Julio López
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Del atravesamiento discursivo de los cuerpos a las manifestaciones actuales de violencia
Por Lic. Mariana Merini - Monday, Sep. 13, 2010 at 12:49 AM
marianamerini@gmail.com (Casilla de correo válida)

De como los discursos atraviesan los cuerpos y las subjetividades. Un recorrido por las estructuras de Poder.

PREMIO MARCOS BERNARD

Revista de la Asociación Argentina de psicoterapia y Psicología de Grupo Psicoanálisis de las configuraciones Vinculares
" Saber hacer con el otro"- Psicoanálisis vincular- La Clínica
Volumen XXXIII- nº 1 - Mayo de 2010

Del Atravesamiento Discursivo de los cuerpos a las manifestaciones actuales de las Violencias

Introducción…

Erase una vez…una sociedad como la nuestra, donde son bien conocidos los procedimientos de exclusión que han transitado, desde las históricas y diversas formas de tortura, hacia sutiles y eficaces mecanismos de obediencia y domesticación de los cuerpos. Al respecto, la obra de Michel Foucault, ha dado clara cuenta del mencionado pasaje. Sin profundizar en la misma, pues excedería el marco del presente trabajo, se intentará reflexionar acerca de la subjetividad, así como también sobre la construcción de la misma y la trama que se produce en relación al deseo y el Poder; conceptos que permitirán un primer acercamiento a las distintas violencias actuales: violencia familiar, institucional, inseguridad, sólo por mencionar algunas formas de expresión en la vida cotidiana.
Preguntarse por el sujeto, implica pensar respecto de las relaciones que pueden establecerse con los otros, como una forma de romper con la serialidad impuesta por el Poder. Es también una vuelta a la ética, si por ello y siguiendo a Alain Badiou , la entendemos en el sentido corriente del término, como un preocuparse por hacer respetar los derechos naturales del sujeto humano: derecho de supervivencia, de no ser maltratado, de disponer de libertades fundamentales, entre otros.
Conceptos como Deseo, Poder y Subjetividad conforman una dinámica que se “hace carne en el cuerpo” y lo trasciende transmitiéndose a las distintas generaciones con las mas variadas consecuencias A lo largo de la obra Freudiana se ha puesto en evidencia el concepto de transmisión, sólo citaré algunos ejemplos de ello a los fines de una mayor comprensión de lo que desarrollaré en el presente trabajo:
En 1912/13: Tótem y tabú Freud señala ... “sin las hipótesis de un alma colectiva y de una continuidad de la vida afectiva de los hombres que permite despreciar la interrupción de los actos psíquicos, resultante de la desaparición de las existencias individuales, no podría existir la psicología de los pueblos. Si los procesos psíquicos de una generación no prosiguieran desarrollándose en la siguiente, cada una de ellas se vería obligada a comenzar desde un principio el aprendizaje de la vida... debemos atribuir a la continuidad psíquica dentro de éstas series de generaciones y a los medios y caminos de que se sirve cada generación para transmitir a la siguiente sus estados psíquicos... la psicología de los pueblos se preocupa muy poco de averiguar por qué medios queda constituida la necesaria continuidad de la vida psíquica en las generaciones sucesivas ...” Agrega …“ninguna generación posee la capacidad de ocultar a la siguiente, hechos psíquicos de cierta importancia”
Más tarde, en 1915 en “Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte”… “Lo que no anhela en su alma hombre alguno, no hace falta prohibirle, se excluye por sí sólo. Precisamente lo imperativo del mandamiento “no matarás” nos da la certeza de que somos del linaje de una serie interminable de generaciones de asesinos, que llevaban en la sangre el gusto de matar, como quizá lo llevemos todavía nosotros... patrimonio heredado de la humanidad que hoy vive”… Luego, en 1921 en Psicología de las masas y análisis del yo, menciona que …“la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio psicología socia l”… y agrega… “la masa se nos muestra, pues, como una resurrección de la horda primitiva... la psicología colectiva es la psicología humana más antigua, herencia arcaica de las hordas que reedita la vida anímica del individuo, en relación a otro, como modelo, objeto, auxiliar o enemigo”… Ya en 1930, en el Malestar en la Cultura, Freud sugiere que los pueblos reproducen, quizá la evolución de los individuos y se nos muestran aún en estadios muy primitivos de su organización y en 1939 con su Moisés y la religión monoteísta dirá … “huellas mnemónicas de las vivencias de generaciones anteriores , huellas de anterioridad que preexisten al sujeto”… y en cuanto a los pueblos señala … “es que la intolerancia de las multitudes se manifiesta más poderosamente respecto a pequeñas diferencias que ante divergencias fundamentales”…
Lo antedicho muestra claramente el aspecto fundamental de los procesos de subjetivación, vinculados al origen del cuerpo, de la violencia instituyente de la cultura en lo psíquico como dimensión de la experiencia que es, a la vez, condición de posibilidad de la construcción discursiva.
En el presente trabajo se intentará realizar un recorrido a través de los mecanismos de poder, que moldean las subjetividades y como esto se traduce en la vida cotidiana. Tomando como eje central la Ley como discurso necesario para la emergencia y estructuración psíquica del sujeto como tal y la cultura; Discurso de la Ley Vs. Ley del Discurso; Poder Vs. Sujeto.
Asimismo, se intentará abrir interrogantes para reflexionar acerca de la posibilidad de quiebre discursivo que conmueva las fibras más intimas de las estructuras vigentes hacia nuevas alternativas que posibiliten la construcción de nuevas subjetividades.
Hacia algunas generalidades de distintos conceptos
“La dignidad Humana, todos los Derechos Humanos y libertades esenciales, la igualdad, la equidad y la justicia social son los valores fundamentales de todas las sociedades. La adhesión, la promoción y protección de esos valores, entre otros, son la base de la legitimidad de todas las instituciones y del ejercicio de la autoridad, y promueven un entorno en el que los seres humanos son el núcleo del desarrollo sostenible y tienen derecho a disfrutar de una vida sana y productiva en armonía con la naturaleza” (Informe de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, ONU, Copenhague, Dinamarca; 1995pág.512)

