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¡Insurgencia Ya!
Por Jesús Guzmán Gallardo - Monday, Nov. 15, 2010 at 7:40 AM
jeguzga@hotmail.com

Alan García, el anti-Haya, y sus corifeos los choquehuancas postmodernistas, han evolucionado al extremo de ejercer impunemente una dictadura execrable y de estilo fascista y, en consecuencia, la práctica cotidiana de un autoritarismo que se traduce en haber violentado la ley de partidos políticos y los estatutos partidarios para efectivizar estrategias personales que los blinden de futuras investigaciones, acusaciones y denuncias. Y tan sólo para conseguir la miseria de algunas curules congresales.

Perú

¡Insurgencia Ya!
por Jesús Guzmán Gallardo; jeguzga@hotmail.com
http://www.voltairenet.org/article167515.html

15-11-2010

A la fecha, el Partido Aprista Peruano ha devenido en una agrupación electorera como muchas otras que históricamente ha visto pasar la república para luego extinguirse agónicamente en la inopia política.

El Partido que ayer fuera escuela, ágora de debates hasta altas horas de la madrugada en que solíamos despedir a Víctor Raúl, de congresos y convenciones multitudinarias de algazara democrática y de hombres y mujeres probos con vocación y convicción por la justicia social, es ahora refugio de delincuentes y traidores, de apóstatas y sinvergüenzas sin ápice de rubor alguno.

Allí, hoy sólo se forman eunucos que medran alrededor de líderes de pacotilla que han hecho del oportunismo y del enriquecimiento ilícito, práctica vil y despreciable.

Los ilegales dirigentes de la cúpula impresentable no han hecho otra cosa que retrasar el reloj de la historia en su accionar pragmático, restituyendo el caudillismo, el clientelaje y la política de butifarra y ron, expresiones del civilismo que aprendimos a combatir sin tregua. Así, se han convertido en garabatos trágicos, en parangón con dirigentes y adalides como Manuel Arévalo, Luis Negreiros Vega, Luis Felipe de las Casas, Manuel Seoane, Luis Heysen, Carlos Manuel Cox, Luis Rodríguez Vildósola, Alfredo Tello Salavarría, entre muchos.

Alan García, el anti-Haya, y sus corifeos los choquehuancas postmodernistas, han evolucionado al extremo de ejercer impunemente una dictadura execrable y de estilo fascista y, en consecuencia, la práctica cotidiana de un autoritarismo que se traduce en haber violentado la ley de partidos políticos y los estatutos partidarios para efectivizar estrategias personales que los blinden de futuras investigaciones, acusaciones y denuncias. Y tan sólo para conseguir la miseria de algunas curules congresales.

La cúpula, ha fraguado congresos para santificar sus tropelías, llevándose de encuentro la fraternidad, la disciplina y la unidad monolítica de otros tiempos.

¡No nos extrañe que pronto el Cojo Mame, el Cholo Jacinto y los Destructores sean elegidos como inmaculados portavoces siendo que aquellos gozan en la discutible condición de hampones de la que se enorgullecen y aquí los rábulas disimulan y aparentan una honradez de la que carecen.

Tampoco debía sorprendernos cualquier alianza política con Keiko Fujimori, Luis Castañeda, Alejandro Toledo o Pedro Pablo Kuccinzki; para los nostálgicos amantes y seguidores de las alianzas con Prado y Odría todo puede suceder y ya nada puede aterrarnos.

Hoy podemos repetir con Haya de la Torre, y los mas jóvenes con mayor razón, que ¡no tenemos maestros porque a todos los hemos visto claudicar!

No enseñan los falsos, trafican con la ideología de tal forma que sus más radicales áulicos definen al Partido como de centro-izquierda, vocablo centrípeto y oportunista.

Han hundido a nuestra agrupación en el océano tenebroso de la crisis del sistema de partidos políticos y nadie se siente responsable, embutidos como están de dólares y euros deshonestos, en sus pieles de hipopótamos.

Han involucionado de la izquierda democrática y auroral, a la derecha sirviente de los imperialismos y del poder económico nativo, en clara traición cobarde a la doctrina creada y sustentada tenazmente con la sangre heroica de nuestros mártires.

Los códigos de ética y moral del aprismo que generaron la mística que lo hizo grande y diferente de las tradicionales organizaciones políticas, han sido arrojados al tacho para cobijar ignorantes, delincuentes y traidores al pensamiento de Haya de la Torre quien murió consecuente con la doctrina que creó, lideró con brillo y, sobre todo, austeridad digna. El contraste con los seguidores del alanismo es obvio y claro, solo ostentan apostasía, riquezas mal habidas y corrupción en sus trayectorias.

Y como cereza del tóxico menú (hablando moralmente), imponen una candidata a la presidencia que proviene de las fuentes más conservadoras de la derecha, que no tiene empacho en afirmar que ella es el continuismo de la política de García, vale decir que se refocilan en admitir su precaria condición de vasallos del imperialismo, de entreguismo e hipoteca de nuestros recursos naturales, de los tratados de libre comercio asimétricos y de una política antilaboral que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

Han prostituido, en suma, desnaturalizado en su más íntima esencia, al Apra.

El Partido ya no es el movimiento de Haya de la Torre.

La comparación más cercana es que hoy el Partido es la cueva de Alí Baba, donde los nuevos ricos y proditores exhiben sus pobrezas espirituales y las manos untadas en sangre inocente y en el lodo de la ignominia.

¡No hay, pues, alternativa. O los expulsamos del Partido que han profanado o asistimos a sus funerales. O se forma un Comando de Acción con compañeros honestos y leales o lo dejamos morir por inanición!

Las auténticas y supérstites bases del partido no pueden esperar en la inacción que equivale a ser cómplices de los Garcías, Mulderes, del Castillos, Quezadas, Bendezúes, Moranes, Velásquez, Vílchez, Barredas, siguen nombres, la lista de desvergonzados es muy larga; que han echado por tierra el andamiaje moral y doctrinario de la agrupación política que fue esperanza para la redención del pueblo.

Ser de izquierda democrática y revolucionario, no concibe otra actitud que la directa y decidida acción, sin medias tintas, sensualismos y frivolidades. En otras palabras, es rebelarse y plantear la desobediencia efectiva contra la cúpula y sus secuaces, persuadidos de estar en la línea correcta, la misma de nuestros héroes y mártires, la misma del único Jefe de nuestro partido. Si no lo hacemos, la historia y nuestros muertos nos pedirán cuentas por haber permitido el deshonor y la infamia.

¡No hay otro camino! ¡Rescatemos el aprismo! y eso pasa por la insurrección moral, doctrinaria y redentora en contra de los traidores y usurpadores, tarea exclusiva de los verdaderos apristas.



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