Julio López
está desaparecido
hace 6427 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Politica actual del PCA
Por Andrea Recúpero y Hernán Cocchi - Sunday, Nov. 28, 2010 at 7:14 AM
ANDREA33@hotmail.com

La presidenta del PCA , actualiza la politica oficial de su partido centenario..

Fanny Edelman
Un ejemplo de vida militante
28 de Noviembre de 2010
Por Andrea Recúpero y Hernán Cocchi
La presidenta del Partido Comunista de la Argentina fue testigo de innumerables cambios mundiales a lo largo de sus 99 años de vida. Comenzó a militar a los 23, y desde su participación en la Guerra Civil Española realiza tareas solidarias y se dedica a la formación de las mujeres. En diálogo con Tiempo Argentino, destacó la importancia del nuevo escenario latinoamericano, el rol clave de los mandatarios de la región y las políticas sociales del modelo kirchnerista.
Fanny Edelman no duda en reafirmar su optimismo por el nuevo escenario latinoamericano. Ingresó al Partido Comunista en 1934, y desde entonces nunca abandonó la lucha por construir esa “nueva sociedad” que la impulsó a comenzar a militar.
La oficina en la sede del Comité Nacional del PC de la Avenida Entre Ríos es modesta. Apenas unos pocos libros, una foto de su referente Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”, los postigos a medio abrir, una bolsa con los colores de la bandera venezolana que dice Telesur y un pequeño busto de Lenin son el escenario de la entrevista.
Sencilla y sagaz. Profunda y militante. Se detiene a buscar la palabra precisa, y la encuentra. A los 99 años es todavía coqueta. En todo momento está atenta a que el bastón que la ayuda a subir y bajar la escalera no salga en las fotos. De soslayo, reniega por el reconocimiento que le hicieron el miércoles pasado en el Teatro Nacional Cervantes personalidades de la política y la cultura: “No me gustan los homenajes”, aseguró.
Fanny Edelman no es sólo un personaje romántico de la historia de la izquierda argentina. Su vida sigue transcurriendo entre discusiones y actos políticos, ya que preside el Partido Comunista Argentino. “Tenemos que terminar a las 15, porque tengo una reunión, y soy muy puntual”, aclaró mirando el reloj. La entrevista duró un poco más de la cuenta, pero aceptó llegar tarde a la convocatoria. Después de todo, algunos militantes no son tan estrictos con los horarios.
Sus manos, que hablan de todos esos años vividos, ya no se deslizan en el piano como en su primera juventud, cuando se dedicaba a la música, pero en todo momento reafirman y acompañan sus palabras, las de quien sabe exactamente qué quiere decir.

–¿Cuántas veces vio cambiar el mundo desde que se afilió al Partido Comunista?
–El mundo cambió, en primer término, con la Revolución Rusa, que fue en realidad un cambio profundo, una verdadera conmoción universal. El nuevo nacimiento de un pueblo en realidad, que sale del régimen feudal y pasa a ser dueño de su destino. Eso es lo singular del siglo que me tocó vivir. Luego se dan la revolución china y la revolución vietnamita, esta última que durante 30 años lucha contra el poder del mismo colonialismo francés, contra la invasión japonesa y contra el imperialismo estadounidense, provocando el acontecimiento más extraordinario de aquellos años. Ya estamos en la mitad del siglo pasado, pasada la mitad del siglo. La gesta del pueblo vietnamita, un pueblo pobre de toda pobreza, que vence a la potencia militar más grande del mundo. Ese fue un hecho histórico. Se produce el proceso de liberación de África del colonialismo. La Guerra Civil Española, que es en realidad la antesala de la Segunda Guerra Mundial. El derrumbe de la Unión Soviética a fines del siglo. Para los comunistas, es una conmoción viéndolo en lo profundo, pero en el caso nuestro no fractura ni nuestras esperanzas ni nuestros objetivos. Eso podría resumir lo que fue el siglo en que yo nací.
–El siglo en el que nació y militó. ¿Cuándo se afilió al Partido Comunista?
