la Clínica Modelo, ubicada en la Av. Hipólito Irigoyen 4835. (011) 4249-5167 / 4241-8973. En Lanús se la conoce como “La mataviejos”.

Allí comenzó un tratamiento, ignorando y quizás descreyendo el apodo que ese lugar tenia ganado...(bien ganado en mi opinión). El tratamiento lo comenzó de manera ambulatoria, presentaba un cuadro de hematuria (sangre en la orina) estuvo de manera ambulatoria el tiempo cercano a un mes atendiéndose con el Dr. Cornes (uno de los dos urólogos de la clínica) quien le decía que tomara agua únicamente, además de su medicación para la próstata y que era normal que sangrara durante tanto tiempo, ya que pasaba el mes y el seguía con el mismo cuadro y una sonda debido a que los coágulos que se le formaban le impedían orinar normalmente. Se le realizaron varios estudios, primero fue una ecografía en la que apareció un pólipo, motivo por el cual el Dr. Cornes dijo que había que operar, pero como algo llamativo había en el resultado del estudio todos desconfiamos, excepto este médico...el nombre que figuraba en la hoja de resultado era “Juan Carlos Canepa” y no Cámera, por lo tanto repetimos el estudio de manera particular encontrándonos con un resultado favorable...el pólipo no existía, por lo tanto el Dr Cornes sugirió repetir por tercera vez el estudio en un lugar por el confiable y el resultado fue el mismo, no había pólipo. O sea que el primer estudio no era de él sino de otro paciente que seguramente recibió el resultado de mi padre y pensó que nada tenía.

Pasaban los días y el cuadro no se modificaba, los coágulos eran cada vez más grandes y la sonda se tapaba permanentemente por lo que tampoco podía estar tranquilo en su casa ya que debía asistir dos o tres veces por día a la Clínica Modelo para que se la cambiaran o se la pudiesen destapar. Cuando esta situación se hizo insostenible y teniendo además el agregado de que mi padre sufría de diabetes tipo 2 y que el tratamiento que su urólogo por obligación le suministraba era que tomara agua (digo esto porque el no tenía libertad de elección de medico ya que PAMI le ofrecía solo ese lugar para su atención en Lanús y trasladarse en esas condiciones era sumamente complicado) se decidió internarlo, ya había pasado cerca de un mes. Estuvo ingresado en la Clínica Modelo durante doce días y su médica de piso era la Dra. Bordenave, una de las pocas profesionales que lo atendió de manera correcta hasta donde nuestro conocimiento nos permite evaluar, se le realizaron diversos estudios pero no se le aplico ningún tratamiento, durante ese periodo estuvo al frente del tratamiento el jefe de urología de la clínica modelo, el Dr. Campot quien pidió nuevos estudios, una tomografía computada hecha previamente a la interacción le despertaba sospechas de un tumor en el riñón por lo que solicito la realización de un urograma excretor y una punción en el riñón, los estudios dieron resultados positivos y el dejo de sangrar por lo que se le dio de alta mientras esperaba turno con la Dra. Roman (nefróloga de la clínica), a los días de haber sido dado de alta el sangrado comenzó nuevamente y hubo que internarlo por segunda vez el día 2 de mayo de 2009, desde entonces fue sometido a diversos estudios y muy pocos observaciones médicas, incluso los partes eran dados de manera irrespetuosa para los familiares y con muy poca información. Los médicos de piso pasaron a ser los Dres. Guillermo Bonfanti y la Dra. Tamara Andrusyzsyn a quiénes se les solicitó una orden de traslado por observar también que mi padre no estaba recibiendo la atención que necesitaba y se estaba armando un cuadro de depresión. Fue negada.

El día viernes 15 de mayo de 2009 mi hermana Silvina Cámera le consultó al Dr. Guillermo Bonfanti si se le estaba dando la medicación que mi padre tenía administrada desde antes de la internación y que al momento de ingresar nos solicitaron que dejáramos de dársela porque se la administrarían ellos y él le respondió que sí, mi padre dijo que no le daban las pastillas y una de las enfermeras del turno mañana dijo que no se le estaba suministrando porque había faltantes, por lo tanto desde hace muchos días, incluso puede ser que desde que fue ingresado no tomara su medicación para la diabetes y para la próstata.

