Julio López
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El castillo de naipes irlandés y sus lecciones políticas para la Izquierda
Por Fuente: Sin Permiso - Tuesday, Nov. 30, 2010 at 2:56 AM

El castillo de naipes irlandés y sus lecciones políticas para la Izquierda, para los sindicatos obreros… y hasta para los Verdes en el gobierno neoliberal del desastre

El castillo de naipe...
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Harry Browne · · · · ·28/11/10

"Resulta obvio ahora que Irlanda, como Lehman hace dos años, ha puesto al descubierto la fragilidad (es decir, la criminal falta de escrúpulos) subyacente al mundo de los negocios financieros. Lo crucial, políticamente hablando, es que Irlanda se sirva de su posición decisiva en este momento de la crisis no sólo para asegurar su propia supervivencia, sino para contribuir a poner fin al goteo de pauperización que arrastrará a Europa y al mundo entero, si este tipo de 'rescates', que no son sino ulteriores transferencias de riqueza hacia los ya ricos, llegan a ser la norma. No podemos darnos por satisfechos con algún arreglillo para salvar la cara con los tenedores de bonos que apostaron con nuestros bancos, o mejor dicho, que calcularon que esta 'apuesta' suya no podía de ningún modo ser perdedora, porque sus socios políticos en el delito no permitirían de ningún modo que la perdieran del todo."

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Se ha discutido últimamente mucho por aquí sobre el Alzamiento de Pascua irlandés. Nada particularmente interesante: sólo los "hombres de 1916" convertidos ahora en protagonistas de una serie de cuestiones retóricas que se reducen a ésta: "¿Para eso dieron sus vidas?" El Irish Times, encarnizado enemigo de aquellos rebeldes hace 94 años y raramente amigable con ellos desde entonces, hizo suya la cuestión la semana pasada en un editorial y ha venido desde entonces publicando a diario cartas recogidas en una página intitulada "¿Para eso"?.

No es sorprendente que la lucha por la independencia nacional venga ahora a la cabeza cuando el Estado irlandés implora/negocia un préstamo a los bancos extranjeros para poder pagar a los tenedores extranjeros de los bonos de deuda pública irlandesa. Precisamente hoy, el Sinn Fein –el partido que mayor empeño pone en proclamarse heredero de los luchadores por la libertad de 1916 y de la subsiguiente Guerra de la Independencia— ha registrado una asombrosa victoria en unas elecciones parciales celebradas en el pedregoso terreno del suroeste de Donegal.

Pero el ánimo de desesperación y de rabia que puede palparse aquí se percibe como algo que va más allá del nacionalismo. El Sinn Fein ganó en Donegan: (1) porque su candidato, Pearse (¡de nuevo 1916!) Doherty pleiteó en los juzgados para obligar a que se celebrara una elección parcial contra la voluntad de un gobierno desesperadamente dependiente de una exigua mayoría parlamentaria; y (2) porque, como partido, ha tenido las agallas de oponerse al consenso de la austeridad imperante en casi todos los demás partidos y que preside también las actuales negociaciones para el rescate de Irlanda con el FMI, la UE y el Banco Central Europeo.

Sólo teniendo eso en cuenta, así como el creciente clamor popular a favor de la "quema de tenedores de bonos" –los acreedores globales de los bancos irlandeses que quebraron cuando estalló la burbuja inmobiliaria—, podemos empezar a discernir el verdadero significado potencial del momento presente y del papel de Irlanda en él.

Después de todo, en 1916 Irlanda no sólo luchó por su propia autodeterminación. Clavó una puñalada en las espaldas del Imperio Británico mientras este estaba combatiendo en su propia "Gran Guerra". Cuando los británicos concedieron la independencia de 26 de los 32 condados de la isla en 1921, las reverberaciones de la lucha irlandesa se habían dejado sentir ya en todo el mundo. Los antiimperialistas, desde Gandhi hasta Ho Chi Min, no se cansarán luego de mencionar la lucha irlandesa y su victoria en un enclave tan próximo al corazón del Imperio como un acontecimiento de importancia seminal. El edificio colonial global terminó revelándose como un castillo de naipes, y cuando Irlanda retiró uno de esos naipes, toda la estructura quedó sacudida y el edifico comenzó a desplomarse.

