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La corporación sojera en los medios
Por Claudio Lowy - Wednesday, Mar. 31, 2010 at 3:57 PM

El sábado 27 de marzo de 2010 el diario La Nación, publicó un editorial titulado "Un fallo contra la soja". Se refiere al fallo de la Cámara de Apelaciones en la Civil y Comercial de Santa Fe, que dió lugar al amparo presentado por los vecinos, ordenando que no se fumigara a menos de 800 metros de las casa por vía terrestre, y a menos de 1500 metros por vía aérea.

El subtítulo del editorial es: "La prohibición de emplear el glifosato en una zona de Santa Fé carece de base científica y perjudica a los productores"

El editorial contiene muchas expresiones que faltan a la verdad, y no tiene en cuenta la insustentabilidad ambiental, social y económica del sistema transgénico de producción agraria. No digo que mienten, por que mentir es faltar a la verdad a sabiendas, lo que no me consta, pero es muy posible que los que escribieron el artículo también mientan.

En primer lugar el fallo de la Cámara tiene toda la base científica que necesita, y aplica el principio de precaución, sustentado en documentos internacionales y legislado en la ley 25.675, denominada "Ley General del ambiente", que en su artículo 4º dice:

Principio precautorio: Cuando haya peligro de daño grave o irreversible la ausencia de información o certeza científica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para impedir la degradación del medio ambiente.

Lo que el fallo de la Cámara dice es que hay numerosas investigaciones independientes que asocian a los agroquímicos a daños y riesgos a la salud, y que antes de seguir fumigándolos hay que demostrar que no lo producen esos daños. E invierte la carga de la prueba, ordenándole a la Provincia que lo demuestre, eximiendo a los vecinos de demostrar los daños padecidos, ya que no están en condiciones de hacerlo.

En segundo lugar, el fallo no es en contra de la fumigación con glifosato, sino de todas las fumigaciones. El glifosato no se fumiga como tal, sino en formulados que lo combinan con otras sustancias que potencian su toxicidad. Por lo que las categorizaciones toxicológicas del glifosato no tienen sentido. Tampoco lo tiene decir que el glifosato es inocuo, más allá de que esto no esté demostrado.

En tercer lugar, señala que la virtud del glifosato es destruir todas las malezas sin afectar la soja, el maíz y el algodón; sin señalar que genera un desierto de biodiversidad por un lado, y por el otro induce la aparición de supermalezas resistentes, para eliminar las cuales hay que fumigar cada vez mayor cantidad de agroquímicos. Además, tanto el algodón como la soja transgénica tienen como finalidad principal la lucha contra insectos, y no la resistencia al glifosato.

En cuarto lugar el editorial engaña o miente cuando dice que un Consejo de Expertos del Conicet hizo saber que el herbicida utilizado bajo las normas establecidas, no acarrea riesgos para la salud humana. El trabajo a que hace referencia este comentario, termina sus conclusiones diciendo:

Aunque existen estudios para evaluar los impactos del glifosato en las especies no blanco, la mayoría de ellos no considera importantes aspectos ecológicos. Entre ellos, los impactos indirectos, los acumulativos, los de largo plazo, ni las reacciones sinérgicas que el agroquímico puede tener en el ecosistema y en las redes tróficas.
En Argentina no existen suficientes datos sobre los efectos del glifosato en la salud humana, por lo cual sería importante promover la realización de los estudios pertinentes.

También es espurio el ataque contra Andrés Carrasco, sin nombrarlo, ya que en ningún momento invalidan sus investigaciones. Sino que los ataques se refieren a lo poco ético de publicar un trabajo preliminar, cuando en realidad lo poco ético hubiera sido no publicarlo, dados los resultado obtenidos sobre los daños que causa el glifosato.

