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El Guaraní en la Argentina del Bicentenario: una presencia intuitiva y discreta
Por Gustavo Torres González* - Saturday, Oct. 30, 2010 at 2:01 AM

Como realidad geo-histórica, el guaraní fue lengua común de una vasta región sudamericana antes de ser colonizada por españoles y portugueses. Cuando estos llegaron, aproximadamente un millón quinientos mil guaraníes poblaban el noreste del territorio argentino, Paraguay y este de Brasil (GORI, Gastón (1998) Inmigración y colonización en la Argentina, Buenos Aires; Eudeba). También esta lengua fue utilizada en el proceso de la emancipación americana.

El momento histórico de inclusión lingüística guaraní en la República Argentina fue el mismo instante en que la Nación estaba celebrando el primer año de la Revolución de Mayo, cuando el revolucionario Juan José Castelli plasmó su proclama de Tiahuanaco en guaraní, quechua y aymará. Este ha sido uno de los antecedentes más claros de reivindicación de la igualdad de derechos ciudadanos de la que habló el prócer Castelli hace casi 200 años: la del derecho lingüístico.

Un ejemplo del extendido uso del guaraní, no sólo en el Paraguay (idioma oficial desde el año 1992), sino también en la República Argentina, fue el hecho protagonizado por el General Manuel Belgrano, Vocal de la Junta de Buenos Aires, enviado al Paraguay para tratar de su incorporación a la Provincia de Buenos Aires. El mismo Belgrano dio al guaraní el rango de lengua representativa al escribir en este idioma y en castellano sus proclamas exponiendo los motivos de la expedición armada y las remitió al Gobernador, a los paraguayos, a los obispos y a los comandantes de Misiones e Itapúa: “Chéko aju penê pytyvôvo” (yo vengo a ayudarlos). (Datos extraídos del artículo El Bicentenario de la Independencia Paraguaya y la Lengua Guaraní de Miguel Verón, disponible en http://iealc.fsoc.uba.ar/hemeroteca/02).

En ese transitar, el uso de la lengua guaraní en la región del Río de la Plata, principalmente en la Argentina, demuestra que una parte de este pueblo multiétnico ha estado resguardando celosamente este idioma en la leyenda, la toponimia, la agricultura, la hidrografía, en la zoología, asi como en la fauna y la flora. Esta característica quedó reflejada a través del testimonio de Marcos Sastre en su obra cumbre El temple argentino para describir la presencia guaranítica en la isla del Delta del Río Paraná, actual Tigre. Este texto fue un importante manual escolar durante varias décadas e ignorado por completo después. La Biblioteca Nacional lo rescató, editàndolo bajo la direccion de Horacio Gonzàlez, como parte de la colección denominada Los Raros.

En este salto de tiempo, el aumento de la diáspora de los y las hablantes guaraní a los grandes centros urbanos de la Argentina, principalmente en el gran Buenos Aires y en las provincias de Misiones, Formosa, Corrientes, Chaco, entre otras, ha extendido el uso de esta lengua y fortalecido las existentes [cuàles existentes? no queda claro] expresadas de maneras diversas en el habla corriente.

Asimismo, las conquistas de mayores derechos ciudadanos recobran las revalorizaciones lingüísticas, lo que se traduce por un aumento considerable de nombres de origen guaraní (a pesar de trabas burocráticas en los registros civiles), dentro el grupo social de habla y costumbres guaraní. Esto denota la valoracion positiva de la lengua vernàcula. Como sostiene el lingüista paraguayo Davida Galeano, del Ateneo de Lengua y Cultura Guarani: “los nombres guaraní reflejan el profundo y sensible conocimiento de la naturaleza y de la vida que tuvieron y tienen” [frase inconclusa: quiénes tuvieron?].

Esta revalorización lingüística guaraní también está acompanada por la creacion sostenida de espacios de discusión (cursos de guaraní en varias universidades y centros culturales, nuevos sitios en internet), permitiendo mantener vivos los rasgos profundos de la identidad de sus hablantes y su mayor inclusión social-cultural en el territorio argentino.

