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Elecciones en la CTA: Amigos enemistados
Por Fuente: El Siglo - Wednesday, Sep. 29, 2010 at 4:45 AM

Por Sergio Federovisky (*)

29/09/2010 04:02 AM | Desde hace una semana se discute quién ganó en la elección para elegir las autoridades de la CTA, la central obrera que compite con la CGT en la intención de representar a los trabajadores con una lógica diferente de la que tiñe la vida sindical desde hace cincuenta años. Los dirigentes de la CTA pretenden ser gremialistas y no empresarios, no tienen suculentas fortunas, se les reconoce haber trabajado alguna vez y acceden a que sus representados los elijan y no que el dedo, el acomodo, la politiquería o simplemente la corrupción o la violencia los mantengan en su puesto por décadas. Siempre recuerdo un comentario de un periodista uruguayo que cuando señalaba las diferencias entre ese país y la Argentina decía: "La distancia entre uno y otro país se observa en el sindicalismo; en Montevideo no se concibe un gremialista rico". En cambio, la tradición de los Cavalieri, Moyano o Pedraza, que inconcebiblemente no pueden defender una declaración jurada de bienes, es exactamente la opuesta.
Se presupone que la CTA apunta a cobijar y prohijar sindicalistas de otra estirpe.

Sin reconocimiento

Se presupone, también, que el gobierno nacional, presuntamente dispuesto -al menos en su discurso- a renovar la política, debiera compartir esa premisa. Sin embargo, de manera insólita, las elecciones de la CTA, que supusieron el enfrentamiento entre dos sectores relativamente próximos al pensamiento presunto del gobierno, son las elecciones de una central obrera no reconocida por el kirchnerismo durante los siete años de permanencia en el poder. Más insólito aún fue que uno de los ejes del enfrentamiento discursivo entre las dos listas principales (la del docente Hugo Yaski y la del estatal Pablo Micheli) era acerca de la mayor o menor proximidad al gobierno. Un gobierno que, insistimos, le negó a esta central toda existencia legal.
Resulta entonces curioso que el gobierno esté tan interesado en una central obrera a la que no le otorga reconocimiento legal. Y más curioso resulta que Yaski, autoproclamado aliado del gobierno en esta elección, no ubique como reclamo estruendoso a sus mentores que se considere a la CTA en un pie de igualdad con la CGT. ¿O será, como maliciosamente dejaron entrever algunos, que la verdadera estrategia es disolver la CTA dentro de la central obrera tradicional haciéndole un último y gigantesco favor a la capitalización de poder por parte de Hugo Moyano?

Los desencantados

En cambio, del lado de enfrente de Yaski, donde se agrupan el eterno Víctor De Genaro y el economista Claudio Lozano, se amuchan hombres que nacieron ideológicamente cerca del kircherismo y que se fueron desencantados con el progresismo inconsistente que les ofreció, a sus ojos, el oficialismo.
Quizás por esa necesidad de no padecer la astilla del propio palo es que el kirchnerismo puso tanto en esta elección de la CTA. Se sabe que siempre molesta y duele más la mirada crítica si proviene de alguien que pertenece al mismo pensamiento. Es casi sencillo, y hasta deseable, escuchar denuestos de parte del enemigo ideológico, de aquel que queda a la intemperie cuando desnuda un pensamiento hostil por antonomasia. Pero es menos recomendable recibir cuestionamientos de parte de quienes ponen en jaque el apego ideológico a las ideas expuestas. En esos casos, lo que termina quedando a la luz son las promesas incumplidas o los alegatos vacíos.
En el caso particular de la CTA, De Genaro y los suyos, con sus críticas, son capaces de develar que -a diferencia de lo que suele señalar el kirchnerismo ante cada uno que no comparte sus proclamas- el converso es el gobierno: Ya en 2003 se anunciaba que la central de trabajadores argentinos sería reconocida oficialmente y que sus representantes serían los adalides de una nueva forma de sindicalismo ideológicamente afín a las consignas de Néstor y Cristina.
Sin embargo, pasaron los años y la CTA sigue en una clandestinidad no deseada por sus miembros y el sindicalismo oficial es el moyanismo, con sus taras y sus millonarios.

Continúa la incertidumbre

En ese contexto, sigue sin saberse quién ganó. Y no es un dato menor. El kirchnerismo deseaba, y proclamaba, una victoria de Yaski, que le garantizaba -vaya a saberse por qué- convivencia pacífica con el líder camionero. El triunfo de Yaski iba a ser escandaloso, tanto que apenas terminado el comicio, el dirigente docente proclamó su victoria por casi veinte puntos de diferencia. Luego bajó esa distancia a diez puntos, más tarde reconoció que ganaría por cuatro y, al final, pidió que se repita la elección en ciertos distritos y se impugnen otros. Es que además es otra elección que se pierde.
Y el oficialismo, que hasta se permite perder elecciones con adversarios ideológicos que supuestamente reafirmen su presunta convicción progresista, sufre si se le gana "por izquierda". Por eso, quizás el esfuerzo por detener la posibilidad de una derrota en manos de De Genaro y su gente. La astilla del mismo palo.

(*) Coordinador editor

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