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Ecuador: El trotKysmo y el alzamiento golpista
Por PRS - Partido de la Revolución Socialista - Saturday, Oct. 30, 2010 at 11:38 AM
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El carácter del alzamiento del 30 de septiembre

El alzamiento de la policía y sectores de la aeronáutica, el 30 de septiembre, puso a Ecuador en el centro de la situación política latinoamericana. La policía se concentró en el principal cuartel de Quito, en Guayaquil, y otros regimientos en las principales ciudades del país, mientras que la aeronáutica tomó el control de varios aeropuertos, entre ellos de la capital. Los policías, además tomaron el control de la Asamblea Nacional: “Durante la rebelión, la sede del Congreso fue invadida por policías después de que la seguridad legislativa abandonó su puesto en solidaridad con los sublevados y, según partidarios de Correa, con la complicidad de la oposición.”(Reuters).

Ante esto, Correa junto a centenares de miembros de su partido, Alianza País, se dirigió personalmente al destacamento policial de Quito donde dio un discurso, llamando a los policías a terminar con el alzamiento: “El presidente de la Revolución Ciudadana intentó explicarles la ley a los policías, comentó los avances que su gobierno les ha dado a las fuerzas policiales -desde camas para dormir en cuarteles anteriormente sin ellas, armas y un aumento del 81% en el salario en apenas 3 años” (Tercera Información. es).

Allí se produjo posteriormente una violenta represión, que dejó muertos y heridos, entre estos últimos el propio Correa, quien estuvo nueve horas dentro del hospital de la policía, desde donde denunció su detención. Posteriormente, tropas del ejército irrumpieron en el hospital y se enfrentaron a la policía. Finalmente trasladaron a Correa a la sede del gobierno.

Uno de los objetivos del alzamiento era evitar que las fuerzas armadas sean alcanzadas por la llamada ley de servicio público, que elimina bonos por ascensos y condecoraciones. Este objetivo fue públicamente apoyado por la cúpula policial y militar, constituyendo un reclamo “orgánico” del conjunto de las fuerzas armadas, lo que por sí mismo ya alcanzaría para visualizar su carácter ultrareaccionario.

Pero el alzamiento militar se combinó además con una fuerte crisis económica, que ya había abierto una crisis de gobierno y del régimen político. Días antes del alzamiento militar, el gobierno, ante la negativa de los partidos de la oposición y sus propios diputados a aprobar sin modificaciones la ley de servicio público y otras leyes de ajuste, por ejemplo en el sector educativo, amenazó con aplicar el mecanismo de la “muerte cruzada”, que habilita al presidente a disolver la Asamblea Nacional y a convocar nuevas elecciones presidenciales. También el principal partido de la oposición patronal proimperialista de “derecha”, la Sociedad Patriótica, dirigida por el ex presidente y ex coronel Lucio Gutierrez, que fue uno de los referentes políticos de los policías y sectores militares alzados y cuenta con un bloque de 20 diputados en la Asamblea Nacional, se pronunció (ya antes del alzamiento) por la convocatoria a elecciones anticipadas y la disolución de la Asamblea Nacional. Es decir la continuidad presidencial, estaba ya cuestionada previamente en el marco de las disputas entre facciones burguesas. Esta combinación dio un carácter agudamente golpista y destituyente al alzamiento militar. Es terreno de caracterizaciones –y muy difícil de determinar- si éste respondió a una orientación definida previamente o si la acción militar, por su propia dinámica, planteó la cuestión de la destitución de Correa. Sin embargo, lo principal es el claro contenido golpista de la situación creada por esta combinación de elementos.

En segundo lugar, el alzamiento policial golpista no es un hecho aislado sino una tendencia de la situación política latinoamericana (y también internacional) en el marco de la profunda crisis económica internacional, que profundiza no sólo los ataques a la clase obrera sino las disputas en el seno de la burguesía.

Como antecedente inmediato está el golpe de Estado en Honduras que ha mostrado claramente al imperialismo desarrollando una ofensiva política y militar por recuperar su influencia en la región. Esta ofensiva es fuente de contradicciones con los gobiernos que, aunque no tienen nada de antiimperialistas, son la expresión política de las distintas burguesías nacionales (Chávez, Kirchner, el propio Correa, etc). Estas contradicciones son las que dan lugar a duras disputas entre facciones de la burguesía que ocupan el centro de la situación política en varios países como Argentina o Venezuela.

