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EE.UU.: Delta, cementerios indígenas y el origen del Blues
Por Fuente: El País / Uruguay - Saturday, Oct. 23, 2010 at 11:32 AM

Historia del blues - Los sonidos del Delta

Rafael Rey

EN MAYO DE 1901, el arqueólogo Charles Peabody, llegó al estado de Mississippi, en busca de yacimientos arqueológicos de tribus indígenas que habían habitado la zona.

Peabody desenterró vasijas, pipas de arcilla, puntas de flecha y huesos de los muertos que los indígenas enterraban en sus cementerios. Pero se interesó más con otro descubrimiento: un negro esclavo de una plantación vecina que tocaba la guitarra.

Antes de redactar los resultados de la excavación, escribió un ensayo para el Journal of American Folklore, sobre lo que allí había escuchado.

En el texto, Peabody escribe sobre una música de tres acordes, melodías sencillas y alteraciones en la afinación, que el hombre cantaba acompañado únicamente de una guitarra, con letras que narraban "historias de amor y mala muerte", que para el arqueólogo no eran otra cosa que la necesidad de los negros de la zona "de librarse de sus penas convirtiéndolas en canciones".

Según apunta Ted Gioia en su Blues. La música del Delta del Mississippi, el texto de Peabody es "la primera investigación bien documentada sobre esta música". Y si bien no será la última, la de Gioia (libro del año para el NY Times y The Economist, entre otros reconocimientos), es sin dudas el mejor trabajo que se haya hecho sobre el blues hasta la fecha.

En consecuencia con el título original (Delta Blues. The life and times of the Mississippi masters who revolutionized American music) Gioia no se limita a desenredar los imprecisos orígenes de esta música, sino que bucea en su devenir histórico a través de las experiencias vitales de las principales figuras del blues; sin olvidarse de a quienes la historia dejó en un segundo plano, ni de aquellos cuyas discografías pueden escucharse "en menos de veinte minutos", y lo que se conoce de sus vidas contarse "aun en menos tiempo".

Con la pasión del músico, y la rigurosidad del científico de la Historia, Gioia, músico e historiador, construyó un libro insoslayable para comprender el surgimiento del blues del Delta, y su influencia en la música del siglo XX.

GÉNESIS. Desde el siglo XVII los esclavos que arribaban al Nuevo Mundo, llevaron consigo sus tradiciones musicales, y allí están, en las canciones religiosas o rituales de las tribus africanas, las raíces más profundas del blues.

Pero estas fueron mutando con el paso del tiempo, en la medida en que los Estados Unidos iban tomando forma. Como concluyó el investigador Samuel Charters en su libro The Roots of Blues: An African Search, el blues era "una nueva clase de canción que había nacido con la nueva vida en el sur de los Estados Unidos".

Esta nueva clase de canción fue con la que se encontró el músico WC Handy en 1903, cuando vio tocar a un negro andrajoso, que apretaba un cuchillo contra las cuerdas de la guitarra (génesis del slide guitar, técnica que consiste en deslizar el dedo de un traste al otro de la guitarra para alterar el sonido de las notas), y escupía letras sobre trenes y cruces de caminos.

El autor de "St. Louis Blues" pronto se dio cuenta de que esos cantantes, y en particular esa música, podían encontrarse a lo largo y ancho del Delta. Y en ningún otro lugar.

Handy incorporó algunas técnicas del blues que se tocaba en el Delta a las canciones que escribía para sus orquestas en Nueva York. Entonces, el blues ya era una música relacionada con el desamor, la tristeza y la melancolía; sentirse blue ya era un estado de ánimo con características propias.

El éxito de cantantes como Mamie Smith, Ma Rainey y Bessie Smith, eran, además, la contundente prueba de que el blues también era una música económicamente redituable.

Pero el blues clásico que interpretaban estas cantantes, aun cuando habían nacido y se habían formado musicalmente en el sur, nada tenía que ver con el que en ese mismo momento se estaba desarrollando en el Delta, lejos de los teatros y el glamour.

Hubo que esperar hasta 1926 para que el verdadero blues del Delta llegara a un estudio de grabación, de la mano de Blind Lemon Jefferson, un hombre ciego, nacido en Dallas en 1893. Los discos se vendieron por miles. Las compañías discográficas comprendieron que también este blues, más salvaje y más rústico, pero también más genuino, y más real, podía gustar a la gente. Para cuando Jefferson murió, en diciembre de 1929, varias disqueras tenían cazatalentos deambulando en la zona del Delta. Y las búsquedas habían dado resultado.