La Irlanda de nuestros días está pagando el precio de su peligroso y vulnerable emplazamiento en el imperio global del capital. Durante los últimos 20 años, incentivada por sus socios multinacionales, este estado no sólo se ha convertido en el puerto de grandes empresas que buscaban una base europea con bajo impuestos de sociedad –en un determinado momento, el estado irlandés, excluyendo el Norte controlado por los británicos, llegó a tener más de un cuarto de las inversiones exteriores directas estadounidenses en la UE, y eso cuando apenas representábamos el 1% de la población de la UE—, sino también de tahúres financieros globales que buscaban un escondrijo escasamente regulado para las partes más cuestionables de sus negocios. Dublín se convirtió en una de las capitales mundiales de los fondos buitres de inversión libre. Los banqueros alemanes, por doquiera celebrados por su proverbial prudencia, hicieron cosas aquí que nunca habrían siquiera soñado con hacer en su país.

Pero precisamente por eso Irlanda está excelentemente emplazada para volver a lanzar un dardo contra el imperio: esa es sin duda una de las razones de que, en septiembre de 2008, cuando cayó Lehman, la UE presionara al ministro de finanzas irlandés, Brian Lenihan, para que firmara un cheque en blanco garantizando la protección de los inversores en todos los bancos irlandeses, incluida, como es harto sabido, la Banca Anglo-Irlandesa. La Anglo era una institución de nuevos ricos que llegó a convertirse esencialmente en un casino para quienes especulaban con la propiedad inmobiliaria del país a medida que se inflaba la burbuja. Los bancos con más solera, AIB y el Banco de Irlanda, secundaron el ejemplo; pero al menos siguieron funcionando como canalizadores del crédito hacia otras partes de la economía. La Anglo era sobre poco más o menos un club privado carente de toda importancia sistémica. Sin embargo, el ministro Lenihan la garantizó, y lo hizo con un coste para el estado irlandés que ahora se estima que puede llegar a lindar con los 30 mil millones de euros. Ahora sabemos también que la lista de tenedores de bonos de la Anglo es una especie de Quién-es-quién del capital europeo.

Al garantizar públicamente esos bancos, el Estado irlandés convirtió su "deuda soberana" –el tan manido término "soberana" ha disparado emociones análogas a las de las referencia al Alzamiento de 1916— en una extensión de la deuda de los bancos. Y esa es la razón principal de que los mercados de bonos no quieran saber nada de nosotros. Verdad es también que el estado, tras años en números negros, está subitáneamente incurriendo en gigantescos déficits: eso es simplemente consecuencia del neoliberalismo que nos empujó a una baja fiscalidad sobre los ingresos y a fiarlo todo a los impuestos sobre las transacciones inmobiliarias y al IVA de bienes y servicios. Esos últimos impuestos significan que el Estado nadó en dinero durante el frenesí comprador de los primeros años de la presente década; al desmayar el frenesí, los cofres se vaciaron. Y, huelga decirlo, el neoliberalismo sigue dictando que no hay solución que pase por una fiscalidad mucho más gravosa para los ricos. Ni tampoco muestra el estado mayor inclinación ideológica a "estimular" una economía, cuyos capitalistas nacionales relevantes juegan un papel relativamente pequeño. Las exportaciones siguen siendo fuertes –razón principal de que el PIB de Irlanda no tenga tan mal aspecto como podría pensarse desde fuera—, pero los últimos tres años han demostrado concluyentemente que las exportaciones no pueden hacer mucho más por la "economía real". El nuevo plan cuatrienal de austeridad del gobierno irlandés prueba lo poco que cuenta la economía nacional irlandesa para quienes toman decisiones sobre nuestro futuro.

Los que toman las decisiones sobre nuestro futuro son ahora oficialmente el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Aunque tratan de ser educados, a veces se les cae la máscara, como cuando el comisario europeo de asuntos económicos Alli Rehn nos advirtió que el gobierno irlandés estaba obligado a presentar un presupuesto nacional antes de convocar elecciones.

