Julio López
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Lucha de clases, obrerismo y antiguedades varias
Por Albertito - Sunday, Aug. 01, 2010 at 6:30 PM

Obrerismo, lucha de clases, etc, tomado de el periodico chileno El Surco.

Contra el fetichismo obrero

Apuntes para superar la terminología marxista entre los anarquistas.

"Mira qué fácil es todo, cuando está bien explicado, me han dicho que el mundo es la lucha entre los buenos y los malos.
Que está la clase explotada y enfrente la explotadora y la lucha entre los dos bandos es el único motor de la historia.
Cualquiera que sea un currante, por el mero hecho de serlo, está de nuestro lado y merece nuestro respeto.
Por contra están los ricos, que son siempre los culpables de todo lo malo que ocurra y de todo lo malo que pase.
Y yo pienso que esta forma de no pensar es una mierda que impide ver los problemas tal como son, la realidad tal como es.
Simplificarlo todo así, sólo nos puede conducir a darnos contra una pared y creernos que eso es resistir"
(Producto Interior Bruto)

Hay entre los que se reclaman revolucionarios hay un cierto grado de sacralización de las figuras del obrero, del sindicalismo, de las masas y de la idea de lucha de clases. Si uno plantea la transformación social sin centrar el análisis en estos sujetos, conceptos y espacios, se estaría cometiendo herejía. Entre más “popular” vista el individuo o su organización, más genuinamente revolucionario es. Si no te llenas la boca con “proletariado”, “lucha de clases” otras palabras del mismo tono y no centras la acción cotidiana en ellas, ya no eres uno de ellos. A lo sumo serás un ambiguo postmoderno, un infantilista irresponsable o, derechamente, un reaccionario. Por supuesto, esta situación no es ajena a los llamados anarquistas. Y a mi entender esto se debe a que no nos hemos sabido librar completamente de la herencia analítica, estética y discursiva de los paradigmas revolucionarios marxistas de los sesenta, setenta y ochenta. El anarquismo criollo no ha superado del todo el trauma del izquierdismo que alguna vez reemplazó su lugar en el combate anti-estatal (MIR, FPMR, MJL). Hablo de trauma porque el rebrotar de la actividad libertaria en los noventa encontró huérfano al “movimiento anarquista” de referentes locales de su propia ideología (extintos hace tiempo), lo que llevó a muchos, explícitamente a veces, inconscientemente en otras, a acercarse a los modelos de análisis marxistas, a adoptar su estética, su memoria histórica y, lamentablemente, a copiar en ciertos casos sus modelos de organización. Las consignas, las demandas, los 29 de Marzo y los 11 de Septiembre, son los ejemplos más visibles de este proceso.

El recuerdo de los que combatieron y murieron por la libertad y el de las experiencias subversivas de otras vertientes ideológicas es sumamente importante si buscamos en ello herramientas para el hoy, pero es contraproducente cuando rememorar se vuelve un porfiado ejercicio para traer fórmulas del pasado que ya no resisten al presente. Por mucho que se le enrostre al marxismo la burocratización y el autoritarismo en cada una de sus experiencias históricas, cuestión irrefutable por lo demás, no vemos un vivo atrevimiento ni la intención a lo menos de cuestionar y cambiar tajantemente las herramientas de investigación sociológica que ellos emplean y que nosotros no abandonamos aún.

