Julio López
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QUÉ BAJO QUE CAÍSTE, GALASSO
Por PO - Sunday, Jan. 09, 2011 at 10:39 PM

No sorprende que el historiador Norberto Galasso se sume a la campaña macartista desatada por el gobierno nacional y sus cortesanos para criminalizar al Partido Obrero y para combatirlo

No sorprende que el historiador Norberto Galasso se sume a la campaña macartista desatada por el gobierno nacional y sus cortesanos para criminalizar al Partido Obrero y para combatirlo, como dice uno de sus escribas, “con el Código Penal” – la primera manifestación concreta de la ‘nueva’ política de “seguridad democrática”, para enfrentar la movilización social, que le sopló al oído la estirpe de los Verbitsky a la nueva ministra de Seguridad. En una ‘carta’ que fue difundida en forma instantánea y profusa, en su mayor parte por los ‘blogs’ alcahuetes del oficialismo (que seguramente no harán lo mismo con esta respuesta), Galasso no pronuncia dos frases inevitables en la boca de cualquier luchador: “la patota de Pedraza” y “juicio y castigo a TODOS los culpables”. Al revés: “puede caer sobre vos”, dice Galasso, en referencia a Altamira,“la responsabilidad de lo que ocurra a militantes que son víctimas de enfrentamientos como los que hemos visto”. Se trata, ojo, de una amenaza – claro, desde el campo popular, que no formula al pasar sino que repite: “pensá, nos dice, en los pibes que podés arriesgar”. ¿Este hombre sospecha siquiera el nivel de su bancarrota política y hasta de su bajeza? Estamos en peligro, no por las patotas de Pedraza, Maturano, West Ocampo, Gerardo Martinez, Guillermo Moreno, el ‘caballo’ Suárez, Capaccioli, Otacehé, la policía de Barracas y Avellaneda, la de Soldati, la de Primavera en Formosa, sino por los piquetes ferroviarios, o, para el caso, todos los piquetes de todos los luchadores, y de activistas como Mariano Ferreyra. No hay que purgar al poder político de estas mafias, sino desencadenar una campaña macartista contra el PO. Galasso no llega siquiera a formular una teoría de los dos demonios – para él y los otros cortesanos el demonio es uno solo. Si nosotros somos los responsables del asesinato de nuestro compañero, la patota de Pedraza es un asunto secundario.

Galasso va más lejos todavía: respalda la tesis de los abogados defensores de los asesinos – el “enfrentamiento” – que fue refutada sin atenuantes, tanto por la jueza de primera instancia como luego por los tres jueces de la Cámara del Crimen. ¿No te has dado cuenta, Galasso, del pozo de inmundicia en el que has caído? Galasso cierra de este modo el círculo de la campaña de criminalización que inició, el mismo 20 de octubre, la Presidenta de la Nación, cuando responsabilizó por el crimen a “los que usan palos en las manifestaciones” y “a los estudiantes que forzaron la puerta del Consejo Nacional de Educación”. Después de esto, vinieron las diatribas del tipo “el PO le tiró un muerto al gobierno nacional y popular”, “los troscos son funcionales a Duhalde” – algo de lo que no se acordaron cuando Kirchner fue llevado de la mano a la Presidencia por el responsable político de los asesinatos de Kosteki y Santillán – que de paso le impuso más de medio gabinete, incluida la mayor parte de los actuales ministros, intendentes y punteros. Después del asesinato de Mariano, el kirchnerista Insfrán se cobró la vida de dos campesinos formoseños tobas, y la policía del jefe nombrado por Néstor Kirchner y la Metropolitana la de dos pobladores de Villa Soldati. Ni las policías, ni Insfrán están imputados; al revés, el gobierno apoya la reelección del formoseño y acabó firmando un pacto con Macri para castigar con la privación de derechos sociales la lucha de los pobladores por la vivienda.

