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EL AÑA (Relato verídico de un Cacique)
Por AURELIO GONZALEZ VARGAS - Wednesday, Oct. 20, 2010 at 7:04 PM
sporiginarios@hotmail.com 0387515445273 Salvador Mazza Salta

SOBRE EL RELATO DE UN CACIQUE DE LA SELVA SALTEÑA

EL AÑÁ (LUCIFER)
P
ongamos nuestras mentes en blanco y Vayamos situando muy pero muy lentamente en nuestra imaginación, un lugar con mucha vegetación. Al mismo tiempo poco a poco van apareciendo personas, a medida que se acercan, nos damos cuenta que; también son seres humanos, cada vez nos acercamos más y más y vemos sus “casas” tipo chozas, son tan precarias, que causan estupor, son los hermanos indígenas de la Comunidad “Ñanderú” Luciano Yépez del Paraje Yerba Buena en la Selva salteña.
Este relato, es un hecho real que le pasó al Cacique de la comunidad Hno. Clemente Cruz:
Me encontraba en la comunidad en una visita que hago año a año a las comunidades, de mis hermanos aborígenes, del área de frontera. La misma se extiende por varios días, para ir conociendo su gente, sus costumbres, medios de vida y los distintos problemas que acontecen alrededor de ellas. Lo que voy a relatarles es algo difícil de creer, si uno no está presente y ver como lo relata la “víctima” en ese momento. Porque cuentos y cuentistas, que hablan de leyendas sobre almas en pena, aparecidos, hombres lobos, espíritus, fantasmas y salamancas que deambulan por los senderos, como el Jucumari, en mujeres hermosas que llaman la atención de todo ser humano, por más indígena que sea, que al mismo tiempo quedan obnubilados y caen en la tentación, lo cual es su perdición, que lo lleva a entregar su alma. Para transformarse en el espíritu que cada media noche saldría a buscar sus victimas y saciar su sed de almas de vidas inocentes.
Escuché, relatos de los ancianos por las noches al lado del fogón, entre mate viendo pasar los Curcusis con sus ojos brillantes como linternas de color verde, que se perdían en la espesa vegetación, los Murciélagos con su aleteo estruendoso que me daba escalofríos, ver en un árbol un ave de escasos 35 centímetros de cabeza en forma de corazón de color blanco y de ojos rojizos que emitía sonidos tenebrosos, que me hacían poner los pelos al igual que el puercoespín. Ya a ésta altura de la noche me temblaban las piernas y comenzaba a sudar frío. No me atrevía a moverme de al lado de estos ancianos que susurraban entre ellos, y levantando la vista hacia mi me dicen por lo bajo, palmeándome la espalda y la camisa se me queda pegada por el sudor, es simplemente una lechuza no se asuste hermanito. Estos bicharracos según el sonido que emiten son de mal o buen augurio. Escuché muchos relatos, pero el que más me conmovió e impresionó por lo reciente de la situación, fue el contado por el Cacique Clemente Cruz de la comunidad Ñanderú Luciano Yépez del paraje Yerba Buena en la localidad de Salvador Mazza
La comunidad de Yerba Buena está a escasos 600 metros de la ruta 34 rodeada de vegetación espesa de casas muy precarias sus paredes son de palo a pique, sus techos son de paja entramada especial para nidos de chinches y vinchucas estos últimos transmisores del mal de chagas, enfermedad de alto porcentaje en nuestros hermanos del norte. En el fogón los ancianos caldeaban con cuentos y leyendas. En ese momento una nube pasa delante de la luna y se oscurece un instante, al mismo tiempo se pone de pie el hermano Cacique don Clemente, las llamas dejaban ver su rostro brilloso por el sudor que le caía de la frente. Comenzó diciendo un poco tartamudeando y con el cigarrillo que temblaba en su mano derecha, quizás por el recuerdo que sobrevenía a su mente, por la horrible y tenebrosa situación que le tocó vivir. Tomándose un trago de grapa agarró coraje. Ustedes saben que de tan solo pensar se me paran los pelos y me da escalofríos! Balbuceó en voz baja como esperando que no escuche el “AÑÁ” seguidamente alentado por los ancianos, que según ellos no le tienen miedo ni al mismísimo “Lucifer”. El Cacique miró hacia el cielo y haciendo la señal de la cruz continuó su relato diciendo:
Era viernes 7 de noviembre la coche estaba libre de nubes, bien despejadito, se veía claramente la luna bien redonda como sonriéndole a toda la chacra que estaba floreciendo, estaba con mí Cuña e hijos mas grandes, después de analizar lo realizado durante el día, de a poco mis hijos se fueron a descansar, quedándome solo con la “vieja” mirando el cielo tan estrellado sin pensar siquiera lo quiera lo que se me avecinaba. Los perros de la casa estaban recostados cerca del fuego, descansando al lado de nosotros son siete en total, como presagiando la suerte que me tocaría vivir esa maldita noche de viernes. Aproximadamente sería cerca de medianoche, el cuerpo cansado y la mente preocupada por las cosas que pasamos por las sequías propias de la naturaleza, nos aprestamos a descansar después de agradecer a La madre naturaleza, por nuestra salud.