Ahora mismo tienen que enfrentarse con un genuino alud, canalizado por las redes sociales y que abarca a todo el espectro político irlandés, que exige que la nación se declare en quiebra. Un artículo aparecido nada menos que en [el famoso diario económico electrónico norteamericano] Bloomberg en el que se recomendaba precisamente eso ("Declararse en quiebra es mejor para el paciente irlandés que un rescate") ha gozado de una ilimitada difusión vía Internet en Irlanda estos tres últimos días. Es probable que, llegados a este punto, se hagan algunas pequeñas concesiones, aunque sólo sea para sentar un precedente para la próxima ola de rescates de países de la Unión Europea, un precedente que salve las apariencias del "sufrimiento compartido". Tal vez podría ofrecerse a los tenedores bancarios de bonos más veteranos un trato para que cambiaran deuda protegida por acciones, pero sabe Dios quién podría querer acciones en los bancos irlandeses.

Resulta obvio ahora que Irlanda, como Lehman hace dos años, ha puesto al descubierto la fragilidad (es decir, la criminal falta de escrúpulos) subyacente al mundo de los negocios financieros. Lo crucial, políticamente hablando, es que Irlanda se sirva de su posición decisiva en este momento de la crisis no sólo para asegurar su propia supervivencia, sino para contribuir a poner fin al goteo de pauperización que arrastrará a Europa y al mundo entero, si este tipo de "rescates", que no son sino ulteriores transferencias de riqueza hacia los ya ricos, llegan a ser la norma. No podemos darnos por satisfechos con algún arreglillo para salvar la cara con los tenedores de bonos que apostaron con nuestros bancos, o mejor dicho, que calcularon que esta "apuesta" suya no podía de ningún modo ser perdedora, porque sus socios políticos en el delito no permitirían de ningún modo que la perdieran del todo.

Y si Irlanda se cierra en banda y proclama: "¡No hay trato!" y eso causa el desplome del castillo de naipes, pues que así sea.

El ominoso papel de Los Verdes en Irlanda

La correlación política de fuerzas en Irlanda hace que esto resulte improbable. Los principales partidos del centro derecha, Fianna Fail (en el gobierno) y Fine Gael (en la oposición) están en lo esencial embarcados en la austeridad y al servicio de los amos financieros. También el Partido Verde: el artículo, por lo demás excelente, de Mike Whitney ayer podría dar la impresión de que los Verdes han buscado dar el golpe de gracia al gobierno al que han venido dando apoyo durante tres años y medio, pero lo que han dicho en realidad los verdes es que sólo saldrían del gobierno cuando acabe de perpetrarse el daño, en unas cuantas semanas.

Sin embargo, el resurgimiento de un Sinn Fein que vuelve a hablar claro –el líder del partido, Gerry Adams, está moviendo sus bases políticas al sur de la frontera para concurrir aquí en las próximas elecciones parlamentarias— y el nacimiento de una nueva formación, la Alianza de la Izquierda Unida, a la izquierda de nuestro desesperantemente huero Partido Laborista dan algún motivo fundado para el optimismo. Pero la mayor esperanza de cambio real para nosotros pasa por internacionalizar la resistencia de modo semejante a como "los mercados" han internacionalizado la crisis. Se oyen muchas cosas estos días sobre los movimientos cada vez alcistas en los rendimientos de los bonos portugueses, pero muy poco sobre la Huelga General del miércoles pasado en Portugal.

Este fin de semana, el movimiento sindical irlandés busca salir de décadas de obscuridad marcadas por el "diálogo social" con gobiernos y empresarios, lanzándose a lo que con toda probabilidad será una enorme manifestación el sábado 27 de noviembre por la tarde en Dublín. Es probable también que ese mismo fin de semana el gobierno irlandés haga públicos los términos de su negociación con el FMI y compañía. (Dicho sea de paso: una medida de la autopunitiva confusión del país puede darla el siguiente hecho: todavía la semana pasada, mucha gente se aprestaba a saludar al FMI como una institución más competente para enfrentarse a la crisis que cualquier institución irlandesa.) El próximo lunes sabremos mucho más sobre los niveles de resistencia y resignación, así como sobre los niveles de miseria y servidumbre que determinarán la futura dirección de esta crisis.

Harry Browne es profesor en la Escuela de Medios de Comunicación en el Dublin Institute of Technology.

