Julio López
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Juicio Unidad 9
Por reenvio - Thursday, Sep. 02, 2010 at 10:25 AM

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata Personería jurídica N° 13.799-58.484 - Entidad de bien público 825 1979 – 2009 A.P.D.H. LA PLATA – Mañana el juicio es en 8 Y 50 En una acción insólita cinco imputados inician huelga de hambre La situación podría extenderse al resto de los penitenciarios y médicos acusados de delitos de lesa humanidad. Los argumentos se basan en la “falta de derechos” y la disconformidad con el juicio. Acuña hará una presentación formal ante el Tribunal. Hoy declaró un solo testigo.

OR SECRETARÍA DE PRENSA

APDH LA PLATA



(30AGOSTO2010) La jornada

amanecía lenta ya que pasada la una y media de la tarde comenzó la audiencia en la Ex – Amia, pero la nota de la jornada la dieron cinco imputados que decidieron tomar una acción inusual ante un futuro adverso. Desde el mediodía los penitenciarios Peratta, Morel, Acuña, Rebaynera y Ríos decidieron dejar de comer a modo de “protesta”.



Según pudo averiguar este medio, la decisión podría abarcar al resto de los acusados aunque hay una “discusión interna” ya que los médicos Corsi, Jurío y Favole no estarían de acuerdo con la decisión.



Los motivos los dará a conocer el imputado Hector “Oso” Acuña de manera formal ante el Tribunal presidido por el Juez Rosansky, aunque las fuentes consultadas esgrimieron que acusan “ausencia de derechos” que van desde la alimentación que reciben (entre otros aspectos) hasta la disconformidad con el juicio desarrollado desde abril.



Arias: “La U9 se tiene que acordar del 13 de diciembre de 1976”



El primero en declarar fue un hombre que dentro de la Unidad 9 en dictadura se llamaba Pedro Alberto Rodriguez. Pero su verdadero nombre es Héctor Ricardo Arias Annichini.



El 30 de marzo de 1976 fue detenido cerca de la entrada a González Catán en Ruta 3. Luego pasó por Puente 12, por el Pozo de Banfield junto a un compañero de apellido Navarro, el Cuartel de la Tablada, la comisaría de Villa Madero y la cárcel de Devoto antes de su llegada a la Unidad 9 a fines de junio de 1976.



“Me llevaron a la Siberia, el pabellón 16 a”, expresó el testigo, quién recordó luego la requisa del 13 de diciembre como un cambio radical en el trato hacia los detenidos. “Toda la Unidad 9 se tiene que acordar de ese día porque hubo una requisa masiva”, indicó, y agregó que tuvo suerte porque cuando llegaron al fondo ya estaban “cansados” de pegar, al “masacrar a golpes” al resto de los detenidos, aunque también sufrió tormentos por parte de los penitenciarios.



Otro de los aspectos que comienzan a diferenciarse se basan en la llegada de diferentes oficiales “muy jóvenes” en su mayoría, con su uniforme nuevo, sus botines lustrosos y su impronta de “súper macho” con quienes no podías hacer ningún tipo de resistencia. “Empezó la persecución y el hostigamiento de señores que se enojaban por nada y nos llevaban a los calabozos de castigo”, confesó el testigo.



Arias estuvo en 1978 en las celdas de castigo, como la mayoría de los detenidos. “Me pegaron trompadas, me metieron debajo de la ducha. Luego me llevaron a un calabozo oscuro de aislamiento. La única novedad era cuando venía el recuento a las siete de la tarde, y a las doce de la noche me tiraron un colchón”, recordó sobre aquella situación.



Las torturas a Alberto Pinto y la visita de la CIDH



Según los relatos del testigo, un día entró un compañero que recibía insultos y golpes de las autoridades del penal. “Parecía autista por su actitud de no responder” expresó, aspecto que llevó a que cinco penitenciarios le pegaran con los “botines” sobre el cuerpo inerte, sin reacción alguna por parte de la víctima.



Fue tal la atrocidad que varios detenidos gritaron “basta” ante el hecho, y solicitaron con urgencia la presencia de médicos. “Cuando lo dejaron al compañero se empezó a quejar pero no hablaba, no podía ni pedir auxilio”.



Algo que le quedó marcado a Arias fue la cara de un imputado. Es que según lo declarado el machado Fernández entró a su celda y le pegó junto a otro penitenciario porque lo “engancharon” viendo lo sucedido.



El compañero se quejó toda la noche. A la mañana siguiente vino el recuento y no se lo escuchó más. “Pensé que lo habían llevado al médico”, fuero las palabras de Arias.



De quién hablaba era de alguien nombrado en distintas oportunidades durante el juicio: Alberto Pinto. “Nos enteramos a los cinco meses que había muerto. Sin duda era por eso, por los terribles golpes recibidos”, expresó sobre la víctima que además sufría de epilepsia.



Según lo que precisó Pinto no tenía respuesta, no hablaba, tenía quejidos roncos que le taladraban la cabeza al resto de los detenidos. “Se había cagado y le tiraron agua” sentenció al respecto.



Al momento de hablar sobre los imputados, recordó al “nazi” Rebaynera. Por otra parte, a Basualdo lo mencionó como alguien de “muy buen estado atlético”, quién era temible por la pegada; y Fernández “era robusto con una mancha en el cabello”. Por último mencionó Peratta “Era más grande de edad y muy golpeador”, según hizo referencia.



Dardo Cabo estaba en su mismo Pabellón, y lo llevaron para adelante. Ahí el testigo vio ropa verde (militares) dentro del penal por primera vez. “En realidad pudimos deducir que la Siberia era el lugar de alojamiento de los que llegaban y hacían la selección previa”, arguyó.



“Tenían la opción de elegir y ser más humanos. Para nosotros la Unidad 9 era parte del circuito represivo y el aniquilamiento de los militares. Luego nos enteramos los compañeros que mataron, los familiares que hicieron desaparecer como por ejemplo los del compañero Elizalde, que lo conocía porque fuimos detenidos en la dictadura anterior”, dijo Arias, y completó luego que el Coronel Sánchez Toranzo lo fue a interrogar al penal varias veces.



El testigo estuvo siempre a disposición del PEN y dentro de la unidad pasó por casi todos los pabellones del fondo. En 1979 después de una visita de los militares lo pasan a los pabellones de adelante, donde estaba el cuatro con una ventana. Fue cuando se hizo presente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.



El Doctor norteamericano Tom Farrel de la CIDH le dijo: “para decir verdad, no podemos hacer nada. Si yo saco a luz su situación no le puedo garantizar la vida. Esa es la cruda verdad. Vinimos con un montón de denuncias. Lo que encontramos es superior a lo que pensamos. Estamos con las manos atadas”.



Arias estuvo hasta el 9 de julio de 1981 en la Unidad 9. Cómo última reflexión ante los presentes, exclamó: “Esto que dije lo tuve guardado 32 años y soy la voz de Pinto que reclama justicia”.



Vale destacar que la jornada de mañana se dará en los tribunales de 8 y 50 ya que prestarán declaración testigos que viven lejos de la ciudad por lo que el soporte será por Teleconferencia a partir de las 9 de la mañana.

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