Una vez que nuestros cuerpos tocaron el catre hecho de caña hueca, y nuestras cabezas se apoyaron en la almohada, nos quedamos profundamente dormidos debido al cansancio propio del trabajo en el campo. Habré dormido unas dos horas, y soñaba con una cosecha muy buena porque porque en mi sueño llovía a cantaros. En un refusilo seguido de truenos de sonidos fuertes, me desperté, y sentí el continuo ladrido de mis perros, pero no era habitual escuchar de esa manera a los perros, como aullando medio llorosos como lobos en plena selva, me levanté, y muy rápidamente corrí hacia el patio, se me vino a la mente que podría ser una comadreja que se como habitualmente a nuestras gallinas, pero estaba equivocado. En esa noche estrellada con la luna en todo su esplendor, veo a mis perros rodeando a una distancia prudencial al Añá (diablo) y yo quedándome como paralizado, con los pelos de mi cabeza parados como cuchi del monte en plena pelea, y los pelos de mis brazos parados y mi piel como cuero de gallina bataraza, seguidamente los perros se me acercan y me rodean, yo sigo muy asustado sin saber que hacer, el ser maligno mirándome fijamente a los ojos, y levantando las manos con dedos de uñas largas, me ordena que me desgarre la ropa y comienzo a rasguñarme el cuerpo obedeciendo al ser maligno sin oponer resistencia. Era el momento que se estaba por apropiar de mi alma, ese ser grande de pelo largo vestido con una especie de tipoy de color negro y pechera blanca, era dueño de la situación, me ordena a los gritos ponte de rodillas hijo mío, arrodíllate siervo mío repetía muchas veces, yo vencido y sin fuerzas porque no respondías mi mente ni músculos, obedeciendo como un corderito, caminaba de rodillas hacia el “LUCIFER” que me llamaba con insistencia, diciéndome ¡SOY TU AMO, SOY TU DUEÑO, QUIERO TU ALMA, SOLAMENTE PARA MI! Seguía gritándome, esos gritos seguramente, solamente los perros y yo escuchábamos. Después de una lucha desigual a merced del mismo “DIABLO” pasaron los minutos que se hicieron interminables, y yo más cerca del gigante de pelo largo y ojos de color del fuego, estiraba sus brazos con insistencia tratando de alcanzar los míos y repitiendo insistentemente ¡VEN HIJO MÍO, VEN, SOY TU AMO, SOY TU DUEÑO, QUIERO TU ALMA, ME PERTENECE! Cuando comencé a luchar desesperadamente por mi vida, me tenía agarrado de una mano y tirando con todas mis fuerzas, ya vencido por el ser poderoso y malignos, que cada vez se le salían mas los ojos rojos como dos llamaradas. Sentí que todo estaba perdido, y mi salvación dependía del “TATA DIOS”. De pronto se levanta mi Cuña al escuchar a los perros que no paraban de ladrar, mi “vieja” al ver que yo luchaba con ¡LUCIFER! Que ya tenía mis dos manos y mi cuerpo ya sin fuerzas a punto de desfallecer. Ella con la valentía que caracteriza a nuestras mujeres aborígenes, no dudo ni un momento, volvió y buscó el machete que tenemos siempre detrás de la puerta, tomándolo con las dos manos y acercándose hacia el mismísimo “SATANAS” que me tenía a su merced, gritando con todas mis fuerzas ¡FUERA MALDITO SATANAS, FUERA MALDITO LUCIFER QUE EL TATA DIOS ESTA AQUÍ! Repitiendo varias veces hasta el cansancio y cortando con el machete en forma de cruz en el aire y marcando en la tierra la Santa Cruz, el ser temible me suelta y dio un salto hacia atrás gritando ¡NOOO NOOO! Y tapándose con sus manos como no queriendo mirar, lo que hacía mi Cuña, yo de rodillas con mi ropa desgarrada y mi cuerpo lleno de marcas como si hubiera peliado con un tigre. En ese momento el ser poderoso comenzó a retroceder más y más y a medida que se alejaba, comenzó a maldecir saliéndole fuego por la boca en forma de serpientes, decía ¡VOLVERÉ VOLVERÉ POR QUE TU ERES MÍO VOLVERÉ! Al mismo tiempo mi Cuña se acerca clava el machete cerca de mí, y se arrodilla frente a mi cuerpo y me abraza con mucha fuerza, llorando los dos como dos guaguas cuando tienen hambre, en ese momento me sangra la nariz y la sangre chorreaba en el pecho de mi Cuña y mis brazos de los que me tenía sujeto “SATANAS” se ponen de color morado, como tatuados en forma de serpientes, uno de mis ojos se me nubla después me doy cuenta que había sufrido un derrame quedándome como cataratas. Los perros uno a uno se quedaron, y formando una rueda entre nosotros, recostados demostrando cansancio, sollozando y aullando seguramente porque el maldito AÑA (DIABLO) seguiría rondando la comunidad.
Hoy les cuento esto hermanos porque es la pura verdad, a ver miren mi brazo la mancha ¿no se parece a una víbora? Preguntaba el Cacique y mostraba su ojo morado, como lleno de sangre pareciéndose a una catarata. Hermanito, seguía diciendo el valiente Cacique.
Siempre estaré agradecido de mi Cuña Pora si no fuera por ella y mis valientes perros. No podría contarles esto que me pasó, pienso que con ayuda vencí al mismo “DIABLO” con la ayuda del “TATA IOS! Por las noches me pongo a pensar y me pregunto a mí mismo ¿el siete (7) será un número de suerte? Parece que si.

El Añá es un relato verídico que le pasó al Cacique Clemente Cruz de Yerba Buena.
Vocabulario:
Añá: Diablo – Jucumari: Especie de gorila muy peludo – Curcusí: insecto volador de ojos fosforescentes de color verde – Puercoespín: Animal con pelos que parecen espinas – Cuña: Mujer – Catre: Camastro hecho de caña hueca – Refusilo: Relámpago – Cuchi del monte: Cerdo salvaje – Tipoy: Vestimenta especie de túnica – Guagua: Bebe – Cuña Porá: Mujer linda – Comadreja: animal dañino que por las noches se come las gallinas.
Nota: Este relato está dedicado al Cacique Hno. Clemente Cruz y a la Comunidad de Yerba Buena.

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