Julio López
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Libro Trabajadores de Praxair
Por Trabajadores de Praxair - Friday, Oct. 29, 2010 at 3:08 PM
delegados_praxair@yahoo.com.ar (Casilla de correo válida)

Salió la 3era Edicion del libro Nuestra Comisión Interna: La organización de los trabajadores de Praxair, el libro de y por los trabajadores.

Para conseguirlo o conocer las librerias y puntos de venta en todo el pais escribinos a delegados_praxair@yahoo.com.ar

Enviamos extractos de la Presentacion, Extractos del Prologo de Osvaldo Bayer y articulos en la Revista 23 y diario Pagina 12 sobre nuestro libro.


"Este texto relata la pelea que dimos los trabajadores de Praxair por armar y tener nuestra Comisión Interna. Quienes escribimos somos trabajadores de Praxair y, actualmente, Delegados de fábrica (…)
El texto es nuestro relato, el de los trabajadores. Es el relato de nuestras intenciones, ideas, sentimientos, dolores, miedos y acciones. Es decir, el texto es nuestra historia (…)
A lo largo del texto contamos los principales hechos: los mo­mentos previos a la organización, las acciones antisindicales de la empresa, el porqué y para qué de la organización, la primer elección interna, el despido discriminatorio contra el candidato a Delegado Maxi Arecco, el no reconocimiento de la Comisión por parte de la empresa, la primer elección oficial de delegados, la primer asamblea, los aprietes de la empresa a los compañeros, las distintas medidas de fuerza, el primer paro, las primeras con­quistas, la reincorporación de Maxi y la inauguración del Cuarto Gremial, como símbolo de la definitiva instalación de la Comi­sión en Praxair Argentina Casa Central.
La intención de este trabajo es contar nuestra experiencia de organización en una multinacional que, por todos los medios, intentó evitar la existencia de la Comisión Interna."
De la Presentación de Alfredo Cabaña, Maxi Arecco y José Vega

“Este libro es un verdadero testimonio de la dignidad de los que luchan por una vida decorosa. Pareciera la historia de aquellas décadas de fines de 1800 cuando los trabajadores de la nada co­menzaron a obtener las primeras leyes de trabajo, los primeros estatutos, aquellas jornadas épicas por las ocho horas de trabajo. Lo que leemos aquí no ocurrió ni en 1890 ni en 1919 la época de la Semana Trágica, no, esto ocurrió en la Argentina, aquella típica de los 90 del siglo pasado y de los primeros años del 2000 (…)

El relato es ajustado y rico en actos y búsquedas. Una empresa multinacional que llega a la Argentina y se cree dueña de la vida y de los sueños de todos sus trabajadores. Los obreros están para trabajar y obedecer y enriquecer a la multinacional y a sus ejecutivos. Y nada más. Esos son sus principios de la Ética y de la Dignidad (…)
Todo el accionar de los luchadores se matiza con las declaraciones de obreras y obreros que en su idioma van relatando las condiciones en que se trabajaba y cómo poco a poco, primero el coraje de algunos y luego el poder de las asambleas fue cambiando el panorama. Este libro trae esencialmente enseñanza para la reconstrucción de la democracia sindical y de la democracia de la propiedad.”
Extracto del Prologo de Osvaldo Bayer



Entrevista en Revista 23
15-10-2009

http://23adiario.elargentino.com/nota-61920-La-otra-Kraft.html

Praxair
La otra Kraft




15-10-09 / La exitosa experiencia sindical de los trabajadores de la multinacional del gas estadounidense que llegó al país con ímpetu flexibilizador. Pero la organización gremial logró imponerse. Los delegados, que escribieron un libro, cuentan su historia.

Por Tomás Eliaschev

Para quienes se solidarizan con los trabajadores de Kraft-Terrabusi, ya no es lo mismo comerse una Tita. Algo similar le pasará al que lea el libro Nuestra Comisión Interna. La organización de los trabajadores de Praxair: la próxima vez que vea burbujear una gaseosa, respire de un tubo de oxígeno o compre hielo en una estación de servicio, seguramente recordará la historia de estos laburantes que enfrentaron la brutal flexibilización que intentó imponer esta multinacional gasífera, y vencieron.

