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Ayudamemoria para un zanguango. A propósito de la respuesta del “Nuevo” MAS...
Por Por Eduardo Sartelli - Saturday, Sep. 11, 2010 at 1:29 PM

En el número anterior de El Aromo criticamos la reseña ofrecida en la página del Nuevo MAS del debate en el que participamos con miembros del partido y con Claudio Katz. Acaba de salir en el periódico Socialismo o Barbarie del 20/8/10, la respuesta de un tal Marcelo Buitrago, que por la forma en que se presenta parece ser Lenin redivivo. La nota abunda en todo aquello que el NM dice haber “superado” en relación a la izquierda “vieja”: descalificaciones personales, ausencia de argumentos, chicanas berretas y, sobre todo, un aire de suficiencia propia del zanguango. Con ello sólo consiguió demostrar cuán superficial es el “socialismo” que encubre la barbarie de una corriente que debería reflexionar con más cuidado acerca de las razones de su triste derrotero histórico.

Ayudamemoria para un zanguango. A propósito de la respuesta del “Nuevo” MAS a nuestra crítica

EL AROMO - El Aromo nº 56 - "Promesas sobre el bidet"


Por Eduardo Sartelli


Tal vez se diera cuenta que el eclecticismo y la amalgama propias del “viejo MAS”, del Morenismo en definitiva, no es buen instrumento para guiar un partido que pretende ser una “renovación”. Como la nota en cuestión es un simple mamarracho, me limitaré a reeditar algunos fragmentos del artículo en el que, en 1996, señalé una serie de tendencias que se confirmaron en el decurso posterior: la persistencia y la forma de la crisis (“recuperaciones ficticias y recaídas reales”), el rol de los desocupados, las buenas perspectivas de la izquierda, la inutilidad del ajuste en países como la Argentina, etc. Lo que nuestro crítico debiera demostrar es que esto no fue dicho hace 14 años… Si no puede demostrar tal cosa, debiera preguntarse entonces por qué yo y, como ya dije en muchos lados, muchos otros acertamos. Tal vez sea, como lo señalé en esa mesa, una cuestión de método…



La larga marcha de la izquierda argentina*


¿Cuál es el escenario en el que va a moverse la izquierda en los próximos 10 o 15 años? La respuesta a esta pregunta exige fijar la vista en elementos de largo plazo: el éxito o fracaso de las iniciativas cotidianas depende de una sólida imagen del futuro. A partir de la temática de las ondas largas y la noción de “poder del trabajo” se arriba a la siguiente conclusión: sin revolución alguna a la vista, el propio desarrollo del capital genera buenas perspectivas para el desarrollo de la izquierda.

La curva capitalista y el búho de Minerva

(…) En la actualidad, la pregunta acuciante es cuáles son las causas de la ausencia de un despegue nítido de la onda larga de ascenso, por qué la “curva capitalista” tiende hoy a moverse con pereza hacia arriba y qué condiciones dejará para el futuro la forma de resolución de esta crisis, si es que ello finalmente ocurre. (…) Algunas interpretaciones creen poder percibir un movimiento de recuperación y expansión de largo plazo. Sin embargo, otros dudan seriamente de esta posibilidad. La recuperación operada en los ‘80 sería, al decir de Altvater, “una recuperación malsana”. No hay, al día de hoy, perspectivas del retorno a la expansión de largo plazo. Aunque algunos de los elementos necesarios para la superación de la onda depresiva están ya presentes, no necesariamente se encadenan de la manera correcta. La liquidación de capitales sobrantes es una realidad pero, ¿se trata de la magnitud adecuada?. No parece… (…) Por último, ¿ha sido la clase obrera derrotada en una magnitud comparable a lo que significaron el nazismo, el fascismo, Hiroshima y Nagasaki? Ciertamente, los niveles de desocupación de algunos de los países centrales sorprenden, pero en ninguno de los 3 grandes, Estados Unidos, Alemania y Japón, la situación llega a los niveles de posguerra. (…) Los elementos están, es cierto, pero lo que resta es la magnitud. No da la impresión de que la historia haya terminado, que nos hallemos a las puertas de una nueva expansión. Es más, un estancamiento prolongado es el escenario más probable en los próximos años. Se trata de una recuperación “en cámara lenta”, una suave pendiente que muy lentamente parece decidirse hacia arriba. O mejor dicho, recuperaciones ficticias seguidas de recaídas reales.

