Julio López
está desaparecido
hace 6401 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Más que Salmón, mojarrita. La apología del PO al CD quíntuple de Calamaro
Por Juan Tabas - Río Rojo / Razón y Revolución - Sunday, Nov. 07, 2010 at 9:15 PM
riorojo@razonyrevolucion.org (Casilla de correo válida)

Más que Salmón, mojarrita. La apología del PO al Cd quíntuple de Calamaro.

Más que Salmón, mojarrita. La apología del PO al Cd quíntuple de Calamaro.

por Juan Tabas - Río Rojo / Razón y Revolución

(en El Aromo n° 57 "¿2012?" - noviembre-diciembre de 2010)



¡Habla del faaaaso!



Luego de una seguidilla de efemérides musicales simplonas, que tendrían mejor lugar en el sumplemento Sí de Clarín que en un periódico revolucionario, ahora Prensa Obrera(1) reivindica el disco El Salmón de Andrés Calamaro. No se trata de una mera “reivindicación”, sino de un desbordado encomio (“enorme y revolucionaria”, “honesta, radical y desbordante de creatividad”) que demuestra la liviandad con la que el Partido Obrero se toma el problema del arte, dejando escribir cualquier cosa a gente que no sabe del tema.

Lucas Poy y Esteban Pérez Torres, compañeros valiosos en su ámbito de militancia pero que no saben nada de música, son los responsables del desatino en cuestión. Llama más la atención el elogio porque no se trata de una obra reciente sino de un disco que cumple 10 años. Evidentemente, a juzgar por los compañeros, la efemérides del álbum quíntuple, el número 12 de Calamaro como solista, debiera figurar en el calendario de la revolución socialista. Entre otras cosas porque, al decir de los “expertos” del PO, no sólo el disco sería revolucionario en términos artísticos sino, a su vez, radical y combativo en términos políticos, rasgo que sería una constante de Calamaro hasta el día de hoy. Avanzando en lo que los autores definen implícitamente como “revolución”, plantean que “El Salmón es un ejemplo posiblemente único, y por ello revolucionario, de ejercicio de desborde compositivo completo, donde el único método es la falta de método”. De su descripción de este “método”, se deduce que parte de ese desborde compositivo se habría logrado gracias a la experimentación con las drogas. Además, las letras serían “descarnadamente auto referenciales”, rasgo valorado positivamente.

Por otro lado, el disco habría nacido “contra la corriente” y estaría marcado por el período previo al Argentinazo. En él, Calamaro habría profundizado su veta más combativa y radical. Dos pruebas adicionales del supuesto carácter revolucionario del disco estarían dadas por una fría recepción por parte de la crítica, público y charts, a pesar de lo cual la obra habría sido una influencia fundamental para otros grupos. Un simpático fumanchú que no puede mirar más allá de su propio ombligo y se la pasa preguntando por “Roberto” parece ser, entonces, el paradigma de la revolución artística. Veamos.



Desbordado…



Observemos el CD en cuestión con más detalle. Se trata de 5 discos donde encontramos un 20% de rockitos cuadraditos, un 20% de covers mal versionados, un 20% de otras músicas (rumba, folklore, etc.), un 20% de canciones sin demasiado arreglo u orquestación, y un 20% de temas “rapeados”, en estilo hip-hop.

Con “rockitos cuadraditos” nos referimos a temas de rock & roll “cuadrado”, o sea, con la misma forma y armonía que los clásicos de Bill Halley o Elvis Presley (“primero, cuarto, quinto”, en jerga de músicos, algo muy elemental). Eso no quita que puedan estar bien tocados, pero obviamente no plantean ninguna revolución musical. En esa lista entrarían, por ejemplo, Crucifícame, No te bancaste, La verdadera libertad.

Los “covers mal versionados” son aquellos donde Calamaro no se esfuerza ni en reproducir con fidelidad los originales ni –lo que sería más valioso- en hacer una versión propia, que aporte algo a la obra. Simplemente pareciera que es la primera vez que los canta, al estilo fogón. Escuchamos “De chiquilín te miraba de afuera...” tocado en piano con marcato(2) durante todo el tema, un chan chan permanente que lo hace insoportable. Para peor, suena un bandoneón de sintetizador que, seguramente, Calamaro y sus fieles creerán que salva las papas de este tango arruinado de tan mala forma. Uno de los tantos covers que toca de Los Beatles, “You won’t see me” (Rubber Soul, 1965), que resulta en una versión casi “histérica” del tema, apurando el tempo, sumando un montón de coros sin sentido (y sin claridad), además de la voz casi “gritada” de Calamaro que molesta bastante.