Los diagnósticos no eran tales ya que ninguno podía sabia que era lo que estaba ocurriendo, la hematuria continuaba, los glóbulos rojos le bajaban, comenzaban las transfusiones de sangre y la atención de los médicos era espantosamente inapropiada, abandonado prácticamente en una cama del 3 piso los médicos se presentaban una véz al día a pasar un parte que nada decía, solo había que esperar nuevos estudios, resonancias magnéticas que se suspendían por falta de luz en el hospital Naval, Cistoscopías mal realizadas, sin anestesias por lo que el dolor era tan grande que no podía llevarse a cabo completamente la practica y se suspendía, hasta que optaron por gastar unos pesos más y darle anestesia a mi viejo...el resultado fue que no había tumor pero si había sangre acumulada en una de las paredes de la vejiga.

La Dra. Román, nefróloga disentía con los médicos, ellos decían que era del riñón pero ella que en un momento había pensado que podía tratarse de una glomérulo esclerosis, ya no opinaba lo mismo por la cantidad de sangre que seguía perdiendo y por el tiempo que hacia que seguía con el mismo cuadro. La falta de comunicación entre los médicos era desesperante, más de una vez debíamos hacer de intermediarios entre ellos para decirle que había dicho uno y otro, discusiones y gritos de por medio, ya que veíamos que mi viejo yacía en una cama sin una adecuada atención, deprimiéndose y pensando que tenia alguna enfermedad incurable. Es más, en el viaje en ambulancia hacia el hospital naval para realizarse la uroresonancia, la Dra. que lo acompañaba no era de la clínica, sino de una empresa se ambulancias “Helping” subcontratada por la Clínica Modelo de Lanús, ella se tomó el atrevimiento de abrir el estudio en la camino de regreso y haciendo caras como si estuviese viendo algo terrible delante de él me dijo sin ningún reparo cuando le pregunté por qué estaba haciendo eso, y que lo estaba asustando, su respuesta fue: “Es que tiene un tumor” lo cual ni siquiera era cierto. Me tomé el trabajo de hablar con los médicos respecto a lo que había pasado pero no le dieron importancia. La Dra. Se llama Mirella Molina y seguramente sigue dando diagnósticos equivocados de manera incompetente y sin autorización alguna de ninguna de las partes, ni de los familiares ni de la obra social para la cual trabaja. Ésta se negó a darme su número de matrícula y dudo que la tuviese, se bajó rápidamente de la ambulancia antes de llegar a destino sin darme tiempo a seguir indagándola, ya que también debía contener a mi padre después del comentario que ella había hecho. Él logró tranquilizarse recién al otro día, cuando los médicos de la clínica le dijeron que el estudio había salido bien.

En una oportunidad se le salió la sonda y se solicitó un médico de guardia para su colocación, durante una hora nadie subió y debido a la presión que ejercí, el enfermero de turno tuvo que pedir autorización para poder colocársela él, lo hizo y mi padre sufrió muchos dolores y perdida de sangre esa noche por haber tenido retención durante tanto tiempo. Luego sufrió una descompensación por lo que hubo que hacerle una transfusión debido a la cantidad de sangre que perdió en este periodo, quedó muy débil, no podía levantarse de la cama y sin haber una supervisión médica cercana.

La situación ya era más que insostenible y pedimos el traslado a un hospital de capital, ya que si no lo autoriza PAMI no lo pueden recibir en ningún otro recinto, seguían negando esa posibilidad, el “Rechazo conformado” era lo que tenían que firmar y de esa manera desvincularse del paciente dejando constancia que ellos no pudieron hacerse cargo de la situación. La queja realizada a PAMI es la número 79242 a una tal Cecilia que solo me pudo decir los pasos a seguir para el traslado.