El principal problema que veo en esto es que por no cuestionar las claves de análisis del marxismo y sus terminologías, concluimos encerrándonos en sus mismas lógicas estrechamente economicistas en donde la revolución depende de las estructuras de producción, excluyéndose del estudio (y combate) las múltiples aristas del sistema de dominación que no necesariamente se vinculan al trabajo asalariado. A saber, la cultura, la política, el inconsciente colectivo, las diferencias étnicas y etcétera. Según los marxistas todo esto depende de los modos de producción (estructura y superestructura), entonces si trasformamos la economía, cambiaremos todo lo demás. (1) Y para modificarla hay que tomar el control político del Estado con la consiguiente y macabra dictadura del proletariado, que no es más que la dictadura del Partido Comunista. Pero para nosotros quienes sostenemos que no hay igualdad ni libertad en donde existen jerarquías y control policiaco, ninguna dictadura es deseada. Y aún en el caso de que trasformemos la economía suprimiendo en el proceso la estructura orgánica del Estado (instituciones, espacios y capacidad de control), aquello no importa una relación directa con la modificación del pensamiento individual. Es más fácil hacer notar a alguien que su jefe lo explota a explicarle que deje de creer que su compañera es su propiedad, que el peruano o el argentino no es su enemigo o que se puede vivir mejor sin autoridad alguna. Por muy comunista que sea la economía, no hay revolución alguna si no hay un cambalache categórico de las estructuras mentales. Y la economía no determina las cosmovisiones, sino una serie de factores que tienen que ver primordialmente con las experiencias particulares de cada ser. (2) La cuna no determina tu lugar en la lucha, eso sería creer que la distribución de mentalidades en el orden actual es como generalmente lo fue en la edad media europea. Un obrero puede ser tan enemigo de la libertad como su patrón. ¡Falsa conciencia! -nos gritan los marxistas y quienes creen en sus metodologías: como los poderosos controlan la cultura, modifican las aspiraciones de los obreros y los hacen renegar de los “verdaderos” intereses de su clase, pero cuando llegue el día –nos advierten- en el que todos los trabajadores se hagan la idea de que son una gran unidad histórica y de que juntos deben hacer la revolución anteponiendo sus intereses a los de las clases hegemónicas, se acabará la falsa conciencia y la sociedad de clases. Bonita ilusión, decimos, que no considera siquiera las dinámicas de la sociedad moderna en donde los roles se confunden anulando las divisiones nítidas entre los diversos actores sociales.

Hoy, un siglo y medio después de cuando se trazaron las ideas genéricas del materialismo histórico, tiempo en que todas las estructuras de dominación se han perfeccionado y sofisticado sobremanera, urge cuestionar todo aporte teórico desde esas vertientes. Y no se trata de destruir por destruir, por cierto.

Apremia también cuestionar el modelo de “explotados y explotadores”, pues ya no hay sociedad –y nunca la hubo- dual. Las redes de poder y los conflictos en sus entretejidos son muchísimo más complicadas que un simple encontrón entre burgueses malvados y proletarios descamisados. En todo individuo hay un opresor, en todo trabajador hay un capitalista, en todo militante hay un militar: es preciso acabar con todos.

Si bien el anarquismo tuvo una época en que su relación con el mundo de las organizaciones de trabajadores era estrecha, innovando orgánicamente y aportando de diversas formas a sus luchas contra las redes de poder económico y estatal; su cuerpo teórico concibió ideas de redención que sobrepasaban los márgenes productivos. La idea era la transformación integral del individuo y con él de la sociedad toda. No te liberas en cuanto a tu clase, sino en tu calidad de ser. Ni opresores ni oprimidos, he ahí la cuestión primera.

Volviendo a la necesidad de superar al materialismo histórico en el campo anarquista me resulta preocupante el afán de muchos de “reafirmar el carácter de clase del anarquismo”. Haré referencia a un artículo de la revista plataformista Hombre y Sociedad, pero insisto en que esto no solo está presente en dicha corriente. No criticaré punto por punto sus postulados que, asumo, están inspirados de buena fe, aunque no concuerde con la mayoría de ellos. Pero sí me interesa ejemplificar el problema con éste, un típico caso de matrimonio entre anarquismo y fetichismo obrerista, en donde abundan los términos “proletariado”, “dialéctica”, “conciencia de clase”, “masas”. Aunque, como veremos, la similitud no sólo está en las palabras, sino también en las claves de lectura de la realidad. Espero no distorsionar el sentido del texto, como ocurre casi siempre cuando se cita para debatir, pero creo que este párrafo habla por sí sólo. Dicen desde H&S para combatir a los detractores de su tendencia:

“Así la resistencia a la plataforma aparece como la resistencia a dar el salto de un anarquismo abstracto, marginal, a ser parte activa en la lucha de clases, a hacerse parte de las dificultades reales que experimentan los movimientos sociales, por temores virginales a lidiar con la política real, se trata del temor natural que produce esta idea de que el anarquismo es sólo una posibilidad que hay que hacer parir, además del miedo al dolor y al trabajo que éste implica necesariamente” (3) (la negrita es mía).

