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¿Quién es peor, Micheli o Yasky?
Por Juan del Sur - Tuesday, Sep. 21, 2010 at 11:42 PM
juan.delsur2@gmail.com (Casilla de correo válida)

Como en los vodeviles, los dirigentes salen por el costado derecho del escenario y vuelven a entrar por el izquierdo, acusando severamente a los que se fueron por el otro lado: ellos mismos.

Micheli y Yasky son la misma bosta

“Son la misma bosta”: tal era la rústica y escatológica frase que cerraba mi comentario de dos líneas a una nota (“Votar por Yasky es votar por Moyano y Kirchner”) publicada en el blog Voz Entrerriana en apoyo de la lista de Micheli para las elecciones en la CTA. En mi descargo, tengo para decir que, cuando la leí, hacía cinco minutos que terminaba de escuchar por la radio un reportaje a Micheli en el cual éste se ufanaba de tener el apoyo de Kunkel y Milagro Sala. La primera línea de mi envío, consiguientemente, decía, parafraseando el título de Voz Entrerriana: “Y votar por Micheli es votar por Kunkel y Milagro Sala” (lo cual significa, ni más ni menos, votar por Kirchner —por la patronal—, con otro saborizante).
En esta elección, el gobierno hace lo mismo que los empresarios cuando ponen dinero para las campañas electorales de todos los partidos capaces de arañar un pedazo de poder estatal. Porque no hay que olvidar que Kunkel es un operador del núcleo kirchnerista más duro, que, con su gorda billetera en mano, seduce a barones del conurbano, legisladores remisos y, por qué no, al sensible Micheli. Para más datos, el Estado gerenciado por los KK es la patronal de la mayoría de los trabajadores encuadrados en la CTA, que son docentes, estatales y del sector salud. Micheli sabe que Kunkel no le puede mover el amperímetro a ningún trabajador: está claro que al mencionarlo envía una señal de reconocimiento a la “atención” de la pareja gobernante. Equivale a decirles “no me olvido de ustedes; estamos juntos en esto, confíen en mí que no los voy a defraudar”.
El caso es que Voz Entrerriana no publicó mi comentario. Pero ya voy a hablar otro día sobre eso, porque no fue así no más que no me lo publicaron: tuvo sus condimentos. En cambio, antes de que ustedes se vayan, prefiero contarles quién es Micheli.

Eso, ¿quién es Micheli?

¿Era distinto Yasky cuando Micheli hace cuatro años fue en su lista como secretario adjunto? No, como dirigente de CTERA tenía una larga trayectoria de agachadas y de complicidades con la política educacional, las leyes que la rigen y el presupuesto que la estrangula. ¿Cambió Micheli, entonces, en este lapso? Tampoco: en 2006 aún estaba fresco el recuerdo de su papel frenador —por ser suave— en el conflicto del hospital Garrahan. En estos días, tras paciente y tortuoso meloneo a los trabajadores de Paraná Metal, ha logrado depositar a los pies de Cristina su logro de que no fueran a manifestarse a Rosario, enturbiando el acto de la presidenta con su testaferro Cristóbal López, a la sazón el patrón de los obreros en conflicto.
No valdría la pena, habiendo tantas claudicaciones recientes que señalarles, volver sobre el tema del Garrahan, si no fuera que en esta campaña electoral Micheli y los suyos tienen el descaro de exhibirlo en su favor. Podrán hacerlo, como lo hacen, en el interior, donde hay compañeros que desconocen la historia. Pero no en el Garrahan, y no ante mí, que participé —por fuera— en el prolongado conflicto.
ATE —el gremio donde se enrola la comisión interna representativa de la mayoría del personal— se diferenció en ese conflicto de UPCN y CGT (si no se diferenciara, ¿donde estaría la gracia de ATE-CTA?). Mientras los matones de UPCN-CGT matoneaban —qué otra cosa iban a hacer—, la táctica de ATE era frenar, desmoralizar y dilatar utilizando como extorsión la posibilidad de que el gremio interrumpiera el vínculo orgánico con la interna combativa. Micheli concurrió a un par de asambleas del personal: fue a dividir asumiendo el papel del torturador “bueno”: “Miren que esos son unos jodidos que los tienen entre ceja y ceja y los quieren aplastar. Nosotros hacemos todo lo posible, pero si ustedes se obstinan y no nos dan ningún margen...”.

¿Qué hace la burocracia? ¿Qué hace un gremialista honesto?