Traducción para http://www.sinpermiso.info: Miguel de Puñoenrostro

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¡No os quedéis resignados en casa!
Por Fuente: Sin Permiso - Tuesday, Nov. 30, 2010 at 2:59 AM

¡No os quedéis resig...
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¡No os quedéis resignados en casa! ¡No esperéis a que claven el último clavo de nuestro ataúd! Llamamiento del presidente de los sindicatos irlandeses a la gran manifestación popular en Dublín del 27 de noviembre

Jack O'Connor · · · · ·28/11/10

“La democracia consiste en algo más que en votar en las elecciones cada cinco años. No podemos quedarnos quietos esperando a que claven el último clavo de nuestro ataúd. Todavía podemos influir en el resultado saliendo a la calle y sumándonos a la manifestación por Un camino mejor y más justo convocada en Dublín para el sábado 27 de noviembre."

Reproducimos a continuación el llamamiento del presidente de los sindiactos irlandeses a la gran manifestación popular contra la catastrófica política económica del gobierno irlandés que tuvo lugar lugar en Dublín el pasado 27 de noviembre.

El gobierno ha anunciado el presupuesto más duro desde la fundación del Estado como regalo de despedida al pueblo irlandés.

Tal es el resultado de permitir que los especuladores, los banqueros y los constructores inmobiliarios el desbaratamiento, el pillaje y la ruina de nuestra economía.

Lo encubrieron todo al incluir entidades financieras de todo punto inútiles en el esquema de garantías públicas el 19 de septiembre de 2008, hipotecando así el futuro de todos los habitantes de Irlanda.

Se nos dice que el draconiano presupuesto que se nos propone es esencial para convencer a los inversores en los mercados de bonos para que nos presten el dinero necesario para la marcha del país. Es exactamente lo mismo que nos dijeron el año pasado, cuando nos infligieron un recorte de 4 mil millones de euros. El movimiento se demuestra andando. Y la cosa no anda.

Más empresas cerradas, más gente sin trabajo y una economía sin el menor atisbo de crecimiento. Tampoco anduvo la cosa en los mercados de bonos, ni en las tasas de los préstamo, disparadas.

A los compradores de bonos les trae al pairo si en los próximos cuatro años comemos caviar o nos morimos de hambre.

Lo único que les interesa saber es si nuestra economía crecerá para que podamos devolverles su dinero.

Y eso no puede ocurrir sin un plan creíble de inversiones y sin medidas capaces de promover la demanda nacional, no de yugularla.

Lo que anda en juego es nuestra soberanía nacional, amenazada por las políticas del gobierno.

La UE insiste en la reducción del hiato entre nuestros ingresos y nuestros gastos públicos, hasta reducirlo a un 3% en 2014. Ese es un objetivo prácticamente imposible, porque reduce nuestra capacidad de crecimiento.

Sin embargo, si no hacemos caso, hay un peligro real de que el Banco Central Europeo deje de financiar nuestros bancos nacionales, lo que resultaría en un colapso total.

No dejará de presionar para fijar un calendario de ajustes.

Los ideólogos de un libre mercado sin bridas están insistiendo ya en la UE en reestructurar nuestro mercado de trabajo, es decir, en recortar los derechos laborales de la gente, los derechos a prestaciones sociales públicas, etc.

Se nos dice una y otra vez que no hay alternativa, y que por lo mismo que no lahay, no tiene caso protestar.

Eso es completamente falso. Hay un camino mejor y más justo.

El calendario para el ajuste es demasiado corto. Debería extenderse hasta el 2017.

Andan en juego asuntos de importancia crítica.

La economía está por los suelos porque la gente tiene miedo de gastar. Tienen miedo de perder sus trabajos, sus hogares y sus pensiones. La tasa de ahorro se ha más que doblado desde 2007.

La clave para la recuperación pasa por un plan creíble para la creación de puestos de trabajo que inspire esperanza y confianza. Y eso no puede conseguirse sin una estrategia de inversiones inteligente.

El Congreso de los Sindicatos irlandeses ha desarrollado propuestas generales.

Al menos 2 mil millones de euros anuales, procedentes del Fondo Nacional de Reservas para las Pensiones, deberían emplearse en la financiación de nuevos proyectos y nuevas empresas. Nuestra empresas semipúblicas deberían orientarse aumentar con fines de inversión los recursos extracontables. Podría utilizarse también una parte de los 80 mil millones de euros que están en fondos irlandeses de pensiones laborales. Eso redundaría en la creación de decenas de millares de puestos de trabajo.

La otra gran cuestión que queda por decidir es sobre quién recaerá el coste del ajuste.