Si el asesinato de Mariano Ferreyra obedeció a la necesidad de defender las tercerizaciones –un régimen de superexplotación para beneficiar a los grandes capitales -, la de los tobas fue ‘funcional’ a los intereses de los terratenientes sojeros y la de Soldati a la especulación inmobiliaria en la Ciudad. En lugar de lanzar la alarma acusadora: ¿A dónde vas Cristina? o la advertencia preventiva: ¿ A dónde te estás dejando llevar?, Galasso apunta contra ‘el enemigo principal’, que es, según él mismo, la prioridad que debe tener cualquier ataque político – Altamira y el Partido Obrero. Nos ha convertido en el ‘enemigo principal’ – a nosotros, no a Pedraza. Este es el significado sin falacias que tiene su frase introductoria, en la que asegura tener con Altamira” un punto teórico (sic) común: …crear la sociedad solidaria, igualitaria, donde brote y se consolide el Hombre Nuevo”. En realidad, nos quiere aplicar el Código Penal. Que patraña, no?

Galasso califica a nuestros militantes jóvenes como pibes, no por un acto de cariño sino para despreciar la madurez que han alcanzado y la conciencia que tienen de sus propios actos. En cambio, La Cámpora, que homenajeó a Insfrán en las vísperas del asesinato de los tobas, o la Juventud Sindical de triste memoria, que festejó con CFK en River pocas horas antes del asesinato de Mariano, son para él una juventud maravillosa. La 'carta' de Galasso es una provocación en cada línea y un monumento al caradurismo.



Encubrir a los Pedraza

Galasso no se aparta del encubrimiento de la patota que asesinó a Mariano Ferreyra en ningún momento de su texto. Galasso repite la versión de que “las bandas de derecha” procedieron al saqueo de la estación Constitución, aunque, una a favor de él, se abstiene en este caso de acusarnos a nosotros mismos por esos saqueos, claro que sin denunciar que eso es lo que hizo su ministra Nilda Garré y su compañero de ruta (¿ocasional?) Horacio Verbitsky – ninguno de los cuales apoyó sus infamias en la sede judicial. En cambio, sí lo hizo Juan Pablo Schiavi, secretario de transportes y jefe de del subsecretario Antonio Luna-hombre de Maturano y de Pedraza-, quien acusó por los hechos de Constitución a nuestros militantes ferroviarios en el juzgado que dispuso procesarlos por el corte de vías de Avellaneda.

Si es como dice Galasso, ¿por qué no hay ningún imputado por los desmanes de Constitución, cuando el diario La Nación publicó fotos de sus actores y existen los monitores propios de la estación? ¿No pensaste en esto Galasso – al menos en las noches, cuando “el músculo duerme y la ambición descansa”? Pero el encubrimiento de lo ocurrido en Constitución, por parte de la camarilla de la ‘seguridad democrática’, es decir del Código Penal y de los gases vomitivos, obedece a una razón simple: los desmanes fueron armados por la patota de la burocracia ferroviaria, con la intención de revertir la posibilidad de la prisión preventiva para los siete acusados por el asesinato de Mariano, como ya se había expresado antes, pero que a Galasso lo tiene sin cuidado, en los paros de la Fraternidad para “liberar a los presos” y en ‘asambleas’ armadas por la UF en Temperley con el mismo slogan.

Galasso se mofa, con el mismo estilo antiobrero de la prensa ‘destituyente’ (que ahora copia la oficialista) de un corte de “20 muchachos rebeldes”, para ningunear, como lo hace la derecha, la reivindicación del corte: el cese de los despidos y de las tercerizaciones – que reclaman miles y miles en el ferrocarril. Despidos y tercerizaciones que expresan la explotación acrecentada del capital sobre el trabajo y el despojo de los obreros por la burocracia sindical. ¡Pero qué carajo le puede importar esto a la “izquierda nacional”! Los 250 compañeros que cortaron las vías dejaron al desnudo que el gobierno maravilloso de Galasso no estaba cumpliendo, y sigue sin cumplir, las actas de incorporación a planta permanente de los tercerizados. Pero el gobierno incumple lo firmado porque tiene una asociación política y económica con esa burocracia, que por ello es un enorme factor de poder en el gobierno nac& pop. Galasso repite como un loro el verso de todo el oficialismo de que, ‘naturalmente’, a este gobierno fabuloso “le quedan muchas cuentas pendientes, mucho para hacer” (la contraseña para la reelección). Si fuera así (admitamos tal cosa por un momento), ¿por qué no pone manos a la obra y echa a los Pedraza de la gestión del ferrocarril, los echa de la secretaría de Transporte, expulsa a los capitalistas coimeros de Ugofe y pone al ferrocarril bajo administración estatal directa, con control de delegados obreros electos? Pero esto que el gobierno no hace, ni ha dicho que vaya a hacer, tampoco lo reclaman Galasso y sus compinches de la corte oficial: avalan la continuidad de la patota en uno de los principales núcleos de poder y al frente de uno de los ejemplos de mayor corrupción económica y desfalco de los fondos nacionales. Galasso es un simple encubridor que se disfraza con la muletilla de “la contradicción principal”. Los Pedraza son parte del poder kirchnerista – y no en pequeña medida. Galasso quiere un Hombre Nuevo pero no un ferroviario mejor pago, que trabaje en condiciones menos inhumanas. Galasso: volvé a leer tu ‘carta’ y ponete a llorar. Pero después de todo: ¿la ‘izquierda nacional’ no apoyó toda la vida a la burocracia sindical – incluso en los criminales años 70?