FERMENTACIÓN CREATIVA. Es probable que de no haber colapsado la bolsa de valores en 1929, el blues del Delta se hubiera dado a conocer veinte o treinta años antes de cuando efectivamente lo hizo. Los músicos estaban "en un estado de fermentación creativa", pero no había dinero para grabar música que de todas formas la gente no iba a poder comprar. Entre 1927 y 1932, las ventas de discos disminuyeron de ciento veinte millones de copias, a seis millones.

No obstante esto, algunos músicos no sólo llegaron a grabar, sino que pudieron disfrutar de cierto éxito, como Charley Patton y Son House.

Nacido en abril de 1891, en algún lugar del estado de Mississippi, Patton fue descubierto por Henry C. Speir, un cazatalentos que trabajaba en la zona, y que sería determinante en la historia del blues.

El músico grabó 7 discos, todos exitosos, al punto que la compañía tuvo que editarlos bajo diferentes nombres, temerosa de saturar al público con un único artista. Canciones como "High Water Everywhere", o "Pony Blues", continúan siendo, casi un siglo después, clásicos ineludibles del blues.

A la imponente voz de Patton, que contrastaba con su esmirriada figura, se le sumaba su cualidad de showman. Las eróticas performances que Jimi Hendrix popularizó a fines de la década del ´60, en las que simulaba copular con la guitarra, también habían nacido en el Delta.

Patton volvió a grabar unas cuantas canciones antes de morir de una cardiopatía, en abril de 1934. En una de esas sesiones, llevada a cabo en abril de 1930, lo acompañó un hombre con quien solía compartir escenario, y que acababa de salir de prisión, tras matar a otro hombre en una riña. El ex convicto se llamaba Son House.

Eddie "Son" House Jr. nació cerca de Clarcksdale, MS, el 21 de marzo de 1902. Proveniente de una familia de predicadores, House pasó su vida atormentado por haberse entregado a la música del diablo, y alternaba períodos en los que desaparecía con su guitarra, con otros en los que regresaba a la seguridad espiritual de la iglesia. Pese a la culpa, que lo acompañó durante toda su vida, y que lo llevó a abandonar el blues por décadas, quizás nadie haya cantado con el sentimiento con el que lo hacía Son House. La manera en que este negro aporreaba su guitarra como un poseso, cantando con la vehemencia apocalíptica de los predicadores, fue más importante por la influencia en otros músicos, que por la popularidad de sus canciones.

Tras la grabación de 1930, "uno de los principales hitos de la historia del Blues del Delta", pero un fracaso de ventas, House no tuvo oportunidad de volver al estudio hasta más de diez años después. Fue para la Biblioteca del Congreso, en el año 1941, gracias al investigador Alan Lomax, otra figura fundamental. Tras grabar para Lomax, House regresó a los campos de algodón y la iglesia. No volvería a tocar la guitarra durante quince años.

EL ALMA AL DIABLO. La leyenda del músico que vende el alma al diablo a cambio de aprender a tocar la guitarra, nació con el blues. Y si bien no fueron pocos los músicos que en esa época alimentaron el mito, hubo uno que lo llevó al mismo nivel de popularidad que su música. Y se trata del que quizás sea el más importante guitarrista de blues de la historia: Robert Johnson.

No hay en la música norteamericana, un enigma tan grande como el que rodea a Robert Johnson. Son pocas las certezas que se tienen sobre su vida. Vivió 27 años -entre 1911 y 1938-, grabó sólo 29 temas, y existen dos únicas fotografías suyas. No se sabe cómo murió ni el lugar en el que fue enterrado; tres lápidas se disputan su nombre.

Johnson se volcó de lleno a la música luego de que su mujer muriera durante el parto, junto al niño que estaba dando a luz. A partir de ese momento se dedicó a seguir a músicos como Patton y House, ignorando las recomendaciones que estos le hacían de abandonar la guitarra, dada su escasa habilidad con las seis cuerdas.

Fue entonces que desapareció. Cuando regresó, un año después, lo hizo tocando la guitarra y cantando como nadie lo había hecho antes en todo el Delta. A juzgar por la evolución del joven guitarrista, el encuentro con el diablo sonaba convincente. Lo cierto es que había pasado todo ese tiempo con Ike Zinermon, un ilustre desconocido que quizás haya sido el mentor musical del guitarrista más influyente del siglo XX.

El músico entró a un estudio de grabación por primera vez en 1936, y volvería a grabar al año siguiente. Detrás de ambas sesiones de grabación estuvo, como no podía ser de otra manera, Henry C. Speir.

La versatilidad de Johnson para cantar y tocar la guitarra, sentaría las bases del blues tal cual fue interpretado a partir de entonces y transformaría la música para siempre. Canciones como "Sweet Home Chicago" o "Love in Vain", fueron un punto de inflexión entre el blues que se tocaba hasta ese momento, y el que se desarrollaría a partir de la década siguiente, cuando esta música se electrificó y emigró a Chicago.