En los dos últimos años, el gobierno ha perpetrado recortes por más de 14 mil millones de euros. La parte del león de esos recortes ha recaído sobre las espaldas del pueblo trabajador y de quienes más dependen de los servicios públicos, mientras que los ricos apenas se han visto afectados. Se habla de ampliar la “base fiscal”. En otros países eso significa normalmente un aumento de los impuestos a la riqueza y al capital, pero aquí solo parece querer decir que las familias de ingresos medios y bajos pagarán más. Tenemos que ser capaces de revertir eso.

No puede esperarse que el pueblo se pauperice, mientas quienes más han contribuido a causar el problema salgan del mismo como si nada. Ha llegado la hora de insistir en que pague la codicia y no la necesidad.

Hay más vías para la política presupuestaria que la de esperar hasta el día en que el gobierno tenga a bien comunicar sus decisiones al país. Ese día será sin duda demasiado tarde.

La democracia consiste en algo más que en votar en las elecciones cada cinco años. No podemos quedarnos quietos esperando a que claven el último clavo de nuestro ataúd. Todavía podemos influir en el resultado saliendo a la calle y sumándonos a la manifestación por Un camino mejor y más justo convocada en Dublín para el sábado 27 de noviembre.

Jack O'Connor es el presidente de la unión de todos los sindicatos obreros irlandeses, la ICTUTHE.

Traducción para http://www.sinpermiso.info: Ricardo Timón

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Portugal: los presupuestos para 2011 abren las puertas a la intervención del FMI
Por Fuente: Sin Permiso - Tuesday, Nov. 30, 2010 at 3:03 AM

Portugal: los presup...
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José Manuel Pureza · · · · ·28/11/10

El presupuesto 2011 opta por la vía del debilitamiento de la economía y como tal, abre las puertas a una intervención del FMI. La respuesta de la democracia a la agresión social fue dada por tres millones de trabajadores que participaron en la huelga general del pasado miércoles.

Por José Manuel Pureza

La semana parlamentaria fue totalmente dedicada a la discusión del Presupuesto del Estado para 2011. Un debate con resultado anticipado y con un guión de votaciones religiosamente cumplido por el Partido Socialista (PS) y el Partido Social Democráta (PSD). Aún así, se debe puntualizar que el Bloque de Izquierda hizo aprobar dos propuestas: una que obliga a la publicación de una lista detallada de todos los financiamientos públicos para fundaciones y otra que mantiene en vigencia la norma que responsabiliza personalmente a los burócratas por la utilización de dineros públicos en el ejercicio de sus funciones.

Este presupuesto opta por la vía del debilitamiento de la economía, y como tal, abre las puertas a una intervención el FMI. El gobierno abdicó de cualquier camino de transformación del sistema fiscal o de recorte de gastos superfluos para sostener los salarios y las prestaciones sociales. Fue a lo que es más fácil, penalizando aún peor a los pobres y privatizando asimismo los bienes públicos, poniendo así al país en un camino de recesión que nos exigirá siempre más recortes y más hundimiento de la economía. La espiral de empobrecimiento tiene en este presupuesto una expresión clara.

Esta discusión queda igualmente marcada por la maniobra de última hora de los partidos de la coalición presupuestaria de creación de un régimen de excepción a las reducciones salariales para las empresas públicas. Se trata evidentemente de un doble embuste. Por un lado porque el PS y el PSD acaban de confesar que los recortes que impondrán a los funcionarios públicos no son la regla que se debe aplicar a todos los sectores de la economía. Segundo, porque, manteniéndose la regla del recorte del 5 por ciento de la masa salarial en las empresas públicas y valiéndose del régimen de excepción, para evitar que sus cuadros superiores sean atraídos por el sector privado, queda patente que serán los trabajadores de esas empresas los que pagarán el doble del esfuerzo de contención de los gastos.

Ese es el sello de marca de este presupuesto que el PS y el PSD, con el beneplácito de Cavaco Silva /2/, impusieron al país

La respuesta de la democracia a la agresión social de este Presupuesto fue dada por tres millones de trabajadores que hicieron la huelga el pasado miércoles. Tres millones de portugueses/as que dijeron bien alto: "en nuestro nombre, ¡NO!". Una huelga general e histórica que mostró al país que las fuerzas para cambiar de camino y por un horizonte de dignidad, de los derechos y de trabajo.