Ya adentrándonos en el tema, cabe mencionar que no hay un discurso simple sobre la violencia en general y menos aún acerca de la violencia familiar en particular, puesto que implica un abordaje multidisciplinario así como también el inter- juego de ciertos conceptos como el de Poder, Dominio, destructividad, crueldad, con los que existen íntimas relaciones pero que no son homologables entre sí.
El estudio del Poder es una compleja travesía desde la biología hasta la ética, ésta última, como condición importante para frenar al poder, inventando uno diferente. Este proceso abierto a nuevas posibilidades constituye el eje mismo de la historia humana y parte del presente trabajo.
Otro aspecto importante de este recorrido, supone analizar las diversas formas en las que se transforma a los cuerpos, donde las subjetividades son anuladas y las personas consideradas prescindibles .Así, el poder no sólo consiste en conseguir que el otro haga lo que uno desea, sino también impedir que el otro haga lo que desea; y a pesar de que el sujeto acepta cierta sumisión a un jefe, también aparece la rebelión contra el poder. Vemos aquí cierto esbozo de la relación Poder- Deseo. Y esto me lleva a la necesidad de mencionar el concepto de control, que es tan ambivalente como el de Poder. Los grados de control pueden ser variados, esto es, ir desde las formas más evidentes de coacción física, amenazas explícitas, a la mera influencia (formas más sutiles sobre las que volveré más adelante).En el primer caso, tenemos por ejemplo, una relación de violencia que actúa sobre un cuerpo o cosas, que fuerza, doblega, destruye o cierra la puerta a todas las posibilidades. Su polo opuesto solo puede ser la pasividad y si ella se encuentra con cualquier resistencia no tiene otra alternativa que minimizarla. Por otro lado, una relación de poder, sólo puede ser articulada en base a dos elementos, cada uno de ellos indispensables si esta es realmente una relación de poder: “el otro” (aquel sobre el cual es ejercido el poder), ampliamente reconocido y mantenido hasta el final, la persona que actúa sobre ese otro y un campo entero de respuestas, reacciones, resultados y posibles invenciones que pueden abrirse, enfrentando a ambos en una relación de poder. La puesta en escena de esta última, no excluye el uso de la violencia, pero es en sí misma una forma de actuar sobre un sujeto o sujetos actuantes en virtud de su capacidad de actuación, es decir, un conjunto de acciones sobre otras acciones que trascienden el mero relacionamiento entre “jugadores” individuales o colectivos . Al respecto Foucault , comprende por poder, a la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organización; juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, refuerza, las invierte…
“El poder está en todas partes; no es que englobe todo, sino que viene de todas partes”[…]y agrega “el poder no es una institución, y no es una estructura, no es cierta potencia de la que algunos estarían dotados: es el nombre que se presta a una situación estratégica compleja en una sociedad dada” Aún así, el denominador común y condición de posibilidad del Poder es la asimetría entre las partes ...“Cada modo de ejercer el poder determina un modo de sometimiento, y ocurre lo mismo a la inversa. El sujeto subordinado puede acabar imponiendo un modo nuevo de ejercer el poder”…
Un salto al vacío nos permite trasladarnos a Max Weber, quien se refería al poder como un concepto amorfo, porque todas las constelaciones de un sujeto lo pueden colocar alguna vez en situación de imponer su voluntad .
Revisando la historia, ella nos enseña que la completa eliminación de los excesos de poder es inútil. Todas las revoluciones sin excepción han derrocado un poder para sustituirlo por otro. Las culturas en cada momento histórico crean figuras de poder y sometimiento que la educación se encarga de transmitir, por distintas vías. ¿Será por eso que los sujetos en todos los niveles nos rebelamos contra este sistema que cada vez se torna más expulsivo?
¿Y qué es el sujeto y cómo se ubica en este proceso?
Dicho en griego o en latín , sujeto es “lo que está o yace debajo”. ¿Debajo de qué?
En palabras de Feinmann …“sujeto en tanto sub-jectum. Aquello que subyace. Es lo que los griegos llamaban hypokeimenon. Pero con Descartes, lo que está en la base, el punto de partida desde el que la realidad habrá de explicarse es la subjetividad humana”... Siguiendo con esta línea reflexiva, según el mencionado autor, para Heidegger, con Descartes, surgirá el sujeto en la época moderna. Al respecto, Foucault, apoyando lo antedicho afirma que el hombre no existía antes de Descartes. No existía como concepto ontológico, gnoseológico, explicativo de la realidad.
En Ser y Tiempo, Heidegger menciona que Dasein y Subjectum significan dos cosas diferentes; más aún, contrapuestas, pues Da-Sein es ser ahí, en el mundo, afuera de sí, abierto a las cosas que nos rodean, y Sub-jectum, es ser (estar) “frente” a las cosas, “en uno mismo” y desde sí mismo va al mundo. Esto es contrario a numerosas expresiones postmodernistas acerca de la muerte del sujeto. Cuando se habla de sujeto, generalmente, suele pensarse en la conciencia reflexiva cartesiana, o en el sujeto del saber absoluto hegeliano, o bien se piensa en el sujeto freudiano. Ese que se hallaría dividido entre consciente e inconsciente (según la primera tópica) o repartido en tres instancias (según la segunda); o, para hablar en lenguaje lacaniano, dividido entre significantes que lo representan para otros significantes. Éstas serán algunas vertientes del presente trabajo, no olvidando la existencia de interesantes conceptualizaciones post-estructuralistas. Asimismo, este concepto es por tanto complejo, quiere decir, en principio, que debe ser pensado en relación a otros conceptos, en sus múltiples enlaces y articulaciones, mediante la elucidación de una lógica temporal.
Si asumimos las complejas interconexiones entre lenguaje, deseo y subjetividad, se verá que la relación entre deseo y poder es de posibilidad e imposibilidad a la vez, puesto que no hay estructura que determine a este último o pueda capturarlo en su totalidad. En esta constante tensión de inacabado proceso de acercamiento y distanciamiento del poder, es que se produce la subjetividad
No voy a adentrarme (pero sí es importante tener presente) en el conflicto que se plantea en filosofía con el concepto de sujeto/subjetividad, más aún respecto del estructuralismo foucaultiano y su definición de estructura. Se le ha criticado, el hecho de concebir un sujeto “sujetado” a una estructura que le viene dada de afuera, a diferencia de la posición constructivista. Creo que una posición complementaria entre ambos, resultaría de mayor utilidad, pensando así la cuestión del sujeto en su dinamismo y evolución, pero atravesado por distintos discursos que por momentos parecieran hablar por él (¿deseo Icc?), en distintos contextos históricos, políticos y sociales, pues el sujeto deseante es histórico y en su producción histórica es inseparable de los dispositivos de gobernabilidad, por ende, ligado al poder y producido por las relaciones de poder. Además, Foucault menciona que no existe un sujeto, sino técnicas de subjetivación que se dan en cada contexto cultural en relación a los juegos de verdad y de poder; tránsito que podemos ver en la evolución de la práctica católica y su sustitución por parte del psicoanálisis, a través de la persistencia de las técnicas de verbalización.

…“El problema del sujeto es lo que hay que plantear cada vez en distintas fallas discursivas, por ello es ineludible y retorna insistentemente ”…