Finalmente, manifiesta que de extenderse las prohibiciones, "perderán los propietarios de las tierras vecinas de los pueblos por la desvalorización que sufrirán sus campos, perderá la cadena productiva, el propio gobierno y la sociedad toda.".Engaña aquí nuevamente el editorial, ya que sólo perderán los que cultivan utilizando pesticidas; esas tierras se podrán recuperar para la variedad productiva, como por ejemplo, con huertas y tambos, y para recuperar soberanía alimentaria. No perderá la sociedad, ya que ganará en salud, en calidad de vida, en sostenibilidad ambiental, social y económica.

El editorial de La Nación pretende sembrar confusión en sus lectores, faltando a la verdad u ocultando información, tanto de sobre los conceptos como de los datos que proporciona, abusando de su posición periodística dominante.

Ing. Claudio Lowy / RED NACIONAL DE ACCION ECOLOGISTA de la Argentina

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La editorial de La Nación
Por La Nación - Wednesday, Mar. 31, 2010 at 4:19 PM

Editorial III

Un fallo contrario a la soja

La prohibición de emplear el glifosato en una zona de Santa Fe carece de base científica y perjudica a los productores

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Sábado 27 de marzo de 2010 | Publicado en edición impresa

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Un fallo de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe prohibió el uso del herbicida glifosato en un radio de 800 metros que circundan la ciudad de San Jorge, que podría extenderse a las poblaciones de la provincia, al aducir riesgos para la salud humana.

Anteriormente, el Ministerio de Defensa de la Nación prohibió su utilización en los campos administrados por las Fuerzas Armadas. Se intentaría también lograr una decisión del gobierno provincial a cargo del gobernador Hermes Binner en el mismo sentido para toda la provincia.

El herbicida, utilizado en el país desde hace décadas, tiene la virtud de destruir todas las malezas sin afectar la soja, el maíz y el algodón genéticamente modificados. Significa, pues, un enorme beneficio económico para la productividad y los costos de estos tres importantes cultivos y, potencialmente, para muchos otros.

En su momento, el glifosato utilizado desde hace más de 30 años en Estados Unidos, seguido por la Argentina y otras cien naciones, fue estudiado y avalado por la importante Agencia de Protección Ambiental (EPA) del país del Norte y por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y recibió la calificación de levemente tóxico, vale decir, de riesgo menor a una gran proporción de los utilizados en actividades diversas. En nuestro país, recibió la indispensable aprobación del Senasa para su utilización.

Sin embargo, meses atrás, la Asociación de Abogados Ambientalistas presentó un amparo ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para demandar su prohibición, fundada en un estudio aún no publicado de un profesional del Conicet que recibió fundadas críticas de parte del ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, quien calificó de poco ético el procedimiento de publicar un trabajo preliminar. Por su parte, en medio de aquella polémica, un Consejo de Expertos del Conicet hizo saber que el herbicida, utilizado bajo las normas establecidas, no acarrea riesgos para la salud humana.

Los cultivos de especies genéticamente modificados están basados en el famoso descubrimiento del ADN en la década del 50, que está revolucionando la producción animal y vegetal, así como la farmacopea, las relaciones sociales y otras áreas. Significa, en este caso, reemplazar un gen de los más de 20.000 que componen las mayorías de las especies aludidas, mediante procedimientos de alta precisión, menos complejos y costosos que los utilizados tradicionalmente para el mejoramiento de las especies.

Las academias más importantes del mundo han avalado estas formidables invenciones, entre las cuales la soja es, por ahora, el mayor beneficiario. El binomio soja-glifosato ha aportado beneficios a nuestro país. Virtualmente todos nuestros productores han adoptado esta combinación.

Unas 18 millones de hectáreas de soja y casi todo el maíz y el algodón la han adoptado. Lo aquí expresado, sobre la base del conocimiento mencionado, aconseja desestimar por las vías que correspondan, cualquier propósito de extender las prohibiciones adoptadas. De llevarse adelante los propósitos mencionados, perderán los propietarios de las tierras vecinas de los pueblos por la desvalorización que sufrirán sus campos. Y perderán la cadena productiva, el propio gobierno y la sociedad toda.

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