José Manuel Pureza es un reconocido académico portugués. Profesor de sociología del derecho en la Universidad de Coimbra, es también el portavoz parlamentario del Bloco d'Esquerda.

Traducción para http://www.sinpermiso.info: Carlos Abel Suárez

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Reino de España: qué hemos ganado con la Huelga General
Por Fuente: Sin Permiso - Tuesday, Nov. 30, 2010 at 3:07 AM

Reino de España: qué...
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Litus Alonso · · · · ·28/11/10

Tras el éxito, no absoluto pero incontestable, de la huelga general (HG) del pasado 29-S, el movimiento sindical se enfrenta a una realidad que no proporciona muchos motivos para el optimismo. Se ha remodelado el gobierno, pero aún no hay atisbos de una modificación de su política. Los Presupuestos del Estado para 2011 agravan y prolongan el ajuste. Se exigen, desde las instancias habituales (UE, FMI, Banco de España y un surtido diverso pero monocorde de "think tanks" del capital), nuevas medidas para profundizar en el rumbo antisocial emprendido. El paro crece, como crece el número de personas que agotan su acceso a la prestación por desempleo u otros subsidios. En el terreno europeo, la crisis de Irlanda sucede a la de Grecia y precede, quizás, la de Portugal; la ficha siguiente del dominó sería el Reino de España. Y el calendario inmediato se presenta cargado de amenazas: a la ya anunciada y aún pendiente reforma del sistema de pensiones, se suma una posible reforma de la negociación colectiva, considerada desde la patronal como la ocasión para asestar un hachazo a la capacidad sindical de regular las condiciones laborales.

Ciertamente, la realidad no invita al optimismo. Y, en este contexto, es inevitable que surja la pregunta de qué hemos ganado con la HG, más allá de la cierta pero poco consoladora afirmación de que no hay peor derrota que la de perder sin lucha. Sin embargo, la verdad es que, ante este lúgubre panorama, el movimiento sindical y la clase trabajadora estamos mejor situados después que antes de la HG. Haciendo un símil con el boxeo, podríamos decir que en este combate vamos perdiendo por puntos, pero la HG ha evitado que caigamos a la lona derrotados por KO, amén de abrir la posibilidad de cambiar el resultado final. Trataremos de explicarlo.

Primero, era notorio que una de las dificultades en la convocatoria de la HG radicaba en el hecho de que, en una situación de crisis, fuera un gobierno socialdemócrata el principal destinatario de la misma. Para un sector de la población, esto significaba un callejón sin salida: por un lado, si "los míos" aplican estas políticas, es que no debe haber otras practicables; por otro, la única alternativa posible es el PP. Así que sólo quedaba la resignación y dejarse corroer por el descontento silencioso. La HG, en cambio, ha ofrecido una vía de expresión en positivo de este descontento: exigimos otras políticas, que no carguen el coste de la crisis sobre la mayoría menos acaudalada de la población, y las exigimos con independencia de quien gobierne.

Segundo, la ausencia de HG habría casi eliminado del debate social y político la existencia de alternativas a la política de ajuste y recortes sociales. Sin respuesta en la calle y los centros de trabajo, cerca de la marginalidad la oposición parlamentaria a dicha política (7 de 350 diputados/as), la consecuencia hubiera sido la certificación del carácter inamovible de las medidas ya tomadas y la presunción de un amplio consenso social, de buen grado o no, ante todas las que puedan venir. La HG ha sido, y sigue siendo, el instrumento que permite mantener en la agenda la discusión sobre qué política adoptar para salir de la crisis. Volveremos más tarde sobre ello.

Tercero, la HG reafirma el papel de los sindicatos como representación organizada de la clase trabajadora y, por tanto, sujeto colectivo de la confrontación de intereses de clase. Ante tanto informe de "expertos", tanta presión de "los mercados", tantas directrices uniformemente neoliberales de organismos internacionales y tanta coincidencia mediática en el inevitable desmantelamiento del estado del bienestar, sólo los sindicatos, gracias a la HG, ejercen de antagonista real del pensamiento único (y de su puesta en práctica). Por si sola, la valiosa, y valiente, aportación desde algunos círculos políticos, académicos, artísticos, etc., frente a dicho pensamiento único no sería suficiente para jugar ese papel. El movimiento sindical ha evitado ser barrido de la escena, y sigue siendo la principal fortaleza en la defensa de los derechos sociales y económicos de la mayoría de la población.