Praxair –que, al igual que Kraft, tiene su casa central en Estados Unidos– llegó al país en 1992, y en poco tiempo se hizo fuerte. Compró Fracchia Hnos., Pastafiglia, Gases de Ensenada, Liquid Carbonic, Rolito, Gases Industriales y Oxirent, entre otras. Y se estableció con catorce sucursales en varios puntos del país.

La empresa no mostró demasiado apego por la legislación local. Para graficar la moral empresarial, hace cuatro años la Comisión de Defensa de la Competencia los sancionó por cobrar precios abusivos por oxígeno para hospitales públicos. En esa línea, en los años dorados del menemismo, los gerentes no ocultaban que en Praxair estaba prohibida la organización gremial, a la par que despedían y flexibilizaban todo lo posible. Cuando alguien levantaba cabeza, era despedido. Sin embargo, sus trabajadores lograron tal fortaleza que ahora cuentan su propia historia en el libro, con prólogo de Osvaldo Bayer, que va por su tercera edición.

Reunidos por Veintitrés, los delegados Julio Menguini, Maxi Arecco, José Vega y Alfredo Cabaña recuerdan su experiencia, desde que se juntaban a las escondidas en el vestuario para quejarse de que los hacían trabajar gratis los domingos hasta el presente, cuando se sacan una foto en la puerta de la planta que Praxair tiene en Talar de Pacheco sin temor a represalias. “En el libro está nuestra voz, de la forma en la que podemos expresarla. Nos ayudaron a corregir las faltas de ortografía y no hay palabras difíciles. Cualquier trabajador que lo lee se siente identificado”, explica Arecco, que en 2005, al mismo tiempo que fue elegido delegado junto a los otros, fue despedido. Dos años después, luego de una lucha que todavía sigue en la Justicia, tuvieron que reincorporarlo. “Una vez que terminó el conflicto principal, que era por el armado de la comisión interna y mi reincorporación –sigue–, empezaron a llamar de muchos lugares para preguntarnos por nuestra experiencia. Y vimos que adentro de la fábrica nos estábamos olvidando de nuestras conquistas.” Así fue naciendo el libro, editado por el Taller de Estudios Laborales (se consigue enviando un e-mail a delegados_praxair@yahoo.com.ar).

La historia cobra plena vigencia hoy con la batalla de Kraft, de final abierto: o se impone una empresa que no respeta el derecho a la organización gremial o los trabajadores consiguen que se respete la ley (ver recuadro). En Praxair sucedió lo segundo. Y la compañía no es un hueso fácil de roer. Se trata de la mayor empresa de gases industriales del continente americano y la mayor proveedora de dióxido de carbono y helio del mundo. Tiene 27 mil empleados en 40 países y ventas anuales por 7.700 millones de dólares. Es la descendiente directa de Union Carbide, la propietaria de la planta de Bophal, en la India, donde se produjo el mayor desastre industrial de la historia: tras una fuga de gas murieron más de 30 mil personas por no contar con las medidas de seguridad apropiadas. Pero volvamos al norte del conurbano, a la zona industrial, no muy lejos de la fábrica de galletitas donde todavía está la policía.

–¿Cómo era la situación antes que comiencen con su pelea gremial?

–A la gente le decían que para trabajar en Praxair no te podías afiliar al sindicato. Mientras, nos quitaban los derechos, dividían a los sectores, a algunos no les pagaban las horas extras y a otros no le reconocían las categorías. Fueron quitando todos los beneficios que cada trabajador tenía de la fábrica de donde venía. Donde había un premio extra o algún adicional, lo sacaban. Quitaron derechos generales. Obligaron a que la gente trabaje los domingos, sin franco, sin pagar horas extras. En un primer momento, la gente aguantaba por la difícil situación del país.