¡Hay de nosotros los abstractos, los marginales y ajenos a las reales dificultades, los de vírgenes temores, los miedosos al dolor y al trabajo! Pero más allá de la arrogancia evidente, y de la ignorancia respecto a los costos que implica desarrollar la anarquía en otras formas, lo que me urge referir sobre este artículo es el porfiado tema de la lucha de clases. En donde no se concreta un cuestionamiento a la terminología marxista sino que, sirviéndose de ella, se permiten definir entre anarquismos concretos y abstractos. Personalmente valoro todo trabajo que se haga para mermar el sistema de dominación, cuanto más diversos mejor, y me agrada la preocupación por hacer más efectiva la presencia de las prácticas y valores libertarios en la sociedad, como supongo a la gente de H&S, pero me parece peligroso que se alimenten del materialismo histórico sin hacer al mismo tiempo una crítica profunda (más allá de los lugares comunes: antiburocracia, antipartidismo, etc.) de sus estrechos marcos economicistas. ¡La vida social es mucho más compleja que las relaciones con el malvado capital! Antes que el capital está la autoridad, y no hablo solo de las fuerzas evidentes del Estado o sus edificios y símbolos (Ejército, carabineros, cárceles, escuelas, edificios administrativos), sino –y principalmente- de aquella red de creencias que hacen de él una fortaleza aparentemente inexpugnable. Creencias como aquella hegemónica –y pilar de la dominación- que nos advierte que no se puede vivir sin autoridad. Y a esa máxima no la acabaremos únicamente con piedras y bombazos, ni con huelgas ni grandes manifestaciones. Aunque todo sirve, por cierto.

Y como soy un convencido de que las formas de combatir los mil rostros de la dominación pasan por multiplicar mil espacios de respuesta y contraofensiva, no puedo dejar de cuestionar aquella creencia (que también empieza a abundar entre los ácratas) que invita a distanciarse completamente de la lucha económica por considerarse funcional al orden. En esa lógica, por ejemplo, el sindicalismo vendría a ser otro instrumento más de dominación.

Veamos un caso. En el nº 53 de la publicación anti-plataformista Libertad! de Buenos Aires apareció un artículo firmado por Patrick Rossineri que sintetiza esta idea (4). Coincidimos en su análisis, más no en las conclusiones. Ante la pregunta de si acaso es posible o deseable para los anarquistas horizontalizar y autogestionar los sindicatos, el articulista remata negativamente, aunque deja en claro la necesidad de fortalecer entidades anarcosindicales, el trabajo en los barrios y con los no sindicalizados, con los cesantes. Bien dice Rossineri que el sindicato está inserto en el sistema de dominación en tanto reproduce al mismo en las estructuras jerárquicas de su funcionamiento interno, así como en su disponibilidad a las subvenciones estatales. Y es cierto que el sindicato es hoy un organismo autoritario y pancista, sólo preocupado en demandas inmediatas de caracteres gremiales y restringidos a su particular radio de acción. Ya no existe la huelga política, la huelga solidaria, como otrora cuando por ejemplo los gremios paraban sus labores para apoyar a otros sindicatos o reclamar la libertad de los presos políticos. Pero, a nuestro juicio, que el sindicato esté amarrado a la estructura de poder no implica negar la posibilidad para un anarquista de luchar en él. Requerimos transformar todos los espacios en los que nos desenvolvemos ¿por qué éste no? Y esto tampoco significa claudicar, hay que combatir a los politicastros, a los legalistas y todo dirigente sindical debe ser objeto de desconfianza en tanto autoridad, pues la delegación y la sumisión muchas veces visten ropajes simpáticos. El sindicato es una herramienta como tantas otras y además se ha mostrado útil para detener el abuso patronal en no pocos casos. Creo más bien que el problema pasa por no hacer del sindicato y el sindicalismo la panacea. Por su parte el anarcosindicalismo es una solución parcial y limitada a la burocratización del sindicato legal y partidista, pero no es en sí mismo la solución al general sistema de dominación.