Siguiendo las instrucciones pedimos una auditoría médica con la supervisora de PAMI en la clínica, Gisella Alvarado, dicha reunión se llevó a cabo en la habitación con mi padre delante, mi hermana, una amiga de la familia, los médicos de piso y el director médico; la negativa siguió, argumentando que allí se le estaban realizando todos los estudios que el paciente necesitaba, al mismo tiempo yo conseguía una cama en el Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari de capital, allí lo podían recibir y darle una atención adecuada pero para eso debíamos tener el rechazo conformado. Nunca pudo llevarse a cabo. Siempre que surgía el pedido nuestro de sacarlo de ese lugar, la respuesta era negativa y acompañada de un pronóstico terrible que podía aparecer en cualquier momento en un próximo estudio, jugando así con nuestra salud mental.

Ya abatidos y pensando también que la posibilidad de cáncer podía ser cierta no tuvimos otra opción que esperar a que el informe de la uroresonancia llegara. Tres días después llegó, fue el 21 de mayo, y decía que una de las paredes de la vejiga se encontraba engrosada debido a una CISTITIS CRÓNICA producida por infecciones urinarias recurrentes (esto es muy común cuando se tiene muchos días colocada una sonda vesical) La hematuria había desaparecido hacía ya unos días y con este resultado los médicos decidieron sacarse el caso de encima, darle de alta y todos felices. La alegría nuestra nos impidió en ese momento evaluar las cosas de manera correcta y lo sacamos rápidamente de allí, entendiendo que al final de cuentas no había ningún diagnóstico grave y ahora solo necesitaba recuperarse anímicamente y comenzar a comer de manera adecuada ya que en los últimos días no quería alimentarse bien. Con respecto a algunos episodios de desorientación que él había tenido mientras estuvo internado la respuesta era que se debía al encierro.



Ya en su casa las cosas no mejoraban y comenzó a tener episodios de mucha fiebre, el médico de urgencias (de PAMI) que lo vio dijo que era una infección urinaria, le receto los antibióticos que los médicos de la clínica no le habían suministrado, pero estos episodios siguieron, le costaba comer, en algunas oportunidades no reconocía ni recordaba hechos recientes, entre nosotros pensábamos que toda esta situación también había podido disparar enfermedades como Arteriosclerosis o Alzheimer, ya que mi padre tenia 78 años y era una posibilidad.
Al cuarto día, luego de haber conversado hasta tarde y dejarlo al cuidado de mi madre me fui pensando que de a poco iba a mejorar, pero esa misma noche perdió totalmente el conocimiento y solo llamaba a su madre, era lo único que repetía. Cuando se llamó a la ambulancia la noticia fue devastadora, solo se lo podía llevar a la Clínica Modelo de Lanús. El panorama era terrible, por tercera vez ingresábamos en un lugar impuesto por un sistema de salud sumamente cruel en el que lo único que importa es que los viejos se mueran lo más rápido posible y dejen la cama libre para que pueda venir otro a morir ahí mismo y, quizás hasta con las mismas sábanas. Esa noche pasó lo mismo que había sucedido las veces anteriores, ni siquiera fue enviado a terapia intensiva de inmediato, ya que era 25 de mayo y solo había médicos de guardia.

Él, entre quejas y llamados a su madre, sufría muchos dolores debido a la sonda, mucho tardaron en darse cuenta (y fue una enfermera) que debían cambiársela. El daño terrible ya estaba hecho, una nueva punción en la columna y otra tomografía determinaron que no se trataba de una enfermedad neurológica sino de un virus intrahospitalario debido al tiempo que estuvo internado, a los malos cuidados, a la poca desinfección del material, al poco cuidado del paciente, al abandono de persona, al maltrato generalizado y al abuso de poder, que no solo lo llevan a cabo con los pobres viejos jubilados que allí van a parar, sino también con los familiares humildes que generalmente son los que los acompañan, y que la mayoría de la veces no tienen las armas suficientes para defenderse ni hacer valer sus derechos. Lamentablemente con eso también tuvimos que enfrentarnos porque nos encontrábamos muy solos en la lucha, la gente muchas veces por miedo a represalias o solo por ignorancia teme enfrentarse y en muchas oportunidades parecíamos locos reclamando por lo que considerábamos era nuestro derecho, pero sobre todo era el derecho de mi padre a ser atendido y tratado como una persona. La gente nos miraba y callaba en muchos casos, salvo los familiares de un compañero de habitación que nos orientaron en como hacer para sacarlo de allí, los demás parecían abatidos y asumiendo lo que les tocó en suerte.

