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Pablo Díaz, el jefe de la patota, recibía órdenes del segundo de José Pedraza
Por reenvio -
Saturday, Oct. 23, 2010 at 2:20 AM
Mantenía enlace telefónico durante la emboscada con Juan “Galllego” Fernández, adjunto del gremio ferroviario. El autor de los disparos ya fue identificado y lo buscan junto a dos cómplices en el Conurbano. Se trataría de un barrabrava que usó un revólver 38.
La investigación por el crimen del Mariano Ferreyra, militante del PO
Pablo Díaz, el jefe de la patota, recibía órdenes del segundo de José Pedraza
Publicado el 23 de Octubre de 2010Mantenía enlace telefónico durante la emboscada con Juan “Galllego” Fernández, adjunto del gremio ferroviario. El autor de los disparos ya fue identificado y lo buscan junto a dos cómplices en el Conurbano. Se trataría de un barrabrava que usó un revólver 38.
Las fuerzas de seguridad están buscando al autor material del
crimen de Mariano Ferreyra, el asesino que mató al militante del
Partido Obrero de un tiro en el tórax, quien ya está
identificado por la justicia y era buscado en el Conurbano junto
a dos cómplices. Se trata de un barrabrava de complexión robusta
que, según un testigo directo que declaró en la madrugada del
viernes, disparó varias veces con un revólver calibre 38. Hasta
ahora está prófugo.
El supuestos asesino no sólo es un barrabrava, sino que él mismo
se encargó de reclutar a otros barras de la zona sur del
Conurbano. Según fuentes de la investigación, el autor material
del crimen habría recibido instrucciones precisas del dirigente
de la Unión Ferroviaria en la línea Roca, Pablo Díaz. “Traete un
grupito”, habría sido el pedido que recibió el homicida. El
propio Díaz estuvo en Barracas en el momento del crimen. Según
un testigo de identidad reservada, Díaz era quien daba las
órdenes en el lugar de los hechos y al mismo tiempo mantenía
enlace telefónico con Juan “Gallego” Fernández, adjunto del
gremio ferroviario.
Hombre muy conocido en Constitución, miembro de la comisión de
reclamos de la Unión de Gestión Operativa Ferroviaria de
Emergencia (UGOFE), Díaz suele asumir la función de vocero ante
los medios cuando hay un conflicto con los trabajadores
tercerizados, sobre todo un corte de vías. “De todas las maneras
posibles vamos a impedir que corten el servicio”, amenazó hace
un tiempo en una improvisada rueda de prensa que fue registrada
por las cámaras de Todo Noticias (TN). Esa advertencia aún puede
verse en el portal de Internet del canal.
Con al menos un imputado sindicado como “sospechoso” por el
crimen de Ferreyra, la jueza de instrucción Susana Wilma López
continuaba trabajando cerca de la medianoche. En un marco de
cerrado hermetismo (“pide que la disculpen, pero no puede
hablar. No va a hacer declaraciones”, se excusó una colaboradora
de la jueza ante la consulta de este diario), la magistrada
estaba detrás del paradero del barrabrava de Defensa y Justicia,
que habría sido sindicado por el testigo que declaró el jueves a
las 23:30 ante la fiscal Cristina Caamaño. Se trata del “testigo
clave” al que aludió ayer Tiempo Argentino y que sería una
suerte de “arrepentido” del grupo agresor. No sólo aportó datos
sobre el presunto responsable del homicidio: la descripción
fisonómica coincidió con la que dieron otros dos testigos, que
estaban del lado de los agredidos y que “dijeron que vieron al
que disparaba”.
Ayer a las 17 la jueza habló por segunda vez en el día con la
fiscal Caamaño. Le dijo que como la causa tenía un alto impacto
público, quería estar al tanto de cómo evolucionaba la
investigación. La fiscal esbozó algunas hipótesis sobre las que
estaba trabajando y la jueza le dijo: “Mandame el expediente y
veo qué hago, si me lo quedo o te lo devuelvo.” Cuando la jueza
leyó lo que había enhebrado la fiscal decidió avanzar en una de
las líneas, la que lleva como primer eslabón al barrabrava y
permitiría, desde allí, buscar a los autores intelectuales del
crimen.
La jornada de ayer discurrió entre el enojo de la justicia
contra los testigos reticentes (todos allegados a las víctimas)
y la vorágine que la jueza López le imprimió a la causa desde el
final de la tarde. De hecho, los allanamientos ordenados a dos
oficinas vinculadas con la Unión Ferroviaria continuaban anoche
cerca de las 22. La fiscal pidió que se secuestraran legajos de
los manifestantes identificados en la edición de ayer de Tiempo
Argentino. La jueza amplió esa medida y los resultados
precipitaron los tiempos de la investigación.
La fiscal había citado a ocho manifestantes que habían estado
del lado de las víctimas. El abogado Gustavo Mendieta había
prometido llevarlos a declarar, pero al mediodía le comunicó a
la fiscal que como había participado en la marcha y declarado
como testigo no podía comprometerse más en la causa. De los
convocados, tres habían recibido la citación a través de un
patrullero que los visitó en sus domicilios. Ninguno se
presentó.
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