La gesta libertaria trasciende nuestro lugar en el sistema de producción y el entretejido de relaciones salariales en el que sobrevivimos. Hasta acá llegamos hoy. El llamado es a cuestionar el uso indiscriminado y acrítico de la terminología y las claves de análisis marxistas entre los anarquistas, y para sugerir cuidado sobre su antípoda antieconómica. Y es que el anarquismo no depende de las estructuras de producción, pero tampoco puede desentenderse de las mismas. Pero y en todo caso, no es la verdad anarquista la que habla hoy, sino la limitada opinión de uno de los miles que se reclaman como tal. Provocar a la reflexión es la idea.

Citas:
[1]. A pesar de las reformulaciones y “actualizaciones” del pensamiento marxista, por ejemplo con el rescate de los aportes sobre “hegemonía” de Gramsci (opacado por largo tiempo en A.L. por Althusser y compañía), estas ideas continúan intactas. Entre otros véase, Marta Harnecker, Los conceptos elementales del materialismo histórico, X edición, Siglo XXI, Santiago, 1972.
[2]. Incluso los mismos historiadores marxistas lo han notado, aunque no se note en las directrices de sus partidos. Estúdiese los aportes de E. P. Thompson y su “Formación de la clase obrera en Inglaterra”, Editorial Crítica, Barcelona, 1989.
[3]. El artículo referido es “A propósito de las resistencias a “La Plataforma”: Contribución a un anarquismo de masas.”, Hombre y Sociedad, nº 24, Invierno 2009, Santiago, p.15.
[4]. “El sindicato como herramienta de dominación”, Libertad!, nº 53, Octubre-Noviembre 2009, Buenos Aires.

Autor: Manuel de la Tierra
Publicado en: El Surco Nº15 - Chile
Tomado de: Prensa Anarquista
http://prensaanarquista.blogspot.com


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anarquelogia
Por un marxiano - Monday, Aug. 02, 2010 at 1:11 AM

"Los obreros sindicalizados deben mirarse con desconfianza"?? Sos un gerente de recursos humanos flaco? Denuncias que se hace fetiche de la clase obrera? y que clase social tiene la posibilidad de hacer una revolucion, si, de destruir al Estado burgues? quien, los nenes clase media como vos? Toda tu exposición sirve de algo igualmente: demostrar lo muerto que esta el anarquismo, su mero anacronismo lo convierte en una ideologia reaccionaria.
Ah, y me encanto cuando te quejas de que hay que estar mal vestido para que te respeten...."estos sectarios de los marxistas"...jaja Tomatelas nene, anda al shopping, chamuyate algun flogger...lo que sea, pero no te hagas más el revolucionario.

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anarquelogia
Por un marxiano - Monday, Aug. 02, 2010 at 1:14 AM

"Los obreros sindicalizados deben mirarse con desconfianza"?? Sos un gerente de recursos humanos flaco? Denuncias que se hace fetiche de la clase obrera? y que clase social tiene la posibilidad de hacer una revolucion, si, de destruir al Estado burgues? quien, los nenes clase media como vos? Toda tu exposición sirve de algo igualmente: demostrar lo muerto que esta el anarquismo, su mero anacronismo lo convierte en una ideologia reaccionaria.
Ah, y me encanto cuando te quejas de que hay que estar mal vestido para que te respeten...."estos sectarios de los marxistas"...jaja Tomatelas nene, anda al shopping, chamuyate algun flogger...lo que sea, pero no te hagas más el revolucionario.