–Son 76 años que llevo en el partido. Yo ingresé en 1934. Han sido años de luchas muy duras, muchas alegrías, dolores profundos, como ocurre en todo proceso de lucha. Y soy fiel a los objetivos que fijaron mi ingreso al partido, sus principios y sus objetivos. Y esos años, todos los que he vivido, he estado al servicio de esos objetivos, de transformar la vida, proceso bastante difícil, largo, con avances y retrocesos que nos llevan hoy a plantear la necesidad urgente de ponernos a tono con lo que ocurre en América. Una América sustanciada en una verdadera rebeldía en las entrañas de la América, como hemos podido constatar con los procesos que se dan en el continente, y que nos llevan a nosotros a seguir luchando por construir una alternativa política al capitalismo, el sistema dominante. Una alternativa política anticapitalista, antiimperialista, socialista, que parte de la unidad de toda la cultura comunista, que supera naturalmente las filas de nuestro partido. Y construir una fuerza política muy amplia y simultáneamente muy profunda, que permita alcanzar los objetivos propuestos, los objetivos de liberación, e incorporarnos de esa manera a los procesos que vive el continente. Inspirados todos por esta experiencia única que fue la Revolución Cubana. La Revolución Cubana está en la raíz de los procesos que estamos viviendo en América Latina, y demuestra que el imperialismo, con todo su poderío, con toda su fuerza militar agresiva, toda su potencialidad, hoy está sumergido en una crisis económica profunda. Yo diría más que una crisis económica es una crisis “civilizatoria”, que impone luchar para dejar atrás esta historia de sumisión, de persecución, de hambre, de violación de los Derechos Humanos, que es la esencia del imperialismo, y construir una nueva sociedad donde el hombre y la mujer, el ser humano, sean dueños de su destino. Es una empresa muy grande, pero es una empresa que puede ser conquistada.
–Decía recién que hay un proceso, algo en marcha en América Latina…
–No cabe duda. Lo que ocurre en Bolivia, en Venezuela, en Ecuador. Son cambios anticapitalistas. Son cambios que se proyectan hacia nuevas relaciones humanas. No de sumisión, no de dependencia, sino de independencia. Son procesos que avanzan y retroceden, naturalmente, pero sus objetivos son los que se llaman hoy, los de construir el socialismo del siglo XXI, es decir, una sociedad absolutamente superadora a la que estamos viviendo.
–¿Los líderes de estos países son un factor importante en lo que usted observa?
–No cabe duda. Tienen una responsabilidad principal. Y lo que está ocurriendo, si uno penetra en las realidades de estos países, constata que efectivamente provocan cambios a favor del pueblo, y eso es de una validez enorme. ¿Qué va a ocurrir más adelante? Yo no soy pitonisa, pero me parece que son procesos que no pueden ser destruidos, a pesar de que las fuerzas de la reacción, a nivel nacional y latinoamericano, tratan de que no cuaje este proceso, junto al Imperio, pero yo tengo la convicción de que la fuerza movilizadora y organizativa de los pueblos vence a esa política, porque responde a intereses esenciales de la vida humana.
–¿Observa puntos en común entre esos grandes procesos históricos que mencionaba y esta nueva etapa que vivimos en América Latina? ¿Renació esa esperanza de la liberación?
–Yo creo que sí. El derrumbe de la Unión Soviética impuso lo que se llamó la Política Única: no había otra perspectiva que la proyectada por el capitalismo. Previamente, estuvo la Guerra Fría, que inició el proceso de destrucción de la Unión Soviética, en las postrimerías del siglo. Sin embargo, no hay que olvidar tampoco que en ese mismo momento cinco partidos de América Latina –el Partido Comunista de la Argentina, de Cuba, de Honduras, de la República Dominicana y de El Salvador– lanzaron la Carta de los Cinco, que tuvo una importancia enorme, porque dicha carta planteaba la importancia de la derrota del capitalismo, pero planteaba la posibilidad de que cambie a favor del socialismo. Esa Carta de los Cinco marca un momento sustancial de ese trozo de época. La Revolución Cubana se mantiene firme, sólida, a pesar de la influencia terrible que para ellos significó el derrumbe de la Unión Soviética, y empieza a caminar este momento que caminamos hoy. Nosotros somos optimistas, a pesar de las dificultades que impone construir esta alternativa política, pero pensamos que está inserta en esta nueva verdad de la América rebelde, de la América combativa, de la América que se levanta.
–¿Cómo se inserta el país en ese escenario que nos describe?
