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M.T.R: Apuntes para una Historia Piquetera
Por Razón y Revolución / CEICS -
Wednesday, Nov. 17, 2010 at 3:45 PM
info@razonyrevolucion.org
Apuntes para una Historia
Piquetera
Roberto Martino
Colaborador - Dirigente
Político - Preso (Marcos Paz) por denunciar las acciones del ejercito israelí
contra Palestina
La nota siguiente
fue enviada por el Compañero Martino desde el penal de Marcos Paz, donde cumple
prisión preventiva por su condición de genuino luchador revolucionario. Además
de su valor como parte de una historia por hacer del movimiento piquetero y del
Argentinazo, su publicación es una forma más de sumarnos a la exigencia de su
libertad inmediata, junto con los de todos aquellos en igual condición.
Los inicios
El Movimiento Teresa Rodríguez, surge -como
tal- a fines de Abril de 1997, pero tiene sus raíces muchos años antes. Así,
podemos fijar 1982 como fecha de inicio, cuando comenzamos las reuniones para
reconstruir el P.R.T (Partido Revolucionario de los Trabajadores) cuyo proyecto
y práctica reconocíamos –y lo hacemos también hoy- como el grado más alto
alcanzado por el proletariado argentino, en los últimos 70 años, en su lucha por
construir su organización política propia.
Desde entonces hasta el ´95,
la labor de construcción tuvo avances y retrocesos, continuidades y rupturas,
que llevan a un desgranamiento de la organización primaria que no sería parte de
este artículo relatar. De una de esas divisiones comienza, en el ‘94-‘95 un
nuevo proceso, centrado en la lectura y reflexión de algunos clásicos del
marxismo, como en realizar un balance de nuestra trayectoria política hasta
allí. Así es que en los primeros meses del ‘96 un pequeño grupo de militantes
llegamos a la conclusión de que la construcción del partido revolucionario de la
clase trabajadora pasaba por agrupar, principalmente, a los trabajadores
desocupados. Hasta fines del ‘95 nuestra preocupación había sido desarrollarnos
en la clase obrera industrial, para lo que realizábamos volanteadas en las
puertas de algunas fábricas, además de trabajar. Fruto de ello recogíamos una
pequeña adhesión. Es que el temor al despido y la falta de organización en que
“respaldarse” paralizaba a las masas. A su vez, las calles se llenaban de
militantes expulsados de la producción. La burguesía lograba mantener un férreo
control y los despidos de los activistas aumentaban la sensación de
imposibilidad de lucha.
Por ello éramos críticos de la política
implementada por los partidos de izquierda, que apenas reunían tres militantes
en una fábrica los hacían chocar con la burocracia, abiertamente, con el saldo
ya conocido. Es así que llegamos a la conclusión que, con una desocupación
estructural de muchos años por delante, no sería el proletariado fabril la
vanguardia de la lucha obrera, sino que ella quedaba en manos de sus hermanos de
clase desempleados. Considerábamos también que para que la clase obrera
industrial se pusiera en pie (políticamente hablando) era necesario que entrara
en acción –en la sociedad- una organización, un movimiento, que además de
simpatía le despertara confianza, de forma que el cambio necesario lo entendiera
también como posible.
Para esa época (’95-‘96) además del debate de
texto, habíamos desarrollado una agrupación, que primero se llamo CPP (Centro de
Participación Popular) y luego CETS (Centro de Estudios y Trabajo Social), base
de lo que será el M.T.R. Es en el seno del CETS donde se da el debate de
“asentarnos” en los desocupados como forma de poner en pie un movimiento
político-social de masas de alcance nacional y desarrollar el partido
revolucionario. Así es que participamos en septiembre del ‘96 de la primera
marcha de desocupados del Conurbano a Plaza de Mayo. Dicho movimiento estaba
hegemonizado por el “Toti” Flores (hoy diputado por la Coalición Cívica y, para
algunos empresarios sojeros, el mejor candidato anti-K) y el “Beto” Ibarra (hoy
kirchnerista). En diciembre del mismo año, la monja Pelloni y la CTA convocan a
una marcha en Florencio Varela de la cual también somos parte.