Cuarto, el importante grado de seguimiento de la HG mantiene la presión sobre el PSOE, evitando que pueda deslizarse a tumba abierta en el desarrollo de las medidas liberales. La HG ha marcado límites, y esos límites ha de contemplarlos el PSOE y su gobierno si no quiere que sus perspectivas electorales pasen de la derrota a la debacle. Mantener la esperanza en una luz al final de su desastroso túnel político pasa por, si no atender, al menos tener muy en cuenta las exigencias y aspiraciones expresadas con la HG.

Ciertamente, todos estos elementos pertenecen al capítulo de intangibles, pero no por ello dejan de estar presentes, y ser relevantes, en la realidad cotidiana. Y operan ante las citadas amenazas futuras, que conviene recordar.

Por un lado, la anunciada reforma del sistema de pensiones. Aún sin existir un proyecto redactado, sabemos que sus principales contenidos podrían consistir en alargar la edad de jubilación de 65 a 67 años, aumentar los años de cotización para tener derecho a una pensión completa y, posiblemente, un recorte adicional de la cuantía de las pensiones. A las históricas y muy interesadas admoniciones sobre la presión demográfica (en el futuro habrá menos cotizantes por pensionista) se añaden las actuales urgencias de reducción del déficit público. En el debate mediático parecen no tenerse en cuenta dos importantes factores: que, a pesar de la crisis, la Seguridad Social sigue generando superávit y que, además del número de cotizantes, lo decisivo es el importe de las cotizaciones. Con un salario de 35.000 € brutos anuales, se cotiza 4 veces y media más que con el salario mínimo (8.860 €). En un futuro de cotizantes con salarios bajos, el sistema estaría en riesgo. Evidentemente, quienes quieren recortar las pensiones también tienen en la cabeza, con indisimulado anhelo, ese futuro.

Por otro lado, la reforma de la negociación colectiva es un asunto pendiente desde hace años. Los sindicatos quieren racionalizar su compleja estructura (convenios estatales, autonómicos, provinciales, de empresa), adecuarla a las nuevas realidades (nuevos sectores, grupos de empresas,...) y extender la cobertura de los convenios a los millones de trabajadores no adscritos a ninguno. Por parte de la patronal CEOE se contemplan otros objetivos: reducir el alcance normativo de los convenios, favorecer el descuelgue de los mismos, eliminar la prórroga de los existentes mientras no se firma uno nuevo, reforzar el papel de la "negociación" individual,... En el marco, más favorable, creado por la reforma laboral, la patronal quiere librarse de las ataduras que impone la negociación colectiva tal como existe.

Junto a estos peligros conocidos, flota en el ambiente la posibilidad de que el gobierno haya de adoptar un llamado plan B. En realidad, una nueva y dolorosa vuelta de tuerca a la política de ajuste y recorte social. Todo ello, claro está, para dar tranquilidad a "los mercados" y evitar el riesgo de contagio por lo acaecido en Grecia e Irlanda. El capital y sus secuaces reclaman más carne en el altar del sacrificio de los derechos sociales, y pregonan que su hambre no será saciada hasta que se recorten las pensiones, se reduzcan los impuestos de sociedades y sobre el capital (¡que gran ejemplo el de Irlanda, manteniendo en el 12,5% su impuesto de sociedades -frente a un 25% de media en la UE- en medio de un plan de ajuste salvaje!), se disminuyan los presupuestos dedicados a sanidad y educación públicas, se abaraten los costes salariales,...

Frente a todo ello, CCOO y UGT tienen previstas dos tipos de iniciativas, una inmediata y otra a medio plazo. En lo inmediato, el 15 de diciembre está convocada una Jornada de movilización europea, en la que aquí se ha decidido participar mediante asambleas y concentraciones en los centros de trabajo, principalmente en las empresas afectadas por expedientes de regulación o con la negociación de sus convenios bloqueada. Para el 18 de diciembre se convocan también grandes manifestaciones en un gran número de ciudades, con la exigencia de un giro en las políticas que motivaron la HG del 29-S.