Una escucha profesional atenta, sumado a mí experiencia de años en el tema, me permite afirmar que aquellas personas que el pensamiento moderno ha conceptualizado como “ víctimas” , presentan en general un discurso, muchas veces de manera brutal, que da clara cuenta de la anulación de la subjetividad, la vulneración de la ajenidad ( reconocimiento de otro distinto con los límites del cuerpo) y un deseo obturado en su circulación, hechos que contrarían cierta línea propuesta por Pierre Legendre y su proceso de instauración de la vida. Ciertamente se atenta contra la misma: se va abonando el terreno que paulatinamente lleva a una muerte psíquica con altas posibilidades de una muerte física real, y de esto dan clara cuenta las estadísticas actuales, aunque las mismas ni siquiera sean un fiel reflejo de la verdadera gravedad de la situación. Comprender esto es un primer paso hacia una ética de trabajo diferente que exige nuevos planteos.
La violencia en su insistente circularidad no hace más que dejar caer la máscara tras la cual se esconde la negación de la palabra, tanto para quien la ejerce como para aquél que la recibe, minando los cimientos más íntimos que, de no ser atendidos, generan situaciones con potencialidad altamente traumática , que serán transmitidas de generación en generación como imposibilidad de ligar las vivencias a un universo simbólico. René Käes sostiene que los objetos de transmisión están caracterizados por lo negativo; es decir que lo que se transmite es lo que no se contiene, lo que no se retiene, lo que no se recuerda y esto qué, es lo irrepresentable se traduce como sufrimiento. Habida cuenta de esto último, lo podemos observar en el cuerpo, su posición, lo no dicho que cobra distintas formas y relatos donde se remiten una y otra vez a historias familiares donde han sido víctimas o testigos de violencia entre sus padres u otro familiar significativo en su vida. En mi experiencia profesional he tenido la oportunidad de entrevistar a muchas de estas personas que hacían explicita la necesidad de recibir ayuda, no sin un alto costo emocional…y más de una vez me/les preguntaba ¿ qué es lo que motivaba , las más de las veces a una mujer, a romper con tantos años de silencio?. Aparecía entonces el esbozo del miedo, de cierta conciencia de riesgo. Y a modo de hipótesis, creo fuertemente que con frecuencia esto sucedía cuando la violencia recibida, viraba hacia a un hijo, si lo hubiere y esto le devolvía a modo de espejo lo irresuelto, eso que provoca el dolor, lo indecible pero que se tornó siniestro y entonces escuchaba una y otra vez: “yo aguanté mucho tiempo….pero con mis hijos no” (sic), acompañado de un alto monto de angustia. Ante esto ¿cuál es la respuesta que se brinda, a una persona que ha seguido por años el derrotero de la burocracia del sistema judicial? Y aún así, se siguen suscitando teorías explicativas que no dejan de ser muestras ideológicas del discurso imperante, del cual no estamos exentos en nuestra labor diaria.
Berenstein denomina violencia al hecho de imponerle a otro sujeto una manera de pensar, un significado, una marca, no teniendo en cuenta lo particular y lo diferente del mismo. Esto trae como resultado el despojo de la identidad que es “…lo más valioso que una persona puede tener, transformándolo en un objeto inanimado…”.
De mi experiencia cotidiana, lo que me motiva a cierta reflexión, son los casos cada vez más frecuentes de aquellas madres que ante la primera oportunidad de huída lo hacen literalmente, dejando a sus hijos tras de sí, en manos de parejas quienes muchas veces son identificados como agresores. Huelga decir que, debido a esto, más frecuente es todavía la sanción de profesionales y autoridades competentes que deberían intervenir en estas situaciones. Es necesaria una comprensión más profunda en la medida en que podamos despojarnos de los prejuicios que colocan un fino velo sobre estas situaciones, con una mirada integral de cada una de las situaciones.
Si volvemos a la idea de arrasamiento subjetivo, su manifestación más frecuente es a modo de un silencio que duele en el cuerpo y que cuando se quiebra irrumpe como puro acto: la huída. Y es común, que a medida que se van recobrando los fragmentos de una persona, pueda ver su situación con claridad, recordando que en la mayoría de los casos son años de ocupar un lugar de no-poder, mientras que el máximo poder es la opresión, así como la enajenación de la víctima comienza con la amenaza que pronuncia o evidencia el victimario, y en esta relación entre el golpeador y su víctima un primer momento implica la necesidad de des-preciar ( lo que antes tuvo valor) al otro para poder golpear. Este frecuente mecanismo de cosificación de la víctima, consiste en convertirla en “menos”. Este proceso dinámico que cuenta con la creencia de la víctima en el poder del victimario, es comparable a la dialéctica Hegeliana del amo y el esclavo, e históricamente traducido en nuestro país y en otros de Latinoamérica en las aberrantes formas de tortura , donde la misma se instaura en todas las sociedades violentas sometidas a la violencia política y excede al mismo en la medida que sus efectos parcializan y empobrecen todos los niveles de la vida social y cultural. También podemos pensar, para el caso de la tortura, que la misma se mueve en la delicada frontera que separa el poder inmediato, esto es aquel que intenta reducir un cuerpo a su corporeidad para ejercer un control absoluto; de aquel poder mediato donde a la víctima siempre le queda cierta posibilidad de acción, en la medida que el torturado puede aguantar, que su espíritu puede resistirse al dolor.
En este punto cito nuevamente a Berenstein quien en un artículo de 1995 , refiriéndose al mal, menciona: “La convicción es la intolerancia de lo que piensa otro, sean diferencias ideológicas, religiosas, nacionales. El paso siguiente es quitar le subjetividad, despojarlo de la cualidad de persona: el sujeto soy yo solo. De allí a la aniquilación del otro hay un paso. El mal es esa potencia que un sujeto tiene para decir que otro no es persona y es prescindible.”
El intenso sentimiento que se genera de “sin salida”, sumado a la certeza de falta de alternativas, se suma a un sistema que imprime un sinnúmero de formas de violencia sumamente efectivas y que están sostenidas por el imaginario social.
La materia: su origen y regulación
Paulatinamente vemos como se han ido naturalizando las diversas prácticas violentas, a tal punto que atentan contra la misma integridad de los sujetos en cada uno de los espacios que integran. En este punto cabría preguntarse: ¿Cuáles son las manifestaciones visibles de dichas prácticas?, ¿De qué manera y por qué medios la destrucción y la degradación del cuerpo funcionan muchas veces como desencadenantes del quiebre a nivel psíquico? , ¿Qué sucede con el cuerpo desde el punto de vista de su materialidad? . Respecto de esto último, es sumamente interesante y profundo el análisis que realiza la filósofa Judith Butler articulando concepciones de Aristóteles y M. Foucault en relación a la materia, algunas de las cuales son dignas de ser mencionadas a los fines de comprender la estrecha relación existente entre cuerpo/poder y sus consecuencias.
Al decir de la mencionada autora, para Aristóteles , el alma designa la realización de la materia, entendida ésta como algo plenamente potencial y no realizado, mientras que el alma… “es la primera categoría de realización de un cuerpo naturalmente organizado” (sic) …. Por su parte, M. Foucault sostiene que el alma llega a ser un ideal normativo y normalizador de acuerdo con el cual se forma, se modela, se cultiva y se inviste el cuerpo. En el mismo texto, Foucault describirá al alma como un instrumento de poder que forma y modela el cuerpo, lo sella y al sellarlo le da el ser. La idea de Foucault de que el poder es materializado, de que es la producción de efectos materiales, se especifica en la materialidad del cuerpo. Si dicha materialidad es un efecto de poder, un sitio de transferencia entre las relaciones de poder, luego, en la medida en que esta transferencia sea la sujeción/subordinación del cuerpo, el principio de esta sujeción es el “alma”, entendida ésta como ideal normativo/normalizador que funciona como el principio formativo y regulador del cuerpo material, la instrumentalidad mas inmediata de su subordinación. El alma hace que el cuerpo sea uniforme; los regímenes disciplinarios forman el cuerpo a través de una repetición sostenida de rito de crueldad que producen a lo largo del tiempo, la estilística del cuerpo del prisionero, ¿Creación de cuerpos dóciles?
¿Canalización del deseo a través de los discursos de Poder?