Como lo
habíamos previsto, alrededor del movimiento de desocupados comienzan a nuclearse
militantes no orgánicos, pero con todas las taras de sus organizaciones de
origen. Así aparecen dos cuestiones que debíamos superar: una, la de activistas
de cuño trotskista –fundamentalmente- que consideraban que politizar a las masas
(objetivo que compartíamos) consistía en hablar más de Bosnia que de lo que
pasaba en Argentina. Y sobre todo, en no comprender que el primer paso para
generar un movimiento de masas, es ganar la confianza y el afecto de las mismas.
Sin ese primer paso ni nos escuchan. La otra cuestión era el planteamiento de
ciertos partidos (fundamentalmente el PO) que nos acusaba de duhaldistas, de
bolsoneros, de estar al servicio de la baja de los salarios, etc. Esta visión
pronto se puso a prueba. Fue en Berazategui, para el mes de marzo del ‘97; allí
ex militantes del PC y algunos activistas del PO organizan una marcha a la
intendencia y nos invitan a que los acompañemos. Fuimos con una delegación.
Llegamos a la Intendencia con una manifestación, pero ésta se encontraba copada
por matones y barrabrabas al servicio del PJ. Como la movilización era
importante y se mantenía firme pese a la presencia de los matones, el municipio
recibe una delegación. Por supuesto, el pliego contenía demandas de carácter
local, otra del ámbito nacional y las propias de una revolución política que,
cosa rara, como partido no son llevadas a la acción.
La cuestión es que
el municipio sólo ofrece entregar una cantidad de bolsones alimentos. Baja la
comisión e informa que nada se consiguió, que el municipio ofrecía migajas (lo
que era cierto desde el punto vista del pliego y no cierto desde la situación de
miseria y abandono de la población), por lo que se rechazaba e instaba a volver
a los barrios a reforzar la organización para arrancarles todo. Fue la primera y
última movilización de desocupados –por muchos años- en Berazategui. De hecho,
allí sólo se desarrollo el movimiento después de diciembre de 2001. Nosotros
también nos encontramos con situaciones como ésa, pero jamás rechazamos nada.
Nuestra línea era: hoy te arranco esto y mañana vuelvo por más, pues entendíamos
que después de tantos golpes (había compañeros que al quedar desocupados no
querían salir de sus casas por vergüenza), nuestra clase necesitaba volver a
confiar su fuerza. Y por ello el logro más pequeño era un capital inmenso. Y
nuestra gente lo vivía así. No importaba tanto cuanto arrancábamos, sino el
hecho de recuperar aunque sea parte de lo que nos habían quitado. Y entre ello
central: LA DIGNIDAD. Hay que vivir situaciones como estas para comprenderlo; ya
dijo alguien que la conciencia es el reflejo de las condiciones materiales. Y si
mis condiciones son las de la clase media, o pequeña burguesía, muy difícilmente
pueda “entender” al grueso de nuestra clase.
Así fue que comenzamos a
masificarnos. Recorríamos barrio por barrio, durante todo el día. Arrancábamos a
las 8, 9 de la mañana y terminábamos a las 22, 23 hs., agotados, pues todo era a
pulmón, ya sea en bicicleta o a pie. Realizábamos asambleas en plazas, canchas
de fútbol, escuelas. Así es como entramos en relación con las manzaneras y
algunos peronistas de base, que realizaban merenderos solidarios pero bajo el
comando del PJ. Pronto esa gente entro en contradicción con su dirección, pues
reclamaban soluciones –ante la desocupación y el hambre- que no llegaban nunca.
Contradictoriamente, observaban que nosotros – con la lucha- obteníamos
paliativos, con lo que la opción no era muy difícil de tomar. Ello explica el
crecimiento explosivo del movimiento piquetero, por un lado, y el derrumbe del
PJ por el otro.