Por eso la posición del imperialismo yanki, que comparte los objetivos políticos expresados por la oposición patronal de Lucio Gutierrez, fue la de esperar una definición en el terreno mismo antes de fijar una posición política (y no como dicen algunas corrientes que se reivindican de izquierda que EEUU apoyó a Correa) y por eso la UNASUR declaró su apoyo a Correa en “defensa propia”, aunque sólo en el terreno de los discursos.

Correa: una línea de pacto y concesión a los militares

Definido el carácter golpista del alzamiento del 30 de septiembre –lo que es base para una orientación política cuyo eje durante un primer momento es la lucha contra el alzamiento militar- hay que caracterizar la actitud del gobierno de Correa frente a los golpistas.

Como se ha demostrado recientemente en Honduras –con una dura derrota para los trabajadores-, la línea de los pactos y las negociaciones con los golpistas sólo puede llevar al fortalecimiento de estos últimos. Zelaya utilizó la movilización de los trabajadores y el pueblo hondureño no para liquidar el golpe militar sino para fortalecerse en las negociaciones con los golpistas para establecer un acuerdo que le permitiera una salida “decorosa” que lo restituyera en el marco de un gobierno de unidad nacional –es decir compartido con los sectores políticos que apoyaron el golpe- y renunciando a lanzar la convocatoria a una asamblea constituyente o cualquier reforma constitucional, es decir, abandonando su propio programa y aceptando las condiciones políticas impuestas por los golpistas. Pero como Zelaya y sus dirigentes mediante sus idas y vueltas terminaron desmovilizando completamente a los trabajadores, y luego de varios meses de lucha Zelaya se mostró dispuesto a firmar casi un acta de rendición, entonces ya no hacía falta darle siquiera esa mísera concesión.

En conclusión, la única política que permite derrotar realmente a los golpistas se basa en la movilización consecuente y el armamento de los trabajadores.

El gobierno de Correa, por su carácter de clase burgués, no quiere ni puede llevar adelante una política de estas características para aplastar el alzamiento golpista. Su política es la de Zelaya en Honduras. Correa se apoyó centralmente en los sectores militares que no se plegaron al alzamiento -que eran mayoritarios dentro de las FFAA- para controlarlo sobre la base de concesiones y pactos con estos. Ya en los días previos al alzamiento, Correa estuvo reunido con la cúpula militar, asegurando que los intereses de los militares no se verían afectados y posteriormente al alzamiento, anunció un aumento salarial para el conjunto de las fuerzas armadas, incluida la policía haciendo una enorme concesión a los sectores que motorizaron el alzamiento. O sea, aceptó las condiciones impuestas por la cúpula militar antes del 30 de septiembre para asegurarse su apoyo y cedió después al ala de las fuerzas armadas que se le rebeló: “ El viernes, cuando aún no se habían disipado los vahos de pólvora y gases lacrimógenos arrojados por policías y soldados duras las batallas registradas el jueves por la noche, el jefe del Comando Conjunto, Ernesto González junto a los comandantes del Ejército, Marina y la Aviación se reunían con el ministro de Defensa, Javier Ponce, para asegurarse que no se les iban a recortar los incentivos económicos como a la policía. Fue una reunión rápida en el despacho principal del edificio de La Recoleta. Salieron con la garantía de que tienen una partida de dinero para seguir pagando los bonos extras por ascensos y condecoraciones. Por ejemplo, el ascenso de un general representa un incentivo de unos 15.000 dólares y el de un cabo de 800 dólares.

Todo esto ya venía siendo negociado en las últimas semanas y un tenso ministro Ponce había anunciado un reajuste del presupuesto militar de 398 millones de dólares y un régimen especial de remuneraciones distinto al que impuso el presidente Rafael Correa para el resto de la burocracia civil. (…) El jefe del comando conjunto (…) Mientras decía que “solicitamos encarecidamente que la ley (que recorta los beneficios) sea revisada” lanzaba un llamado muy claro a los militares a defender el orden constitucional. (Las Fuerzas Armadas, beneficiadas tras la rebelión policial en Ecuador, Gustavo Sierra, Clarín 4/10/10).

Correa “sacó pecho”, agitó y dijo que no habrá “no habrá ni olvido ni perdón” pero su orientación política significó una concesión en toda la línea. Además reivindicó de conjunto a las fuerzas armadas, negó que el imperialismo yanki tenga vínculos con el alzamiento militar, y decretó el estado de excepción (de sitio) dando a los militares el control del país y recortando las libertades democráticas a los trabajadores y el pueblo.

