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El Día de la Soberanía
Por Razón y Revolución / CEICS -
Monday, Nov. 22, 2010 at 1:38 PM
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Fabián Harari
Historiador.
Soberano es aquel que tiene el
poder supremo y, por lo tanto, a lo largo de la Historia uno puede encontrar
distintas formas: en la Antigüedad, bajo el feudalismo y en la República
moderna. La revolución burguesa trae la idea de que la soberanía reside en algo
que se llama “pueblo” (que no sabemos muy bien qué es). Ahora bien, si uno lee
la Constitución, allí dice que este “pueblo” es soberano, pero que “no gobierna
ni delibera sino a través de sus representantes”. Eso significa que, en
realidad, la soberanía remite a una institución específica que es el Estado. Y
ese Estado responde a una clase social: la burguesía. La soberanía nacional,
entonces, no es otra cosa que el poder que se arroga cada burguesía para
conformar un espacio de acumulación y establecer en él una jurisdicción
política. Lo importante no es cómo se presentan las cosas, sino cómo son.
Ese espacio estuvo, en el siglo XIX, en disputa: contra las clases
precapitalistas y contra otras burguesías. La soberanía no sólo se forjó contra
España, Inglaterra o Francia, sino también contra los indígenas, que fueron
liquidados en aras del desarrollo capitalista.
Actualmente, el tema de
la soberanía nacional resulta superfluo. El desarrollo capitalista va provocando
un proceso de “continentalización” de las burguesías. Los Estados nacionales han
dejado de tener sustento real. De hecho, tienen un mayor componente de disputa
contra los trabajadores que contra otras burguesías. Eso puede observarse en la
evolución de las fuerzas represivas argentinas. El Ejército ha adelgazado y se
han ensanchado otras instituciones dedicadas al orden interno. La Gendarmería y
la Prefectura tenían la función de cuidar las fronteras. Hoy en día se ocupan de
la represión.
Por eso, la “soberanía” no es para todos. No hay ningún
“pueblo”. Lo que hay son clases sociales: patrones y obreros. Y estas clases
tienen intereses opuestos. El problema de la soberanía es el problema de la
dominación de la burguesía sobre los trabajadores.
Por lo tanto, no se
defiende un territorio. Se defiende (o ataca) las relaciones sociales que están
allí. Con justa razón, la dictadura decía que defendía a la Nación. Es cierto:
la revolución la hubiera transformado en otra cosa. Si el Brasil o los Estados
Unidos socialistas vienen aquí a entregar el poder a los trabajadores, no hay
ninguna soberanía que defender. Los obreros argentinos recibiremos la invasión
del Exército Vermelho o del Red Army con los brazos abiertos y, con gusto,
dejaremos de ser “argentinos” para pasar a ser algo mucho más digno.