Cuando surgimos nuestra consigna era: “Trabajo y
Dignidad, ni un paso atrás”. A fines de abril del ‘97, días después del
asesinato de Teresa Rodríguez, decidimos además de ponerle su nombre al
Movimiento, modificar la consigna por: “Trabajo, Dignidad y Cambio Social”. En
Mayo, arrancamos los primeros 80 planes, a partir de los cuales comenzamos a
masificarnos. Continuamos recorriendo barrios y promoviendo movilizaciones. En
agosto protagonizamos el primer corte de ruta bajo una lluvia torrencial. Pero
la voluntad y la decisión triunfaron; así obtuvimos 250 planes más. La noticia
corría de boca en boca y nuestras asambleas eran cada vez mas numerosas. Allí
pasamos a desarrollar asambleas semanales por barrio, con su propia organización
y delegados.
Para octubre nuestras marchas en Florencio Varela nucleaban
a unos dos mil manifestantes. Ese crecimiento y la falta de cumplimiento por
parte del municipio a un Acta/Acuerdo que contemplaba la incorporación de 1.000
compañeras/os más a los planes sociales, nos llevó a un nuevo corte de ruta.
Después de una semana de corte levantamos el mismo al incorporarse ese cupo;
pero los dirigentes y principales activistas fuimos dados de baja, con lo que el
Movimiento sufrió el primer golpe. Así fue que el 22 de diciembre iniciamos un
nuevo corte de ruta que duró hasta el 4 de Enero a la madrugada que fuimos
violentamente reprimidos por Infantería, Montada, dos tanquetas, guardias con
perros y un helicóptero. Resistimos durante un tiempo, pero la violencia y la
sorpresa (eran las 5 de la mañana) fueron superiores. 112 detenidos, varios
heridos y muchísimos apaleados fue el saldo. A la media mañana la solidaridad
del pueblo, con Hebe a la cabeza, se hacia sentir. A la semana estábamos en
libertad, pero no sólo continuábamos de baja sino que una parte importante del
Movimiento se alejó por temor a los rumores y amenazas del municipio a través de
sus punteros. También contribuyo el hecho que algunos delegados se pasaran al
lado del PJ. Este fue uno de los momentos más duros porque –además- no teníamos,
literalmente, de qué vivir.
En el periodo que va de enero a mayo todos
habíamos perdido varios kilos, pues lo único que compartíamos era polenta
hervida y mate. Aún así, esa olla comunitaria nos permitió mantener unido al
núcleo del activismo. Para mediados de mayo comenzamos a remontar la cuesta, al
dedicarnos al reparto de pan en forma de cooperativa. Además, nos posibilitaba
un vínculo cotidiano con los barrios.
Definiciones políticas
La primera fractura que sufrimos fue en noviembre de 1998. Un sector
encabezado por Daffunchio (Luca); Sayago (Hueso) y Noccelli (Gabi) nos acusan
¡de querer politizar el movimiento! El fondo de la cuestión era que nosotros
impulsábamos la formación política y poníamos como ejemplos de ello lo del MST
brasilero. Para Sayago, Daffunchio, Noccelli, en cambio, la cuestión era
desarrollar un movimiento “apolítico” que les permitiera realizar acuerdos con
el municipio y PJ. Hoy Daffunchio es ejecutivo del Movimiento Evita, además de
depender del intendente Pereyra y de defender a la burocracia sindical ante el
asesinato de Mariano Ferreyra; Sayago es miembro del PO y Noccelli se a
convertido al autonomismo. Esta fractura nos obligo a comenzar casi de cero.
Por otra parte, a mediados de 2000, producto de un acercamiento con
Daniel De Santis, los activistas nos incorporamos al PT (Partido de los
Trabajadores), consecuentes con nuestra visión de la necesidad de desarrollar
una organización política de nuestra clase y empujados por la recuperación de un
tronco común (el PRT). Dicha experiencia se agoto el 25 de Mayo de 2001. Es que
en febrero-marzo habían aparecido divergencias importantes que, además, ninguna
de las partes supo –pudo- resolverlas maduramente. En esos meses aparece un
articulo de Daniel en la prensa partidaria que, no solo postulada la necesidad
de participar en las elecciones legislativas de octubre de ese año, sino que iba
mas allá al sostener que no existía otro camino –en la Argentina del 2001- para
desarrollar el partido revolucionario que construirlo alrededor de la
participación electoral.
