Julio López
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La guerra monetaria preanuncia una recaída general
Por PRS - Partido de la Revolucion Socialista - Sunday, Dec. 05, 2010 at 3:38 PM
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Nueva situación histórica...

La guerra monetaria ...
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Desde que se desató abiertamente la crisis en 2008, para evitar la caída en una gran depresión, similar en magnitud a la de los años 30, las potencias imperialistas (en primer lugar EE-UU) inyectaron una gran cantidad de dinero para salvar de la quiebra en cadena del sistema bancario, para sostener a los principales grupos económicos en crisis y para estimular la economía. También tuvieron que gastar en subsidios y seguros a los desocupados para limitar la reacción de la clase trabajadora. Como consecuencia, lograron que se frenara la caída, pero a costa de aumentar enormemente el ya crítico endeudamiento de los estados.
La crisis de la deuda griega fue la señal de alarma para cambiar la orientación hacia una política de “austeridad” y recortes de los gastos del estado, principalmente en Europa, pero también en varios estados de EE-UU (California por ejemplo, que tomada aisladamente representa algo así como la 9ª economía mundial).
Paralelamente, y a pesar de los llamados a la “colaboración internacional” para enfrentar la crisis, los gobiernos imperialistas fueron desarrollando una creciente tendencia proteccionista y alentando la devaluación competitiva de sus monedas.

A mediados de noviembre se realizó la cumbre del G-20 en Seúl. La discusión excluyente en este encuentro ha sido la llamada “guerra monetaria”, que dio un salto cualitativo con la medida anunciada por la Reserva Federal de los EE-UU de emitir 600 mil millones de dólares para recomprar bonos del tesoro. Esta decisión busca devaluar el dólar para favorecer las exportaciones norteamericanas, (recientemente Obama declaró que esperan duplicar las exportaciones en 5 años), pero también pretende proteger el mercado interno para frenar el crecimiento del desempleo y a la vez reducir la deuda norteamericana.

Esta “guerra monetaria” no comenzó con la decisión estadounidense:
“Las medidas adoptadas por Suiza encienden la chispa de una guerra monetaria. El Banco Nacional de Suiza intervino el jueves en el mercado de cambios para devaluar el franco suizo: ésta es la primera vez que un gran banco central interviene en este sentido, desde que Japón hizo lo propio en 2004, para devaluar el yen. "Esta medida es el inicio de guerras monetarias", dijo Chris Turner, de ING Financial Markets. Países de todo el mundo, enfrentados con el problema de tasas de interés cero, pueden considerar aceptable intervenir para devaluar sus monedas de modo de facilitar las condiciones monetarias, dijo, y agregó que otras economías dependientes de las exportaciones, como Japón, probablemente están "a la cabeza de la cola".” (Raúl de Sagastizabal RIA NOVOSTI, tomado de rebelión 23-4-09).>>

Efectivamente, otros países fueron tomando este camino. Inglaterra dejó caer la libra esterlina desde 2,10 a 1,45 respecto al dólar, en tanto Japón buscó el mismo objetivo en un primer momento rebajando sus tasas de interés. Hace pocas semanas, las autoridades monetarias del Japón gastaron más de $23.000 millones de dólares para que el valor del yen bajara 3% con respecto al dólar estadounidense. Los analistas internacionales destacaron que “La relevancia de la intervención no solamente radica en su magnitud, sino en que el gobierno japonés actuara de manera unilateral”, es decir, sin la aprobación yanky.

Pero con esta decisión de EE-UU la situación ha pegado un nuevo vuelco. Si hasta ahora podríamos calificar de “defensivas” las medidas tomadas por los estados imperialistas frente a la crisis, ahora habría que decir que se ha iniciado o ha tomado un gran impulso una política agresiva de EE-UU contra Europa y China, por encontrar una salida a la crisis a partir de disputar el control y el dominio del mercado mundial. Tal como la calificaron algunos analistas podríamos decir que se trata de medidas “desesperadas”, de un “último recurso” desde el punto de vista económico, de EE-UU para superar la crisis a costa de hundir a los demás.