Las que llamamos “canciones sin arreglos” son temas, como Nos volveremos a ver, Me fui volando, Nuestra piel, sin un trabajo en cuanto a qué instrumentos se utilizan, en qué momento aparece cada uno, si tiene una introducción la canción, etc. Muchas veces vemos que utiliza una caja de ritmos para grabar encima la guitarra y la voz. Éste es un típico recurso facilista para resolver en forma individual la creación, sin tener que relacionarse con otros músicos, al estilo que hoy pulula de CD’s grabados en estudio hogareño. La única diferencia aquí es que Calamaro tiene recursos para grabar en una pieza de hotel, convocar luego a músicos invitados con los que no interactuó y que la compañía le edite y masterice como para que el Cd “suene”. Este carácter individual de la creación se plasma también en el hecho de que Calamaro haga él mismo sus propios coros, con un resultado por lo menos dudoso.

Hay un grupo de temas que englobamos como rapeados en estilo Hip Hop aunque algunos tienen bases funky o electrónicas. No es una novedad en la carrera de Calamaro pues ya había experimentado con el género. A grandes rasgos, estos temas del disco son más bien simplones y comparten la característica de no estar bien cantados, ya que el Rap no es el fuerte de Calamaro. Como contrapartida, algunos de ellos tienen las letras más políticas del CD, que de todas formas no superan una difusa bronca anti-menemista o anti-políticos.

De esta manera, de los 103 temas de El Salmón podríamos rescatar con suerte 2 ó 3 canciones con buena melodía (Gaviotas, Revolución turra) y otros 2 ó 3 temas con buenos riff de guitarras en un estilo Zeppelin, que Calamaro venia experimentando desde Alta suciedad (1997). Ejemplos de ellos son Output-input, o Problemas. El resto es “relleno” que habitualmente quedaría afuera de un CD, dado que en general un compositor compone por los menos 40 canciones, de las que quedarán 10 o 15 finalmente en su disco. Dicho de otra manera, el “desborde” compositivo no es tal: cualquier músico que produzca dos CD habrá tenido que trabajar cerca de 100 temas, de los cuales quedarán 20. En este caso, la “productividad” del “revolucionario” con suerte da para medio disco…

Tal vez por eso el PO dice que se trata de una “obra honesta”, seguramente por que no deja afuera ni siquiera las peores canciones que compuso y grabó en ese momento, pero eso no es positivo en sí mismo. El disco quíntuple se muestra así como una obra anti-popular (hoy cuesta $128 en disquerías) que no se justifica por su contenido. Cabe señalar que en otros casos, discos dobles o triples surgen a partir del desarrollo de obras conceptuales con un sentido de totalidad, como puede ser el caso de Sudamérica o el regreso a la aurora (Arco Iris, 1972) o The Wall (Pink Floyd, 1979) y no como un rejunte de temas mal trabajados sin ninguna relación entre sí. Efectivamente, existió una mala recepción por parte del público, pero la misma resulta justificada. En cambio, es falso que la obra fuera desatendida por la crítica musical, es decir, por el show business. Por ejemplo, la revista Rolling Stone lo eligió el segundo mejor disco de la década, mientras que, en su momento fue nominado a los premios Gardel por este mismo CD(3) .

El auténtico decadente

Tampoco creemos que El Salmón sea el mejor disco de Calamaro, ni que represente un jalón progresivo en la historia del rock nacional. Pongamos la obra en perspectiva. Sus primeras composiciones con Los Abuelos de la Nada incorporaron como novedad para el rock nacional la mixtura con otras músicas como el reggae y emplearon elementos armónicos interesantes, como Mil horas, Sin gamulán. Con Los Rodríguez (Sin documentos, Mi enfermedad, etc.), experimentó con la rumba y el flamenco, fusión que no era nueva para el rock español pero que sí resultaba novedosa en Argentina. Llegamos en 1997 a su etapa puramente solista, que comienza con el tema Flaca, para alcanzar en los últimos discos éxitos como Cinco minutos más y Te quiero, con alardes poéticos como “tengo abierto el minibar pero cerrado el corazón...” y, “te llevaste la flor y me dejaste el florero...”. A pesar de lo que dice la crítica, que parece señalar un recorrido ascendente hasta la aparente consagración de un músico en su proyección como solista, lo único que se ve aquí es una decadencia absoluta en la capacidad compositiva.