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Dejense de joder
Por (A) - Monday, Aug. 02, 2010 at 1:19 AM

Eso es de un grupito de marginales que nadie les da bola ni siquiera en chile, menos acá.

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ANARCO
Por ANARCO - Monday, Aug. 02, 2010 at 1:53 AM

QUe sarta de pelotudeces hermano, y pones una cancion de un imbecil que canta boludeces tambien... El sindicalismo es la unica herramienta revolucionaria y la lucha de clases es la realidad actual, lo marca el sistema economico no los libros ni marx ni bakunin.

GRUPUSCULOS DE TRASNOCHADOS

VIVA LA ANARQUIA

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que modernos
Por Bakunin - Monday, Aug. 02, 2010 at 5:42 PM

Che que modernos son dentro del obrerismo del siglo 19 cuando estamos en pleno posmodernismo, posestructuralismo y pos anarquismo tambien (aunque no dejan de ser meras etiquetas tambien estas) las sociedades pueden clasificarse de muy diversos modos (segun lo que uno quiera estudiar) por ejemplo si quiero estudiar el cancer, no me sirve clasificar la sociedad en burgues -proletario, tal vez me conviene dividir entre fumadores- no fumadores, en fin, categorias, clasificaciones, que sirven para el estudio, incluso Marx distinguia varios tipos de proletariado y varios tipos de burguesia, como decia Descartes, dividir el objeto de estudio en la mayor cantidad de partes "Discurso del método" pero las clases no son inmantentes al sujeto, no son en si, Que significa "conciencia de clase" una abstraccion, la conciencia es individual

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EL OBRERISMO ES OBSOLETO
Por [:flame:] - Monday, Aug. 02, 2010 at 6:37 PM

Teniendo en cuenta que en los comienzos del movimiento obrero la producción de servicios tendía a cero, y hasta era mas generalizada la situación de la temprana edad para comenzar a trabajar asalariadamente, es comprensible que se haya buscado en el obrero no al productor y manipulador de herramientas y máquinas supuestamente liberadoras, sino al proletario, ya que podían ser casi sinónimos, debido también al antagonismo de clase más claro y visible. Hoy esa búsqueda es errada, el obrerismo es obsoleto porque la producción capitalista la ha superado.

Basta observar el hecho de que incluso la reproducción de la cultura es prácticamente compartida, ya que en la actualidad explotadores y explotados ven el mismo programa de televisión y desean los mismo artículos de lujo: en el pasado esa pseudo-homogeinización hubiera sido imposible. De todas formas también es peligroso que la perspectiva de clase, cuando no cede al populismo, ceda al obrerismo, aún en nuestros tiempos. Comprendemosque la ideología del obrerismo es ya obsoleta, pero también comprendemos que la posición de los trabajadores sigue siendo fundamental para cualquier intento de revolución.

Es indudable que hay sectores estratégicos del proletariado que, dada su capacidad de paralizar los centros decisivos de la acumulación del capital (gran industria, minería, transportes, comunicaciones), podrían tener un papel realmente decisivo en una revuelta, pero no siempre estos son los más decididos o los que más aseguran la generalización de las mismas. En cambio otros sectores, como por ejemplo los desocupados en general, o en particular el proletariado joven que no ha encontrado -o que sabe que no encontrará- comprador para su fuerza de trabajo, pueden jugar un papel decisivo en el salto de calidad del movimiento Compartimos entonces un texto bastante ejemplificativo realizado por el grupo Wildcat y traducido por los responsables del sitio Iniciativa de agitación comunista (1)

“El obrerismo es una forma de ideología capitalista, endémica entre los autodefinidos revolucionarios. Es una ideología que fomenta la aceptación de la relación labor-sueldo entre individuos que se han dado cuenta de la explotación que ésta conlleva. Es, por lo tanto, una de las más elevadas formas de alienación. La veneración por el obrero se encuentra en varias ideologías estatistas, como el estalinismo y el nazismo. Los trabajadores son honrados por su rol de constructores de la nación, el estado y el capital. El obrerismo venera el trabajo manual, el “trabajo con martillos”. Su visión del proletariado es el “hombre musculoso”. Mediante el rechazo del trabajo comercial y de oficinas, rechaza a una gran parte de trabajadoras asalariadas, revelándose a si mismo también como sexista.