El “enemigo principal”

Todo este desvergonzado embuste, que lo coloca en el campo de los encubridores del asesinato de nuestro compañero Mariano y en el de los enemigos de los obreros ferroviarios, Galasso lo justifica con la tesis del “enemigo principal”; hay que apoyar a CFK (y por sobre todo su reelección) para que no triunfe el ‘enemigo principal’, la derecha. En realidad estamos ante un embuste, porque en ningún momento Galasso caracteriza a CFK como un enemigo de clase, aún ‘secundario’, de los trabajadores, ni tampoco propone, bajo ninguna forma, desarrollar una organización clasista que combata al gobierno - al menos como enemigo de clase ‘secundario’.Después de todo, el objetivo de un socialista que combate al ‘enemigo principal’ no es fortalecer al ‘enemigo secundario’, que por secundario que sea es un enemigo de clase, sino aprovechar el debilitamiento del frente de clase en su conjunto que implica una derrota del ‘enemigo principal’, para acabar con la dominación de clase en general. En definitiva, en lugar de plantear alguna forma de oposición de clase al gobierno capitalista ‘secundario’, o de correlacionar la lucha contra el enemigo de clase ‘principal’ con la oposición a todo gobierno de clase de la burguesía,

Galasso dedica sus esfuerzos a amenazar a nuestros ‘pibes’ con futuros ‘pedrazazos’, es decir, a valerse de los Pedraza como muro de defensa del gobierno kirchnerista. Como ocurre en política con los francotiradores, Galasso se pone al servicio de todas las provocaciones. Precisamente, es una provocación, que Galasso no denuncia ni podría denunciar, el fallo que procesó a nuestros compañeros ferroviarios por “extorsión”, con motivo del corte de vías de Avellaneda, porque convierte a esa condición a cualquier demanda reivindicativa que se apoya en medidas de acción directa efectiva. CFK ha logrado su propósito inicial de criminalizar (código penal) a nuestro partido. Un juez que califica de ‘extorsión’ a una demanda dirigida a una persona ideal, no física, como el Ministerio de Trabajo, no pudo haber actuado de este modo sin que mediara una exigencia del poder político.

El más ‘célebre’ modo de uso de la tesis de la contradicción principal, la ofreció el partido comunista en 1976 cuando llamó a apoyar a la dictadura militar, con la consideración de que el ‘enemigo principal’ eran los Suárez Mason y Menéndez, caracterizados como pinochetistas, frente a Videla. Es el mismo método que aplica Galasso: fuera del análisis concreto de una situación concreta, siempre hay algún villano al que se puede imputar la condición de ‘enemigo principal’ y, por esta vía, absolver de culpas al enemigo que le sigue en jerarquía. En el ejemplo clásico de la revolución rusa, nadie puede cuestionar que el ‘enemigo principal’, durante 250 días seguidos menos dos, fue el gobierno kirchnerista ruso de Kerensky. Pero durante dos días, cuando el intento de un golpe militar de Kerensky fue usurpado por un golpe militar efectivo de la derecha monárquica de Kornilov contra Kerensky, los bolcheviques en esos dos días convirtieron a Kornilov en el enemigo principal, sin apoyar al kirchnerista Kerensky. La derrota de Kornilov preparó el derrocamiento de Kerensky. Lo mismo hicimos nosotros con Isabel. Durante dos años, combatimos al gobierno peronista que creó las tres A, produjo el navarrazo en Córdoba, liquidó a la izquierda peronista y asaltó la UOM y la ciudad de Villa Constitución – mientras el resto del arco político armaba un bloque, primero de los 8 y luego de los 9, para defender la ‘institucionalización’ contra un golpe militar. A partir de julio de 1975, con el nombramiento de Videla, produjimos un cambio de orientación, y levantamos la consigna “abajo el golpe”, mientras que los que antes advertían contra el golpe, ahora lo desechaban debido a la asunción de un ‘general democrático’. Pero mientras nosotros, Política Obrera, convertíamos al golpe militar en el ‘enemigo principal’, el gobierno de Isabel hacía lo contrario: atacaba como su ‘enemigo principal’ a los luchadores, y abría aún más, por esta vía, el camino para la victoria del golpe militar.