Qué puedo decir de la atención en terapia intensiva, más de lo mismo, corriendo a los médicos por las escaleras para que me den una explicación y casi llegando a las manos en un momento de desesperación con el Dr. Borroni, que corría cuando intentaba hablar con él luego de un parte, y hablándome de muy mala manera y refiriéndose a mi viejo como si se tratara de una cosa. Los médicos corrían y evitaban hacer comentarios. La puerta de terapia casi la tiramos abajo para que nos atendieran en una oportunidad.

Mi padre falleció solo, en una habitación de terapia intensiva de la clínica Modelo, el día 30 de mayo de 2009 luego de padecer ya de manera inconciente el mismo desgano de los médicos ( luego de haber sido víctima no sólo física sino también psíquicamente, lo vencieron, le quitaron las fuerzas, lo hicieron su víctima y lo mataron) Los mismos médicos que en algún momento de sus vidas juraron defender la vida de otros, qué ironía...ahora solo trataban de estirar lo más posible la agonía y seguir practicando estudios invasivos para seguir facturando. Nosotros a esa altura solo pedíamos que dejara de sufrir.

El director del sector, Dr. Vázquez pidió disculpas por las faltas de respeto que se habían sucedido allí por parte de otros médicos, como el dr. Borroni, pero ya era tarde, el daño había comenzado mucho tiempo antes de que los maleducados de Terapia intensiva continuaran con la metodología de la institución.

Ya pasaron varios meses de esto, mi viejo esta de gira y me queda en el corazón el agradecimiento infinito a todos los que estuvieron a nuestro lado, mi familia, mis amigos, nuestras parejas, compañeros de trabajo y a todos los que nos ayudaron de una u otra manera, y fueron muchos y también la sensación de que hicimos todo lo que pudimos, seguramente se podría haber hecho más, seguramente ellos habrían podido hacer las cosas bien, por lo tanto no vamos a caer en el lugar común de sentirnos responsables por no haber podido manejar las cosas de otro modo o no haber supuesto lo que podría pasar, simplemente porque nosotros no somos médicos, somos personas que sufrímos y que sentimos una impotencia terrible al sentir que las cosas se nos fueron de las manos...el motivo de esto, además de hacer catarsis, tiene como objeto desenmascarar a esta gente y a éste sistema para que esto deje de ser una práctica habitual con los mayores y si alguien (que seguro los hay y muchos) han pasado por una situación similar les agradecería mucho que cuenten su experiencia, con nombres de médicos y fechas para poder hacer conocer realmente lo que pasa allí adentro con las personas mayores y que el nombre que bien ganado tiene esta clínica “la mataviejos” deje de ser un mito y se sepa que es real, o que podamos cambiarle el nombre y que mientras siga existiendo este nefasto lugar pase a llamarse “Clínica Modelo de negligencia”

Papá: descansá tranquilo, nosotros seguimos teniéndote en nuestro corazón.

Hijos, familia y amigos.

agrega un comentario


La clinica de la muerte (PDF)
Por Mauro Ariel Cámera - Monday, Nov. 09, 2009 at 1:06 AM

download PDF (45.1 kibibytes)

agrega un comentario


clinica de la muerte
Por marisa verzoletto - Tuesday, Nov. 10, 2009 at 4:16 PM
eluney2005@hotmail.com 1164226968

mauro adhiero a todas tus palabras adhiero a tù dolor y me adhiero a la lucha un fuerte abrazo.

agrega un comentario