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Los gordos de siempre. Acerca de la burocracia peronista y la democracia sindical
Por Razón y Revolución / CEICS -
Wednesday, Nov. 17, 2010 at 3:51 PM
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Los gordos de
siempre.
Acerca de la burocracia
peronista y la democracia sindical.
Ianina Harari
GIPT
- CEICS
El kirchnerismo quiere hacernos
creer que los males del sindicalismo, que hoy toman estado público, nacieron en
los ’90. Sin embargo, los “gordos” y los no tanto de la CGT tienen una
trayectoria más larga. Los actuales “muchachos peronistas” han intentado
mantener a raya cualquier atisbo de disidencia desde, al menos, los ‘60.
Burocracia sindical y peronismo son, en la Argentina, sinónimos. No se puede
superar uno sin el otro. Un repaso por la actuación del SMATA en los ’70, nos
permitirá refrescar la memoria.
Democracia verde
En 1968
el SMATA es ganado por la lista verde que conformaron Dirck Henry Kloosterman y
José Rodríguez. Ambos personajes provenían del personal jerárquico de sus
empresas. El primero era tomador de tiempos en Peugeot, es decir, se encargaba
de controlar que el obrero no le estuviera robando minutos a la empresa. El
segundo, era contador auxiliar de DECA-Deutz. Ambos habían conformado la
dirección del SMATA, pero en cargos secundarios. De hecho, José Rodríguez había
sido encargado de intervenir desde la central del gremio, la seccional Córdoba
en 1967.
Desde entonces, los verdes mantuvieron el control del
sindicato. En 1970 obtienen 12.331 votos, luego de eliminar de la competencia a
la opositora Azul con el argumento de que habían falsificado listados de firmas
para alcanzar los avales necesarios.(1) En 1972 y 1974, vuelven a triunfar, con
casi el doble de votos, sin ninguna oposición. El sistema de lista única, como
vemos, no es nuevo. A pesar del control que la burocracia ejercía en las
elecciones nacionales, las elecciones de delegados les resultaban más difíciles
de tutelar. Así, continuamente debían idear la forma de sacarse de encima a los
delegados más combativos. Por ejemplo, en noviembre de 1973, se decide sancionar
con la expulsión a 12 afiliados del gremio de distintas empresas, muchos de
ellos delegados. Nueve de ellos son reprendidos por no haberse adherido al paro
convocado luego de la muerte de Kloosterman o por no respetar el minuto de
silencio en su memoria.(2) El resto de los expulsados son delegados cuyas faltas
nunca son explicitadas. Así en las resoluciones, se justifica la expulsión con
vaguedades tales como "inconducta gremial”, “se estima necesario disponer su
expulsión como recurso extremo destinado a preservar la vida regular del gremio
y asegurar el normal funcionamiento de sus instituciones".(3) Sin mayores
explicaciones estos trabajadores, que habían sido elegidos como delegados por
sus compañeros, eran apartados del gremio.
Exclusivo para
peronistas
El mayor desafío que tuvo que enfrentar el SMATA en los
’70 fue el avance del clasismo. Enfrentado por tendencias marxistas y frente a
un gobierno que no quería negociar, como el de la dictadura, por algunos
instantes la burocracia se vio obligada a actitudes aparentemente conflictivas.
Pero con el regreso del peronismo al poder, el gremio abandonó la pose pseudo
combativa y comenzó a atacar abiertamente al clasismo. Por ejemplo, en 1972,
bajo el gobierno militar, el SMATA realizó varias presentaciones judiciales para
encuadrar a los obreros de Fiat en el sindicato, luego de la disolución del
Sitrac, que había sido conducido por clasistas. Pero en 1973, ya bajo el
gobierno peronista, los verdes se negaron a prestar apoyo a la seccional
cordobesa para la afiliación de los obreros de Fiat. Esa seccional estaba ahora
conducida por René Salamanca, obrero de IKA-Renault y militante del Partido
Comunista Revolucionario, quien conducía la Lista Marrrón y había ganado las
elecciones el año anterior en la provincia. Desde la central alegaban que aunque
defendían el derecho del gremio a representar a todos los mecánicos del país, no
se podía realizar una huelga contra el gobierno popular: “resulta “sospechoso
que la dirección sindical cordobesa (autotitulada clasista, combativa y
comunista revolucionaria) salga justamente ahora a la lucha con el fin de
crearle un problema al gobierno popular.” (4)
Con la asunción de Perón,
y la evidente derechización del gobierno, se envalentonaron aún más, esperando
que el general pusiera orden:
“no vamos a esperar más sentados que la
traición y la contrarrevolución marxista destruya nuestro pueblo. Estamos
dispuestos a darles batalla en todo el país, estén donde estén, en las fábricas,
seccionales, talleres, etcétera, y con la movilización activa de los mecánicos
auténticos, que sólo reconocen una bandera, la Azul y Blanca, y un líder, el
Teniente General Juan Domingo Perón y una Doctrina, la Justicialista, SMATA
eliminará para siempre de nuestras filas a quienes han actuado y actuarán al
servicio de la anarquía internacional con apoyo de adentro y afuera.”(5)
Efectivamente, esto fue lo que hicieron unos meses después con René
Salamanca. La seccional Córdoba había sido un problema para la dirección
nacional. El SMATA se caracterizaba porque cada regional mantenía cierta
autonomía respecto de la central nacional, sobre todo a nivel financiero. El
burócrata cordobés, Elpidio Torres, no había sido tan eficaz como sus pares
bonaerenses en monopolizar las elecciones. De esta forma, en 1972 había perdido
la dirección de la regional a manos de la Lista Marrón. En 1973, en la VI
Asamblea General Extraordinaria de Delegados Congresales, el SMATA vota
sancionar a la Comisión Ejecutiva de la Seccional Córdoba y conformar una
Comisión Investigadora. Los motivos son ajenos a cuestiones sindicales:
“b) Propiciar públicamente el VOTO EN BLANCO, durante toda la campaña
electoral previa al 11 de marzo de 1973, con el objeto de impedir el triunfo
popular y mantener el continuismo de la dictadura militar, colocándose de esa
manera directamente en contra del General Perón. (...)