La ‘izquierda nacional’ dio todo su apoyo político al gobierno de Isabel y con ello a la política de capitulación frente a los golpistas. En el caso del gobierno de Illia fue incluso peor, porque el peronismo y la ‘izquierda nacional’ apoyaron el golpe de Onganía, sea en directo o con el llamado a ‘desensillar hasta que aclare’. La"izquierda nacional" y Ramos llegaron a pedirle una definición "nacional" a la dictadura ( “De la crisis argentina a un frente patriótico”, folleto de octubre 1978) y caracterizaron más tarde como "militares patrióticos al estilo de Perón" a Seineldín y Rico - éste milita hoy en las filas K. La ‘izquierda nacional’, que también apoyó al entreguista Frondizi y que sólo se opuso de palabra a la Libertadora, no tiene autoridad para darle lecciones al Partido Obrero.

Galasso aprovecha la ignorancia de su público para reivindicar un apoyo de la ‘izquierda nacional’ al 17 de octubre, lo cual es cierto para el periódico Frente Obrero, pero donde no estaba Abelardo Ramos, el cual en su revista Octubre lo caracterizó, por el contrario, como una lucha interburguesa (“un forcejeo por el gobierno dentro de las clases poseedoras de nuestro país…dentro del cual actuó dividido el proletariado”) (revista Octubre N° 1, noviembre de 1945). Abelardo Ramos no terminó al lado de Menem por casualidad; a Menem también lo votó Galasso en 1989 – siempre con el argumento del ‘enemigo principal’, el UCR Raúl Angeloz, y de la inmadurez de la lucha de clases para luchar por el desarrollo de una oposición de clase socialista. Los campeones de ocupar uno de los campos en disputa, rechazan hacer eso cuando se trata de la lucha de los Mariano Ferreyra contra los Pedraza – y se ponen por encima del muro hablando de un “enfrentamiento”.

Galasso sabe que, al menos en los 60, el más conocido divulgador del tema de las contradicciones, fue Mao Tsetung. Los divulgadores de Mao se encargaron de divulgar, a su vez, la especie del enemigo principal, cuya versión es de origen más antiguo, pues fue el eufemismo del stalinismo para justificar los frentes populares contra ‘la derecha’. Pero en ese opúsculo vulgar, Mao toma sus precauciones; dice por ejemplo que, en ciertas ocasiones, la contradicción secundaria podía transformarse en la principal. Sabía de lo que hablaba: en dos décadas de “guerra prolongada”, el ejército rojo de Mao había pasado 15 años en una guerra civil contra su ‘enemigo secundario’ – el nacionalista Kuomintang de ChiangKaisek; los otros cinco contra el militarismo japonés, aunque combinado con choques reiterados con sus rivales kirchneristas de China. Visto el resultado final – la victoria de la revolución china – se debe concluir que sin la guerra civil contra los nac& pop del Kuomintang las masas chinas hubieran terminado en la derrota. Mao desarrolló esta orientación en el peor momento de “la lucha de clases’ (como le gusta a Galasso), cuando tuvo que recorrer diez mil kilómetros a pie para escapar de sus perseguidores kirchneristas, o sea, los representantes de la burguesía nacional de China.

