El 'plato fuerte' del encuentro fue el cierre. Si se habla de condiciones laborales y representación, no puede soslayarse el debate instalado hace rato en la sociedad: la vigencia y capacidad de respuesta del modelo sindical en Argentina.

"El modelo sindical se erige en determinado momento histórico, social y político. El Estado representa a sectores de poder que contienen mediante la ley esa forma de organización. No puede cristalizarse porque debe dar eficiencia al trabajador para actuar. Si se modifica la realidad, debe adaptarse, porque se torna ineficaz, beneficiario de los sectores de poder", definió Pérez Crespo.

"Los cambios en el mundo del trabajo determinaron la necesidad de una nueva conformación del sujeto y de eso quedan limitadas las viejas dirigencias sindicales", aseguró por su parte Gustavo Téres. En consonancia, Pérez Crespo consideró que el actual modelo "hace agua a nivel mundial. No tiene respuestas a la ofensiva del capital".

Puntualizando los principales problemas de la estructura que rige, el referente del TEL identificó que "está basada en la representación sindical en los lugares de trabajo, cuerpos de delegados fuertes, modelo de la década de los 40 - 50' que hoy no existe". En consonancia, Meguira resaltó la "insuficiencia del modelo sindical actual para lograr una más justa distribución de la riqueza".

La contrapartida llegó en la voz del representante del Estudio Recalde.

"La denominación movimiento obrero fuerte/ débil está cargada de subjetividad", consideró Ciampa quien en vez de unicato sindical prefirió usar el término "unidad promovida". De este modo el letrado fundamentaba que la ley vigente "desalienta la fragmentación", apelando al argumento que el cambio de modelo generaría la debilidad del movimiento obrero.

"El pluralismo suena lindo", consideró. El sistema argentino "es un sistema que admite pluralidad de sindicatos. Pero plantea el pluralismo hacia dentro de un único sindicato", planteó retóricamente. "En 1988 hubo consenso sobre la ley de asociaciones sindicales. Para salir hace falta un nuevo consenso", de lo contrario consideró que bajo la innovación de la libertad sindical puede estar el "caballo de Troya".

No obstante buena parte del panel, planteó argumentos contundentes que se contrapusieron a la postura de Ciampa. "¿Qué es un sindicalismo fuerte? Queremos un sindicalismo eficaz, que represente los intereses de los trabajadores. Actualmente los sindicatos firman una menor parte de los convenios. La mayor parte de los mismos se forman por empresa y lo hacen las federaciones. No hay asambleas de base que voten o decidan", argumentó Meguira.

"Hay que promover la protección de los activistas y trabajadores que se expresen en defensa de sus derechos; hay que descentralizar, es distinto centralizar una respuesta única que hablar de unidad", apuntó el referente del TEL, Pérez Crespo. "El modelo va cambiando por la voluntad impulsora de los trabajadores y también por las necesidades de una nueva configuración del capital", afirmó. Crespo se refirió en ese marco al problema del autoritarismo sindical, generado porque las discusiones se dan sin las bases.

A su turno, Horacio Zamboni mostró su amplio conocimiento en la materia y subrayó la necesidad central de fortalecer y formar "conciencia en las masas". En este sentido le dio un rol protagónico a la asamblea y advirtió que "si se sigue con la dinámica actual de resolución de conflictos, el modelo va a cambiar cuando haya un muerto".

Burocracia: patota, fraude y consenso

Quien se refirió puntualmente a la construcción de la burocracia sindical fue Gustavo Téres. En primera instancia definió que ésta se sostiene a base de tres herramientas: la patota, el fraude y el consenso. Por ello identificó como tarea fundamental para romper con el consenso que se genera por acción u omisión entre buena parte de la masa trabajadora, la formación política de los activistas.

Téres consideró que "el sindicalismo ha generado dependencia del estado en nuestro país y es necesario alejarlo de éste". Del mismo modo planteó una visión crítica de aquellos "sectores de izquierda que han utilizado al sindicato como correa de transmisión del partido" y acabaron desgranando determinadas conquistas.

"No hay que reducir la democracia a la libertad sindical. Hay que democratizar para legitimar. El poder te lo da la base. Hay que romper con el mito de la unidad. La unidad es de cara a los trabajadores, unidad de acción", cerró Téres.