En una entrevista realizada por Jean Pierre-Barou a Michel Foucault en relación al Panóptico de Jeremías Bentham, se comienza haciendo un recorrido histórico social de dicha arquitectura en relación a la medicina clínica, su inscripción en el espacio social, cuyo soporte esencial estaría dado por la mirada. Dicho procedimiento óptico, al decir de Foucault, era la gran innovación para ejercer bien y fácilmente el poder. Sitúa la cuestión de la arquitectura hacia finales del siglo XVIII, donde comienza a estar ligada a los problemas de población, de salud, de urbanismo. Antes, el arte de construir respondía sobre todo a la necesidad de manifestar el poder, la divinidad, la fuerza.
Se plantea el problema de la visibilidad, pero pensando en una visibilidad totalmente organizada alrededor de una mirada dominadora y vigilante. Bentham, hace funcionar el proyecto de una visibilidad universal, que actuaría en provecho de un poder riguroso y meticuloso, esto es, la existencia de una mirada que vigile, y que cada uno, sintiéndola pesar sobre sí, termine por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a sí mismo; cada uno ejercerá esta vigilancia sobre y contra sí mismo. ¡Fórmula maravillosa!: un poder continuo. En la época moderna el tema de la mirada ha tenido una importancia enorme aunque está lejos de ser la principal instrumentación puesta en práctica. Y si volvemos hacia atrás siguiendo con la evolución propuesta por Foucault, vemos lo que ocurría en el Antiguo Régimen, con las barreras que presentaban a las decisiones de poder los cuerpos constituidos, los privilegios de determinadas categorías, desde el clero, hasta las corporaciones, pasando por los magistrados.
Una mirada interesante la aporta el filósofo y escritor José Pablo Feinmann quien menciona que el Discurso del Método de René Descartes de 1637, con su Cogito Ergo Sum habría implicado la vuelta del hombre al centro del pensamiento. Se duda de todo y aún de Dios. Hecho éste último, que desplaza el poder de la Iglesia y el estado de espera por parte del hombre que comienza a reactivarse. Surge una subjetividad puesta en la interioridad, una subjetividad capitalista, terreno para la Revolución Francesa de 1789.
La burguesía comprende perfectamente que una nueva legislación o una nueva Constitución no son garantía suficiente para mantener su hegemonía. Se da cuenta de que debe inventar una tecnología nueva que asegure la irrigación de todo el cuerpo social de los efectos de poder llegando hasta sus más ínfimos resquicios. Y en esto precisamente la burguesía ha hecho no sólo una revolución política sino que también ha sabido implantar una hegemonía social que desde entonces conserva.
Para Jean Paul Marat, “la máxima abyección y degradación objetiva se produce cuando el oprimido no sólo no se da cuenta de su propia condición, sino que se transforma en cómplice y soporte de ese poder que perpetúa la miseria, la ignorancia y la humillación de todos sus semejantes” .
Esto abre toda una serie de interrogantes pues, ya no se sabe a quién beneficia el espacio organizado tal como Bentham preconizaba y se tiene la sensación de estar ante un mundo infernal del que no escapa nadie, ni los que son observados ni los que observan. Bentham no se avocó a describir una sociedad utópica sino que dio cuenta de una sociedad ya existente. Y este sistema tan arraigado y vigente en la actualidad se hace extensivo a las instituciones: escolares, carcelarias, etc., como eternos recordatorios de las mencionadas prácticas; que siguiendo a Foucault, no muestran más que el pasaje del Poder Pastoral de la Iglesia al Poder del Estado.
Configuración de espacios que limitan y condicionan subjetividades, los cuerpos, gestos, conductas, todas con la estrecha colaboración de un discurso que pretende ser científico, ya sea desde la medicina, la psicología, la psiquiatría, etc., que en su práctica se hacen eco de los discursos de poder, en beneficio de un orden instituido, para lo cual se han creado las disciplinas como formas de regular los mismos, constituyendo lo que se conoce como un control social.
Recientemente una investigadora canadiense, Naomi Klein, ha publicado una polémica obra que realiza un recorrido histórico de eventos recientes desde una perspectiva altamente crítica .Su mirada comienza con la década del´40 y los desarrollos de la medicina y la psiquiatría y las “ bondades” del electroshock, donde, y en palabras textuales de la autora, “las mentes son borradas para un nuevo comienzo, donde los científicos imprimen una nueva y sana personalidad, creando gente, descargándolos hasta la obediencia”. Luego y ya en la década del ’50, estas técnicas llamaron la atención de la CIA, quienes habrían creado un manual secreto con diversas técnicas orientadas a controlar a los prisioneros para reducir a adultos a un estado mental de niño. La autora en este punto aclara que las mencionadas técnicas no solamente funcionaban en individuos sino que un desastre natural o ataque terrorista produce en el colectivo social un estado de shock; y de esta forma, así como un prisionero en una sala de interrogatorios, también nosotros nos convertimos en niños y asumimos seguir a los líderes que se jactan de protegernos. Quien claramente entendió este mecanismo, fue el famoso economista Estadounidense de la segunda mitad del siglo XX, .Milton Friedman (1912-2006), también asesor económico, entre otros, de Richard Nixon, Ronald Reagan y George W. Bush. Reconocido por sus ideas radicales sobre el libre comercio y la sociedad; donde la utilidad y el mercado lideran todos los aspectos de la vida, incluso al ejército. Esto llevó a Friedman a adoptar una serie de medidas impopulares puesto que precarizaban la vida de millones de personas.
También creía firmemente que, así como los desastres masivos podían suavizar a las personas, aconsejó inmediatamente que los políticos, después de una crisis, impusieran todas las políticas dolorosas a la vez antes de que la gente pudiera recuperar el paso. Nombró a este método: Tratamiento económico del Shock, redefinido por Klein como Doctrina del Shock. La historia y el análisis de diversos pensadores y aún hoy, la mirada aguda de autoras como Klein permiten, si nos detenemos en los eventos íconos de nuestra era, descubrir esta lógica descrita, en muchos de ellos. Un punto de inflexión interesante fueron los hechos acontecidos en 2001: el atentado de las Torres gemelas del 11 de septiembre en Manhattan, Nueva York y la crisis en nuestro país en diciembre del mismo año. Ambos hechos provocaron cambios drásticos en todos los niveles, más aún en las subjetividades de los habitantes de cada país. El primero, fue el arrasamiento de un núcleo de poder que desembocó, en una rápida mirada, en un reforzamiento de la acelerada carrera armamentística en pos de la seguridad desatando y justificando distintos focos de guerras en otros países de Medio Oriente, apoyado en el discurso del Eje del bien y del mal.
En el segundo caso, el despojo a miles de sujetos sumió a muchos de ellos en profundas depresiones que han culminado en un alto índice de suicidios, y en el mejor de los casos en aumento de consultas psiquiátricas.
Recuerdo que en ese tiempo un conocido y renombrado cirujano de mano me comentó que había comenzado a observar la estrecha relación entre la crisis de 2001 y el aumento de cirugías de mano a causa de los golpes de puño que muchos ejercían en medios de transportes o en superficies duras, como forma de descargar la violencia generada por la situación. Nuevamente se hace evidente la materialización de la violencia en el cuerpo, en su forma más evidente.
Sin ahondar más en la diversidad de causas y consecuencias, ni en el claro papel de los medios de comunicación, creo que esto muestra a las claras las transformaciones que han producido el poder y sus transmisiones violentas en las subjetividades de los miembros de una sociedad, la impronta que ha dejado en cada uno de nosotros y las consecuencias que aún hoy vemos en nuestra cotidianeidad.
Recientemente, el estadounidense Anthony Suau ganó el World Press Photo 2008 con una imagen sobre la crisis de las 'hipotecas basura' en EEUU (como se muestra a continuación). La imagen de Anthony Suau, en blanco y negro, fue tomada en marzo de 2008 y publicada por el semanario estadounidense Time. En ella se ve a un policía armado apuntando con un revólver a una puerta para asegurarse de que la casa está vacía, en medio de objetos desperdigados por el suelo que abandonaron los propietarios de la vivienda antes de irse por no poder pagar la hipoteca. La fuerza de esta fotografía está en los contrastes. Parece una foto de guerra que bien podría haber sido tomada en algún país remoto, pero se trata de una localidad del país capitalista por excelencia, como lo es EE.UU que ilustra la expulsión de los ocupantes de una casa. Muestra que la crisis económica, humana es global y nadie está ajeno a ella.