Puede ser que el gobierno de CFK esté ocupando el segundo lugar en la tabla de posiciones de los ‘enemigos’ de los explotados – con Macri o de De Narváez disputando el primero y segundo puesto con Duhalde. Pero a diferencia de éstos es el gobierno, es decir, el gerente de los negocios capitalistas y el encargado de proteger las relaciones de explotación existentes. Esto lo transforma de secundario en principal; un obrero no puede reclamar al pelirrojo o a Carrió, y sólo en un espacio limitado a Mauricio. El que no lucha contra el gobierno de turno no lucha contra el poder; orientar a las masas contra la oposición parlamentaria no les rendiría nada, por eso tampoco les interesa. Solamente en una crisis de poder se plantea la necesidad de distinguir a los campos que se disputan su resultado; en este caso, solamente en éste, hay que distinguir al enemigo, del enemigo de nuestro enemigo, y enfilar las baterías contra el primero – sin apoyar políticamente al segundo. La ‘izquierda nacional’, por el contrario, se ha integrado a uno de los campos burgueses de un modo estratégico, hasta la última gota de la cicuta – por eso acompañó a Perón, los bolivianos Paz Estensoro y Siles Suazo, los peruanos Haya de la Torre y Alan García, Frondizi, Isabel, hasta la completa capitulación de éstos ante el imperialismo. Siguiendo la metáfora de la niña de 20 años que Galasso quiere enamorar aunque a los 60 ella pueda quedarse sin dientes, los ejemplos advierten que mucho antes de desdentarse la damisela nacional y popular se convertirá en prostituta.





El kirchnerismo

El gobierno kirchnerista es el síndico de la quiebra de 2002: vino a pagar las deudas del menemismo y de la dictadura. O sea, a rescatar el capitalismo, no a transformar las relaciones sociales capitalistas que llevaron a la quiebra. No es menos cipayo sino más, el gobierno que paga la deuda usuraria, que aquél que la contrajo. Los K la renegociaron a partir de los niveles usureros que alcanzó en 2000/1, incluidos sus intereses. Fue el eje de la reestructuración capitalista del país, en los términos que lo dejó Duhalde-Lavagna. Mantuvo con fórceps (subsidios) el régimen de privatizaciones y todas las formas de trabajo precario y en negro. La Bolsa llegó al tope; se expandió la frontera territorial y financiera de la explotación latifundista de la soja. Galasso saluda la reestatización de las AFJP, pero sin la advertencia que hicimos nosotros – que sería usada para pagar a la usura internacional. La Anses es ahora una AFJP estatal, pues se rige por un sistema de capitalización, no de reparto, y el dinero se invierte en la compra de títulos de la deuda pública. Kirchner hizo lo que ningún capitalista hubiera imaginado en sus menores sueños: pagar la deuda externa al extremo de reducir su parte flotante, del 200% al 18% del PBI, mediante el recurso de enchufársela a la Anses, al Pami, a la AFIP y al Banco Central.

Se ha ejecutado la mayor confiscación económica del pueblo de toda la historia: el próximo default se lleva puesto, no a los acreedores extranjeros, que de todos modos siempre son rescatados, sino a los jubilados y a la moneda nacional. Gracias a esto, empieza ahora un nuevo ciclo de endeudamiento, que ha arrancado por las provincias y por el sector privado. Los capitales extranjeros invaden la Bolsa y los títulos públicos; esto significa, políticamente, que este es su gobierno – sin atarse las manos para cualquiera que ofrezca ir más lejos. Ningún capitalista quiere destituir a un gobierno al que le compra la deuda. Agreguemos a esto la ley antiterrorista que los K hicieron votar al Congreso a pedido de Bush, que proscribe a cualquier organización que se solidarice en forma efectiva con las luchas nacionales de otros pueblos; o el alineamiento con el sionismo frente a Irán – y vemos que Galasso está alineado con los peores intereses del imperialismo. Ah!, la ley de medios, volcada a los intereses de los pulpos de la telefonía y al alcahueterismo oficial de los que encubren a Pedraza; o la asignación por hijo, promovida por el Banco Mundial, que consolida un régimen de exclusión social por referencia al derecho al trabajo, y que pagan los jubilados de la Anses – y hasta por último algunas concesiones sociales o legales, sin las cuales un gobierno del gran capital no podría gobernar ni por un instante en un sistema democrático-electoral. El gobierno actual es el de los mayores pulpos mineros y petroleros y de los banqueros – los que más han lucrado con la valorización de la deuda pública; del gran capital financiero sojero-exportador; de las privatizadas; y del juego. ¿Por qué diablos un partido socialista no debiera combatirlo?