–Comencemos diciendo que la Argentina es un país capitalista, un país de grandes posibilidades, con riquezas infinitas, pero gran parte de su pueblo sigue siendo pobre, incluso indigente. Se necesita, y lo estamos percibiendo nosotros, impulsar con mucha energía una radicalización de este sistema que está en choque con las fuerzas reaccionarias, con las fuerzas del pasado. Y ha tenido algunas realizaciones en beneficio del pueblo: la Ley de Jubilaciones, la Asignación por Hijo, la recuperación de Aerolíneas, de las fábricas militares de Córdoba, etcétera. Son pasos, pero no son pasos que modifiquen el carácter de la sociedad, el carácter del sistema. Uno de los aspectos fundamentales de la política del gobierno ha sido la unidad de los pueblos de América del Sur. La Unasur tiene un valor imponderable. El Mercosur lo tiene también. Se va constituyendo un conglomerado de fuerzas que rechazan la política imperial, y eso tiene un valor político, táctico y estratégico significativo. Hasta dónde se va a avanzar, es el interrogante.
–Dijo que son optimistas. ¿Nunca perdió el optimismo a lo largo de tantos años?
–Jamás. Nunca perdí el optimismo. Y ahora lo estoy más aun, porque veo que hay una profunda rebeldía en las bases de América. América Latina se ha transformado en el continente de los cambios. En la vieja Europa renace el racismo, la xenofobia, el crimen del fascismo que fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo no ser optimista? Claro que lo soy.
–¿Cómo vivieron los comunistas la caída de la Unión Soviética?
–Fue una conmoción y un dolor profundo, pero la ideología no puede ser derrotada. Cuando la defendemos profundamente (y esa ideología, que simboliza para nosotros un mundo distinto, no fue derrotada, ni fraccionada, ni destrozada), seguimos con nuestro optimismo, recuperando un elemento fundamental que nos sirvió de lección: observar el desarrollo de los procesos de cambio, los procesos revolucionarios, con objetividad. Nosotros hicimos una lectura apolítica de la realidad, y esa lectura apolítica es la que nos tocó profundamente. Fue una lección que no olvidaremos jamás.
–¿Cómo se vinculó usted al partido? ¿A través de alguien?
–Fue una cosa muy interesante. No recuerdo por qué, me encontré en un momento con una rusa: Raquel Alperovich, que actuaba en el Socorro Rojo (año 1934, dictadura de Justo, con las cárceles llenas de obreros y trabajadores anarquistas y comunistas), con una labor de solidaridad enorme. Esa mujer me invitó a incorporarme al Socorro Rojo y le dije que sí. Ahí conocí a la mujer que presidía el Socorro, Alcira de la Peña, dirigente de nuestro partido. Y comencé a hacer las tareas de solidaridad, visitar a los comercios del barrio para que nos dieran víveres para los presos, fiestas que hacíamos para recaudar fondos para ellos, dinero para pagarle el salario al jefe de familia que estaba en cárcel. En el ’34 me afilié, por el que fue mi compañero. En el ’32 empecé a trabajar. Un día me preguntaron si quería afiliarme, y dije que sí sin saber qué era el Partido Comunista.
–¿Cuál ha sido el rol de la mujer en estos 70 años de militancia?
–Yo trabajé esencialmente en la Unión de Mujeres de la Argentina, que tenía por objetivo todas las reivindicaciones de los sectores más vulnerables de la sociedad. Ahí trabajé durante 50 años, y luego en el Movimiento Internacional, como secretaria de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, en contacto con mujeres de todo el mundo, en la lucha por sus derechos, por el reconocimiento de sus valores. Y la ola feminista de los años ’50 y ’60, que se desplegó por todo el mundo, nos incorporó al feminismo marxista, que unifica y consolida la unión entre los derechos de la mujer y la lucha de clases, porque tienen el mismo origen: la sumisión, la dependencia, la explotación. Unos en el hogar, otros en el trabajo. Hemos constituido justamente la Cátedra de Género y Clase, en la que trabajamos con nuestras compañeras y tratamos de integrarnos a este enorme movimiento de mujeres que hay en el país. Aunque es un movimiento disperso, lamentablemente, ha avanzado en la conquista de muchas de nuestras reivindicaciones, y es preciso continuar, para lo que ya se reconoce, o debe reconocerse hoy: que no hay transformación social ni nuevo orden social sin la participación de las mujeres, como lo ha sido a lo largo de la Historia.
–¿Fue difícil dentro del partido dar esa batalla por el rol de la mujer?