1- FOTOGRAFIA que puede verse en la revista

Otros planteos similares son los que David Garland, desarrolla en relación al complejo penal-welfare y la regulación “social” .Dirá que ya durante la primera mitad del siglo XX, muchas prácticas- clave de gobierno, comenzaron a hacer uso de una nueva forma de razonar y actuar respecto de las tareas que abordaban. Así, toda una serie de problemas tales como el delito, la salud, la educación, el trabajo, la pobreza o el funcionamiento de la familia, pasaron a ser concebidos como problemas sociales, con causas sociales que debían ser gestionadas con técnicas sociales y por profesionales del trabajo social. Este nuevo estilo de regulación le dio poder a las autoridades expertas para crear normas y estándares sociales en distintas áreas de la vida como: la crianza de los niños, el cuidado de la salud, la educación moral, etc. Al hacerlo, estas agencias no se basaban en el derecho o en la coerción, aunque ambos pudieran ser utilizados como último recurso. En cambio se basaban en el poder de su autoridad como expertos, la persuasión de sus argumentos y la disposición de individuos y familias a orientar su conducta de acuerdo a lo prescripto por los expertos.
De este modo, las ideologías e intereses de los nuevos profesionales se articularon sin problemas con las estrategias de gobierno y las formas de autoridad características del Estado de Bienestar, política social propia del período de posguerra.
Siguiendo con una línea reflexiva del autor Thomas Anz , éste dará cuenta del discurso ilustrado sobre los condicionantes de la salud y la enfermedad y como los mismos se hallan impregnados por ciertos vocablos de tinte militar y político; a saber: “Lucha”, “ Poder” , “ Dominio”, “ Victoria”; “ Shock-Room”, esta última en las guardias de los Hospitales, que históricamente coinciden con el desarrollo de la Medicina, hecho que fue anteriormente descrito con la teoría de Klein, etc.etc..
En palabras del autor: “Este discurso hace del sujeto Burgués el campo de batalla de una lucha por el poder, en la que el dominio del espíritu sobre el cuerpo y la victoria de la razón contra todo lo que sea contrario a ella garantizan soberanía y salud”…En la Modernidad, en cambio, vemos como esa figura prototípica del guerrero que lucha deviene en una figura patológica.
Pero volviendo a la cuestión del cuerpo, otra forma de acercarnos al mismo, a su origen, es a través de un esquema imaginario, es decir, que están investidos psíquica y fantasmáticamente . La proyección psíquica confiere fronteras y por lo tanto da una unidad al cuerpo, de modo tal que sus contornos son sitios que vacilan entre lo psíquico y material. Es por ello que no debe conceptualizarse la materialidad del cuerpo como efecto causal de la psique y viceversa.
Hasta aquí, he intentado con este brevísimo esbozo abonar el terreno que nos permita reflexionar acerca de las distintas violencias sin reducirlas ni a manifestaciones meramente físicas ni psicológicas, sino como elementos articulados y en constante tensión.
El Estado y los Discursos de Poder
Durante mucho tiempo y aún hoy en día a pesar de la existencia de leyes como : Ley de Protección contra la violencia familiar, Ley de Violencia Laboral, Pactos y Tratados Internacionales en materia de los Derechos del Niño y Adolescente, entre otros, siguen resonando discursos contrarios al espíritu de las mismas, lo que da cuenta de una necesidad de trabajar con el imaginario social y autoridades de aplicación específicas respecto de algunas problemáticas graves, pues la conducta no se regula a partir de normas jurídicas. Este estado de cosas, habilita a las formas de violencias más explícitas a las que hoy asistimos a diario; peleas que muchas veces culminan en homicidios entre tribus urbanas o adolescentes potenciados por la alta ingesta de alcohol, drogas psicoactivas o ambos, con altos índices de muertes debido a accidentes de tránsito y constantes hechos de inseguridad que impactan fuertemente en nuestra subjetividad, modificándola.
Sin indagar en el origen de dichas formas de violencias, que merecerían todo un estudio aparte, cabe destacar que se adolece de políticas de Estado comprometidas y acordes a lo que la realidad actual demanda y lo que es peor no hay, o al menos son ineficientes, las alternativas que tiendan a subsanar la caída de las garantías jurídicas, dejando un sabor amargo a impunidad en la sociedad. Un Estado que no es una entidad al margen de quienes lo integramos, pero que por algún motivo se llegó a equiparar al Poder Político de turno en desmedro de la activa participación ciudadana.
Actualmente se puede afirmar que existe un Estado con clara tendencia a la punición y a la búsqueda de culpables lejos de propiciar la responsabilización subjetiva que implicaría un proceso más arduo.
La caída del compromiso social se traduce en un serio individualismo, donde el otro ya no es visto como una esperanza, sino como un enemigo (esto es algo que hay que revertir), se transforma en un mero objeto y el valor supremo de la vida se pierde; resabios de épocas que por momentos parecieran mostrar su carta de triunfo con un “ no te metas”, “ por algo habrá sido”, “ el silencio es salud” y tantas otras, que aún hoy resuenan…un claro triunfo, sin duda. Y en esto se pierde el sujeto, su capacidad deseante y creadora se anula en pos de un sistema que se muestra funcional para unos pocos y excluyente para quienes intentamos ciertas formas de subversión, ya sea a través de la escritura, u otras formas de arte, o un pensamiento crítico, distinto, pero que de alguna forma ponga en jaque a las estructuras vigentes.
Al respecto, recuerdo un film francés “La cuestión humana” (2007), bajo la dirección de Micolas Klotz. Osado, lúcido y perturbador, este film, buscaba revelar la naturaleza del sistema poniendo en cuestión la propia condición humana.
El punto de partida es sencillo: a Simón, el psicólogo especializado en Recursos Humanos, el director adjunto de la multinacional alemana para la que trabaja le encarga la misión confidencial de establecer si su superior, la máxima autoridad de la empresa, padece algún trastorno mental; se sospecha mas por malicia que por preocupación personal. Apasionándose de a poco por su objeto de investigación, Simón se irá internando por archivos, documentos y memorias que lo acercan a su investigado, y al mismo tiempo lo guían hacia un pasado donde los temas se repiten: el poder, el asesinato encubierto bajo la pantalla de la precisión técnica, la muerte, enfrentándolo con una realidad que es la suya también y que también es la nuestra; donde no se habla de hombres sino de unidades, como en la época nazi se hablaba de cargas; números, piezas, etc., etc.
Si bien el contexto del film es la descripción rigurosa, fría y cautivante de los mecanismos y los comportamientos que rigen en una gran empresa, ésta trasciende con creces la misma, para mostrar a través de un thriller psicológico-policial la intención de releer el sentido de las acciones del presente a la luz de las claves históricas, con un lúcido estudio del lenguaje, como potente arma ideológica estableciendo un claro paralelo entre los procedimientos del fascismo y el liberalismo mas exacerbado.
Interesante propuesta, si pensamos en lo que acontece hoy: ¿Acaso nos escuchamos en distintos contextos laborales frases tales como: “neutralizar a alguien”, “darle el pase”, “trasladarlo”, “no se ajusta a la ideología o al perfil”, etc.? Esto aparece claramente en un contexto, donde existe un alto índice de desempleo a nivel global, y en nuestro país, en particular, donde los sujetos dejan de ser prescindibles para convertirse en sujetos descartables depositarios de un poder extremo, que al decir de Foucault “es siempre físico pues su punto de aplicación es siempre el cuerpo”; evidenciándose en una impunidad descarnada. Las consecuencias de dichos fenómenos cubren un amplio espectro que va desde la depresión más profunda hasta la ira, con graves consecuencias a nivel de la identidad del sujeto, inerme y coartado en su inserción en la cultura y sentido de pertenencia. Se rompen los lazos sociales y esto requiere de una intervención inmediata, adecuada a la situación particular.
¿Cómo podemos entonces hablar de aumentar la seguridad, cuando existen claros elementos que atentan contra la misma? Volveré sobre este punto para delinear algunas propuestas al respecto, pero no sin antes destacar el monólogo final del film “La cuestión Humana” que reza: “La lengua es un poderoso medio de propaganda, el más público y el más secreto: se filtra en la carne y en la sangre de las personas”.
Y así como la propaganda Nazi se ha transmitido, pública y silenciosamente en la carne de cada sujeto, de cada generación, la Dictadura Militar en nuestro país y toda Latinoamérica en general, ha moldeado y creado subjetividades, si se me permite el término, “desubjetivadas”.
Pero ¿qué es el poder? Al respecto Foucault dice:…“la hipótesis que quiero proponer es que en nuestra sociedad existe algo que podríamos llamar poder disciplinario. Por ello no entiendo otra cosa que cierta forma terminal, capilar del poder, un último relevo, una modalidad mediante la cual el poder político y los poderes en general logran, en última instancia, tocar los cuerpos, aferrarse a ellos, tomar en cuenta los gestos, los comportamientos, los hábitos, las palabras; la manera, en síntesis, como todos esos poderes al concentrarse en el descenso a los propios cuerpos y tocarlos, trabajan, modifican y dirigen las “fibras blandas del cerebro” .En otras palabras creo que el poder disciplinario es una modalidad determinada, muy específica de nuestra sociedad, de lo que podríamos denominar contacto sináptico cuerpo-poder”.
Siguiendo con la línea planteada y pensando en nuestra sociedad actual, un claro ejemplo son las llamadas “Corporaciones”, definidas previamente por Foucault como una de las categorías de privilegio, con su poder de lobby, sostenidas en una ley, que en su momento les dio el estatuto de persona jurídica . Son los gobiernos del mundo y están por encima de cualquier decisión política.
Por ejemplo las grandes cadenas televisivas, generan lo que Noam Chomsky ha definido como la “Filosofía de la nimiedad”, esto es generar necesidades artificiales manipulando el consumo de artículos que no son útiles para los sujetos. Generan así nuevas realidades que se imponen e imponen una modalidad de ser en el mundo.
Nuevamente Foucault, nos da la clave : “Todo está dominado por la economía y las reglas de Derecho delimitan formalmente el poder y transmiten la verdad para armar ese equilibrio entre poder-derecho y verdad”