El obrerismo ha estado presente en el movimiento obrero desde el principio. Las primeras sociedades obreras, de inspiración cristiana, veneraban la honradez y el trabajo. Este moralismo linda con el obrerismo, el bastión remanente de la ideología cristiana en el movimiento obrero.

[...] El obrerismo lidia con el fracaso histórico de su teoría no mediante la corrección de su teoría sino mediante la falsificación histórica, en cada caso el rol jugado por los no-obreros es denegado o minimizado. La teoría revolucionaria en cambio analiza los eventos reales para luego entender los momentos de debilidad en el capitalismo. Los obreros productivos, según los obreristas, mantienen una posición crucial debido a que puede, dejando de trabajar, destruir al capitalismo. En realidad la importancia de éstos está sobrevaluada, debido a que la producción es solo una parte del ciclo acumulativo del valor. Los trabajadores de las ramas de la comunicación y distribución son también una fuerza poderosa. Una huelga de trabajadores bancarios puede tener un mayor efecto para el capital que una de obreros automotrices. A su vez, una ola de disturbios urbanos puede tener más efecto que ambas juntas. La búsqueda de facciones cruciales dentro del proletariado, cuya lucha se vea privilegiada, revela la perspectiva jerárquica que mantiene el obrerista. Surge de la visión de que el comunismo es un programa ya encuadrado que sólo necesita de tropas para ser llevado a cabo. Esto refleja la resaca del antiguo socialismo de la 2da y 3ra internacional en sus facetas socialdemócratas, leninistas o sindicalistas. Esta teoría ve a la lucha de clases como una guerra (burguesa) con soldados y generales. El revolucionario profesional determina el programa y los obreros lo ponen en práctica. El obrerismo y el intelectualismo son opuestos pero no se contraponen, se complementan el uno al otro, el pensamiento y la acción están separados, los trabajadores deben poner las ideas de los teóricos en práctica. Los obreristas a menudo tienen su propia crítica de los intelectuales y no para el mismo obrerista. El sujeto revolucionario no son los trabajadores productivos, ni siquiera los obreros: es el proletariado, aquellos sin poder social o capital económico, que no tienen nada excepto sus cadenas para perder. Además, los estratos no-proletarios pueden jugar un rol totalmente activo en un contexto revolucionario si el proletariado mismo está en actividad. La meta del movimiento comunista, entonces, no es la de lograr el Estado de los trabajadores: es la abolición de todas las clases sociales para lograr la comunidad humana, creada mediante la lucha anticapitalista.”

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Al basurero de la historia
Por ni obrerista ni estudiantista - Monday, Aug. 02, 2010 at 6:42 PM

Obreristas que solo ven explotados dentro de las fabricas, con casco amarillo y borcegos...
Modernos que niegan la lucha de clases...
Academicos posmodernos en busca de la nueva novedad
Sindicalistas tradicionalistas...
Cantautores veganos (PIB) que simplifican todo mas que nadie (entre buenos y malos, es decir entre quienes "son como yo" y quienes no)...
Izquierdistas parlamentarios traidores historicos de su clase...
Izquierdistas extraparlamentarios (libertarios) traidores historicos de su clase...

La revolución los devolverá al basurero de la historia de donde jamás deberían haber salido...

