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Formosa, el pueblo devuelve golpe por golpe
Por Fogoneros - Friday, Nov. 26, 2010 at 2:40 AM

24-11-2010

Formosa, el pueblo d...
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Desde el 26 de julio pasado la comunidad Qom del pueblo toba está cortando la Ruta 86 a la altura del kilómetro 1341, en el departamento Pilcomayo de Formosa.

El motivo de la protesta es la decisión del gobierno provincial, encabezado por Gildo Insfrán, un hombre aliado del kirchnerismo que lleva 15 años ejerciendo el cargo gracias a una ley local que le permite la reelección por tiempo indefinido, decidió entregar tierras pertenecientes a los habitantes originarios del zona para construir el Centro Universitario local, dependiente de la Universidad de Formosa.

Las palabras de Félix Díaz, qonleck de la Comunidad La Primavera, definen claramente la situación que dio origen a este conflicto, uno de los tantos que sostienen los hombres y mujeres de esta comunidad arrasada desde hace siglos por la voracidad de los terratenientes, sus políticos y sus fuerzas de seguridad:

“Nos sentimos impotentes viendo nuestros montes tirados abajo por una topadora contratada por la Universidad de Formosa donde se va a instalar el instituto Universitario de la provincia. La única respuesta que nos da el gobierno de la provincia es la presencia de muchos policías demostrando que es la autoridad la que decide los derechos de los formoseños y no nos dan el derecho de manifestarnos pacíficamente, ni el derecho a la información. Día y noche sufrimos durmiendo en el piso de la ruta sin nada, sin frazadas, sin abrigos rodeado del humilde fuego que es nuestra compañía, que nos da fuerza para seguir sin comer nada”.

Sin embargo, el 23 de noviembre, miembros de la familia Celia, supuestos propietarios de las tierras, atacaron a los hermanos formoseños para obligarlos a abandonar la ruta y el reclamo que con esfuerzo mantienen.

La resistencia de los tobas logró la retirada inicial de los terratenientes y así lo cuenta Félix Díaz: “Ahí tuvimos una discusión con los policías, y un efectivo saca un arma, y un hermano le pega con un palo en la muñeca y se cae el revolver, lo que originó un enfrentamiento entre policías y hermanos, y al ser superados en números huyeron y dejaron sus armas tiradas en el suelo”.

El saldo del primer ataque, ocurrido alrededor de las 7 de la mañana, fue favorable al pueblo pobre: los terratenientes oficialistas en fuga y el grupo de policías que los acompañaba también en desbandada, dejando incluso sus armas tiradas en la huida.

Pero a la tarde, con una orden de esa justicia amañada y funcional a los poderosos que impone sus leyes a sangre y fuego en beneficio de los ricos, y con el auxilio de un enorme operativo policial, los ocupantes oficialistas de las tierras volvieron a la carga.

Así relata estos hechos Félix Díaz: “la policía no disparó pero no hicieron absolutamente nada para defendernos y luego tuvimos un enfrentamiento campal con los policías donde los policías tiraron sus armas… esa es la excusa para la intervención sin orden judicial, luego vino un ejército de policías, montada, policía antimotines. Ellos estaban armados y nosotros también estábamos armados con palos, con machetes y los policías nos dispararon. Hay muchos detenidos ahora en la Comisaría de Laguna Blanca, hay un hermano muerto y un policía muerto, un oficial. La verdad que estoy muy preocupado, hay una hermana nuestra que esta internada en el Hospital que tiene 65 años herida de bala por un policía”.

El hermano toba muerto es Sixto Gómez. El policía muerto es el oficial principal Ever Falcón. Otro policía está internado con una flecha clavada en el pecho. Varios hermanos tobas están heridos y muchos fueron apresados.

Las últimas informaciones señalan que Félix Díaz está oculto en el monte, sufriendo lo que sufren quienes no aceptan sin luchar la injusticia criminal de los poderosos. Pero también en esos montes se encuentra latente el ejemplo de quienes ya cansados de recibir represiones ante reclamos justos, se plantan y en lugar de poner la otra mejilla deciden responder golpe por golpe el ataque feroz de los represores y sus mandantes.

Todas las semanas ocurren hechos similares en el norte de nuestro país, sin que eso conmueva a los administradores de las grandes ciudades que concentran riquezas, bancos, empresas, privilegios e instituciones destinadas a hacer prevalecer la barbarie.

En este caso, los hechos tomaron estado público porque murió un policía. Si no, Sixto Gómez hubiese sido un “desaparecido” más en la larga lista de hermanos y hermanas norteños que sufren la brutalidad cotidiana, pero que también demuestran con su heroico sacrificio que “el presente es lucha y el futuro es nuestro”.

La resistencia del pueblo vencerá

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