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Geografía del saqueo
Por Fuente: Tabaré Alvarez / Tupac Amaru - Wednesday, Jul. 07, 2010 at 2:27 AM
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Pueblos originarios y comunidades de pequeños campesinos-

Hoy, la palabra, el discurso sutilmente correcto sobre los naciones ancestrales es de reconocimiento. Hay congresos, mesas y debates, hay programas televisivos y, digamos, existe un supuesto consenso sobre el derecho de los pueblos a la tierra, a su propia cultura, a sus dioses. Esto quedó demostrado durante la Marcha de los Pueblos Originarios que se realizó durante 10 días a lo largo y ancho del país. Hubo apoyo por parte de bastos sectores sociales, agrupaciones de Derechos Humanos, Madres, Abuelas de Plaza de Mayo, Hijos, sectores sindicales, y también adhirieron representantes del gobierno Nacional y los referentes fueron recibidos por la presidente Cristina Fernández de Kirchner.

Y además, por miles y miles de ciudadanos que a los largo de la marcha, remarcaron su acuerdo, su reconocimiento y colaboraron con la fuerza de sus posibilidades. Y nadie duda de la sinceridad de este masivo apoyo.

Y aquí se fractura el discurso.

O el decurso de los acontecimientos. O aparece la otra realidad, no la de los deseos del país para todos, sino de los intereses económicos o como diría claramente Evo Morales: el capitalismo en su real excrescencia: la destrucción de la naturaleza, la madre tierra.

Pero calma. Y no tanto. Lo cierto es que en los territorios se sigue expulsando a los pobladores originarios hasta de aquellas zonas más apartadas del país donde los fue arrinconando la historia de persecución y exterminio. Y ya sabemos lo escabroso que puede ser ese poder: en Antofagasta de la Sierra, por ejemplo, hay una historia que refleja “la última frontera”: allí, donde se inicia la Puna argentina, con gran esfuerzo y durante casi 20 años, el INTA y de organizaciones sociales consiguieron evitar el exterminio de la vicuña. Fue un trabajo contra cazadores furtivos, contra la propia perdida de los habitantes de regresar a la esquila, a aprender a tejer nuevamente ponchos al viejo estilo incaico.
Y ahora aparece un señor que compra 130 mil hectáreas de Puna y pasa el rastrillo. Toda esa lucha en beneficio de un nuevo terrateniente que, en la zona, ni siquiera lo conocen.

Doble discurso

Para decirlo claro, hay un doble discurso que en realidad, el poder o lo que se llaman grupos de poder, van empujando, despojando de sus tierras a los naturales y cuando hay resistencia, se los judicializa y se los raja, se los expulsa con el estandarte de la legalidad, secundado por las fuerzas represivas. Allí poder y justicia actúan mancomunados en este despojo. Y arrastran también a los pequeños campesinos, los arrean hacia las periferias de las ciudades. Una condena de hecho. Cortarle el futuro y el pasado de cuajo.

Y cuando no lo consiguen. Van y los matan. Por eso traemos el caso de Javier Chocobar, el aborigen diaguita asesinado el año pasado en Tucumán. De esto queremos hablar. Y de la estrategia del poder. Ya que es un drenaje. Cuando salta un caso donde encuentran resistencia, retroceden y esperan. Pueden hacer mierda toda la yunga salteña, pueden hacer un terraplén de 40 kilómetros en los Estero del Iberá. Destrucción ecológica es una palabra gastada al proyecto de hacer de ese espacio donde la naturaleza se presenta con toda su magia, en un gran campo de arrozales.

Hace años para entrar a los Esteros se llegaba hasta el borde del agua, se desensillaban los caballos, se ponían los aperos dentro del bote y primero se obligaba a los caballos a meterse al agua y desde el bote se los iba guiando hasta llegar a la costa. Se volvía a ensillar, se dejaba esa canoa amarrada y se seguía. Así hasta el próximo estero. Y se repetía, los caballos con sus cogotes afuera del agua y sus ojos tan inmensos y terriblemente asustados que tienen los caballos. Así. Y cuando se llegaba a destino, se encontraba con una familia gaucha, con seguridad todos ancestralmente artiguistas, una postal del pasado. Esas es la gente, los descendientes de esa gente las que están expulsando del Iberá.
Ahora un terrateniente se manda un terraplén.

Ellos pueden. Los poderosos. Pueden eso. O pueden cercar el acceso a los pobladores a un lago en el sur- está sucediendo en Chubut. O despojar del agua a los pueblos que viven en los valles de la Rioja (Andalgalá) o Catamarca porque es utilizado para la minería a cielo abierto. Lo hacen al margen de los discursos, de las leyes. ¿El país desquiciado?

Detrás de cada emprendimiento de los grupos de poder, hay un segmento social, pueblo, que se jode. Que te cagan. Y esto sucede en provincias. Lejos de la ciudad puerto y allí donde la resistencia es ínfima, ya que se está hablando de pequeños grupos humanos – como los expulsados de La Primavera, en Formosa. ¿O quién puede saber de los expulsados de El Impenetrable, en Chaco? Hay una ley, muchas leyes pero no fueron firmadas por provincias que tienen tierras para hacer caja. O minería. O agua. O petróleo.

Banco de dato de los despojados

Pasa, sería importante dimensionar esta apropiación y expulsión Terminal de comunidades originarias o rurales. Sería o podría ser el objetivo, unir la información, un banco de datos de los despojados. Con mirar lo acontecido en Santiago del Estero con la sojización y la expulsión masiva del campesinado histórico, alcanza para tener dimensión que estamos en un momento de extrajerización de la tierra, de la minería, de soja, en fin, del capitalismo salvaje.

De esta dimensión habría que hablar. Hablar de este doble discurso donde a los muchos gobiernos provinciales les atrasa el reloj.

Para concluir: si algo quedó claro durante la Marcha de los Pueblos Originarios, es que cuando una noche, después de andar días caminando el país, se encontraron todos los referentes en Zárate, allí pudieron contar cada pueblo su situación, y lo que contaron es que a todos les estaba sucediendo lo mismo, con pequeñas variables estratégicas pero siempre para ser despojados de la tierra, de su cultura, hasta de la memoria. Mapuches, wichís, mocovíes, kollas, guaraníes, qom, todos estaban pasando bajo el mismo fuego del despojo. Voces que eran el mapa, el lenguaje, el alma de esa otra argentina, la argentina de la geografía del saqueo.

Tabaré

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