A Galasso le parece desacertado caracterizar el conflicto por las retenciones de soja como interburgués – quiere decir con esto que hacemos abstracción de cuál posición era más conveniente para el desarrollo nacional. Pues, precisamente, nuestra posición fue: ninguna. A la defensa de la tasa de ganancia agraria de los sojeros, de un lado, se opuso la defensa del pago de la deuda externa, del otro. El fracaso del gobierno en este conflicto, lo llevó a recapturar los fondos de las AFJP para evitar el default y pagar la deuda. Luego hizo lo mismo con las reservas del Banco Central; no existe una posición progresiva entre la renta agraria y la renta financiera.

A Galasso lo atormenta, sin embargo, la reelección. ¿Che, Altamira, querés que ganen los Duhalde-Macri? “No te enojés si te lo dicen”, agrega, con ese histrionismo recogido de los bajos fondos. Es el penúltimo bastión argumental de los Galasso. Pero si CFK pierde no será por los recursos que exhiben sus ‘destituyentes’ ni por el Partido Obrero – sino porque es ‘funcional’ a los Pedraza, a los banqueros, a los pulpos mineros, etc., y a la desorganización económica que resulta de jugarse por esos intereses. Pero ¿qué sería la reelección de Cristina, Galasso? Sería la reelección del protector de los terratenientes bonaerenses, Scioli; de los Gioja, los Insfrán, de los representantes del gran capital automotriz y de la enseñanza religiosa, como los Schiaretti o hasta la ‘rentrée’ de Reutemann. Estos derechistas sin recuperación, se convertirían en los sucesores de CFK. Nadie que no haya caído en una profunda bancarrota política puede plantear una línea como la de Galasso.



El Partido Obrero

El último argumento de Galasso es que “la lucha de clases” (Galasso insiste en esta expresión cuanto más aboga por la colaboración de clases) no ofrece ninguna oportunidad a la izquierda; hay que conformarse con lo que hay. Los kirchneristas no van más lejos, porque la ‘lucha de clases’ no da; la culpa no la tiene ninguna fuerza política, sino la abstracción ‘lucha de clases’. Pero si este es el caso, ¿qué le están ofreciendo a esa ‘juventud maravillosa’ que acaban de descubrir los colegas de Galasso, de Carta Abierta? Resignación, acomodamiento, cooptación, corruptela y cinismo político. Galasso tuvo la muy mala suerte de vender su carne podrida contra Altamira y el PO cuando las masas bolivianas se estaban alzando contra el gobierno kirchnerista de Bolivia, que acaba de adoptar el programa de la derecha y recibir su apoyo político. Pero este alzamiento, como otros tantos en Europa y en Asia, son la expresión de la tendencia de los explotados frente a la bancarrota mundial del capitalismo, que se desarrolla a la vista de todos, provocando una degradación social sin precedentes. En estas condiciones históricas, que necesariamente comportan una transición entre situaciones no revolucionarias y revolucionarias, nuestro partido desarrolla una organización obrera y socialista, que sería imposible sin el desenmascaramiento del ahora sí definitivamente desdentado nacionalismo burgués. ¿Por qué el gobierno ha puesto en marcha todos los recursos del Estado, incluidos los paraestatales de la patota, por un lado, y de los escribas cortesanos, por el otro, contra nuestro partido, el Partido Obrero; por qué nos han convertido en su ENEMIGO PRINCIPAL , si no es, precisamente, porque temen como a la muerte la emancipación política de la clase obrera?

ABAJO EL PACTO CFK-PEDRAZA, fuera la patota de los ferrocarriles y de los sindicatos.

Juicio y castigo a TODOS los culpables del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra.