Esas eran, básicamente, las definiciones de un
sector del PT. Otros –entre los que nos encontrábamos nosotros y el camarada
Batallés- preveíamos la posibilidad de un estallido en no mucho tiempo y
caracterizábamos: a) que las masas no sólo no mostraban expectativas en la
próxima contienda legislativa, sino mas bien la repudiaban; b) que la principal
forma de acumulación política pasaba por alentar la acción directa, tanto la
confrontación en las calles como con el gobierno. Para De Santis no existía tal
situación ni posibilidad de estallido. Así fue que tanto Batallés como nosotros
abandonamos el PT, aunque con algunas diferencias entre nosotros, de allí los
caminos paralelos.
A su vez, desde el MTR convocamos (para abril, más o
menos) a un conjunto de grupos como la CTD de La Plata; MTD Lanús; y los MTD que
se habían separado de nosotros pero aún conservaban el nombre, a desarrollar una
coordinación capaz de influir políticamente en el conjunto del movimiento
piquetero. Contábamos, además, con una estrecha relación con Emerenciano Sena
(MTD, Chaco) y “Pepino” Fernández (UTD, Mosconi-Salta). La primera reunión se
realiza en Avellaneda, en la Escuela de Música Popular. De esa y otras reuniones
saldrá la Coordinadora Sur. Salvo la UTD, el MTD Chaco y nosotros, el resto de
la coordinadora será lo que constituirá luego la “Aníbal Verón”.
En
julio se realiza el I Congreso Piquetero en La Matanza y en representación de
todo este arco habla Sena, un dirigente de base, con poco conocimiento político
pero muy intuitivo y combatido, dueño de un discurso inflamado, a punto tal que
la política de conciliación de la CCC/FTV con Moyano –en dicho Congreso- queda
herida por su crítica a la burocracia sindical. A la semana de dicho Congreso
nos reunimos los distintos referentes para debatir la implementación del plan de
lucha votado, que contemplaba cortes por 24, 48 y 72 horas en todo el país. Una
diferencia importante radicaba en que, tanto la Coordinadora como la UTD Mosconi
y el MTD Chaco, éramos partidarios de cortes totales, mientras que el eje
CCC/FTV sostenía una política basada en hechos “testimoniales”, dejando carriles
abiertos. En dicha reunión se ratificó cortes totales y el cumplimiento de las
horas establecidas para los cortes.
Un suceso aleatorio ocurre en los
días previos a la primera medida de fuerza: una cantidad importante de
compañeras/os (del MTR) son dados de baja de los planes provinciales. Realizamos
gestiones, obtuvimos promesas, pero todo sigue igual, por lo que el día del
primer corte los compañeros/as –en asamblea- exigen medidas más radicales, como
ocupar el Banco Provincia, sucursal Cruce Varela, hecho que realizamos. Esto
genera una polarización en el movimiento piquetero. El eje matancero (en
especial D’elia) sale por los medios a cuestionar nuestra medida, por no haber
sido “acordada” en el plan de lucha, y a calificarnos como infiltrados. También
desnuda la verdadera política al interior de la Coordinadora Sur, ya que sólo el
MTD Solano apoya nuestra medida. Daffunchio y Noccelli, para no “comprometerse”
se retiran a 300 metros del Cruce Varela. Pero mayor es la división al momento
de cumplir con el tiempo de corte, pues a las 18:00 D’elia y Alderete anuncian
el levantamiento de la medida “en virtud de la categórica demostración popular”,
palabras más, palabras menos; pero ¡sorpresa!, lo mismo hacen los “duros” de la
Coordinadora con Daffunchio a la cabeza. Aún así nosotros decidimos cumplir con
el corte de 24 hs., nos quedamos y alrededor de las 16:00 desalojamos el Banco.
Al otro día, de allí mismo iniciamos una nueva marcha a La Plata, donde
forzamos que nos recibieran funcionarios del Ministerio de Trabajo, los que se
comprometen a solucionar el problema, para lo cual recibirían a una comisión al
otro día. Grande es nuestra sorpresa cuando sale e informa a la Asamblea que no
hay solución. De allí sale la propuesta de marchar nuevamente y ocupar el
Ministerio. A las 04:00 comienzan a salir los primeros grupos que asegurarían la
ocupación. A las 09:00 el Ministerio está ocupado y fura del edificio hay
centenares de compañeras/os rodeándolo. Fruto de la medida, Aníbal Fernández
(hoy Jefe de Gabinete) se compromete a encontrar una solución, por lo que
abandonamos el edificio. Pero mientras estamos desconcentrando se desata una
feroz represión. Hay mujeres y niños lastimados, hombres golpeados. El centro de
La Plata parece una ciudad ocupada, se persiguen piqueteros hasta 10 Km. del
lugar. El saldo es más de 70 detenidos, de los cuales los menores y muy pocos
mayores recuperan inmediatamente la libertad. Quedamos, entre hombres y mujeres,
59 detenidos.