¿Cultura y Ley, o la Ley de la Cultura?

Siguiendo con la reflexión anterior, tomaré algunos elementos de un crítico y concienzudo análisis respecto de la inseguridad desde una perspectiva multidisciplinaria .
Un aspecto interesante para abordar en principio es: El Derecho, tomando al mismo como un elemento más dentro del sistema sociocultural que integramos. Esto permitirá alejarnos un poco del modelo tradicional, esquemático y conservador reflexionando de un modo más integral. Al respecto, será el funcionalismo de Malinowski quien con sus interesantes trabajos de campo explicará que el Derecho no se limita a los códigos y leyes, sino que se manifiesta en fenómenos sociales concretos y cotidianos. Estos procesos de socialización jurídica en una sociedad y momento histórico determinados, permiten la comprensión de la misma, para ver qué : “ cuando construimos una sociedad a partir de la sujeción a normas y reglas, estamos “ eligiendo”( el encomillado es mío) renunciar a ciertas libertades en pos de una convivencia colectiva que persigue el bienestar como fin último, consensuado entre todos” […] “ conductas, ritos, delegaciones de poder, son algunos de los recursos que adoptamos para llevar adelante la unión social en una comunidad determinada”.
Que el orden jurídico es necesario, porque sólo por él se asegura la existencia de una vida social, lo prueba el hecho de que donde aparecen seres humanos siempre existe una ordenación jurídica. Y la convivencia con la Ley, nunca es pacífica y aún así es ineludible. Ya sea burlándola o repudiándola, es necesario discurrir por ella. El exilio de la Ley deja al sujeto no sólo por fuera de todo lazo social posible, sino que también lo expulsa de la casa interior donde refugiarse; y así el sujeto sin ley queda desubjetivado. Por ello la humanidad toda y la subjetividad se alojan en la ley, que a su vez establece los parámetros de lo prohibido y lo permitido.
Pero siempre sigue latiendo en el interior de los sujetos la tentación de franquear los bordes que demarcan lo prohibido, abriéndose el espacio siempre posible de la transgresión.
Esta línea hasta aquí planteada es válida en la medida en que la Ley mantiene su vigencia y su eficacia simbólica, pero: ¿qué sucede cuando la ley se acata pero no se cumple, cuando los gobernantes designados democráticamente por una sociedad son los primeros en transgredir las leyes que deberían hacer cumplir?
Cuando las Instituciones fracasan en preservar el cumplimiento de la eficacia simbólica de la Ley, de la misma sólo queda una liturgia vacía, vaciada de sentido, un simulacro de ley que produce un simulacro de sujeto: un sujeto automáticamente vacío, sobre todo de palabras y despojado de las garantías de la Ley. Cuando las instituciones no velan por su cumplimiento, los sujetos que la integran pierden a diario la posibilidad de inscripción en la sociedad, deteriorándose el espacio tanto interno como externo.
Ante esta ley en suspenso, la desubjetivización se ve progresivamente acompañada de inercia, de palabras vacías que nada valen, y da lo mismo una cosa que otra. En este punto, el sujeto queda reducido a la condición de puro objeto porque ha perdido lo que le confería su condición de ser humano. Pierde el deseo anudado a las palabras porque éstas últimas han perdido su eficacia simbólica y esta suerte de autómata ya ni habla sino que actúa.
Si, entonces, la Ley deja de operar como límite, vemos la cara más extrema: Todo es posible, todo vale. Esto es interesante complementarlo con la visión psicoanalítica desde los trabajos freudianos:
En 1921 Freud afirma que “La Justicia social quiere decir que uno se deniega muchas cosas para que también los otros deban renunciar a ellas o, lo que es lo mismo, no puedan exigirlas. Esta exigencia de igualdad es la raíz de la conciencia moral social y del sentimiento de deber”.
Posteriormente en 1930 define a la justicia como uno de los requisitos culturales que implica la seguridad de que el orden jurídico una vez establecido no se quebrantará para favorecer a un individuo, esto significa que el poder de una comunidad se contrapone como “ derecho” al poder del individuo, que es condenado como violencia bruta. Esta sustitución del poder del individuo por el de la comunidad es “el paso cultural decisivo”. Este mismo desarrollo cultural que impone restricciones a la libertad individual y donde la justicia exige que nadie escape a ella. Pues si todo vale para uno, también esto se aplica para los otros. Esto se traduce en una ausencia de garantías para el lazo social, las Instituciones y para el mismo sujeto que ha descendido a la categoría de mero objeto.
Basta con recorrer las calles de Buenos Aires para vivir en lo cotidiano claros ejemplos de lo mencionado, como lo vemos plasmado en hechos de venganza por mano propia y ante la inestabilidad del orden establecido surgen los pedidos de mano dura y tolerancia cero. Se destruye el espacio del otro, porque éste, su vida ha perdido todo valor, porque la propia tampoco tiene sentido.
Pero aún así, el sujeto condicionado por la cultura, por la economía, por las características de su estructura esencial de lo que no puede separarse es de la interrogación respecto de su implicación en cada uno de los actos que realiza.
Este equilibrio entre naturaleza y cultura constituye una constante brega del ser humano, pues nunca es total, ni mucho menos voluntaria. Pero la supervivencia de la cultura debido a las tendencias constitutivas de los sujetos se halla en riesgo constante, esto se traduce en agresividad en los vínculos con otros, la discriminación, el odio racial por la no aceptación de las diferencias: homo hominis lupus :… “cuando están en juego sus intereses, su venganza o sus creencias ya no hay nada que lo diferencie de los animales salvajes .Llega incluso a superar a las fieras, y prescinde de momento y lugar para saquear, violar o devorar a su prójimo. Es por ello que en circunstancias favorables, y con la impunidad asegurada, estallan los conflictos armados, aparece el hambre y se extermina a los enemigos políticos e ideológicos…”.
Tenemos derechos pero también obligaciones y entre ellas exigir que los primeros se cumplan para todos por igual, con igualdad de oportunidades, que entre otras cosas promuevan una disminución en la percepción de inseguridad.