El poder del trabajo y el desencanto posmoderno


El desarrollo del capital es también el de su oponente. Las fuerzas que le dan vida son las que lo matarán tarde o temprano. Es el crecimiento del poder del trabajo, es decir, la apropiación creciente de la naturaleza y la sociedad por la humanidad asalariada. (…)
La mercantilización general de la vida a escala planetaria es un hecho que puede seguirse en la evolución de las ventas mundiales de Mc Donalds. Si el planeta es objeto de dominación del capital es porque es ya sólo producto del trabajo (asalariado). Estamos, entonces, en el momento del mayor poder histórico del trabajo (asalariado). (…) Si el trabajo lo domina todo, si el trabajo es la omnipresencia invisible, no se deriva de ello su homogeneidad. La clave de la situación presente es la fractura del trabajo. Fractura a nivel material concreto, fractura a nivel de la conciencia. Porque el máximo poder histórico del trabajo en el plano de la economía se traduce, paradójicamente, en el menor poder histórico del trabajo en el plano de la conciencia. Esta contradicción, inestable como toda contradicción, es la clave de nuestro tiempo. La fractura del trabajo tiene consecuencias de vasto alcance. La fractura del trabajo consiste, en el plano material, en la creación de “aliados internos”; en el plano ideológico, en la confusión y el derrotismo.

Los “aliados internos” son aquellos sectores de la clase obrera, en general ex pequeña burguesía proletarizada, o trabajadores de “cuello blanco” que, temerosos de la suerte que se avecina a medida que parece desencadenarse un proceso hiperinflacionario o un movimiento masivo de expulsión de trabajadores, se vuelcan decididamente al partido del orden, cerrando filas contra los movimientos anárquicos de los pauperizados. (…) La crisis ideológica es profunda, tanto en los intelectuales como en las masas. Es falso que estas últimas sean inmunes a hechos como la caída del muro o el fin de la URSS. (…)

Entonces, ¿por qué la curva se niega a ascender en forma firme? Porque no ha podido derrotar al trabajo en forma profunda a nivel global. La acumulación y el crecimiento sostenido están trabados en los países centrales y esto tiene que ver con el impresionante poder actual del trabajo (…) En esto consiste el problema de la burguesía: como erosionar el poder del trabajo sin provocar la explosión en un mundo sin ilusiones. Como lograr lo que Hitler sin nazismo, lo que Mussolini sin fascismo, lo que Roosevelt sin New Deal, incluso, lo que Perón, sin peronismo. Por primera vez en la historia, la burguesía debe esperar la lenta erosión del poder del trabajo, por primera vez no puede imponer violentamente el desempate. El resultado se refleja en la curva capitalista: a diferencia de otros momentos, en lugar de saltos violentos y prolongados, se impone un camino tortuso, lento y peligroso. Es este el sentido del momento actual.

La burguesía, la nación, el estado: un repaso de la situación argentina

La globalización del capital es una expresión de la internacionalización de las relaciones productivas. (…) Para recuperar la tasa de ganancia el capital busca el aumento de la explotación del trabajo tanto como la concentración y centralización del capital. (…) En la periferia, la tarea política de la recuperación ya fue realizada con todo éxito. Pero, la tarea económica ofrece sus complicaciones. (…) No obstante, algunos progresos necesarios en el plano de la economía han sido realizados: desocupación (es decir, aumento del tamaño del ejército industrial de reserva), caída del salario (o sea, aumento de la tasa de explotación), cierre de empresas (concentración y centralización del capital), adecuación a las condiciones del mercado mundial (aumento de la plusvalía relativa), etc. Ahora bien, nada de esto alcanza porque el elemento central, la recuperación capitalista que debe operarse en el núcleo no se produce. (…) Los éxitos de la política burguesa antiobrera en la periferia, que permiten pensar en una recuperación sostenida a largo plazo, se hallan trabados por la resistencia del trabajo en el centro. (…)
¿Qué significa todo esto de cara a la clase obrera? El proceso vivido por la economía argentina desde los ‘70 ha modificado profundamente su fisonomía, sus condiciones de vida, su conciencia y sus comportamientos políticos. En primer lugar, la clase obrera no ha dejado de crecer en sus activos materiales: hoy hay más obreros que hace ‘20 años. Esta afirmación puede sorprender a quienes creen que sólo es obrero quien viste un overall azul, está parado frente a una máquina y marcha los 1º de Mayo cantando la Internacional. (…) Pero un desocupado, aún en condiciones de pauperización y desempleo sostenido, no deja de ser obrero. Lo mismo que los mal llamados “cuentapropistas”, por lo general asalariados a destajo de empresas informales de comercialización clandestinas. (…) el capital los cuenta como un triunfo propio: ellos constituyen en su mayoría el ejército industrial de reserva, es decir, aquella fracción de la clase obrera que actúa como bolsón de mano de obra barata y como policía interna de las pretenciones asalariadas. (…)
En la actualidad, en Argentina, la clase obrera se enfrenta a novedades radicales: 1. un proceso de heterogeneidad y fractura interna creciente; 2. un crecimiento del ejército industrial de reserva en magnitudes históricamente novedosas; 3. la precarización en avance de la situación laboral; 4. la pérdida de sus instituciones organizativas o su reducción a la pasividad absoluta; 5. la crisis ideológica más profunda que se recuerda en décadas. (…)

