Julio López
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Extremos climáticos agravan el hambre en Guatemala
Por reenvío red eco alternativo - Friday, Jul. 30, 2010 at 9:58 AM

En la aldea de Santa Ana Mixtán, al sur de Guatemala, es el área más afectada por el paso de la tormenta tropical Agatha. "Un 75 por ciento de la comunidad permanece entre el agua. El maíz, el plátano, la okra (quimbombó), el pasto, todo se perdió", relató a IPS uno de los pobladores, José Asencio.

Para sobrevivir, sus pobladores pasaron a trabajar a cambio de víveres. "Estamos reforzando el borde de los ríos Coyolate y Mascalate, y el alcalde nos apoya con raciones de comida, aunque tenemos dos semanas de no recibir nada porque se acabaron las reservas", explicó.
Asencio aseguró que la escasez de alimentos y de trabajo por los trastornos climáticos y las inundaciones, empeoraron la situación de las 373 familias de la localidad, situada dentro del municipio de Nueva Concepción, en el departamento de Escuintla, en el extremo sur del país.
En la comunidad de Madronales, del costero municipio de Ocós, en el departamento suroccidental de San Marcos, el drama se repite. "Se inundaron las siembras de maíz y plátano, necesitamos que nos apoyen con alimentos", dijo a IPS Amparo Barrios, una lideresa local.
"El problema del cambio climático está exacerbando las condiciones de pobreza y extrema pobreza en el país y a las personas menos favorecidas se les está complicando más la vida", dijo a IPS Carlos Mancilla, director de la Unidad de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales.
Las inundaciones no son la única preocupación. Paradójicamente, uno de los fenómenos crónicos más complejos del territorio guatemalteco es el de la sequía del llamado corredor seco, en el norte y este del país.
La Dirección General de Epidemiología informó que en 2009 al menos 54 niños y niñas murieron por desnutrición, a raíz de la sequía, catalogada como la peor en 30 años. En tanto, 2,5 millones de personas padecieron el impacto de la crisis alimentaria, precisó la ONU.
En Guatemala, de hecho, la tasa de desnutrición crónica infantil es de 49,3 por ciento, la más alta de América Latina y una de las más altas del mundo, según el Fondo de las Naciones Unidas para Infancia (Unicef).
Por Danilo Valladares

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