La bronca se masticaba en silencio. Y empezaron algunos diálogos en secreto. “Veíamos en noticieros y en algunos recortes que traíamos al vestuario los reclamos del subte, de otras empresas, las luchas por aumento de salario”, señala Vega. Corría el 2003 y los trabajadores ocupados comenzaban a protagonizar importantes conflictos, después de muchos años de perfil bajo. Cabañas destaca un momento clave: “Empezamos a leer las leyes laborales y el convenio. Ahí damos vuelta la hoja. Había cosas que ni sabíamos, como el subsidio por fallecimiento”. Todos los años de flexibilización y pérdida de derechos daban sus frutos amargos: los problemas de salud se hicieron moneda corriente. En esos días se fue consolidando un grupo de diez o quince empleados que hablaban de cómo organizarse. “En esos años discutimos cómo tenía que funcionar la comisión interna: la asamblea controla a los delegados, todos tienen que participar, la voz de todos los trabajadores tiene que ser igual. No tenemos dirigentes de la fábrica, tenemos representantes de la asamblea de los trabajadores de Praxair. No somos unos fenómenos, no somos más que los demás que están en la asamblea”, explica Arecco..

El círculo se fue ampliando, hasta que en abril del 2005, luego de afiliarse en el Sindicato Químico, decidieron hacer sus primeras elecciones de comisión interna. La empresa respondió echando a Arecco. “Ellos pensaban que echándolo esto se acababa. Pero Maxi venía todos los días para tratar de ingresar, aunque lloviera. Y seguíamos haciendo asambleas. Cada vez éramos más. Era claro que el despido no era por reestructuración. A la empresa se le empezó a ir de las manos el conflicto: no sabían qué hacer. Ojo, nosotros tampoco”, cuenta Vega. Y Cabañas le da la razón: “No teníamos ningún tipo de experiencia sindical, tocamos de oído. Sobresalía la mejor idea”. Pero Praxair no cedía, pese a que el Instituto contra la Discriminación y la Xenofobia, el Ministerio de Trabajo, un fallo en primera instancia y la Cámara de Apelaciones indicaron que la empresa debía reincorporar a Arecco. Hasta que los trabajadores volvieron a las medidas de fuerza. “En mayo de 2007 paramos la fábrica totalmente con una movilización del sindicato y de otras comisiones internas. Conseguimos la reincorporación. Hoy, la empresa continúa por la vía legal y el caso está en la Corte Suprema. Pero estoy trabajando, soy delegado y la comisión interna está reconocida”, cuenta.

Para los delegados, más allá de haber conseguido ventiladores para no morirse de calor, un techo para no trabajar a la intemperie, un comedor para alimentarse dignamente o un cuarto gremial para reunirse, el logro más importante es la solidaridad. Los trabajadores de Praxair están indignados por la represión contra sus pares de la industria de la alimentación: “Hacemos asambleas con paro de producción por el tiempo que duran, para discutir la situación de Terrabusi. Juntamos plata para el fondo de huelga y participamos en los cortes y en las marchas. En Praxair entendimos que si avanzan con los derechos de los compañeros en otra fábrica, tarde o temprano van a avanzar sobre nuestros derechos”, plantea Arecco.

–¿Qué recomendación podrían darles a trabajadores que están desamparados sindicalmente?

–Que pueden estar las leyes escritas y los derechos reconocidos, pero si no estamos organizados, si no discutimos entre todos los compañeros, la empresa te los va a quitar. Sea una multinacional o una nacional, el dueño, o los accionistas, siempre quieren más ganancia. Y siempre la van a sacar de los trabajadores, como quieren hacer en Terrabusi.





Diario Pagina 12




http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-129320-2009-08-03.html



El país|Lunes, 3 de agosto de 2009

Tres libros escritos por trabajadores narran nuevas experiencias gremiales

Crónicas del otro mundo sindical

Delegados del subterráneo, de la multinacional Praxair y empleados de comercio de Rosario cuentan cómo se organizaron, los despidos y la tensión con las empresas y los sindicatos. Los tres libros ya debieron reimprimirse.

Por Laura Vales



La historia del cuerpo de delegados de Metrovías fue relatada por Virginia Bouvet, empleada desde hace 15 años.