BLUES ELÉCTRICO. Cuando las cosechadoras de algodón mecánicas comenzaron a llegar a las plantaciones del sur, a mediados de los años 40, la emigración hacia ciudades como Chicago y Detroit, donde los negros iban en busca de mejores condiciones de vida, dejó de ser "una opción para transformarse en un imperativo". Cuando los negros emigraron, el blues lo hizo con ellos.

Los cuatro blueseros más importantes de la segunda mitad del siglo (Muddy Waters, Howlin´ Wolf, John Lee Hooker y BB King), conocieron el éxito en el norte del país, aun cuando todos están indisolublemente ligados al Delta, y no únicamente por lo que indican sus partidas de nacimiento. Si bien electrificaron el blues del Delta, no se apartaron del espíritu de los músicos que habían grabado veinte y treinta años antes. BB King tampoco; pero su música fue un punto de inflexión que llevó el blues a lugares impensados. No sólo incorporó cosas del jazz y del rythm & blues en sus temas, y grabó con artistas de todos los estilos; llegó a tocar en la Casa Blanca para Bill Clinton, y en el mismísimo Vaticano, para el Papa Juan Pablo II.

Si bien Gioia le da un lugar destacado dentro del libro, totalmente justificado, la importancia de King, "la última superestrella del Delta", está en el hecho de haber llegado al público no "bluesero". Nunca olvidó ni renegó de sus orígenes, todo lo contrario; pero a medida que avanzaba su carrera, fue quedando cada vez menos del Delta en la música de BB King.

De todas formas, el músico nacido como Riley B. King el 16 de setiembre de 1925, en Indianola, MS, que continúa tocando en vivo, es un gigante del blues, y es posible que sea recordado como el más grande de toda la historia cuando ya no esté entre nosotros.

Pero para continuar por el derrotero de la música nacida en el sur de los Estados Unidos, hay que seguir la carrera de los que continuaron tocando esa música una vez arribaron al norte del país.

Nacido McKinley Morganfield el 4 de abril de 1913, en Clarcksdale, MS, Muddy Waters alternaba la guitarra con las tareas en los campos de algodón y el contrabando de whisky cuando fue descubierto y grabado por Alan Lomax en su ya mítico viaje de 1941.

Después del encuentro con Lomax, el músico tomó un tren a Chicago, compró una guitarra eléctrica y comenzó a adaptar su sonido a la música que había tocado toda su vida.

Sus grabaciones iniciales no gustaron a la compañía discográfica, pero la primera tirada de discos se vendió en 24 horas. Waters le cantaba al sur al que ya no iba a volver, como tampoco lo harían los negros que agotaban sus discos. Canciones como "I Feel Like Going Home", y "I Can´t Be Satisfied", no sólo ponían letra y música a la nostalgia de los negros emigrados; estaban dando nacimiento al blues eléctrico, en el que el guitarrista ya no estaba solo, sino acompañado por una banda.

Si Waters había modernizado las técnicas de Son House, Howlin´ Wolf hizo lo propio con las performances de Charlie Patton. No hubo en la historia del blues un showman tan impresionante. Medía casi dos metros, pesaba unos 140 kilos y cantaba como un demente gorila en celo. La gente llenaba los locales para presenciar sus espasmódicas actuaciones, en las que solía ponerse en cuatro patas y aullar como un lobo, y cuyo "truco más extravagante consistía en agitar una botella de Coca-Cola y metérsela bajo los pantalones; entonces se acercaba al micrófono, se bajaba la cremallera, sacaba la punta de la botella, y rociaba al público con la efervescente bebida". Quizás sea por este motivo que pasó más tiempo actuando en vivo que en el estudio. De todas formas grabó algunos temas imprescindibles ("Smokestack Lightning", "The Red Rooster"), y aun cuando nunca fue un éxito de ventas, ejerció una fuerte influencia en los músicos de ambos lados del Atlántico. Había nacido en la más absoluta de las pobrezas en White Station, MS, el 10 de junio de 1910, con el nombre de Chester Arthur Burnett. Moriría el 10 de enero de 1976, a causa de una metástasis cerebral.

Distinto fue el caso de John Lee Hooker. Contemporáneo de Waters y Wolf -nació supuestamente en 1917- Hooker no sentía nostalgia por su tierra natal, y mucho menos sus actuaciones tenían el cariz orgiástico de las de Wolf. Pero en su mano derecha condensó todo el espíritu del blues del Delta. Se trataba únicamente de su guitarra y su voz. Aunque suena a blues, la música de Hooker no era estrictamente blues. Tocaba un riff único, en el que no había repetición después de los doce compases, ni la letra estaba construida según la forma A-A-B. Algunos lo llamaron blues profundo. El músico prefirió el término boogie.

