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Poesía en la cárcel: Una utopía posible
Por Fuente: enREDando.org - Sunday, Oct. 03, 2010 at 1:08 PM

01/10/2010 Por María Cruz Ciarniello - enREDando, como cada año, participó del Encuentro de poetas en la Unidad de Detención N° 3, durante el Festival Internacional de Poesía realizado en Rosario. La palabra poética, una vez más, volvió a hacer posible lo que parece arrojado al olvido y a las penas más duras. Los chicos detenidos que participan del taller de poesía Historial de Soledades, volvieron a expresar todo lo que libera, potencia y transforma, a través de sus poemas. Mientras algunos sectores políticos aprueban proyectos de ley que estigmatizan a los pibes y pretenden instalar un nuevo "Servicio Militar", en la cárcel de varones, el vuelo de la poesía resiste, empuñando el fusil de la palabra.

Poesía en la cárcel:...
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Foto: Ignacio, leyendo su poema "Trascendencia"

Darío está en libertad. Hace un tiempo, recorría los fríos pasillos de la Redonda, la Unidad de Detención para varones, ubicada en Richieri y Zeballos. Allí dentro soñó con la palabra poética. De a ratos, ellas fue su colchón de arena, su refugio, la suave caricia que tanto hace falta en las noches de una cárcel.

A Darío lo escuchamos en el Encuentro de Poetas que todos los años se realiza en la Unidad N° 3 de Varones. Invitado por la escritora Susana Valenti, Darío no dudó en volver a traspasar el portón gris que separa el adentro con el afuera. Y ese día, compartió su poema.

Hay una frontera invisible
y real.
De un lado está la noche,
su eco misterioso.
Del otro, un resplandor
que, a veces, traspasa la penumbra
como término de lo que huye.
Ahí, un rayo de grandeza
que ilumina todo lo viviente.
Entre ambas creaciones
hay un velo finísimo
por donde pasa la existencia
Y, también, la muerte.

Poetas de todo el país y el extranjero ingresaron al penal en el marco del Festival Internacional de Poesía. Compartieron sus lecturas con aquellos otros poetas que están presos, algunos con condenas y otros tantos procesados. “La demora en las sentencias hace que la privación de la libertad sin sentencia, valga la redundancia, represente en sí mismo una pena; infinidad de internos en los Servicios Penitenciarios están en espera de su juicio oral y otros tantos no tienen condena efectiva”, afirma un Informe elaborado por la Defensoría del Pueblo de la Nación en el año 2006.

Por su parte, El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) sostiene que “en los últimos años se asistió a un avance progresivo de las tasas de encarcelamiento, como consecuencia, entre otros factores, de las reformas legislativas que contribuyeron a “generalizar la privación de la libertad durante el proceso”. Se observó que en Buenos Aires, por ejemplo, las personas privadas de su libertad sin condena representaban más de un 90% de la población carcelaria”.

Así como Daniel, muchos más esperan un proceso judicial entre rejas. Mientras tanto, un Historial de soledades los cobija cada viernes, cuando la poesía los invita a explorar la imaginación, los deseos, el amor, y también, los dolores más profundos. El pabellón de Daniel es su arma poética. En ella escribe:

estoy desvelado
escucho todos los ruidos
de la noche y el silencio.
La suave respiración de los dormidos,
alguien que da vueltas en el lecho,
otro, mezclando el sueño con la voz.
Más allá, un hombre envejecido
se sobresalta siempre a medianoche
mientras suena la tos del que está enfermo.
Descansen tranquilos.
Yo, estoy despierto.

Daniel sonríe. Siempre sonríe. “Para nosotros es un orgullo que los poetas entren y lean nuestros poemas. Hace 3 años que vengo escribiendo poemas con Susana y cada vez vamos creciendo un poquito más”. Dice que siempre le gustó leer y escribir cuentos. Pero fue Susana la que lo sumergió en el increíble mundo de la poética. “La escritura te abre la mente, podés viajar, soñar y me gusta mucho salir de acá dentro y que lean mis poemas para que puedan saber que los internos pueden escribir estas cosas".

En una frase que aparece en la pizarra, Daniel escribió: “A mi vida la aposté. Ahora, el exterior es imaginario”. “A mí vida la aposté cuando fui a robar y perdí. Ahora, el exterior, para mí, es imaginario, no lo puedo ver.” Aunque ese exterior sea casi invisible, Daniel sigue apostando, esta vez, a la escritura, al estudio y a la vida.

Ariel definió a la poesía como “una púa frágil que estalla en las manos.” Su poema, está dedicado al "invierno en el patio del penal".

Julio, como un dios inútilmente frío
se vuelve contra el cielo.
Ese lugar sin pertenecía
me regresa a este escrito.
La mañana no invalida mis pensamientos
que se escurren, con cierta sutileza,
hacia la inmortalidad.
Vuelven a ser noticia los gorriones
sitiando las baldosas.
Lo distante se hace extremo y necesario.
El poema traspasa las regiones celestes
y apuesta al espejismo
aunque siga mirando la pared.