Si el hombre fracasa en conciliar la libertad y la Justicia, fracasa en todo (Albert Camus)
Solo podremos hablar de respeto a los Derechos Humanos Constitucionales en la medida en que exista una tarea conjunta entre Estado y sociedad basada en un cimiento social que así lo determina.
Pero ¿qué sucede cuando justamente existe cierta ruptura entre Estado y sociedad? Puesto que la Justicia y la equidad social sólo, y aunque parezca utópico, pueden darse en un contexto de principios morales y éticos por todos consensuados.
Una atenta mirada actual muestra que no hay verdaderos planes ni objetivos, sólo urgencias; y las instituciones se ven desbordadas ante el incremento del delito y la violencia.
Se percibe entonces un debilitamiento del Estado y cuánto falla en la prestación y garantía de un servicio tan básico como es la seguridad. La respuesta inmediata a esta falla en la seguridad se traduce en un aumento del control externo: más autos, más policías, mayor severidad en las penas, más juzgados y como consecuencia lógica, mayor presupuesto administrativo.
Alberto Montbrun, en entrevista con Nora Pimienta , alude claramente a un compromiso más profundo a nivel de cambios de actitudes que permitirían transformaciones en la sociedad.
Asistimos a un verdadero desdibujamiento de los límites entre la función y la disfunción que se hallan solapados en todos los espacios. Si lo pensamos brevemente en función de nuestros líderes, vemos a las claras, que son los primeros transgresores de las leyes, siendo el estado, por ejemplo, el primer contratante en negro, pretende defender la fuente de trabajo a través de discursos tales como “no habrá despidos de personal”, siendo el primero en poner en práctica está modalidad así como también en viciar la política clientelizando al colectivo social; precarizándolo en todas sus potencialidades.
Coincido con la Lic. Regueiro cuando afirma que “la mayor violencia del poder se encuentra en su tendencia a disfrazarse, al monopolizar mediante la educación y la cultura, la producción de lo imaginario y lo simbólico bajo el signo del derecho como el poder de todos”. Al respecto diversos estudios han demostrado que las sociedades más violentas no son las más pobres sino las más desiguales.
Es por ello que la palabra tiene que estar acompañada de una acción coherente con ese discurso, y además un compromiso y decisión política que sostenga dicho accionar.
Aun así, muchos siguen adaptándose al sistema y no se atreven o sienten que no pueden proponer cambios, tal vez porque sea el camino más difícil; pues implica salir de un estado conocido de confortable “seguridad” y encontrarse con un espacio de incertidumbres donde aquello que parecía familiar requiere ser reconstruido.
Entonces ¿somos una sociedad o somos individuos que queremos salvarnos?
Si el ser humano lucha constantemente para ser amado y reconocido y cree que de lo que se trata es de tener: dinero y poder; se ha trocado el ser por el tener en consonancia con las propuesta social actual, una forma de pertenecer a costa de la propia integridad, de los vínculos. El hombre se ha emancipado de todo marco trascendental, pero, como señala Lipovetsky , ha caído en la “era del vacío”
La violencia es entonces eficaz en lo que respecta a la anulación del otro semejante como sujeto diferenciado, con una clara pérdida de identidad y singularidad. También, dicha violencia reemplaza al conocimiento único que da autoridad y la legitima. La antítesis de esto es el autoritarismo, la prepotencia, que por ejemplo, se ve claramente cuando alguien no entiende o no escucha, se le grita como si así fuera posible entender o escuchar.
Un liderazgo basado en el autoritarismo transforma a quien manda en un simple mandón y así se grita; se ponen en práctica medidas tan arbitrarias como absurdas para afianzar un poder no legitimado. La dinámica de esto merecería en estudio mas profundo.

¿A modo de conclusión?

Hemos llegado al final de un recorrido, ¿conclusión?, que ciertamente comenzó con la idea de presentarse cronológicamente, pero cuyo resultado presenta los vaivenes propios de todo análisis a medida que va profundizándose.
Resulta sumamente difícil cuestionar la intimidad de un modelo desde su interioridad y si bien seguramente existan falencias en el mismo, lo principal, a mi entender, es un punto de partida, volverse conscientes de la situación. Ello sucederá en la medida en que pueda ser pensado y socializado, tal fue uno de los objetivos del presente trabajo; ya lo decía una frase de Eduardo Galeano ¿para qué escribe uno, si no es para juntar sus pedazos?... “Desde que entramos en la escuela o en la iglesia, la educación nos descuartiza: nos enseña a divorciar el alma del cuerpo y la razón del corazón...” .
En aras de un intento ordenador, diré que he comenzado el camino por el concepto de transmisión: ¿qué se transmite y cómo? .
Una muestra inicial de la violencia es la que acontece en la intimidad de varios hogares(hoy en día cada vez más, al menos por las denuncias conocidas) y la alarma social que ello causa en el espacio público. Lo público y lo privado, ¿Cuál es el límite? Transitamos por el camino que nos llevó desde la violencia ejercida al cuerpo individual de un sujeto, al cuerpo social. En ambos casos, asistimos a diversas formas, donde el núcleo principal es el ejercicio de Poder, el discurso Amo, por ejemplo, en una expresión clara como: ... “¿y por qué no te callas?”… En boca del anacrónico monarca Español, Juan Carlos de Borbón. Esta foto que recorrió el mundo, es presentada a continuación por su poder (valga el concepto con toda su fuerza) que lo tiene por sí misma y porque además sintetiza claramente lo hasta aquí descrito.