Jorge Altamira

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Galasso y altamira
Por izquierdanacional.org - Friday, Jan. 14, 2011 at 2:16 PM
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ALTAMIRA Y GALASSO,

MENTIRAS Y COINCIDENCIAS

Nada tendríamos que objetar al hecho de que un kirchnerista vergonzante

y un ultraizquierdista gorila discutan hasta el cansancio. Pero sucede

que detrás del aparente debate subyace una trampa político-teórica tendida por ambos a las nuevas generaciones de luchadores políticos

y sociales, y un ataque a la Izquierda Nacional


Gustavo Cangiano



La campaña electoral por la presidencia de la república ya está en marcha. El gobierno encomendó a uno de sus escribas, Norberto Galasso, que saliera a atacar al Partido Obrero "desde la izquierda". Resultado de esta directiva es el texto "¿A dónde vas, Jorge Altamira?", que los operadores oficialistas han difundido profusamente por el "ciberespacio". Ni lerdo ni perezoso, Altamira tardó menos de 48 horas en responderle, con un escrito titulado "Qué bajo que caíste, Galasso".

La confrontación, entonces, se ha iniciado. De un lado, una persona que defiende al kirchnerismo, no invocando su identidad kirchnerista, como correspondería, sino en nombre de una presunta identidad socialista que compartiría, “en teoría”, con su contrincante. "Tenemos un punto teórico común –escribe Galasso–: es necesario crear la sociedad solidaria, igualitaria, donde brote y se consolide el Hombre Nuevo". De otro lado, el máximo dirigente de una corriente ultraizquierdista que se caracteriza por oponerse al kirchnerismo con el mismo bagaje argumentativo con el que se ha opuesto y se opondrá a todos los gobiernos habidos y por haber, en cualquier tiempo y lugar e independientemente de su naturaleza social, siempre cacareando que todos ellos expresan "fracciones burguesas".

Nada tendríamos que objetar al hecho de que un kirchnerista vergonzante y un ultraizquierdista gorila discutan hasta el cansancio. Pero sucede que detrás del aparente debate subyace una trampa político-teórica tendida por ambos a las nuevas generaciones de luchadores políticos y sociales. La trampa consiste en lo siguiente: al debatir entre sí, Galasso y Altamira se reconocen, recíprocamente, como representantes de cada una de las dos únicas alternativas que se le presentarían actualmente a la izquierda: o montarse ("críticamente") sobre el kirchnerismo en nombre de una "izquierda nacional", o, por el contrario, oponerse al kirchnerismo desde una posición de "izquierda revolucionaria". Galasso prefiere la primera opción, y a quien no la comparta le advierte que terminará con Altamira. Este, por su parte, invita a adoptar la segunda de las alternativas mencionadas. De lo contrario –sostiene– sólo cabe transitar el camino de Galasso.

Pero sucede que ni Galasso representa a la Izquierda Nacional, ni Altamira representa a la izquierda revolucionaria. Más aún: sucede que el socialismo en una semicolonia sólo puede ser revolucionario asumiendo posiciones de Izquierda Nacional, y que la Izquierda Nacional es inimaginable sin ser, simultáneamente, socialista y revolucionaria.



DISCREPANCIAS SUPERFICIALES Y COINCIDENCIAS DE FONDO

Las discrepancias entre Galasso y Altamira reposan sobre las siguientes suposiciones compartidas:



a) Altamira reconoce a Galasso como vocero de la Izquierda Nacional y éste, a modo de contraprestación, le reconoce al Partido Obrero el lugar de la única oposición de izquierda posible frente al kirchnerismo;



b) lo anterior implica que ambos distorsionan, de manera deliberada, las posiciones político-teóricas del socialismo de la Izquierda Nacional, el cual ni confunde al “enemigo principal” con el “enemigo secundario”, ni apoya a un “enemigo secundario” con el pretexto de que existe un “enemigo principal”.



c) Altamira y Galasso coinciden en calificar al gobierno de Cristina Fernández como un "gobierno nacional y popular", lo cual le conferiría una naturaleza social similar a la del peronismo histórico.



Corresponderá entonces examinar las suposiciones mencionadas a fin de mostrar su carácter falaz.



¿REPRESENTA GALASSO A LA IZQUIERDA NACIONAL?

Galasso reprocha a Altamira su oposición frontal al gobierno de Cristina Fernández. Sermonea al jefe del PO recordando la recomendación de Lenin a los partidos socialistas y revolucionarios que actúan en un contexto signado por la existencia de un movimiento de masas nacionalista y antiimperialista: "Marchar separados y golpear juntos", era la consigna leninista. Escribe Galasso: "Junto con las mayorías populares, aunque las direcciones políticas no sean todo lo que vos quisieras. Y 'separados', es decir, manteniendo la independencia ideológica, política y organizativa".