Máximo aparece, tímidamente “detrás de los candados”. Así se llama el poema que leyó frente a los poetas extranjeros quienes, atentos a cada gesto, a cada palabra, escuchaban en silencio. “Hace unos meses que participo del taller.” Y a pesar de que escribe poesías, no se siente un poeta. “Escribo cosas románticas”, dice Máximo. “Para mí la escritura es una evasión, yo siento lo que escribo, sino no puedo escribir”.

De esta manera, un día Máximo afiló la pluma y dibujó un plano en la pared./ Sobre el tacto aparece un camino. / Escalo heridas y ventanas. / Mi cuerpo sale. / Con el paso tranquilo / desoriento la espera y te busco. / Son huellas imaginarias / que derriban sus puertas / y lugares lejanos. / Otra vez, esta noche / me alcanzaron tus ojos.

Juan hace tres años que asiste al taller coordinado por Susana Valenti. Está preso en la cárcel de Piñero, denunciada tantas veces por el Equipo de Ciudad interna. A Piñero le llaman “El Pequeño Vietnam”. “Mucha de la gente está asombrada de lo que escribimos y de la manera que lo hacemos. Lo que encuentro en la poesía es la posibilidad de poder expresarme. Trato de escribir cosas que vayan más allá, imaginarme otro lugar, otras formas”, dice Juan. Le faltan 2 años y 8 meses para estar en libertad. Afuera, sueña con seguir escribiendo, sino “sería volver hacia atrás”. Un perfume en el límite lo seduce. Y escribe:

Hay huellas desertoras
que el día cicatriza.
Todo suena perdido
hasta el calor de enero que destierra
la inicial de los pájaros.
Como un raro ejercicio
la luz y la fragancia
van marcando fisuras
en un rincón del muro.
El desierto del trazo
insinúa la ausencia.

El taller Historial de Soledades, para Ignacio, “es una manera de salir de acá”. Ese acá, son los pabellones de la cárcel. Del taller, no solo destaca la escritura, sino a Susana, la coordinadora. “A veces tiramos términos, palabras, y sobre las palabras vamos armando. Pero me gusta escribir de todo”. Para Ignacio hay gestos que confortan/ que desarman el frío / Hay letras que cruzan las ciudades / arrasando la niebla./ Lo cierto es el detalle, lo profundo. / Para que puedan ser / los puentes y el relámpago.

Cristian Molina es un escritor de la ciudad. Como tantos otros poetas del Festival, decidió ingresar a la Unidad 3. Tiene un blog “El niño C” donde descubre la poesía en vivo. “Tiene que ver con la posibilidad que ofrece internet en publicar en el instante lo que uno escribe, una versión de lo que finalmente puede llegar a ser alguna vez, un poema. Ese material endeble que aparece en la pantalla como algo originario, en vivo, en el instante.”

Fueron varios los motivos por los cuales Cristian quiso ingresar a la cárcel y compartir su lectura en este vaivén de poemas diferentes, intensos. “Venir a leer poesía a este lugar tiene que ver con mi historia y con que le agrega un plus, hace que la poesía tome otros carriles que no son lo de los espacios legitimados, los espacios comunes, los espacios consagrados donde generalmente circula la poesía. Y con mi historia tiene que ver, básicamente porque yo aprendí a caminar en una cárcel cuando mi papá estaba en una cárcel. Para mí es muy movilizante.”

Teresa Andrade es escritora, periodista y oriunda de El Salvador. “Yo creo que la palabra rehabilita el alma. Desde el momento en que empezás saber que hay una manera de expresar, apropiarte de ella y amarla y ponerle trabajo, puede ayudar y motivar a cualquier persona”.

Igor Barreto es otro escritor que llega desde la tierra venezolana. Allí, trabajó durante un año en uno de los penales más duros de Venezuela. El texto que leyó, es un escrito colectivo que surgió de esas profundidades. “Dentro de la misma prisión hay cosas que están en libertad, por ejemplo, la ropa que traen los familiares, la ropa sale del penal, el agua de las tuberías que corre. Eso son detalles aportados por los presos. Se dedicaron durante un año a descubrir que cosas están libres, aún en la prisión. Y esas cosas logran mitigar el dolor incuestionable de la prisión. En Venezuela el tema de lo retardos procesales es grave. Hay gente que pasa en prisión muchos años y nunca le dictan sentencia, o hay personas que mueren en los traslados en una cárcel a otra, el promedio es altísimo. De cada 10 presos que se trasladan, mueren 8.”

Para Igor, la escritura en una cárcel es esencialmente “un acto de libertad”, solo comparado con el sueño. “Uno de los internos dice, “en el sueño puedes pelear con el moustruo más grande y siempre ganas”. Con la escritura pasa lo mismo.”, relata.

Y por ello, cerramos esta crónica con la frase de Igor Barreto, que todo lo ilumina, aún en las más terribles condiciones de detención. “La escritura es una utopía posible.”

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