2- FOTOGRAFIA puede verse en la publicacion de la revista

La famosa frase del monarca español tiene una fuerte connotación, que no es casual. Ilustra a mí entender, el poder del Monarca, la voz de Dios que habla a través de él a un presidente constitucional latinoamericano. Más allá de lo polémico de ambos personajes, se ve como el monarca increpa de palabra y gestualmente a un mandatario de origen indígena ante la mirada azorada, ¿cómplice? de los demás mandatarios. ¿A quién iba dirigido el gesto disciplinario? ¡Años de colonización europea de nuestra historia se ven sintetizados en ese instante!
Lo antedicho, lo vemos en relaciones entre los sujetos y si bien lo ejemplificamos a nivel político, el abuso de poder no es privativo de este último. Repercute en el cuerpo material con consecuencias psíquicas, pero también existe una forma de violencia discursiva, que no está expresamente relacionada con lo manifiesto, sino con lo no dicho, con lo excluído de la significación, donde la violencia es el efecto, una violencia del acto que irrumpe como discurso mudo produciendo una caída de lo simbólico. Esto posee un efecto desubjetivante del lazo familiar, social, con una clara afrenta al yo, puesto que fracasan las redes imaginario-simbólicas atentando contra el sentimiento de mismidad e integridad psíquica. Se anudan de esta forma violencia y desamparo. Lo traumático no encuentra palabras ni representaciones. Lo vimos con la inserción del hombre en la cultura, sus implicancias y el pasaje a un ordenamiento simbólico con requisitos necesarios para la convivencia social, como ser el de seguridad y Justicia. Y aún esto último, en sus fallas.
Es indudable el impacto del Poder en sus redes más sutiles, en la subjetividad y en el deseo de los sujetos. El respeto de la individualidad constituye una forma precisamente del respeto a los derechos humanos. Pero las formas de ejercicio de la violencia a la que asistimos hoy en día, tienen justamente una forma de contribuir a cierto desvanecimiento de los derechos humanos, que parece darse, contradictoriamente en épocas de reivindicación de los mismos, pero ¿ existe verdaderamente un terreno abonado para posibilitar que estén dadas las condiciones para la reivindicación de dichos derechos?.
Actualmente, somos testigos de la vertiginosa multiplicación de la barbarie por el poder y la creación de un nuevo tipo de asesinos: el verdugo-ingeniero, el exterminador de manos siempre limpias y conciencia tranquila que mata de lejos y desde arriba,
La humanidad se ha tornado insensible y dispuesta a aceptar todos los compromisos. Perdido en la masa ciega y pasiva, y obligado a defender causas más o menos dudosas que atentan contra su salud como contra sus facultades intelectuales, el individuo ha dejado de existir como tal. Aún desde su nacimiento, se le condiciona a reglas que implican tiranía del número y la alienación de la libertad.
Si lo llevamos al plano de lo que sucede actualmente, considero que hemos hipotecado varias generaciones al respecto, y es por ello que se impone un cambio inmediato, para posibilitar la ruptura de este estado de cosas. Creo que quienes bregamos por los Derechos Humanos tenemos una ardua labor en éste y en todos los niveles de actuación, en la medida que posibilitemos un máximo campo para la expresión y el crecimiento personal, donde la palabra, en el sentido pleno de la misma, produzca una ruptura en el silencio y de lugar al lazo social que tanto se ha deteriorado en éstos últimos años. Aún hoy se habla tanto de recrear los lazos sociales que ya parece haber perdido eficacia alguna. Ciertamente no podemos desconocer el trabajo de ciertas ONGS, instituciones y artistas que con su labor diaria realizan enormes esfuerzos en el sentido de transformar el estado de cosas aquí planteado. Aun así, todavía queda por agudizar el análisis acerca de la efectividad de dichas acciones en la situación actual. Creo que, y siguiendo con una cita de Rivarol que…“Los pueblos más civilizados se encuentran tan próximos a la barbarie como el metal más bruñido a la herrumbre. En los pueblos al igual que en los metales, lo único brillante es la superficie”…
Una pregunta inicial, sería ¿cómo comenzar a generar los cambios necesarios? Y siguiendo con esta línea reflexiva, tomo prestada una cita de Pablo Feinmann donde menciona lo siguiente:
“En toda violencia late el esquema civilización-barbarie. A veces se mata en nombre de la barbarie. Se mata lo establecido, lo racional, lo instaurado. La civilización entendida como sacralización del Poder. Aquí, la barbarie se asume como lo distinto, lo nuevo, lo –por usar una palabra que hoy se usa– transgresor. Lo que transgrede el orden monolítico del ser. Lo que es –se dice– siempre es reaccionario, precisamente porque es, porque está consolidado, porque ha devenido una cosa y ha perdido su vigor, su insolencia histórica. Toda cosificación es reaccionaria, y la civilización es eso: es la cosificación de un Poder constituido al que hay que destruir. Esto permite entender el nihilismo de ciertas violencias y –sobre todo– permitiría comprender el terrorismo de fin de milenio: cuando ya no se puede transformar el mundo lo único que resta es destruirlo. Así, el nihilismo de fin de milenio (la explosión en la AMIA, la bomba en el avión de la TWA) expresa una violencia que se asume desde la barbarie: la civilización –dice– es una cosificación intransformable; la civilización es este mundo del capitalismo mediático que no ofrece intersticios; que no ofrece penetrabilidad alguna para su transformación desde adentro”.
Me pregunto ¿es verdaderamente posible una transformación desde adentro? Y de ser así, ¿cuál sería la propuesta?
Creo que los cambios son posibles en forma progresiva y de adentro (desde el interior de cada sujeto en lazo con otro) hacia afuera, recuperar al Subjectum en ese ir desde sí al mundo, generando cambios en los discursos reguladores. Por supuesto que la resistencia se hará sentir con toda su intensidad ante cualquier posibilidad de movimiento del statu quo .
“Freedom Writters”, es un film estrenado en el 2007, basado en una experiencia real de la docente Norteamericana Erin Grunwell, y la difícil tarea de abordar la enseñanza en grupos culturalmente distintos y muchos de ellos provenientes de pandillas enfrentadas entre sí, en una escuela de una zona marginal. Muestra claramente como la inclusión y aceptación de las diferencias a través de un trabajo conjunto de escritura, ¿reescritura?, permite un cambio de la subjetividad como acto propio posible, y no sujeto pasivamente a estructuras, en síntesis una transformación del ser. Así se pudo superar la violencia entre maras, logrando que muchos de estos alumnos continuaran carreras universitarias y que muchas de estas obras literarias fueran publicadas generándose el movimiento que da el nombre a la película.
Una maravillosa frase de Sartre dice: “No nos convertimos en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros”
Cabe recordar que el ser humano aún en situaciones en extremo límites, ha podido conservar un resto de integridad y libertad que le ha permitido sobrevivir y reparar parte de la historia, por ejemplo, a través de la memoria, memoria de generaciones venideras.
Citando nuevamente a Klein y en sus propias palabras “El shock se desgasta, es un estado temporal y la mejor forma de permanecer orientado y resistir al shock es saber lo que está pasando y por qué”.

Continuará…


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Publicado el 02/06/2010
por http://www.psicocent.com.ar

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