Que unos pocos militares sean destituidos y juzgados no altera lo esencial de su política. Momentáneamente las concesiones le sirven para “comprar” la fidelidad de la mayoría de las FFAA y avanzar con la ley de servicio público, pero estratégicamente sale debilitado y las FFAA salen como “árbitros” del desarrollo de la situación política.
Para los trabajadores y el pueblo este resultado significa, no la derrota de los golpistas, sino el peligro de nuevos alzamientos.

Con respecto a la orientación de la mayoría de las direcciones sindicales, indígenas, sociales y políticas de los trabajadores ecuatorianos, ha quedado de manifiesto el rol completamente de apoyo al alzamiento militar. La central obrera ecuatoriana, los principales movimientos indígenas como la CONAIE, negaron el carácter golpista del alzamiento militar se mantuvieron en la más absoluta pasividad. La neutralidad en esta situación es jugar para el lado del alzamiento.

Sólo el enfrentamiento consecuente al alzamiento golpista podía abrir la vía de la lucha del conjunto de la clase obrera contra los ataques cada vez más abiertos de Correa a los trabajadores cómo parte de una misma lucha. Las principales direcciones de los trabajadores y sectores populares ecuatorianos se han demostrado como agentes de la política de sectores de la burguesía y el imperialismo.

Sectores que se reivindican defensores de los trabajadores apoyaron el alzamiento militar

Diversas corrientes políticas que se dicen a sí mismas defensoras de los intereses de la clase obrera, que se reivindican socialistas o comunistas no han sido capaces de distinguir un alzamiento reaccionario y golpista de un sector de las fuerzas armadas y han caracterizado a éste como parte de la lucha de los trabajadores, prestándole su apoyo. Así stalinistas, maoístas e incluso sectores que se hacen llamar trotskistas como Izquierda Socialista (IS), el Frente Obrero Socialista (FOS) integrante de la LIT-CI o Convergencia de Izquierda (CI) han ensuciado una vez más las banderas del trotskismo.
Estas corrientes afirman centralmente que: (1) el alzamiento militar no tuvo un carácter golpista, (2) el imperialismo yanki respaldó a Correa sin ambigüedades (3) hubo una ruptura de la suboficialidad con la cúpula de las fuerzas armadas, (4) el alzamiento policial es parte de la “lucha de los trabajadores estatales contra el plan de ajuste de Correa”. Ya hemos respondido parte de estas barbaridades en el desarrollo del artículo planteando que: (1) es absolutamente claro el carácter golpista del alzamiento militar por la propia dinámica de los hechos y también por la confluencia de éste con la crisis política “en las alturas” protagonizada entre Correa y la facción proimperialista de Lucio Gutierrez, crisis que ya había puesto en el centro de la discusión la cuestión de la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria a nuevas elecciones, estando posiblemente el alzamiento militar al servicio de forzar este resultado. (2) que la crisis internacional y los antecedentes políticos en la región como el golpe de estado en Honduras plantean este episodio como tendencia de la situación política latinoamericana y mundial que ubica en el centro de la situación política de varios países las peleas entre facciones de la burguesía abiertamente proimperialista y las que son expresión de una burguesía nacional, y las salidas “destituyentes”. (3) que el imperialismo no apoyó a Correa sino que, como en Honduras siguió el curso de la situación antes de una definición y que comparte el objetivo político de la facción de Lucio Gutierrez. (4) que de conjunto la cúpula militar y policial apoyaban la reivindicación de la policía.

Sobre el hecho de que la “lucha de la policía es parte de la lucha de los estatales contra el ajuste de Correa”, alcanzaría con el “instinto de clase” de cualquier trabajador para comprender la diferencia entre los agentes armados del estado burgués al servicio de defender la propiedad privada de los capitalistas con un maestro o una enfermera (incluso los propios militares sublevados hicieron esta “diferencia” explicando por qué no a ellos que tienen una “función particular” – la de reprimir- no podía aplicárseles una ley de estas características). Pero esta conclusión elemental, desde las definiciones mismas de Marx o Lenin sobre la naturaleza del Estado burgués y sus fuerzas armadas han sido sepultadas en el revisionismo oportunista de estas corrientes políticas. (*)

Un programa de lucha contra el golpe consecuente, independiente del programa del gobierno de Correa

Durante el alzamiento militar el eje político de cualquier corriente que se reclame del socialismo revolucionario era ¡Abajo el alzamiento golpista! -es una obviedad que hay que señalar, dada la acción política disolvente de los oportunistas que negaron esta cuestión elemental-. La lucha antigolpista para los trabajadores y el pueblo pobre no debe significar ninguna solidaridad política con el gobierno burgués de Correa.

