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Lo que queda después de su muerte
Por Kvrvf Nawel / Azkintuwe - Monday, Nov. 01, 2010 at 12:39 AM
azkintuwe@yahoo.es

Se fue un hombre y un ex presidente que representaba esperanzas para un pueblo azotado y descreído de la dirigencia política partidaria. Y Néstor Kirchner se fue a la tierra de los espíritus adeudando una reparación histórica hacia los Pueblos indígenas originarios. Pero esa deuda debe transformarse en el compromiso social.

Lo que queda después...
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Murió Néstor Kirchner, ex presidente y uno de los personajes con mas poder en Argentina. Fue un baldazo de agua fría para la población del país que camina en medio de dos polos: kirchneristas y antikirechneristas. Si critico, me dicen golpista y desestabilizador, si apoyo me dicen ultraoficialista. Cuando asumió como presidente en 2003, recibió un país que había tocado fondo: la década menemista del despilfarro, el “corralito” de Cavallo, el helicóptero de Fernando De La Rua, diez presidentes en un mes, Duhalde y los asesinatos de los militantes sociales Kosteki y Santillán, y una deuda externa que ascendía a los diez mil millones de dólares.

En ese contexto, los derechos de los Pueblos Indígenas no ocupaban un lugar en la agenda política de la Casa Rosada y Néstor Kirchner se mostró indiferente ante esto, acuciado por la crisis galopante que debía resolver. Según sus militantes y seguidores, Kirchner encarnaba un gobierno “nacional y popular”, en un tiempo que exigía políticas plurinacionales y populares. Fue en 2004 cuando los pueblos originarios lo invitaron a sentarse para prestar atención a las demandas indígenas. Eso sucedió en la ciudad de Bariloche, en un aniversario de esta ciudad donde él rompió el protocolo como lo hacia habitualmente como ningún presidente. Luego de ese encuentro se origina un fuerte proceso de debate indígena que se denominó “Seminario sobre Políticas Publicas y derecho de los Pueblos Indígenas”, de donde surgió una agenda de temas a abordar hacia un Estado Plurinacional y que fue entregado en manos al gobierno nacional. Al cabo de dos anos, esa agenda se fue diluyendo porque prevaleció la vieja política del asistencialismo y del enfoque de pobreza. Los aires de refundar la política publica se iban desvaneciendo para los Pueblos Indígenas y la preocupación crecía porque la alianza con las petroleras, mineras y forestales no se rompía.

La invitación a Kirchner era para reivindicar la relación histórica entre indígenas y los gobiernos peronistas. En 1946 cientos de miles de hermanos Kollas caminaron durante semanas enteras desde el extremo norte del país para llegar a Buenos Aires y exigir que se les devuelvan sus tierras invadidas por militares, diputados, funcionarios y latifundistas; y fue el mismísimo presidente Juan Domingo Perón quien los recibió, les prometió soluciones y a la noche siguiente los mando a azotar y los despachó en tren de vuelta al norte como bolsas de papas. Este hecho conocido como el “Malon de la Paz” es una deuda histórica que los sectores populares y peronistas prefieren mantener lo mas escondido posible. Posteriormente, en la década del 70, los Pueblos Originarios quedaron subsumidos en las ideologías de izquierda, que tras el enfoque de clase, no advertía el potencial revolucionario de la cosmovisión indígena.

Un hombre, un líder, un conductor tiene que tener la visión de avanzar en resolver los problemas profundos de la sociedad y tener las agallas de mantenerse erguido frente a los canallas. El ex presidente Néstor Kirchner se paro frente a la Iglesia ortodoxa y le removió la memoria haciéndole recordar que fue ésta institución católica la que amparo y bendijo a los verdugos en la última dictadura militar. Éste hombre se paro frente a los gigantes monopolios de la información que sacan y ponen presidentes de acuerdo a sus intereses, y se mantuvo recto. Fue éste “pingüino” quien no olvido y levanto la bandera de los Derechos Humanos para juzgar a los asesinos militares que desaparecieron a mas de 30.000 almas. Canceló la deuda con el F.M.I., devolvió la dignidad a los jubilados que eran presos de los grupos económicos y renovó una Corte Suprema de Justicia viciada de corrupción menemista.

Pero mientras tanto, ¿qué sucedía con los Pueblos Originarios? Según un informe del Observatorio Derechos Humanos de Pueblos Indígenas, desde el año 2000 las usurpaciones a los territorios indígenas no pararon y os desalojos fueron sucesivos. Es decir, las provincias abusaban de su poder y el gobierno nacional miraba para otro lado. Y frente a las recomendaciones que hizo la ONU en su informe periódico (2005) sobre pueblos indígenas, el gobierno nacional se mostró indiferente. “El problema de los indígenas los resuelven los gobernadores con los indígenas” eran las ordenes desde Casa Rosada. Aparentemente un presidente es revolucionario cuando solo tiene la capacidad de bajar el índice de desocupación, mantener el dólar estable y bregar por los derechos de los trabajadores. Pero el sistema es el mismo. Este sistema que convierte los bosques en desierto, que vomita niños a la delincuencia, que contamina los ríos y lagos, que alambra las tierras indígenas, que se disfraza de democrático cada cuatro años. En ese sistema es donde los pueblos originarios no encajamos y por eso proponemos un modelo diferente de vivir. Un modelo de vida no solo “nacional y popular”, ni monocultural, sino donde los pueblos originarios seamos reconocidos como sujetos de derechos y nuestro territorio no sea destinado a la muerte a cambio del “progreso”.

Lamentablemente se fue un hombre y un ex presidente que representaba esperanzas para un pueblo azotado y descreído de la dirigencia política partidaria. Y Néstor Kirchner se fue a la tierra de los espíritus adeudando una reparación histórica hacia los Pueblos indígenas originarios. Pero esa deuda debe transformarse en el compromiso social de crear las condiciones para la construcción de un Estado Plurinacional. Un proyecto político realmente democrático se tiene que construir desde el respeto a las más de treinta naciones originarias que viven en Argentina y debe entender que la diversidad cultural tiene que ser la base de la sociedad. La actual conmoción no debe ser atrapada por la confusión. El desafío que les queda a los militantes populares, fuerzas progresistas, kirchneristas y peronistas es entender que Pueblos originarios no somos nostalgia del pasado, ni objeto de políticas clientelares o de enfoque de pobreza. Tenemos una propuesta de Estado nuevo basado en la cosmovisión de nuestras culturas milenarias. Estamos…, vivos laten nuestros corazones ancestrales. Nuestras voces tienen mucho para contar y nuestros cuerpos mucho por construir. Y hacia allá vamos avanzando, hacia el Kvme Felen (buen vivir) de una Argentina plurinacional y popular.


* Corresponsal de Azkintuwe en Neuquén.

http://www.azkintuwe.org/oct_289.htm

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