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Palo Santo,... Pato Tingue... y algo mas
Por Ramon Godoy - Wednesday, Nov. 17, 2010 at 12:28 AM
ramongodoypumha@gmail.com Palo Santo

Le decían "Pato Tingüe" y hace muchos años parece que llegó a Palo Santo procedente del Paraguay. Pero, desde que llegó, siempre fue uno de esos personajes un tanto extraños que suele haber en algunos pueblos. Poco se conocía de su pasado; y las viejas comadres del lugar contaban de él muchísimas historias, aunque nadie sabe cual de estas era cierta, si es que alguna realmente lo era.

PALO SANTO,... PATO TINGÜÉ... Y ALGO MAS...





Le decían "Pato Tingüe" y hace muchos años parece que llegó a Palo Santo procedente del Paraguay. Pero, desde que llegó, siempre fue uno de esos personajes un tanto extraños que suele haber en algunos pueblos.

Poco se conocía de su pasado; y las viejas comadres del lugar contaban de él muchísimas historias, aunque nadie sabe cual de estas era cierta, si es que alguna realmente lo era.


Tendría unos sesenta almanaques en su pasado, o a lo mejor un poco más, y vivía completamente solo, en los viejísimos galpones ya sin uso de una conocida empresa forestal y taninera, justo al lado de la Comisaría de Palo Santo. Se trata de uno de esos galpones en cuyas antiguas y gastadas chapas, cubiertas de un óxido de coloración rojiza, el viento del trópico produce silbidos rarísimos y canciones misteriosas cuando en las noches de tormenta pasa rozando con las mismas…

Aunque, en realidad, esto de que vivía solo, es simplemente un decir, porque a "Pato Tingüe" lo acompañaban en el viejo caserón unos tres o cuatro perros (algunos creen que eran más) y varias decenas de palomas que también habitaban y anidaban en las estructuras de madera que sostenían los inmensos techos de zinc. Del mismo modo, compartía el habitáculo con algunos murciélagos que tenían su refugio en la parte superior de los mencionados galpones…

Nunca se le conocieron familiares… Amigos tampoco.

Su existencia transcurría como varias de esas extrañas existencias de pueblo,… ninguneado por la vida, por el destino y por la mayor parte de esta microsociedad lugareña… Pero hace algo más de una semana el corazón de Pato Tingüé pareció haberse cansado de repente y súbditamente dejó de latir. Esto ocurrió cuando salía de un "mercadito" a donde había ido para pagar unas cuentas. Llamaron un médico, quién después de revisarlo, con no mucho entusiasmo pronunció la muy conocida frase “está muerto”. Dicen que en sus bolsillos se encontraron unos pocos miles de pesos y que esta suma quedó “para que la cuidara la policía”...

Luego esperaron casi un día “a ver si no venía algún pariente” y, como no vino nadie, la Municipalidad hizo construir un cajón de madera y mandó un vehículo para que llevaran sus restos fúnebres al cementerio local.

Después de su muerte todo sigue igual,… los viejísimos galpones ya sin uso de la conocida empresa forestal y taninera, el viento del trópico produciendo silbidos rarísimos y canciones misteriosas cuando en las noches de tormenta pasa rozando con las gastadas y antiguas chapas, cubiertas de un óxido de coloración rojiza,… los murciélagos que tienen su refugio en la parte superior de los mencionados galpones… y todo lo demás…

Pero,… ¿qué habrá sido de las palomas?... Me pregunto esto porque desde que falleció Pato Tingüé no las he vuelto a ver… ¿simple casualidad…. o… será que les pasó algo?... No lo sé…

En cuanto a los perros,… ¿quién se habrá hecho cargo de ellos?... ¿quién les dará ahora de comer?... Casualmente esta mañana, muy temprano, había dos perros que ladraban insistentemente a tres caballos, en una improvisada “canchita de fútbol” que hay muy cerca de “el tinglado”, en los terrenos del ferrocarril…

Y una señora viejísima y muy flaquita, toda vestida de blanco, cuyo aspecto y cuya voz tenía un “no se qué” que me recordaba al aspecto y a la voz de ciertos fantasmas, me miró y me dijo: Don Godoy, “esos son dos de los perros del fiando Pato Tingüé. Habría que darles de comer porque parece que tienen hambre”… y, luego de un breve silencio, agregó: “y también hay que rezar por el alma del Pato Tingüé, para que Dios lo tenga en su santa gloria”…

Después la señora viejísima y muy flaquita, toda vestida de blanco, cuyo aspecto y cuya voz tenía un “no se qué” que me recordaba al aspecto y a la voz de ciertos fantasmas, continuó caminando con pasos muy rápidos (sus pasos parecían saltitos) y se fue, por la ex calle 14, hacia el este, mientras su imagen se iba borrando de a poco entre ese polvillo de tierra con tonalidades amarillentas que suele arrastrar el viento de Palo Santo cuando llegan las épocas de sequía… Cosas que pasan…

Palo Santo, diciembre de 2.010.

Ramón Godoy.

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