A la represión le sucede una campaña de amedrentamiento y
difamación por parte de la Intendencia y el PJ, además de una militarización de
Florencio Varela cada vez que el Movimiento organiza una marcha por la libertad
de los detenidos. Esto produce, otra vez, una baja sensible en nuestras filas.
Sin embargo, la militancia y un sector de masas se mantendrán firmes.
Paradójicamente esa dura represión, como la ocupación antes del Banco, es lo que
nos va a catapultar en la consideración de decenas de activistas, de pequeños
grupos locales que comenzarán a buscar contacto con nosotros. Recuperamos la
libertad el 29 de Agosto y para el 4 de Septiembre estaba convocado el II
Congreso Piquetero en La Matanza.
El Segundo Congreso de La
Matanza
Apenas recuperamos la libertad, nos abocamos de lleno a
preparar nuestra intervención en el Congreso. Para ello teníamos acuerdos con la
UTD Mosconi y el MTD Chaco y una serie de grupos del interior del Gran Bs.As.,
excepto el recientemente construido Aníbal Verón que había tomado otro camino y
ni siquiera participa del Congreso. En total éramos 25 delegados los que fuimos
al Congreso. El lugar estaba repleto, calculo 2.500 a 3.000 delegados, la
inmensa mayoría (el 75%) de la CCC/FTV y CTA. La gente de la CCC y FTV no nos
querían dejar entrar -fundamentalmente la FTV- bajo el argumento de que ¡íbamos
a romper el Congreso! Después de varios forcejeos, de la presión de otros grupos
que estaban dentro y –centralmente- del costo político que implicaba no
permitirnos ser de la partida cuando acabábamos de recuperar la libertad,
terminaron inclinando la balanza. Se suceden los oradores, casi todos de la CCC,
FTV y la CTA. Al mediodía habla D’elia. Por parte de nuestro bloque estaba
mandatado para intervenir el compañero Valencia, de la UTD Mosconi, y yo, que
hablo casi a continuación de D’elia.
Subir al escenario fue toda una
batalla, donde se suceden desde empujones, hasta amenazas, como las de Alicia
Castro (hoy embajadora en Venezuela), por ejemplo. Mi intervención –en polémica
abierta con FTV y CCC en cuanto a qué había que hacer- polariza el Congreso.
Ardura y D’elia – confiados en el 75%- deciden someter a votación las dos
mociones; pero tremenda es la sorpresa cuando advierten que el 55% de las manos
(vistas desde el escenario) apoyan nuestra propuesta. Aunque hubiese sido un 50
y 50 ya esto era un golpe tremendo a la política de conciliación de clases que
expresaba el eje matancero y, además, en su propia casa. “Chiquito” Ardura,
advirtiendo una derrota catastrófica, propone un cuarto intermedio para
consensuar un documento en común, lo que implicaba modificar el proyecto
original. Aceptamos el cuarto intermedio, pues la opinión de las bases había
sido tajante, y sí o sí iba a reflejarse en el documento final.
Además,
a ninguno convenía una fractura de dicha asamblea. Terminado el cuarto
intermedio, se me invita a subir al escenario como forma de expresar el consenso
alcanzado. Terminada la lectura, tomo la palabra para alentar la combatividad y
unidad puesta de manifiesto por los delegados y anuncio que nos retiramos en ese
momento. La CCC nos solicita quedarnos hasta el final, pero no aceptamos.