La acción del Japón, primero, pero sobre todo la actual decisión del gobierno de Obama ha provocado una gran inquietud mundial. Inmediatamente hubo reacciones contrarias de Alemania, Francia, China y Brasil:
…“emitir nuevamente moneda va a crear el efecto de un tsunami sobre la economía mundial”, dijo Frank Schaffer, responsable de cuestiones financieras del Partido Liberal alemán –en coalición en el gobierno de Berlín– a la agencia AFP. “Temo que esto conduzca a un nuevo ciclo de proteccionismo”, añadió.
Tal como analiza Marcelo Cantelmi en Clarin: “…EE.UU., presionado por sus desafíos domésticos entre los que la deflación y la desocupación no son los menores, está disparando una guerra monetaria entre las potencias globales, que, como enseña la historia, es siempre de consecuencias imprevisibles. Esa acción, que en Europa y China es calificada de irresponsable, desnuda hasta qué punto la crisis mundial sigue vigente pero también el nivel de riesgo al que se está dispuesto a llegar en un escenario donde las cifras son buenas para cada vez menos jugadores.” (Clarín, 23/10).
Si bien estas medidas fueron preparadas por declaraciones previas de varios funcionarios yankys que reclamaron una revaluación del yuan (o renminbi, moneda china), y por la aprobación en el parlamento de sanciones contra China en caso de que no lo hicieran, evidentemente la derrota electoral de Obama en las recientes elecciones de “medio término” gatillaron su anuncio.
No se trata sólo del temor del Partido Demócrata a perder las próximas elecciones, sino de los efectos políticos y sociales que la crisis está provocando, de entre los cuales ahora se destaca el crecimiento del Tea Party, un movimiento de extrema derecha. Pero con 15 millones de desocupados reconocidos, más 12 millones de subocupados, y 45 millones de personas viviendo de la caridad social, la burguesía yanky teme que, paralelamente a la polarización hacia la derecha, se puedan producir fenómenos sociales que quiebren el tradicional control del régimen sobre las masas trabajadoras. Y sobre todo, porque el gobierno está obligado a tomar medidas similares a las que adoptaron varios gobiernos europeos, para tratar de frenar un poco el creciente déficit del estado. Esa política de austeridad que golpeará sobre los trabajadores y las capas medias, ahondará los efectos de la actual crisis, por lo que seguirá aumentando el material inflamable al interior de la principal potencia mundial. Para descomprimir esta situación y como única vía real para superar su crisis, EE-UU no tiene otra alternativa que lanzarse ofensivamente a disputar a las otras potencias imperialistas el dominio sobre el mercado mundial.
Es cierto que uno de los principales objetivos buscados es penetrar con las exportaciones estadounidenses en el mercado chino, pero esto se hará a costa de las exportaciones de Europa y Japón. Por otra parte, las exportaciones de EE-UU no compiten en el mercado mundial con las chinas, sino principalmente con las europeas. Por eso en otro artículo de Clarín se subtitula que frente a las medidas monetarias de EE-UU, el gran damnificado es el euro.
“Con la decisión del FED, la moneda común europea se revalorizará a marchas forzadas –ayer rondaba los 1,42 dólares- y dañará las exportaciones europeas, principalmente las alemanas, primera economía del bloque europeo y segunda potencia exportadora mundial tras China. Este nivel del euro hace también más difícil la salida europea de la crisis.”(Clarín, 5/11)
En síntesis, la política monetaria norteamericana está dirigida por un lado disputar el mercado mundial a la competencia europea, y por otro a penetrar en el mercado Chino, lo cual se realizará también a costa de las potencias europeas. Pero también tiene como objetivo proteger su mercado interno de las exportaciones chinas. Por eso presiona por una revaluación del yuan amenazando que si el gobierno chino no cede, aplicaran medidas arancelarias.

Como indica Cantelmi: “El problema es que esos objetivos se plantan en el arenero sobre los escombros del resto de los socios.
El mensaje es que EE.UU. imprimirá todos los dólares que necesite para generar esa inflación. El resto del mundo verá cómo se arregla, es su problema”, dijo en tono crítico The Wall Street Journal. Otro diario de la misma vereda conservadora, el Financial Times también se tomó la cabeza: “En lugar de cooperación, están buscando imponer su voluntad emitiendo ...”. Esa alarma es porque se trata de una política inconsistente. Si China revalúa precipitadamente su moneda, complicará su frente interno, generando mayores niveles de inflación y problemas sociales incluyendo desocupación y aumento del costo del dinero. El escenario también distorsionaría el funcionamiento de las empresas norteamericanas y del resto de las occidentales relocalizadas en el gigante asiático, un daño colateral cuyo impacto resta ser evaluado.”(Clarin 23/10).

Las consecuencias económicas de esta política norteamericana se harán sentir tanto en Europa, como en los llamados países emergentes del BRIC.
En Europa, el único país cuya economía ha registrado algún crecimiento digno de mencionar, es Alemania, y ello a causa principalmente del aumento de sus exportaciones que significan el 40% de su PBI, alentada porque en el 2010, el euro había caído en relación al dólar. Los demás países siguen más o menos hundidos en la crisis. Los que están más graves son los PIGS (Grecia, España, Irlanda y Portugal). Pero también están en graves dificultades Italia e Inglaterra. Después de Grecia, fue Francia la que estuvo sacudida por varios paros generales y multitudinarias manifestaciones, contra el ajuste que implementó el gobierno de Sarkozy para evitar un mayor crecimiento del déficit estatal. En este momento multitudinarias manifestaciones estudiantiles contra la suba de los aranceles universitarios se desarrollan en Inglaterra e Italia. Mientras que en España la burocracia sindical pudo acotar las protestas obreras, en Portugal se cumplió el primer paro general en 20 años. Ya por lo pronto, los países de la eurozona tuvieron que acudir en ayuda de Irlanda para que no caiga en el default, y es muy complicada la situación de Portugal y España.
Es de esperar que la decisión de EE-UU afecte aún más la grave situación general de Europa.