Es decir, enfrentamos el alzamiento militar con independencia política de todas las facciones burguesas. Los métodos para llevar adelante esta lucha, son los métodos de la clase obrera: ¡Huelga General contra el alzamiento militar! ¡Armamento de los trabajadores! También hubiéramos explicado y advertido a los trabajadores que la política de Correa esta centrada en la negociación con los golpistas. ¡Ningún pacto ni acuerdo con los golpistas!
Junto con un programa para la lucha consecuente contra el golpe no abandonamos ni por un instante la agitación contra el ataque de Correa hacia los trabajadores. ¡Abajo la Ley de Servicio Público! ¡Derrotemos el ataque del gobierno de Correa contra los trabajadores!

La dinámica de la agudización de la lucha de clases, tal como un alzamiento militar de carácter golpista hubiera planteado que si los obreros, los campesinos y las masas populares pobres eran finalmente quienes hacían frente y derrotaban el alzamiento militar, en los hechos el poder quedaba en sus manos lo cual planteaba la necesidad de luchar por un gobierno obrero y popular de ruptura con la burguesía.

La situación actual, tras el alzamiento golpista, mantiene la vigencia parcial de este programa, centrado ahora en la lucha por: ¡Abajo el estado de excepcion!, la denuncia del pacto y las concesiones del gobierno a las FFAA y en la continuidad del enfrentamiento a la ley de servicio público y al gobierno de Correa.

(*) En dirigentes que se reivindican trotskistas no es aceptable ninguna confusión sobre el carácter de la policía y las fuerzas armadas. Pero si se hubiera generado confusión en las bases obreras y populares, por el velado apoyo de la central obrera y la CONAIE al alzamiento, por el hecho de que éste fuera protagonizado por la suboficialidad y la tropa, y que se declarara como objetivo oponerse a la ley de servicio público que también ataca a los trabajadores estatales, hubiera bastado con plantear que los sindicatos reclamaran a los alzados que se subordinaran a las decisiones votadas por los organismos democráticos de los trabajadores, y que si no lo hacían inmediatamente había que movilizarse y armarse para derrotarlos, para desenmascarar el carácter del alzamiento y despejar cualquier confusión.

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DOCUMENTO TRAMPOSO
Por ROBERTO - Saturday, Oct. 30, 2010 at 12:31 PM
rcejas@hotmail.com

EVIDENTEMENTE ES UN DOCUMENTO YA SOBRE PASADO POR LOS DISTINTOS ACONTECIMIENTOS QUE SE GENERARON EN OTROS PAISES. DE TODAS MANERAS, EL CONTENIDO DE LA MISMA APUNTA A GENERAR MAS CONFUSIÓN TODAVIA DEL AUTOGOLPE MONTADO POR EL PROPIO CORREA, QUIEN SALIO CON LAS SUYAS PARA VICTIMISARSE Y REINSTALARSE POLITICAMENTE PRODUCTO DE LA FARSA.
LOS TRABAJADORES, LOS REVOLUCIONARIOS TENEMOS UNA CLARIDAD REVOLUCIONARIA DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA DIALECTICA CIENTIFICA E HISTORICA. FUNDAMENTALMENTE LOS TRABAJADORES NO TENEMOS POR QUE IMPLICARNOS EN LAS INTERNAS Y LUCHAS DE LOS GOBIERNOS BURGUESES Y SUS INSTITUCIONES COMO EL DE CORREA. LA CLASE OBRERA TIENE UN OBJETIVO HISTORICO DE LA REVOLUCIÓN, DE SU LIBERACIÓN DE LA OPRESIÓN IMPERIALISTA Y SUS LACAYOS BURGUESES NACIONALES COMO CORREA.
EL AUTOR DEL PRESENTE ARTICULO SE DESNUDA POR COMPLETO SU CARACTER POLÍTICO DE SER UN SIRVIENTE MAS A LA CLASE DOMINANTE, TRAMPEANDO A LOS TRABAJADORES Y EXPLOTADOS DEL ECUADOR.
LOS TRABAJADORES LUCHAREMOS Y CONSTRUIREMOS CON NUESTRAS PROPIAS FUERZAS, UN GOBIERNO OBRERO SOCIALISTA Y REVOLUCIONARIO, MARX-LENINISTA-TROTSKYSTA, INDEPENDIENTEMENTE DE LOS PELELES BURGUESES COMO CORREA Y CIA.

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