En relación a la historia del rock nacional, las canciones del CD El Salmón están más cerca de Palito Ortega que de las búsquedas armónicas y poéticas del Spinetta de Artaud (1973). Los “rockitos” son más bien copias malas de “Los Stones”, en lugar de tomar lo mejor que el Carpo dio al rock, los auténticos power tríos con que grabó Pappo’s Blues 1, 2 y 3 (1970, ‘71 y ‘72, respectivamente). También están bien lejos de la poesía urbana del grupo Manal (1968-71). En los “covers” que grabó ni siquiera se ve un esfuerzo por “copiar” exactamente los temas originales (como tan bien realizara Pedro Aznar en sus primeros discos), menos que menos hay voluntad de hacer una versión propia. Los temas rapeados, tipo hip-hop tampoco son una novedad. Es un estilo que comienza a desarrollarse en los ‘70 en los barrios bajos de Norteamérica y en los ‘90 ya existen muchos grupos argentinos que lo experimentan. Obviamente, está muy lejos de lo que en este género logró Actitud María Marta u otros grupos del under que se dedican un poco más en serio a esta música.

Sus temas sin arreglos ni orquestación son de inferior calidad que las 8 canciones del primer larga duración de Tanguito (editado post-mortem), grabadas sólo con una guitarra en los estudios TNT. Esta desprolijidad de Calamaro parece ser adrede –tal como confió a un periodista(4) –, y muestra soberbia y desprecio hacia su público con su “no me molesté en editar” en estudio para que suene bien.

Por otro lado, el PO dice que el CD “ha marcado en términos compositivos a buena parte del rock nacional de la última década, repleto de bandas y solistas que siguen el estilo de Calamaro”, y nombran a los impresentables Viejas Locas (que lidera el lúmpen Pity Álvarez), Turf y otros, y nosotros podríamos agregar a Jóvenes Pordioseros, La 25 y otras bandas que muy lejos están de una búsqueda poética (como la de Los Redondos) o de la experimentación musical de un Pescado Rabioso o tantos otros grupos de los ‘70. Si podrirle la cabeza a las jóvenes generaciones es un mérito, Calamaro lo tiene, sin dudas.



Conclusión



Los compañeros del PO venden gato por liebre cuando promocionan el disco de Calamaro como revolucionario. Como vimos, en términos musicales no representa ninguna innovación. Entonces, ¿por qué la propaganda gratuita? ¿Porque habría llamado a votar al Cabra? Ni siquiera, por que aquí también falsean los hechos: Calamaro sólo expresó un saludo a lo que él llamó una “candidatura testimonial”, y no un pronunciamiento serio a apoyarla en las urnas. Del mismo modo, la invitación de Calamaro a Aníbal Fernández para que participe de un video suyo no es un simple exabrupto, como pretenden los compañeros, sino un ejemplo de su posición política actual. Calamaro grabó en el 2000 un disco que expresaba cierto malestar, pero desapareció de la escena artística sin crear nada durante todo el período del Argentinazo y volvió a la luz cuando las aguas se calmaron, ubicándose claramente dentro del universo K. Su saludo póstumo a Néstor (“Viva Kirchner para siempre”), es una prueba rotunda de algo previsible.

Evidentemente para el PO el arte no importa y cualquiera puede opinar del asunto. Así es como se pueden promocionan artistas a los cuales se tilda de revolucionarios y combativos que, como ya había ocurrido con León Ferrari, pronto los desengañan apoyando abiertamente al gobierno que el mismo partido combate.





Notas



(1) Ver Prensa Obrera, nº 1150.

(2) Marcato: Es uno de los tipos de acentuación musical más comunes, utilizado para dar expresividad. En el tango es uno de los tantos recursos que se utiliza, combinado con otros, para acompañar en piano, guitarra u otro instrumento.

(3) Ver http://www.rollingstone.com.ar/1251684 y http://edant.clarin.com/diario/2001/03/08/c-00411.htm.

(4) Revista Rolling Stone, entrevista de Pablo Plotkin, Diciembre de 2005.