A medio plazo (principios de 2011), se va a elaborar y presentar una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) con las propuestas sindicales sobre mercado de trabajo, modelo productivo, estado del bienestar y política fiscal: o sea, con las alternativas sindicales a la crisis. Una ILP es el mecanismo establecido para que se puedan presentar en el Parlamento proposiciones de ley directamente desde la ciudadanía. Se requiere que la ILP venga avalada por, al menos, 500.000 firmas de personas pertenecientes al censo electoral.

La ILP va a permitir que los sindicatos publiciten sus propias propuestas, que desarrollen un trabajo duradero y muy capilar, llegando a gran número de trabajadores y trabajadoras para recabar su apoyo personal, que otras organizaciones y movimientos sociales se sumen a la campaña, trabajando en sus ámbitos respectivos, que el debate político y social salga más allá del Parlamento y se convierta en un debate ciudadano. La ILP va a significar, también, que la parte más activa de los sindicatos (sus delegados y delegadas) combinen en su trabajo cotidiano la atención a los problemas propios de su empresa o sector con la explicación de unas propuestas que interesan al conjunto de la población trabajadora, enlazando lo particular con lo general. En su caso, la presentación y debate de la ILP en el Parlamento podrían acompañarse de nuevas movilizaciones, cuya modalidad y alcance están por definir, que mantendrían y amplificarían la presión por un cambio de políticas.

Durante este período, va a seguir funcionando el "diálogo social" en torno a la negociación colectiva y el sistema de pensiones. Los sindicatos tienen claro que han de participar y aportar sus propuestas, pero también que no pueden caer en la trampa de que el diálogo desactive el necesario trabajo de movilización social sostenida, ni de que se convierta en una trampa para que el gobierno se lave la cara por su política antisocial, haciendo ver que busca consensos y que, al final, se ve obligado a legislar en la misma línea que hasta ahora. La patronal, menos preocupada por su imagen pública, se inclinaba inicialmente por no renunciar a sus objetivos máximos, consciente de que así abocaba al fracaso cualquier diálogo y de que, finalmente, el gobierno legislaría en su favor. Ahora, aunque no descarta tal posibilidad, sabe que la HG ha puesto un poco más difícil ese final feliz y tendrá que modular su actuación; además, está en pleno proceso de renovación de su cúpula dirigente, tras el fiasco de su ya dimitido presidente, Gerardo Díaz Ferran.

La Jornada europea del 15 de diciembre, las manifestaciones del 18 y la ILP son buenas iniciativas. Sin embargo, también ayudan a poner de manifiesto la gran carencia del movimiento sindical europeo: su incapacidad para ejercer en el ámbito de toda la UE el mismo papel de lucha y movilización que llevan a cabo dentro de cada estado miembro. El 29 de septiembre hubo HG en el Reino de España; antes había habido varias HG en Grecia; antes y después, huelgas y manifestaciones masivas en Francia; en Italia, mientras se escriben estas líneas hay una gran manifestación en Roma, que sucede a otras cuantas anteriores; en Portugal, hubo HG el 24 de noviembre, con un impacto similar al 29-S. Por doquier, la clase trabajadora y sus sindicatos, junto con otros sectores de la población, están movilizándose contra las políticas de ajuste y en defensa del empleo y del estado del bienestar. Pero las convocatorias de ámbito europeo, tanto el 29-S como el próximo 15-D, no pasan de tímidos intentos de coordinar luchas que se desarrollan, fundamentalmente, en clave nacional. Todas y todos juntos por los mismos objetivos, pero en cada estado abordando el momento decisivo de la lucha por separado. Mientras el Ecofin (reunión de los ministros de finanzas de la UE) o el Consejo europeo adoptan, de un día para otro, decisiones que perjudican la calidad de vida y las rentas de toda la población europea, la respuesta sindical y social es, aunque firme en muchos casos, dispersa en el espacio y en el tiempo.

No parece que esta carencia vaya a cubrirse a corto plazo, y sus razones no son motivo de este artículo. Lo que toca, pues, es trabajar por el éxito de las iniciativas y movilizaciones ya convocadas.

Porque el objetivo no consiste sólo en mantenerse en pie y no caer a la lona, que no es poca cosa, sino en acabar ganando el combate. Y esto, aunque muy difícil, sigue siendo posible.

Litus Alonso, colaborador habitual de SINPERMISO, es actualmente miembro de las Ejecutivas estatal y de Catalunya de Comfia-CCOO (Federación de Servicios Financieros y Administrativos); también es delegado sindical en el BBVA.

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