Cabe destacar además que cuatro familias lingüísticas guaraní se hacen presente en la actualidad en la República Argentina: el guaraní chané/chiriguano o avá guaraní, hablado por chiriguanos/chañes y tapietés en las provincias de Salta y Jujuy; el guaraní mbyá, hablado por los mbyás de la provincia de Misiones, el guaraní correntino, hablado fundamentalmente en la provincia de Corrientes, Chaco, Misiones, Formosa y, por efecto de la migracion, en Rosario y Buenos Aires. Y, finalmente, el guaraní paraguayo, hablado por migrantes paraguayos y paraguayas. En Corrientes, la construcción lingüística de un gran número de habitantes está influido por el guaraní. Un pequeño grupo de nativos de la zona de los humedales del Iberá (agua brillante) es monolingüe guaraní.

La presencia guaranítica

La presencia guaranítica caracteriza culturalmente a singulares espacios geográficos en el actual territorio de la Argentina, donde muchas palabras del castellano tienen su argot guaraní. Los nombres históricos de pueblos y ciudades son abundantes en esta lengua. Por mencionar solo algunos lugares, destaquemos: Japeju -el lugar de nacimiento del Libertador San Martín-, Ituzaingo (salto o cascada de agua) en la provincia de Corrientes, donde está emplazada la represa binacional Yacyretá (tierra de la luna), e Ituzaingo, ciudad del Gran Buenos Aires, en la provincia de Buenos Aires. Ñu Guazú (campo grande), una localidad en la provincia de Córdoba, el pueblo de Panambí (mariposa) en la ribera del río Uruguay; las islas Pindoi (palmerita), nombre de una isla en el río Paraná frente a Corpus (Misiones) y Apipé, en la provincia de Corrientes. El salto Moconá, del guaraní mokô (tragar) y na, de la palabra aña (diablo), es decir donde el diablo traga.

Las toponimias Oberá (brillante), ciudad de la provincia de Misiones, Aguaray (agua del zorro), una localidad de la provincia de Salta. Garupá (puerto o lugar donde descansan las embarcaciones), Mbariguí (jején), puerto de la colonia Oro Verde en Misiones, Itaembé (borde de piedra o piedra filosa), Mbopikuá (cueva de murciélago); Yarará (víbora venenosa), nombre de un puerto de El Dorado, Misiones; o Guazupí (piel de venado) entre otros nombres guaraníticos, huellas de las Misiones Jesuíticas.

En la hidrografía, son representativos los ríos Paraná (agua que corre hacia el mar), Uruguay (río de los caracoles), Iguazú (agua grande) y Pepirí Guazú.
En la gastronomía popular, el caracú (tuétano, médula) es apelativo común del tradicional puchero. De la misma forma, la cultura guaraní influyó en el consumo de la batata (jetý), la calabaza (andaí), el zapallo (kurapepê) y la yerba maté (ka`á), costumbre que hoy está íntimamente relacionada con la identidad argentina.

En la región de la Mesopotamia argentina (Misiones, Corrientes y Entre Ríos), el apelativo gurí es denominación habitual para nombrar a un niño o a un menor; el avestruz no es otro que el ñandú; el yacaré es sinónimo de cocodrilo; el tatú carreta o tatú guazú, denominacion del más grande de los armadillos; y el aguará guazú es genéricamente el zorro grande. Sin bien la modernidad se ha ocupado de disminuir su uso, el chiripà, pañal infantil de tela o atavío de los gauchos, también tiene su agregado guaraní. La acción de pitar (fumar, chupar) tiene su etimología guaraní. La onomatopeya piripipí es frecuente para referirse a un estruendo o a algo perfecto o fastuoso y la fruta del ananá es de fonética guaraní. En la floresta conviene destacar algunos nombres que se utilizan principalmente para referirse a algunos árboles de buena madera como el timbó, el urundey, el peteribi, el guatambú, etc.