______________________________________________________________________



LINK original del articulo:

http://www.razonyrevolucion.org/ryr/index.php?option=com_content&view=article&id=1183%3Amas-que-salmon-mojarrita-la-apologia-del-po-al-cd-quintuple-de-calamaro&catid=186%3Ael-aromo-nd57-&Itemid=120



LINK de la nota del PO: http://po.org.ar/articulo/po1150054/ejemplo-de-talento-urgente

------------------------------------------------------------------------


El Aromo n° 57 "¿2012?" - noviembre-diciembre de 2010: Clickear en:

agrega un comentario


A CONTINUACIÓN, LEER EL ARTICULO DE LA COMPAÑERA:
Por Juan Tabas - Río Rojo / Razón y Revolución - Monday, Nov. 08, 2010 at 1:26 PM

La descomposición del artista romántico
por Rosana López Rodriguez
Grupo de investación de Literatura Argentina - CEICS
(para EL AROMO - El Aromo n° 57 "¿2012?")

Según cierta concepción del arte, cuanto más irracional sea el proceso compositivo, más valioso será. La lucidez, la reflexión y el orden estarían muy lejos de los verdaderos artistas. Y si además consumen sustancias que colaboran para que esa lucidez se mantenga lo más alejada posible, tanto mejor. Una última particularidad: el artista debe ser autorreferencial, debe mirarse el ombligo y representar aquello que le pasa a él, al que no le pasa nada porque está encerrado en su casa.

Tres características que son una herencia del artista romántico, en particular, de su etapa decadente. El romanticismo tuvo su etapa revolucionaria, que coincidió con la de su clase. Las revoluciones burguesas se construyeron sobre la filosofía de la reivindicación del sujeto individual, libre e igual a los otros. Lo que cada uno de los sujetos pudiera expresar era tan válido y bueno como lo de los demás: esta afirmación tenía un valor político revolucionario contra el feudalismo, un orden estamental, fundado ideológicamente en la religión y el principio de autoriddad. Puesto en boca de los artistas románticos revolucionarios, su individualismo expresaba, en realidad, no una experiencia individual sino la de su clase, que en ese momento, en tanto se identificaba con el progreso humano, resultaba en un valor universal. Cuando la burguesía toma el poder, el individuo se “privatiza” y su experiencia se atomiza. Ahora, su ombligo no es el de una clase portadora de una potencia universal, sino el de una minoría social que persigue intereses estrechos. En la medida en que esos mezquinos intereses difícilmente puedan fundar un arte con pretención universal, a sus artistas sólo les quedaba el pasaje hacia otra clase. De quedarse, o se volvían inútiles y mezquinos o recuperaban esa pretensión universal por vías místicas. Esta es la decadencia del romanticismo. Ese misticismo podía ser puramente religioso o ferozmente individualista: mi ombligo es mi ombligo. Por esta vía, el mayor grado de descomposición, en tanto hasta para la burguesía resultaba impresentable, convertía al romántico en un “rebelde” y un “maldito”. Surge de allí el mito de que, como el descompuesto asusta a las viejas de la cuadra, debe ser un “demonio”. Sólo para quien participa de esta creencia infantil, Calamaro puede ser considerado un “revolucionario”. Qué decir de Pity Álvarez. La autorreferencialidad no es un valor artístico si no se expresa en valores colectivos.


El segundo mito romántico es el de la falta de método. Anclado en la reivindicación del yo, se explica por la posición aristocrática que, bajo el romanticismo, adoptan los artistas e intelectuales. Ellos serían seres superiores, algo locos y extraños. Es el reverso de la situación a la que los somete la burguesía: después del proceso revolucionario, al no detentar una tarea que le interesara en forma inmediata, el artista queda librado al mercado, donde debe reivindicar su “mercancía”. Pero esta mercancía es particular, porque en sentido estricto no lo es. No producida en condiciones estándar, es decir, reproduciendo un valor “social”, la “mercancía” arte no tiene valor, aunque tenga, por supuesto, precio. De modo tal que no será remunerada según la ley del valor vigente, representando una productividad media, sino por su carácter “único”. Surge allí la idea del “genio”, que no puede explicar por qué le va bien en el mercado y por qué se le paga lo que se le paga. Como tampoco puede explicar lo contrario, por qué le va mal, surge la categoría de “genio incomprendido”. En ambos casos, no pudiendo referirse a un patrón productivo socialmente reconocible, la naturaleza propia de la mercancía “arte” se le aparece al artista como el fruto de algo súbito, espontáneo e inexplicable. Como si hubiera salido de su cabeza sin ninguna intervención suya, sin ningún método. Un repaso al “estilo” de los grandes artistas (un Beethoven, por ejemplo) o de los no tanto (un Dumas) mostraría un método riguroso, conseguido después de años de esfuerzo. Al reivindicarse la falta de método no sólo se reivindica un absurdo imposible, sino más, se desprecia la verdadera categoría que se esconde detrás del producto “arte”: trabajo.