Sabíamos que hacía una 5 horas que Julio Piumato se encontraba en un coche en
los alrededores, esperando el momento para entrar y cerrar la Asamblea. Moyano
no había ido por temor a una nueva silbatina. Nuestra retirada tenía que ver con
que intuíamos – por la combatividad de los delegados en el debate- que Piumato
sería silbado y no queríamos ser el pato de esa boda.
El Bloque
Piquetero Nacional
El documento aprobado en La Matanza, además de
una plataforma de medidas económicas y políticas de cara a la crisis, realizaba
una llamada a la III Asamblea para antes de fin de año, pues preveía (todos) que
una rebelión popular estaba en curso. Es por ello que a la semana viajamos hasta
el Barrio María Elena a conversar sobre dicha convocatoria, pero era claro que
la CCC/FTV no quería más asambleas.
Desde el MTR, convocamos a una serie
de reuniones en Florencio Varela, de la que participan grupos más afines, como
la UTD Mosconi, el MTD Chaco, UTL de Guernica, Casa del Pueblo de Capital
Federal, y otros que posteriormente darán lugar en lo que es hoy la CUBa y la
FTC. Nuestra propuesta fue –ante la crisis en ciernes- gestar un bloque de
carácter clasista capaz de disputar la dirección del movimiento al eje
matancero. Éramos conscientes de la necesidad de una herramienta de alcance
nacional que fuera más allá de la mera coordinación y capaz, al mismo tiempo, de
gestar unidad con el sector ocupado.
Por eso propusimos –cosa que fue
aceptada pero con grandes reservas- invitar al PO (Partido Obrero) a ser parte
de dicho Bloque. Se me designa para dicha tarea, por lo que comunico con
Christian Rath y concertamos una reunión en un bar en Constitución, el “Tren
Mixto”. Allí concurren Rath y Pitrola por el PO. Les expongo el motivo de la
reunión y visión sobre situación y tareas por delante, como la importancia de
que fueran parte de este proyecto. En la charla hay coincidencias importantes
pero piden unos días para contestar, lo que va a ser afirmativo.
Así es
que el BPN (Bloque Piquetero Nacional) hacía su aparición pública el 5 de
Diciembre de 2001 con una concentración frente al Ministerio de Trabajo de
Nación y posterior movilización a Plaza de Mayo. La consigna que encabezo la
columna decía: ¡Fuera Cavallo! Sabíamos que sumar al PO –dueños de una
estructura de cuadros a nivel nacional- significaba una relación absolutamente
asimétrica con una fuerza que –además- no caracterizamos como revolucionaria.
Pero, al mismo tiempo, no desconocíamos la importancia de un instrumento como el
que estábamos construyendo para nuestra clase. Además, siempre nos animó el
refrán popular que dice que es preferible ser cola de león que cabeza de ratón.
En el 2002 el BPN se convirtió en el catalizador de las luchas y el
referente del movimiento piquetero. A fines de enero se sumaba el MTL. Los
límites de una política basada en una conciliación de clase, hicieron eclosión y
oscurecieron el papel del eje matancero, y los sucesos del Puente Pueyrredón
terminaron por desplazar al punto de regencia. Ya no sería la Ruta 3 –ni el
Oeste- la brújula del movimiento de lucha, sino Puente Pueyrredón y la zona sur
del conurbano. Y ello sólo fue posible por el rol del BPN y la ANT, capaz de
arrastrar –por política y peso en las calles- al autonomismo de la Aníbal Verón,
el populismo de Barrios de Pie y el oportunismo del MIJD de Castells.
Un
balance mínimo de esa coyuntura excepcional, donde florecieron también las
Asambleas Populares, nos indica que nos faltó claridad política, como también,
que una crisis así debe llegar con herramientas previamente construidas, con una
cantera de cuadros capaces de no dejarse arrastrar por la mera lucha económica.
La profusión de planes y mercadería –siempre menor a las necesidades- nos metió
en un callejón que no supimos abordar adecuadamente. A punto tal que nos
“olvidamos” de imponer –por lo menos- una ley que universalizara el derecho a la
asistencia social, acabando así con la política clientelar del Estado.
Condiciones para lograrlo había de sobra.
