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Mucho ruido
Por El Surco - Sunday, Jan. 02, 2011 at 6:02 PM

Mucho ruido y pocas nueces

Mucho ruido y pocas nueces.
Algunas encrucijadas e ideas anarquistas para la actualidad.

Luís Armando Larrevuelta

“la concepción anarquista no podría
ni debería jamás hacerse rígida, inmutable, estancada.
Debe permanecer ligera, viva, rica en ideas y tendencias.
Pero esta ligereza no debe significar confusión”
Volín.

Poco a poco hablar de anarquismo y anarquistas se ha puesto de moda.
Mientras los historiadores reconstruyen las andanzas del pasado y los periodistas fantasean con las conexiones del presente, mientras los psicólogos revelan los perfiles tentativos y los policías indagan nuestras conductas criminales, pareciera que los únicos que ya no quieren hablar más de anarquismo somos nosotros mismos. En los últimos años todos creen saber quienes somos, donde estamos y que queremos, se han dicho innumerables estupideces y se nos han diagnosticado diversos tratamientos médicos, y lo más paradójico del asunto es que mientras los demás continúan hablando, emitiendo juicios y distorsionando el sentido de nuestras ideas, nosotros continuamos callados, inmóviles, encapsulados, dedicados a reproducir panfletos y consignas, a conformarnos con las certezas ya alcanzadas y a evadir el diálogo: la tensión.
A pesar de que nuestra fauna posee de todo, lo que menos hemos conseguido en estos últimos años es un diálogo permanente, pareciera que ninguno está dispuesto a verle la cara a los demás, vivimos con las manos tapando nuestros oídos, estamos enceguecidos con nuestras propias verdades, nos ha bastado con saber lo que ya sabemos y hemos insistido en mirar al otro, con quien mantenemos diferencias, siempre con un juicio terminante, a menudo como un enemigo, incluso más acérrimo que el Estado o el Capital. Ni siquiera nos da para hablar de “luchas intestinas” como en otras épocas, pues aquí cada quien con lo suyo y cada uno con su cada uno. Desde otros lugares se han hecho una idea grandilocuente del anarquismo en esta región, pues en estas tierras figuran organizaciones con pomposos nombres, siglas llamativas y un inflado trabajo “de base”, además porque se registran cientos de atentados contra diversos símbolos del Poder, lo que proyecta la idea de toda una corriente insurreccional, pero basta con mirarnos un poco el ombligo para darnos cuenta que en realidad lo que tenemos es bastante pobre, que en gran medida hemos creado un envoltorio, cuyo contenido no sacía el hambre de nadie, es como una burbuja que todos vemos crecer, pero que, con un sólo pinchazo del Poder se diluye mostrando lo poco que posee su interior. Arriesgándome al exceso del planteamiento me parece que estamos creando un anarquismo ficticio a la chilena, no con históricas orgánicas estériles pero sí con espejismos de lucha social.
Mientras unos se posicionan como los más radicales, otros se validan como los más sociales y serios; mientras unos creen estar más insertos en las luchas, otros siguen creyendo ser los más puros en las “verdaderas” causas. De qué sirve sacar publicaciones si ni siquiera los demás anarquistas se dan la molestia de discutir, polemizar, colaborar o tan sólo leer el contenido para hacerse una opinión. Nos hemos acostumbrado a no leer lo que nos molesta. No leemos “El Mercurio” porque miente, no leemos “La insurrección” porque es Insurreccionalista, no leemos tampoco “La Plataforma” porque es Plataformista, ni hablar de “El Punk” o de “El Académico”. Sólo leemos para estar complacidos en lo que queremos escuchar. Es una de las razones por las que estamos llenos de prejuicios y de críticas banales o panfletarias. Es una de las razones para decir que estamos estancados.
Entre muchos compañeros nos encontramos con la convicción, comúnmente implícita, de ser “el más”, “el mejor”, “el único” o “el verdadero”, lógica que sin lugar a dudas siempre nos conduce a una noción piramidal de las relaciones, siempre nos lleva a creer que estamos por encima de los otros, por tanto, nos lleva al conformismo, la autocomplacencia y el desprecio, lo que correlativamente nos mantiene inmóviles.
Parece ser que la negación del otro en función del desacuerdo es la enorme problemática que subyace a este análisis. Ahora bien, lo anterior tampoco significa que consideremos cualquier cosa como una parte constitutiva del anarquismo, pero sí que el anarquismo ofrece incontables posibilidades de desarrollo y prácticas hasta en los lugares más impensados de la vida.
El tema de fondo es cómo equilibrar con nueces el ruido que estamos metiendo, es decir, cómo darle consistencia al anarquismo en nuestra región. La verdad es que no tengo una receta elaborada, sólo poseo algunas ideas sueltas que buscan unirse con otras para darle algún tipo de orientación a nuestro accionar cotidiano.
Inicialmente puedo plantear que es fundamental abrirse al movimiento, en el más amplio sentido de la palabra. Abrir nuestra mente a la posibilidad de aceptar nuevos aportes para nuestro conocimiento y desarrollo, darle vida a nuestras ideas, hacerlas recorrer nuevos caminos y enfrentarse a la contradicción. Abrirse a la posibilidad de visitar los lugares vedados, pues llegar a un lugar donde no piensan exactamente como yo de ningúna manera representa una traición, es simplemente un gesto para enfrentarse y discutir con quienes tengo diferencias. La discusión siempre es beneficiosa, no es sólo una tarea individual, sino también colectiva. El movimiento es siempre la creación de cosas nuevas y hoy necesitamos incesantemente renovar nuestros enfoques para ser más asertivos en cada iniciativa, en sintonía con lo anterior, entendemos que la anarquía que deseamos no es un estado final de las cosas, sino un movimiento constante hacia la infinita superación.
Otro elemento propio en esta mirada es la aceptación de la multiplicidad de nociones. Nuestra intención es plantear una mirada no totalizante, de amplia perspectiva y de tolerancia a la diversa composición del anarquismo. Nos interesa que las diversas formas de comprender la lucha contra la Dominación dejen de estar estáticas, y por fin tomen formas concretas, mezclándose entre si, oponiéndose cuando sea necesario y creando nuevas síntesis.
Planteo además que la organización es primordial en este proceso, inicialmente me refiero a la necesidad de retomar una asociatividad anarquista, es decir, retomar las ganas de juntarse con otros para crear nuevas instancias, para concretar colectivamente las ideas que a menudo necesitan más de dos manos. Por algún motivo actualmente las luchas son más cómodas si se hacen de a uno, en soledad, y aún más si son frente a un computador. Luego, planteo como algo deseable y necesario la extensión de la asociatividad nuclear a redes más numerosas de coordinación, acción conjunta y dialogo permanente, levantando como principio fundamental la plena autonomía de las partes. Una coordinación posible sólo con quienes no buscan cooptar y uniformar el movimiento. El llamado de ningún modo consiste en convocar una “Unión General de anarquistas”, no pretendo la unidad de todos los antiautoritarios, sino el equilibrio de sus diversas manifestaciones. Y no se trata sólo de dos o tres corrientes en disputa, sino que de una inmensidad de voluntades con intereses y opiniones en complementariedad y conflicto.