El último mito romántico (y que va ligado al de la locura o genialidad) es el de las adicciones (y también el del sufrimiento). Es un lugar común hoy considerar que el “consumo” es una ayudita invalorable a la hora de producir. De nuevo: un artista que vive su vida batallando al borde de la descomposición, negándose a caer, pero cayendo de todos modos, y que muere borracho en un callejón a los 30 años, no ha producido grandes obras de arte por causa de la bebida y las drogas, sino precisamente a pesar de ello. Las adicciones no solamente no son métodos compositivos de utilidad, sino que tampoco son capaces de convertir a un descompuesto en un militante revolucionario. En un contexto de descomposición social, esta apología de la drogadicción, es decir, de la descomposición personal, es un problema político serio. Esta reivindicación del irracionalismo es extraña a toda la tradición del socialismo científico, tanto en el arte como en la política.



LINK ORIGINAL:
http://www.razonyrevolucion.org/ryr/index.php?option=com_content&view=article&id=1184:la-descomposicion-del-artista-romantico&catid=186:el-aromo-nd57-&Itemid=120

agrega un comentario


Ay dio
Por --- - Monday, Nov. 08, 2010 at 1:58 PM

Esta gente de R&R no entiende absolutamente nada sobre los temas que pretenden "esclarecer".

El romanticismo no fue la única expresión artística del ascenso de la burguesía, ni tampoco fue propio de una etapa circunscripta del desarrollo del arte burgués.

En su largo período de ascenso, la burguesía tuvo distintas expresiones en el campo del arte: El romanticismo, una corriente principalmente alemana, es contemporáneo de otras expresiones del florecimiento cultural burgués (por caso, el clasicismo y el racionalismo de la ilustración francesa).
En la propia Alemania, el romanticismo coexistió con el iluminismo burgués, por ejemplo, de Lessing.

Adjudicar al romanticismo la entronización del sujeto individual es otro disparate, porque (más allá de que el individualismo es una pieza ideológica fundamental de todo pensamiento burgués) significa ignorar que fue el romanticismo la corriente que fundó la idea de que la historia y la vida cultural de los pueblos expresan a un sujeto colectivo, un sujeto contituido en la inter-individualidad, la comunidad, etc.

En fin, el romanticismo tuvo diferentes etapas y diferentes "entradas" en diferentes naciones, además de que su influencia fue profusa, y por eso abarcó un arco muy diverso de contenidos políticos.

En Francia, ese arco va desde el populismo plebeyo de un Hugo hasta el elitismo hermético de un Mallarmé.

En Alemania desde el popular Schiller hasta el Novalis y Holderling, para después desbordar en la tan influyente corriente que Lucaks bautizó como anticapitalismo romántico, que abarcaba prácticamente todo el especto político ideológico.

De más debería estar -pero no lo está- aclarar que romanticismo y malditismo no son coextensivos, desde ninguno de los términos: desde el romanticismo porque no todos los románticos -ni siquiera tardíos odecadentes- fueron "malditos", ni todos los malditos fueron románticos (piénsese en los que pertenecieron a las vanguardias, un movimiento post-romántico sin duda, como por ejemplo Artaud).

Lo que, a mi entender, valora -y con razón- el comentario sobre "El salmón" de Calamaro, publicado por la gente del PO, es que aquél artista haya llevado al extremo las premisas del arte moderno, la autonomía del autor en un esfuerzo de máxima tensión creativa, en un intento radical de autoexpresión (no necesariamente logrado, en eso estoy de acuerdo con R&R), al margen de las constricciones y las demandas del mercado y la industria cultural (cuyo auge actual, justamente, señala la extinción de la condiciones históricas de la producción autónoma del arte moderno, tales como las caracteriza Bourdieu en "Las reglas del arte").

Los comentarios sobre arte y cultura pergeñados por la gente del PO no son el alfa y el omega en la materia, pero seguramente tampoco pretenden serlo.

En vez de tanto buscar la paja en el ojo ajeno, la gentuza de R&R haría bien en dirigir sus energías críticas a la versión trasnochada de la "proletcult" que pretenden reflotar con un siglo de atraso.

agrega un comentario