Esta pérdida de rumbo –por el
crecimiento masivo, entre otras cosas- nos imposibilitó pensar política a fondo,
de munirnos de propuestas transicionales capaces de permitirnos abordar la nueva
etapa en mejores condiciones. Pero si nosotros mostramos nuestros límites, ni
que decir de los partidos que hace 35 años que conservan la misma estructura y
la misma dirección.
Último acto de un ciclo
Intentando
encontrar una salida a lo descripto, el MTR debatió el tema para el mes de
septiembre/octubre de 2002. La mayoría sostenía que el pico de la crisis había
pasado y que lo más probable es que se resolviera en los marcos institucionales
del sistema. Posiblemente fuera también ésta la evaluación del Gobierno de
Duhalde –y de las clases dominantes- para intentar cerrar la hendija abierta por
la rebelión, con una represión.
La reacción popular mostró que aunque no
había fuerza para una salida extra-institucional, tampoco la había para una
represión social. Así quedó cerrada la suerte reeleccionista de Duhalde y
fuertemente condicionado el próximo gobierno burgués. En esa circunstancia
nuestra propuesta fue unir las tres expresiones de lucha que se destacaban en
los últimos años, ganando un lugar en la conciencia popular: el Movimiento de
DDHH referenciado en Madres de Plaza de Mayo, el Piquetero encarnado en “Pepino”
Fernández, y el Movimiento de Asambleas Populares referenciado por Luis Zamora.
No nos alentaba ninguna carrera electoral, sino el convencimiento de que bajo el
“paraguas” de la participación electoral se podía unir y poner en pie un
Movimiento Político de alcance nacional y capaz de ofrecer una salida por fuera
de los marcos del sistema, como un lugar de debate y pertenencia a todo el
pueblo trabajador.
Ni que decir el rol de la fragmentación en ciernes.
“Pepino”, Sena y Barrios de Pie, acordaban y acompañaron esta propuesta, pero la
defección de Luis Zamora lo volvió inviable, o al menos así lo pensamos. A
continuación, el sector de nuestro MTR que no acordaba con la necesidad de la
batalla electoral, se alejo. Y lo que siguió es parte de otra
historia.
Roberto Martino comienza huelga de hambre
Noviembre 8 de 2010, Penal de Marcos Paz, Pabellón 7- Módulo 1
a las organizaciones populares:
Un año perseguido y seis
meses con siete días encarcelado, cumpliré el 10 de noviembre próximo.
¿La
causa? ser un militante piquetero que además de gritar las injusticias aquí ha
levantado también su voz para denunciar los crímenes y las violaciones a los más
elementales DD.HH. que comete el Estado de Israel contra el pueblo palestino.
Violaciones que las mismas Naciones Unidas vienen denunciando; el Informe
Goldstone es un ejemplo de ello. Allí se da cuanta de la destrucción planificada
de escuelas, hospitales, reservas de agua potable y agua para riego; destrucción
de viviendas, uso de bombas de fósforo y de uranio empobrecido. También, de
niños obligados a presenciar la tortura y fusilamientos de sus padres y/o
hermanos.
Sin ninguna duda, para sostener la continuidad de su política
Israel precisa -imperiosamente- que nadie le señale ni recuerde sus crímenes. Es
por ello que su Embajador en Argentina, Gazit, como Ángel Barman -vicepresidente
de la AMIA- han reclamado a nuestro gobierno que “erradique” (con lo que
significa esta palabra en nuestro pasado reciente) a quienes levantemos la voz
contra su política.
A pesar de que hace más de un año numerosos
ciudadanos argentinos denunciaron ante los estrados federales –de Capital
Federal, como del interior del país- semejante convocatoria al crímen político,
ningún juez ha llamado –aun- al Embajador Gazit ni a Ángel Barman, mostrando
–otra vez—que gran parte de nuestra justicia mira con un solo ojo: el de la
derecha.
Todo esto me lleva a iniciar una huelga de hambre, a partir del
día 10 de noviembre próximo, como forma de hacer pública: mi situación de rehén
de la Embajada israelí y del gobierno nacional, y la existencia de presos
políticos populares en el gobierno de los DD.HH.
Responsabilizo por lo
que pueda sucederme a la Sra. Presidenta de la Nación, a sus Ministros y al
Poder Judicial de la Nación.
¡Mejoramiento de las condiciones carcelarias!