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Es la política, estúpido
Por Roberto Samar - Monday, Sep. 20, 2010 at 9:38 AM
robertomsamar@gmail.com (Casilla de correo válida)

Algunos análisis superficiales critican la toma de colegios porque su fundamento es político. En ese sentido, según el Jefe de Gobierno Porteño, el conflicto educativo desde el primer momento tiene una “consigna politizada”.

Cabe preguntarse qué nos quieren decir con esta crítica: ¿Está mal que los jóvenes se preocupen por el sistema educativo? ¿Está mal que piensen que la escuela es propia y que deben defenderla? ¿Que se junten en asamblea y discutan democráticamente los pasos a seguir? ¿Qué exijan respuesta con los recursos del Estado que son de todos?

¿Qué es la política, sino la forma que tenemos de discutir democráticamente la sociedad en que vivimos y construir una ciudad más justa?

Cuando Macri plantea la política como algo peyorativo, ¿qué es lo que se imagina como política? Seguramente, en el imaginario del Jefe de Gobierno los jóvenes deben ser apolíticos, es decir pasivos aceptadores de la realidad que viven y no cuestionadores de la misma.

Sin embargo, no puede existir la no política. Lo que puede haber, y él pretende, es una política impulsada por una hegemonía que por ser tal se tome como natural e incuestionable. Entonces, se aceptará pasivamente como normal que si un colegio es público y gratuito puede estar deteriorado.

Según el filósofo Cornelio Castoriadis las sociedades autónomas son capaces de autocriticarse y de resignificarse. En ese sentido, la autonomía “es precisamente la conciencia explícita de que nosotros creamos nuestras leyes, y por lo tanto que también podemos cambiarlas”. Es darnos cuenta de que la sociedad como tal es autocreación.

Esta mirada la representa Ramiro Yordan, de la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (CUES), quien afirma que “las tomas se decidieron en asambleas masivas y hoy tenemos 32 colegios tomados, en algunos de los cuales, de todos modos, por decisión de los estudiantes, igual se dictan clases”. Es decir, que los jóvenes nos están dando una lección, se entienden autónomos, no se resignan a lo establecido y construyen colectivamente la forma de exigirle a la Ciudad más rica del país una educación pública digna.

Este espíritu autónomo no es nuevo, fue el que atravesó y permitió los cambios de la reforma de la Universidad Pública de 1918, en la cual los estudiantes con su movilización instalaron la necesidad de la modernización científica de los claustros y defendieron las banderas de la gratuidad, el cogobierno y la autonomía universitaria.

Esa fuerza instituyente y esa búsqueda por entendernos protagonistas de nuestra sociedad fue la que permitió que los jóvenes lucharan por el boleto estudiantil, la que dio fuerza a la carpa blanca y la que resistió a la Ley Federal de Educación Menemista.

Es decir es obvio que hay política y es hermoso que la haya. Como sostiene Chantal Mouffe, “las cuestiones propiamente políticas siempre implican decisiones que requieren que optemos entre alternativas en conflicto”.

Para graficarlo, en el contexto actual que vive la ciudad, hay una política educativa Macrista que aumenta el presupuesto destinado a subsidiar a la educación privada llevándolo a $ 881.600.000. Mientras que en el presupuesto global destinado a educación se reduce.

Cuantificándolo: En el año 2002 el 30,11 % del presupuesto total de la Ciudad de Buenos Aires se destinaba a educación, mientras que en la actualidad ese porcentaje descendió al 25,73 %. En 8 años los recursos destinados a la problemática se redujeron porcentualmente en casi 6 puntos.

Más allá del presupuesto destinado al tema educativo, otro aspecto para analizar de esta política son los niveles de ejecución presupuestaria, es decir cuánto se usó del dinero aprobado por la Legislatura.

Según el informe de la Fundación para el Análisis de Políticas Públicas, en el 2008 se ejecutó el 55 por ciento de los 310 millones de pesos destinados a inversión en educación pública; en 2009, el 49 por ciento y en el primer trimestre de 2010, apenas el 7 por ciento. Por lo cual hubo una sub ejecución presupuestaria en lo concerniente a la inversión en la educación pública porteña.

Paralelamente, el presupuesto destinado a educación privada se ejecutó en un cien por ciento en los últimos tres años. Cabe aclarar, que en este caso se trata de subsidios por lo cual solo implica girar los fondos, pero también da cuenta del contexto actual.

Es decir, cabe recordarle al ingeniero Macri que siempre hay política. Hay una política que prioriza lo privado, y otra de jóvenes que sueñan y pelean para que la educación pública sea la prioridad


Roberto Samar
Licenciado en Comunicación
Docente de Filosofía Política Moderna UNLZ

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