–Nosotros hemos tenido que luchar con algunos sectores del partido, por su incomprensión de este papel emancipador de la mujer, pero en el conjunto del partido hemos logrado avanzar notablemente. Hoy el partido está consustanciado con este tema, al igual que lo está con el respeto a las diferencias sexuales. Nosotros venimos trabajando hace muchos años con este tema, difícil, porque la subjetividad de la sociedad está dañada por la heterosexualidad. Es la única relación humana que el capitalismo acepta, y nosotros hemos trabajado y seguimos trabajando para que se respete la diversidad sexual. Tenemos un ejemplo muy claro: Cuando nuestro secretario general fue diputado en la Legislatura porteña, una de sus secretarias en Derechos Humanos fue una travesti, Lohana Berkins, quien llegó a ser respetada por los trabajadores. Ella tiene el gran mérito de haber constituido cooperativas de trabajo, y un conjunto considerable de travestis gana su vida en esos talleres, cosiendo y haciendo todo tipo de trabajos, que les permiten esquivar la prostitución.
–¿Qué significó La Pasionaria para usted?
–¡Significó tanto! Fue para mí la figura más destacada. Superó la frontera de España y se convirtió en una figura de carácter internacional por su valía, por su inteligencia, por su capacidad de persuasión, por su lucha. Tuve con ella muchos encuentros. La conocí en España, pero mis encuentros fueron durante su exilio en la Unión Soviética, y allí pude penetrar aun más en los valores de esta mujer, de esta dirigente que añoraba profundamente a su España. Y quería volver. Y cuando regresó: una manifestación imponente, no solamente con los afiliados al Partido Comunista. Los valores de esta mujer que para mí es una de las figuras más distintivas del siglo pasado.
–Se habló mucho, a partir de la muerte de Néstor Kirchner, de los jóvenes y la política. ¿Cómo ve esa participación?
–Siempre he tenido un gran amor y un gran respeto por la juventud, y he rechazado esta política de los medios, del capital, para quienes la juventud es la droga, el paco, la indecencia que debe ser condenada. Y aquel señor Blumberg logró que se modificara el Código Penal para castigar más a estos chicos que son, en realidad, víctimas del sistema. Creo que la juventud de hoy se ha despojado totalmente de la herencia trágica que nos dejó la dictadura. Y es una juventud que ya mostró, en las huelgas de los secundarios, su esencia política. Y efectivamente su presencia en el duelo del ex presidente Kirchner –no creo que toda esa juventud haya sido juventud peronista o kirchnerista– demuestra una gran sensibilidad política y una comprensión de todos aquellos aspectos que el ex presidente Kirchner hizo a favor de la sociedad. Creo que es un desafío muy grande de nuestras fuerzas políticas impulsar más y más la acción de nuestra juventud comunista heroica. Es una historia de lucha, de sacrificio muy grande, que no se conoce suficientemente y que seguramente se pondrá de relieve en abril del año que viene cuando cumpla 90 años de vida y de lucha.
–Recién hablábamos de La Pasionaria. ¿Cuál es su opinión sobre la irrupción de Eva Perón en la política argentina?
–Eva Perón fue indiscutidamente la figura de aquellos momentos en la Argentina. Una mujer reverenciada y calumniada al mismo tiempo. Contribuyó mucho a la incorporación de la mujer a la vida social, económica y política, pero no la “ideologizó”. Tengo la impresión de que había autoritarismo en su conducta, por esa capacidad que tenía de movilizar, de concentrar a las mujeres alrededor de la figura de Perón, que era su objetivo destacado, y en sus discursos golpeaba duro a la oligarquía, pero el gobierno no hizo nada para, no diría destruir, pero para condenar la política de la oligarquía. Esa despolitización sirvió únicamente para convertirla a ella en un ídolo para hombres y mujeres peronistas, y no a ellos en sujetos sociales para llevar adelante la propia política del peronismo. Eso pude observar. Esa es la sensación que yo tengo.
–Ahora hay otra mujer en el centro de la escena, Cristina Fernández. ¿Cómo ve a la presidenta?
–A Cristina Fernández la veo como una mujer inteligente, culta, capaz, que está llevando adelante su gobierno bajo una presión brutal y escandalosa de los medios de comunicación, que tienen tanta incidencia sobre la subjetividad de la sociedad. Yo creo que depende mucho de ella esto de radicalizar su política, que efectivamente puede enriquecer el cuerpo de adhesiones que tiene. Si no lo hace, me parece que puede avanzar en el país la política de la derecha, la derecha conservadora, neoliberal, que nos haría retroceder años y años en el desarrollo de la sociedad.
–¿Qué es para usted la vida militante?
–Es esforzarnos por llevar adelante la línea política del partido. Allí donde nos toque actuar, en movimientos sindicales, con la juventud, con el pueblo, con los intelectuales. Eso es.

agrega un comentario