Antes del 2005 yo no lo conocía a Micheli (aunque tenía una caracterización válida para el 99,9% de los Michelis, o sea los dirigentes sindicales de cuño peronista), y muchos de quienes están leyendo no tienen hoy elementos para juzgar si la postura del candidato a secretario general de la CTA era entonces la correcta. Hay un solo medio de saberlo, y no son sus palabras, sino lo que había hecho y hacía para convertirlas en verdaderas.
De Generao, el referente máximo del sector que postula a Micheli, ha recordado recientemente a los “compañeros del hospital que estaban equivocados porque no evaluaban correctamente, aunque la reivindicación era correcta”, pero que “terminaron aceptando el acuerdo que si proponían los compañeros de la dirección de ATE” (gacetilla del Equipo de Comunicación ATE-CTA Rosario). Vamos por partes: ¿qué es “evaluar correctamente”? Por ejemplo: yo tengo hambre, pero evalúo correctamente que no hay comida en casa y, aunque la hubiera, no está preparada ni servida. Por lo tanto, sólo me resta morir de inanición.
Ese es, en efecto, un modo de evaluar correctamente lo existente. Pero no somos lechugas, somos seres humanos capaces de construir nuevas posibilidades, de hacer un futuro distinto de lo que sería sin nuestra intervención. ¿Qué hicieron Micheli-ATE ante la reivindicación levantada por los compañeros del Garrahan, de un salario equivalente al valor de la canasta familiar?
Nada.
Nada en favor, se entiende. Recuerdo a las radios —televisión no uso— contactando de continuo a Micheli para que les dijera a los oyentes (trabajadores, muchos de ellos) la inoportunidad y lo descontextualizado de la demanda.
ATE, en la Capital Federal, es un gremio poderoso (aunque no dé pruebas de ello). Podía haber hecho mucho para crear las condiciones favorables al triunfo del reclamo en el Garrahan, lo cual era factible que generara una cascada que, casi podría asegurarlo, habría cambiado la relación de fuerzas de la clase trabajadora frente a sus enemigos, y el perfil de las dirigencias sindicales. (¿Oia? ¿No será por eso...?)
Pero lo sé, me consta, lo vi, lo viví, que no activaron ninguna de las formas de solidaridad y participación del resto de los compañeros del gremio: no hicieron asambleas en los lugares de trabajo para difundir el conflicto, no hicieron plenarios de delegados, no llamaron a una marcha de solidaridad, no hicieron ni un parito de apoyo de cinco minutos... ¡no hicieron un afiche para las carteleras de las dependencias donde tienen representación! No hicieron nada de lo que haría un gremialista honesto.
Me consta, lo sé, lo viví.
Los trabajadores de ATE, férreamente controlados por la burocracia de Micheli, dejaron aislados a los compañeros del Garrahan.

“Terminaron aceptando”: no me olvidé

Mencioné una segunda parte de la referencia de De Generao al largo conflicto —duró unas cuántas semanas— del Garrahan: la que expresa “los compañeros en asamblea terminaron aceptando el acuerdo que si proponían los compañeros de la dirección de ATE”. En esas semanas los compañeros del Garrahan hicieron, democráticamente decidido en asamblea, todo lo que estuvo a su alcance para vencer. Uno de los orgullos de mi vida militante es haber estado allí, aunque sea secundariamente. No contaré todo lo que se hizo, llevaría páginas. No diré del coraje, la imaginación y la alegría de las y los protagonistas de aquellas jornadas (hay y habrá otras).
Micheli y ATE los cercaron, los torpedearon y los llevaron a la derrota y, en esa situación obligada, los trabajadores terminaron aceptando las condiciones de la burocracia. ¡De eso se jacta De Generao! En Madrid, después de tres años de resistencia heroica, cuando ya el agotamiento, la falta de medios y de brazos y la soledad en que habían quedado llevó a los republicanos a la rendición, los madrileños salieron —quebrados— a los balcones y a las calles a aplaudir a las tropas del asesino Franco. Por lo tanto, según De Generao, Franco tenía razón.
A él, a Micheli y a todos los burócratas esa postura los inhabilita no ya para ser dirigentes, sino para ser trabajadores: están mucho más en papel integrando un escuadrón represivo.
Usted, si es trabajador, ¿querría que éstos fueran sus dirigentes, para el caso de tener que plantear una reivindicación, o de verse envuelto en algún conflicto sindical?
¿Verdad que no? Por eso no hay que votarlos. Aunque pretendan asustarnos con el cuco: “Nosotros o Yasky”. ¿Perdón?: Yasky ya estuvo, está, y Micheli llamó a votarlo, en su momento, y fue y es su secretario adjunto, en esta etapa que ¡ahora! resulta deplorable. ¿Vamos a dejarlo otra vez que nos enseñe qué es lo que nos conviene?
No les dé su aval, no les dé un cachito de poder.
Lo van a usar contra usted.

juan-del-sur.blogspot.com

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