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Una cosa más
Por Bakunin - Monday, Aug. 02, 2010 at 7:28 PM

El sindicato, creo, sirve para conseguir algun aumento de salario, que sera superado por la inflacion como siempre, pero ¿Alguien cree en serio, en 2010, generar una revolucion desde el sindicalismo? El sistema no es fijo, se perfecciona permanentemente y ha incorporado al sindicalismo como parte del sistema, ¿Que es la co-gestion en Europa? trabajadores colaborando con la empresa, ya en el mayo frances (año 68) los sindicatos tubieron una participacion lamentable, ¿Donde estaba el movimiento obrero organizado en Argentina 2001, en pleno agite insurreccional? ¿Donde estan los trabajadores en Grecia cuando se arma despelote? no aparecen, salieron cuando ya habia pasado todo a dar un avueltita por Atenas. Y esto tambien va para los "dirigentes de base" "comisiones gremiales internas". Todos los grandes burocratas fueron en su momento "dirigentes de base" ¿O de donde salieron?
Bueno, ira apareciendo un nuevo sujeto revoucionario, o no, sera la multitud multiforme como dicen algunos.
El compa que cita al grupo comunista internacionalista, creo que se llama, (recuerdo haberlo leido en alguna parte) anda, segun me parece, mas o menos encaminado, critica el obrerismo pero no termina de salir de él, (lucha de clases, proletario, etc) no termina de salir de la semántica marxista.
Lamento cuestionar las creencias que muchos tienen arraigadas desde hace mucho, pero tomenlo como una invitacion al pensamiento libre y a dejar atras al viejo dogmatismo.
Y Caos nunca murio

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el obrerismo es obsoleto, el "sindicalismo revolucionario" también
Por post-proletario? - Tuesday, Aug. 03, 2010 at 1:29 AM

pero la lucha de clases no.

mal que les pese a los posmodernos, obsesionados con la última novedad en cuanto a categorías teóricas, el capitalismo sigue siendo una realidad y sigue dividiendo a la sociedad entre capitalistas y proletarios, que como tienen intereses sociales opuestos luchan entre sí.

no se trata de una batalla entre teorías o conceptos nuevos y viejos. se trata de qué teorías y conceptos nos siguen sirviendo para describir al mundo y cuales deben ser actualizados o descartados. y si existen nuevas realidades para las cuales no hay conceptos, pues a crearlos.

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Anarquismo y lucha de clases
Por (A) - Tuesday, Aug. 03, 2010 at 9:13 PM

¿Qué es el anarquismo de lucha de clases?

Por Wayne Price

Traducción por Hernán Díaz

Fuente: http://anarkismo.net/article/14417


Descargalo en: http://www.redlibertaria.com.ar/files/archivos/Qu?_es_el_anarquismo_de_lucha_de_clases.pdf

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Extraño anarkismo.net
Por [:flame:] - Wednesday, Aug. 04, 2010 at 12:54 AM

Que extraño que los de Red Libertaria y Anarkismo.net hablen de lucha de clases, cuando siempre tienden a desintegrar a la clase proletaria en "el pueblo", "los pueblos", o "los de abajo". Siempre para afirmar su preferencia por la democracia y la autogestion del capital.

Lo importante no es usar tal o cual palabra como señala el autor de este texto o suponen algunos. De lo que se trata es de comprender que existe una clase que si no actua como fuerza única aquí y alla no llegará a nada... que lo que la determina es la dinamica propia del capitalismo y sus estados. Que la opresión de clase no es una opresión entre otras... si eso se quiere llamar "proletariado" o "menganos" o "sultanos" es lo de menos...

Además la cosa no es alabar al proletariado, sino abolirlo, hablamos de la auto-supresión del proletariado como clase… y no de la imposición de las actuales condiciones proletarias a todo el mundo como suponen estos de arriba...

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buena crítica, aunque les pique
Por Pancho sin patria - Wednesday, Aug. 04, 2010 at 7:46 PM

Sustancialmente el texto tiene mucho de razón y como es natural, logró el lloriqueo falto de argumentos de los amantes de los fetichismos. Y Bakunin firma uno...jajja, acaso ese no e sotro fetiche mas.

viva la anarquía !

y piensen cosas originales, no como los plataformistas que solo repiten consignas sesenteras

Pancho

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