“Lo menos conocido del mundo sindical es lo que pasa en los lugares de trabajo”, señalan en el Taller de Estudios Laborales. Faltan miradas que observen y traduzcan lo que sucede ahí, aun cuando se trate de procesos que ocurren delante de todos los ojos. La información sobre el modo en que los trabajadores se organizan, a veces apoyados por sus gremios, muchas veces más al margen, con la hostilidad o la indiferencia de las conducciones sindicales, en raras ocasiones es contada y con el tiempo se pierde, en un proceso favorecido por la fragmentación social.

Sin embargo, en los últimos tiempos, impulsadas por el desarrollo de nuevas experiencias gremiales, hay historias que empezaron a ser escritas. Es el caso de la formación del cuerpo de delegados de Metrovías, relatada en el libro Un fantasma recorre el subte, de Nuestra comisión interna, de los delegados de la multinacional Praxair, y de Qué hicimos, de los empleados de comercio de Rosario.

Los tres trabajos están siendo presentados juntos por sus autores. Los reunió por primera vez una invitación de la gremial docente de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), que organizó un panel, y desde entonces han seguido llevando en combo sus libros a otros públicos.

Quienes los escribieron son delegados, casi todos militantes sin experiencia previa ni formación académica, pero con el punto de vista privilegiado de haber sido protagonistas de los procesos de reorganización gremial que siguieron a la década del ’90... El principal atractivo de sus relatos es que se trata de crónicas sobre cómo sucedieron las cosas. Se centran en lo que ocurrió y detallan de qué manera.

El propio estilo

Nuestra comisión interna cuenta la historia de los trabajadores de Praxair, compañía productora de oxígeno medicinal y gases industriales. La multinacional controla en América latina el 50 por ciento del mercado en su rubro, y figura a nivel mundial, según el ranking que elabora cada año la revista Fortune, entre las 300 firmas más importantes del planeta.

Praxair desembarcó en la Argentina en 1992. Aquí compró a varias de sus competidoras y las fusionó en un proceso de concentración económica; al mismo tiempo, al interior de cada planta, según se relata en el libro, achicó el número de su personal con despidos y recortó los beneficios laborales.

El relato de Nuestra comisión... empieza en este punto casi submarino y pasa por todas las estaciones del viaje hacia la recuperación de los derechos laborales. Cuenta las primeras reuniones de los trabajadores en el vestuario, los intentos fallidos de organización y los hitos que marcaron el camino: el llamado a la elección de delegados, el despido de uno de los candidatos, la difícil pelea por su reincorporación, el reingreso del despedido, el reconocimiento de la comisión interna y, finalmente, la inauguración en Praxair de una sala gremial.

Nuestra comisión interna fue escrito por Maxi Arecco (31 años), Alfredo Cabaña (50) y José Vega (40), los tres delegados. ¿Para quién escribieron? “Pensamos primero en los compañeros, después, en la gente que está en una situación similar a la nuestra, que tiene que pelear contra estas multinacionales con las que parece que uno va a perder como en la guerra, para contar que se puede ganar. Y además, para agradecerles a los que nos ayudaron, como los abogados, la gente de otros sindicatos y comisiones internas”, dice Arecco.

Hicieron una primera edición de 500 ejemplares que se vendió en veinte días, la mayor parte dentro de la misma fábrica, donde trabaja un centenar de personas. “Casi todos se llevaron un libro para ellos y otros para regalar.” Al mes del lanzamiento hicieron una segunda edición que ahora están pidiendo trabajadores de otros gremios. La llevan también abogados laboralistas y estudiantes universitarios, especialmente de las carreras de historia y sociología.

Para armar el libro, los delegados entrevistaron a otros trabajadores de la planta y apelaron a sus recuerdos. Luego se acercaron al Taller de Estudios Laborales, donde pidieron ayuda para editarlo. En el TEL les plantearon que podían llamar a un corrector de estilo, pero a todos les parecía mejor que el libro se imprimiera corrigiendo sólo las faltas de ortografía. Así salió, manteniendo el tono original con el que fue escrito.