Por otra parte, veo dos dimensiones en que es prioritario profundizar los análisis y concretizar las experiencias. Por un lado, la afinidad, que constituye una pieza clave sobre todo para la organización entre compañeros. Y por otro, la necesidad, cuestión elemental en una sociedad donde el Estado y el Mercado han marcado las pautas de comportamiento de la inmensa mayoría. Hoy la idea de tejer afinidades está bastante más presente entre los anarquistas, aunque a menudo muchos la confundimos únicamente con relaciones de amistad o con acuerdo total para la posibilidad de acción. Pero sin duda nuestra mayor carencia es la organización para satisfacer las necesidades colectivas, es en esta dimensión donde tenemos una gran deuda permanente y es justamente el lugar en el que más podemos ir tensando los valores capitalistas e ir trastocando las lógicas del Poder.
Es fundamental ir creando posibilidades anarquistas en educación, salud, transporte, etc. Si tenemos hijos, por ejemplo, es prioritario tener espacios para que sus procesos de aprendizaje se ajusten más a nuestros caminos deseables, que a los del Estado o el Capital; si nos enfermamos, sería mucho mejor tener una preparación seria en el autocuidado o una red de compañeros preparados para la asistencia solidaria. Y así podríamos continuar en diversos campos, lo preciso es incitar a la multiplicación de ejemplos concretos de autogestión: sólo a través de la práctica de los medios vamos avanzando hacia una finalidad.
Lo fundamental del análisis presentado en este artículo es hacer patente lo que a mi juicio representa un estancamiento del anarquismo local. He querido poner énfasis en algunos juicios críticos respecto a nuestros repertorios, pero además he querido trazar algunas ideas para dotarnos de más y mejores herramientas en el enfrentamiento permanente contra la opresión, sin duda es tremendamente fragmentado e insuficiente, pero valga como motivación para una reflexión más profunda, para una reflexión interminable.


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