f) Con motivo de las
elecciones del 23 de septiembre del corriente año en la que todo el gremio se
pronunció activa y abiertamente en favor de la candidatura del Teniente General
Perón, porque a través de ésta se jugaba el destino nacional, repiten su actitud
negativa y reticente, colocándose de esa manera claramente en contra del
sentimiento de la inmensa mayoría de los compañeros mecánicos de Córdoba y de
los trabajadores del país (...) de extrema gravedad se debe valorar la conducta
de los dirigente responsables de la seccional que respondiendo a una concepción
ideológica y política contraria al sentimiento nacional de los trabajadores, han
enfrentado abiertamente a la inmensa mayoría del país y a la absoluta mayoría de
los mecánicos de Córdoba que abrazan el ideario justicialista y rechazan toda
ideología extranjerizante.”(6)
Se trata de una sanción abiertamente
política. Los mecánicos cordobeses respondieron a esta maniobra con un paro y
una manifestación en la sede gremial de apoyo a la Comisión Directiva regional.
Un año después Salamanca fue expulsado con motivo de un paro llevado adelante en
IKA por demandas salariales, que tuvo una fuerte adhesión por parte de las
bases.
A pesar de todas las maniobras que la burocracia puso en juego,
la movilización obrera continuó rebasándolos, en particular en 1975, con la
conformación de coordinadoras inter fabriles y con las huelgas de junio-julio
contra el Rodrigazo y por la homologación de los convenios colectivos bajo el
gobierno de Isabel. El sindicato comienza entonces a colaborar con la patronal
para despedir delegados combativos y activistas, armando las listas negras.
Pero las argucias legales ya no bastaban y la represión entró en escena,
primero con la Triple A y luego con el Golpe. El sindicato estaba al tanto de
los planes golpistas antes del 24 de marzo e incluso sabía quiénes sufrirían la
represión. Tal es así que 20 días antes del golpe, Rodríguez advierte algunos
miembros de comisiones internas sobre lo que se venía(7) . Durante la dictadura,
si bien el sindicato fue intervenido, la estructura de delegados y dirigentes
peronistas del SMATA se mantuvo y, como lo muestra la causa por los
desaparecidos en Mercedes Benz, fueron cómplices activos de ella en la
desaparición de los militantes fabriles.
Marxistas no, peronistas
El credo “justicialista” pretende que el peronismo no se alinea ni con
el capitalismo ni con el socialismo. Sin embargo, cada vez que las papas
quemaron, la dirección peronista se ubicó siempre del lado patronal, sean las
empresas en cuestión nacionales o extranjeras. La burocracia peronista cumplió
siempre ese papel, incluso llegando hasta el crimen. Porque está en su
naturaleza representar la conciencia más atrasada del proletariado. Que la
burocracia sindical sea peronista no significa otra cosa que la conciencia
sindical más atrasada es la expresión fiel de la conciencia política más
atrasada. Por eso, cuando la crisis promueve una conciencia sindical más
desarrollada, desata también una conciencia política más avanzada. Por eso no es
extraño que cuando la situación refluye, la burocracia retorne y lo haga con sus
métodos de siempre. El asesinato de Mariano Ferreyra es uno más en la larga
historia de los personajes sobre los que se apoya el peronismo, por su propia
naturaleza. Son peronistas, eso es el peronismo y no otra cosa.
Notas
(1) SMATA: Avance, Año I, nº 3, Buenos Aires,
marzo de 1970.
(2) El 22 de mayo de 1973, las FAP realizan una acción de
ajusticiamiento contra el dirigente mecánico en su vivienda en La Plata.
(3)
SMATA: Avance, nº 22, Buenos Aires, octubre de 1973.
(4) SMATA: Avance, nº
21, Buenos Aires, septiembre de 1973.
(5) SMATA: Avance, nº 24, Buenos
Aires, enero de 1974.
(6) SMATA: “Resolución de la VI Asamblea General
Extraordinaria de Delegados Congresales respecto a la situación de la Seccional
Córdoba”, en Memoria y balance 1974.
(7) Harari, Ianina: “Autopsia de un
burócrata: José Rodríguez, 1935-2008”, en El Aromo, nº 52, enero-febrero de
2010.