Qué hicimos

Carlos Ghioldi, del gremio de comercio de Rosario, lleva escritos siete libros. A diferencia de los delegados de Praxair, que no tenían militancia previa, Ghioldi es una figura conocida en el ámbito de la izquierda gremial, un independiente vinculado tanto a la actividad sindical clásica como a la recuperación de empresas.

Ghioldi registró la historia del supermercado Tigre, cerrado por un vaciamiento empresario y recuperado por los trabajadores. Su último libro (Qué hicimos), está dirigido a debatir las prácticas gremiales.

Julia Soul señala en su prólogo que, en estos procesos de construcción y organización, el interés no está puesto en “la lucha por el control de las estructuras sindicales, sino en el fortalecimiento de la organización colectiva en el lugar de trabajo”. El autor coincide que ése fue su objetivo. “No soy un escritor sino un militante, escribo en función de que otros puedan apropiarse de las experiencias de lucha y organización, que aprendan incluso de nuestros errores”, asegura. Cuenta que escribe solo, “pero hay un grupo de cinco o seis compañeros de militancia que me revisan los originales y van incorporando cosas”.

En Cuestiones de política gremial habla de cosas como la importancia de “educar activistas y militantes gremiales en concepciones democráticas y formadas en el antimacartismo”. En otros trabajos ha llegado a contar los detalles concretos de cómo hacer actividad gremial. “Por ejemplo, lo que es ir de recorrida, visitando lugares con un volante.. Aunque poca gente lee el volante, porque la cultura de leer lamentablemente se perdió, con la recorrida la gente ve que hay alguien que está tratando de reagruparse.” En una situación social fragmentada, hasta el conocimiento más básico puede resultar un dato valioso.

Cómo se habla

Virginia Bouvet escribió Un fantasma recorre el subte, sobre la organización del cuerpo de delegados del subte. Se tomó tres años para terminarlo pero valió la pena: hizo un libro que se lee de un tirón.. “Mi obsesión era poder contar la historia como si estuviera hablando, no quería que fuera difícil o aburrido”, señala. Lectora de Truman Capote y de Rodolfo Walsh, eligió la crónica como género. En su relato hilvanó los grandes hechos colectivos con anécdotas de entrecasa sobre la organización.

Virginia trabaja en el subte desde los 19 años –hoy tiene 34– y es integrante del área de prensa del cuerpo de delegados. Así tuvo que escribir gacetillas, informes, balances y relatos sobre lo que después sería el tema de su libro.

Como delegada, es ciento por ciento nueva generación. “Me convencieron de participar los compañeros que venían de otras experiencias y tenían formación”, recuerda, “porque yo no tenía ninguna experiencia, en el secundario habíamos intentado armar un centro de estudiantes, yo salí delegada de segundo, me tocó hablar con la monja que nos sacó corriendo y ahí se terminó el intento gremial”.

El Taller de Estudios Laborales coeditó algunos de estos trabajos; en otros casos colaboran sólo con su difusión. Consideran que su principal sentido es el de la utilidad, es decir que difundan experiencias que puedan contagiarse. “La gente pasa la mayor cantidad del día en su lugar de trabajo. Ahí se construye una relación de fuerzas, se vive o se sufre, pero pase lo que pase, por lo general no se cuenta nada públicamente, a menos que suceda un gran conflicto”, apuntan Daniel Giménez y Oscar Martínez.

Los tres libros salieron con tiradas reducidas y luego debieron ser reimpresos. Sus relatos, en primera persona del plural, tienen un estilo propio. En algunos casos con un tono extremadamente popular. Por ejemplo, usan los signos de admiración para remarcar las ideas importantes o emplean mayúsculas en lugares inesperados, como en Delegados o Compañeros. Pero en contrapartida ofrecen una mirada fresca. Un dato curioso es que la mayoría de sus autores no se han formado en la izquierda tradicional; al leerlos, da la impresión de que para sus ojos todo es nuevo. Esa enorme ventaja se combina con un conocimiento de primera mano sobre las historias que cuentan.


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Comisión Interna Praxair Argentina (Casa Central)
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