China, que había colocado alrededor de 600 mil millones de dólares de incentivos a su economía, para evitar que decayera su tasa de crecimiento debido a la crisis internacional, tuvo que subir la tasa de interés medio punto para contener los efectos inflacionarios de su política, y se prevé que la vuelva a subir 0,25% más. Como consecuencia se esperaba ya, antes de los anuncios de la Reserva Federal de EE-UU, un menor crecimiento para el 2011. Si la política de EE-UU tiene el efecto que el gobierno yanky busca, al estrechar los mercados para las exportaciones chinas, evidentemente reducirá aún más las tasas de crecimiento del PBI chino.
Esta situación afectará directamente a Brasil y Argentina –dos de los principales proveedores de exportaciones agropecuarias a China-, y a otros países latinoamericanos, por la reducción de la demanda de materias primas, las cuales probablemente también reduzcan sus precios, dado que por la situación internacional venían aumentado su cotización al canalizar buena parte del capital especulativo.
En el caso de Brasil, la presidente electa Dilma Rousseff, acaba de dar a entender en la reunión del G-20, que tendrá que devaluar el real, para proteger la industria y mantener la competitividad de las exportaciones.

En relación a Argentina, los datos más creíbles indican que la economía crecería en 2010 un 8% en promedio. Pero este promedio es el resultado de un alto crecimiento en el primer semestre y de un descenso continuo a partir de julio. Por otra parte, este crecimiento estuvo impulsado por las exportaciones agropecuarias y las de la industria automotriz, las cuales arrastraron a varios sectores industriales como el acero y la industria metalúrgica. Sin embargo, otros sectores industriales crecieron muy poco.
Antes de los anuncios de la Reserva Federal norteamericana, los pronósticos para 2011 indicaban ya una “moderación” del crecimiento a niveles de un 5%. Como dijimos anteriormente, la situación se puede complicar si decrece la demanda china de productos agropecuarios. Otro factor importante que puede afectar la situación económica argentina es si Brasil decide devaluar su moneda, ya que esto afectaría las exportaciones industriales argentinas y a la vez reduciría la protección del mercado interno frente a los productos brasileros.

Si esta orientación del gobierno de Obama, logra imponerse ¿provocará que la economía de EE-UU consiga una recuperación sólida? Todo parece indicar que el efecto sería mucho más modesto. Más bien podría evitar un mayor aumento de la desocupación (que siguió subiendo durante los últimos meses) y de atenuar el déficit estatal, en un marco general internacional de estancamiento prolongado.
Pero por el contrario, si el resto de las potencias imperialistas y los principales países emergentes responden con una ola de devaluaciones competitivas, el efecto podría ser el de una profundización de la crisis internacional.

La actual situación confirma los análisis centrales que venimos desarrollando:
1) Que se no se trata de una crisis coyuntural más, sino de una crisis general, de carácter histórico, del capitalismo mundial.
2) Que para la burguesía imperialista la crisis no tiene salida en el plano nacional, es decir solo aumentando la explotación de sus trabajadores o ajustando, y que solo puede encontrar salida en el plano internacional, en el que se enfrentarán unas potencias contra otras por el dominio del mercado mundial.

Paralelamente al desarrollo de la crisis económica mundial, se agudizan las contradicciones sociales y la lucha de clases, aunque por ahora todavía bajo el control de la burocracia sindical y los antiguos aparatos “reformistas”. Una primera consecuencia es la inestabilidad política, la crisis en varios gobiernos, el descontento de las masas con los partidos que hasta ahora apoyaban. Entre los trabajadores y las capas medias se generan tendencias a la polarización política. Ante la inexistencia de partidos obreros revolucionarios con fuerte implantación en la vanguardia, un sector de las clases medias gira a la extrema derecha y otro busca una esperanza en nuevos partidos “progresistas” que prometen apenas moderar la crisis social. Los trabajadores responden con multitudinarias manifestaciones, pero políticamente prevalece la decepción que se manifestó en varios países de Europa y en Estados Unidos en el ausentismo electoral.
Pero la crisis el capitalismo mundial está dando recién sus primeras manifestaciones, y la dura nueva realidad -que recién ha empezado su desarrollo- amenaza no sólo con pozos más profundos de miseria social, sino también con nuevas guerras entre países que poseen armamento nuclear, lo cual inevitablemente provocará profundos cambios sicológicos en las masas. Los núcleos revolucionarios que venimos sosteniendo una política anclada en los sólidos principios trotskistas en una situación adversa, producto de las derrotas que sufrió la clase obrera en las décadas de los 80 y los 90, debemos avanzar en un reagrupamiento internacional que pueda intervenir en esta nueva realidad. Esa es la responsabilidad que nos plantea esta nueva situación histórica.

Antonio Bórmida

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