Por la senda del reconocimiento oficial

Junto con sus hablantes, el ava ñe’ẽ (en guaraní idioma del hombre) ha demostrado ser un idioma de resistencia al perdurar por tanto tiempo frente a los embates de la exclusión y la marginación, sin dejar de ser la lengua más hablada en el Paraguay y convivir junto con otras lenguas hegemónicas en regiones de Brasil, Argentina, Bolivia, y plantando su rastro toponímico e hidrográfico en la República Oriental del Uruguay.

A pesar de ser el idioma más extendido y hablado por los paraguayos y paraguayas, la constante y sistemática adversidad y la desidia gubernamental han provocado el “refugio interno” de sus hablantes, siendo a pesar de ello el idioma de mayor comunicación, principalmente de la población campesina e indígena. El mutismo lingüístico al que fueron sometidos los guaraní-parlantes melló intrínsecamente en la autoestima de esta población, tanto en Paraguay como en algunas regiones de la Argentina. Recuperar la voz de este importante sector permitiría superar esa barrera psicosocial, permitiendo a sus hablantes desarrollarse con derecho pleno.

Ateniendo a esto, es menester destacar que el guaraní cada vez se hace más presente en Buenos Aires a través de esta población migrante, aunque por la necesidad de insertarse en una nueva cultura y, por temor a ser discriminada en ese contexto socio-cultural, iba perdiendo sus raíces y dejó de lado la transmision de sus valores culturales e idioma a las nuevas generaciones. A la sazón, el guaraní se encuentra carente de un status de reconocimiento pleno en el plano jurídico, social, cultural y educativo desde los organismos públicos y privados, situación que de alguna forma permite su invisibilización y estigmatización en la condición de hablante del guaraní, como proveniente de una zona de "menor desarrollo económico”. Esto construye un concepto perjudicial en el interior de la sociedad en su conjunto que, ya sea por acción u omisión, repercute negativamente en la protección de este significativo grupo de hablantes para su inserción social, política, económica y cultural.

A pesar de esta situación, se está percibiendo algunos avances importantes desde el ámbito legislativo en la República Argentina. Un Proyecto de declaración de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación de noviembre de 2006 establece la necesidad de que el Poder Ejecutivo promueva la postulación ante la UNESCO de la lengua guaraní como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. En este sentido, el Proyecto de Ley “Programa de asociativismo y cooperación para la lengua guaraní” es un ejemplo activo traducido en el Expediente 5008/09 de la misma Cámara, basado en la posibilidad de que cada municipio genere sus propias políticas lingüísticas, atendiendo a la realidad de los trabajadores de habla guaraní que viven en Corrientes, Formosa, Misiones, conurbano bonaerense, Capital Federal, cordón industrial de Rosario, Chaco y la selva salteña.

En la actualidad nos encontramos en los albores de una nueva etapa prefijada en antecedentes recientes como la oficialización del guaraní en la República del Paraguay en el año 1992 y la sanción de la Ley 5598/04 de la provincia de Corrientes que establece al guaraní como idioma oficial alternativo, la adopción del guaraní como uno de los idiomas del Estado Plurinacional de Bolivia tal como lo reconoce la nueva Carta Magna. En este sentido, puede evidenciarse que el peso histórico llevará al guaraní en la senda del reconocimiento como lengua oficial y de trabajo del MERCOSUR, al ser idioma oficial de uno de los países socios. Llegado este momento, el avance hacia el plurilingüismo obligará a una acción política de reparación hacia la lengua de los más humildes, de los mestizos y de los pueblos originarios del Cono Sur latinoamericano y desterrar por completo el axioma mitrista-sarmientino, donde comienza el guaraní termina la civilización, dentro de la dicotomía civilización y barbarie.

(*) Licenciado en Ciencias de la Comunicación, periodista e investigador.

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