En noviembre de 1948 ingresó al estudio y grabó "Boogie Chillen". Fue su primer éxito. Llegó al número uno de las listas y vendió cerca de un millón de copias. Desde entonces Hooker no paró. Más de veinte discos suyos fueron editados en los años siguientes, por una cantidad similar de compañías discográficas. Grabó más de doscientas canciones en cinco años. Cuando quiso acordarse, se había convertido en "una novedad pasada de moda".

LA RESURRECCIÓN. A mediados de la década del 60, los músicos de blues urbano eran leyendas vivientes. Todo el rock surgido en esa década estaba fuertemente influenciado por el blues que estos habían llevado a las grandes ciudades. Pero salvo los coleccionistas y los músicos, ya nadie recordaba al blues del Delta. Hasta que este revivió.

"En los anales de la música norteamericana hay pocos acontecimientos tan sorprendentes como el resurgimiento del blues en la década del 60", afirma Gioia con razón. Entonces, nadie sabía si músicos como Son House, Skip James o Mississippi John Hurt, estaban vivos o muertos.

Pero unos jóvenes aficionados al blues repitieron el viaje que había hecho Lomax veinte años antes. En 1963 encontraron a Hurt; al año siguiente a Son House y Skip James. Los músicos apenas si recordaban sus propias canciones. Fueron estos aficionados quienes les hicieron escuchar sus viejos temas para recordarles cómo tocarlos.

Con casi 70 años volvieron a presentarse en vivo, grabaron viejas y nuevas canciones, e incluso algunos, como Skip James, llegaron a presentarse en Europa. Era la despedida. Hurt murió en 1966 y James en 1969. House siguió tocando hasta 1976 con la misma energía y la misma culpa con que lo hacía casi medio siglo antes. Murió en 1988.

EL BLUES DEL ADIóS. Muddy Waters continúo su carrera con altibajos, con más éxito cuando colaboraba con los músicos a los que había influido, que cuando grababa material propio. Falleció de un carcinoma pulmonar el 30 de abril de 1983.

Algo similar ocurríó con John Lee Hooker, aunque llegó a tiempo para condecoraciones como el Paseo de Las Estrellas del Hollywood Boulevard, y la inclusión de la versión original de "Boogie Chillen", en la lista de "canciones del siglo" de la Asociación de la Industria Discográfica de los Estados Unidos. Murió el 21 de junio del 2001, por problemas vasculares que lo aquejaban hacía tiempo. Nunca había dejado de tocar en vivo.

Sobre el final, Gioia dedica unas páginas a la actualidad del Blues del Delta. Saluda que el estado de Mississippi incluya al blues en su turismo oficial; "sin embargo, esta incesante actividad superficial apenas puede ocultar el hecho de que los jóvenes afroamericanos del Delta demuestran muy poco interés por esta tradición", se lamenta, sin perder la esperanza. "Muchos de los acontecimientos que contribuyeron al primer florecimiento del blues del Delta -sus huellas digitales sociológicas, demográficas y culturales- todavía están presentes, por desgracia, en muchos aspectos (…) Nadie discutirá que el pueblo de esta región todavía tiene muchos motivos para conservar el sentimiento blue, ni que se han ganado el derecho de convertirlo en canciones".

BLUES. LA MÚSICA DEL DELTA DEL MISSISSIPPI, de Ted Gioia, con ilustraciones de Neil Garpe. Turner, 2010. Madrid, 519 págs. Distribuye Océano.
El Delta

Ted Gioia

LA REGIÓN DEL Delta del Mississippi es una extensa llanura aluvial (…) Mide unos trescientos cincuenta kilómetros desde Vicksburg hasta Memphis, limita al oeste con el río Mississippi y se extiende hacia el este un promedio de cien kilómetros (…) Para los aficionados al blues, este es el `Delta`, aunque los geólogos afirmen que en rigor no es el Delta del río Mississippi, que se halla donde las poderosas corrientes desembocan en el Golfo de México, al sur de Nueva Orleáns.

Ningún presidente de Estados Unidos procede de la región del Delta. En realidad, ninguno procede del estado de Mississippi. Tampoco ningún vicepresidente (…). El aporte de esta región a los campos de la física y de la química es prácticamente nulo. Lo mismo puede decirse con respecto a la economía, la psicología, la sociología y cualquier otra disciplina académica (…). Ni una sola de las quinientas corporaciones más ricas de América ha surgido en esta zona.

Sin embargo, la música de todo el mundo se ha transformado gracias a las canciones que se han hecho aquí (…). Si el blues no hubiera existido, gran parte de la música que escuchamos a diario sería esencialmente distinta, tibia y desprovista de entrañas.

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