Pareciera que el resultado de este análisis concluye en un derrotismo profundo. Sin embargo, el objetivo es remarcar las características contradictorias de la nueva situación. Las mismas “novedades” operan en otros sentidos que son alentadores para las fuerzas de izquierda: si bien la fractura de la clase obrera provoca la tendencia al quiebre de la solidaridad de clase, la existencia del ejército industrial de reserva pone en cuestión la seguridad laboral de todos los obreros, colocando, tarde o temprano, el problema de la desocupación en el horizonte del conjunto de la clase, renaciendo entonces los elementos que apuntan a su unidad. Lo mismo sucede con la flexibilidad laboral: la inestabilidad se extiende al conjunto de los obreros, ocupados o no. A corto o largo plazo, estos factores, que ponen en cuestión la totalidad de la vida obrera, llevan a recolocar la unidad de la clase de cara a las nuevas condiciones.

El dato más importante, el de la crisis ideológica, es también una oportunidad única: la conciencia de la clase obrera es hoy una herencia vacante. (…)

No llores por mí: la larga marcha de la izquierda argentina

¿Qué posibilidades cierra y abre al mismo tiempo esta situación harto contradictoria? Lleva a la izquierda a fluctuar permanentemente entre dos extremos: en épocas de crisis y explosión social o cuando algún movimiento crea fuertes expectativas de desarrollo no falta quien imagine la inminencia de la revolución, mientras que cuando se produce el reflujo la pasividad más absoluta es predicada como la única posibilidad. (…)

Por eso la izquierda debe: 1. afinar su discurso en torno a la realidad concreta eludiendo debates absurdos (…); 2. propender a la unidad de acción de las agrupaciones de izquierda, lograda a partir de mecanismos democráticos como congresos abiertos y conferencias; 3. eludir las tentaciones simultáneas del electoralismo y la abstención; 4. enfatizar en las tareas que implican una construcción de largo plazo, como la recuperación de sindicatos, la organización de agrupaciones de desocupados, la desarticulación de las redes asistenciales estatales, la difusión del discurso socialista en las masas mediante una intensa y persistente tarea cultural; 5. la capacitación de los militantes (…); 6. vacunar a la militancia contra la desilusión, evitando proclamar la inminencia de la catástrofe, acostumbrando a los compañeros a prepararse para un largo período de fracasos en medio de convulsiones permanentes que parecieran anunciar sucesos mayores; 7. incorporar definitivamente y desarrollar políticas consecuentes en torno a aspectos del desarrollo capitalista que la izquierda suele despreciar, como el feminismo, las opciones sexuales y la ecología; 8. la gestación de ámbitos de discusión de temáticas que enriquezcan la cultura de la izquierda mediante la incorporación de temáticas y formas de acción nuevas y la rediscusión de las viejas.
En su mayoría, las agrupaciones de izquierda lanzan a la militancia a acciones permanentes que luego, dadas las características de la coyuntura, carecen de la proyección que se imaginaba. El resultado suele ser la desilusión, que es más profunda cuanto más importante fue la expectativa creada. Las tareas de largo plazo, menos coyunturales, menos atractivas y cuyos logros son menos fáciles de mensurar, se dejan de lado. De esta manera, se hace poco por preparar a la militancia para el futuro que nos espera: la larga marcha a través de la crisis y la incertidumbre.

NOTAS
*Este texto es una versión reducida de la ponencia presentada en el II Seminario Internacional “El nuevo orden mundial a fines del siglo XX.”, 19 al 21 de octubre de 1995, Rosario, Argentina, publicado originalmente en Razón y Revolución nº 3, invierno de 1997. Por razones de espacio hemos seleccionado apenas un tercio del texto completo y eliminado las notas. La versión completa puede verse en http://www.razonyrevolucion.org.

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