Como veremos, resulta difícil decidir si lo que prevalece en Galasso es su manifiesta ignorancia respecto del abecé del socialismo o si es lisa y llanamente la mala fe inherente a quien trabaja por encargo: la consigna "marchar separados y golpear juntos" sólo es aplicable a circunstancias determinadas, que nada tienen que ver con las actuales en la Argentina, signada por la inexistencia de un Frente Nacional (o Frente Único Antiimperialista). En todo caso, Galasso debería demostrar que esas condiciones sí están dadas. Veremos que no lo hace. Por otra parte, ¡el propio Galasso, a la hora de actuar políticamente, se aparta olímpicamente de la aplicación de esa consigna! Pero reparemos ahora en esta afirmación de Galasso: "Sabemos, desde la Izquierda Nacional, que no es fácil ese 'golpear juntos' y marchar separados. Inclusive hago autocrítica cuando Ramos se presentó con candidatura propia el 11 de marzo del '73 porque sostenía que era lo mismo Cámpora que los radicales y los candidatos del gobierno militar. Fue un grave error".

Primera observación: ¿qué "autocrítica" debe hacerse Galasso por la posición del FIP que presidía Abelardo Ramos en 1973, si él no formaba parte de esa fuerza política? "Autocrítica" significa la crítica de uno mismo, no la crítica de los demás. En marzo de 1973 Galasso –siempre desde su lugar confortable de francotirador literario–, andaba coqueteando con Montoneros. Prueba de ello es su lamentable folleto "¿Qué es el socialismo nacional?". Si ahora quiere "autocriticarse", que lo haga por haber contribuido a inflar las ilusiones del "peronismo de izquierda", que terminaron en una inmensa tragedia, tal como la Izquierda Nacional, Ramos y el FIP lo advirtieron reiteradamente. Porque con la misma lógica que emplea Galasso para responsabilizar a Altamira por la muerte de Mariano Ferreyra, se podría responsabilizar a Galasso por la muerte de miles de jóvenes que creyeron el cuento que él les hacía: que el peronismo era sinónimo de "socialismo nacional" y que había que disputar “desde adentro” la conducción a Perón.

Segunda observación: ¿de dónde sacó Galasso que para Ramos y el FIP "eran lo mismo" Cámpora, los radicales y los candidatos de la dictadura militar? ¿Por qué el "historiador" Galasso no nos muestra una declaración del FIP, ¡sólo una declaración!, que dé fundamento a su ridícula afirmación? Galasso miente. Y miente descaradamente y a sabiendas, confiando en que sus interlocutores jóvenes ignorarán los hechos que refiere y que los más maduros no tendrán interés político en desmentirlo. Roído por su odio personal a Ramos (algunas de cuyas razones menciona Alberto Regali en su libro de reciente aparición "Abelardo Ramos. De los astrónomos salvajes a la Nación Latinoamericana. La Izquierda Nacional en la Argentina") y por su servilismo hacia el gobierno, se permite tergiversar impunemente la política de la Izquierda Nacional militante y auténtica, a la que él jamás perteneció.

Pero vayamos al meollo argumentativo de Galasso: la consigna "marchar separados y golpear juntos". Esa consigna, según repite este "autocrítico" de la Izquierda Nacional, expresa "la única posición correcta de acompañar a todos los movimientos nacionales de América Latina, desde una perspectiva independiente y colocarse claramente frente al enemigo común que, como se sabe, es el imperialismo y los traidores nativos".

Está claro, según surge del párrafo precedente, que la recomendación leninista de “marchar separados y golpear juntos” exige como condición previa la existencia de un “movimiento nacional”. Hay quienes argumentan que el actual gobierno es preferible a uno encabezado por algún personaje de la oposición partidocrática, y que es necesario influir en él desde la izquierda, pero incluso si así fuera, debería aceptarse que hay una gran diferencia entre intentar influir desde la izquierda a hacerle seguidismo oportunista. Más aún, ¿encarna el gobierno de Cristina Fernández un “movimiento nacional”? ¿O es un gobierno más dentro de un régimen partidocrático-demoliberal impuesto como resultado del triunfo contrarrevolucionario de 1976 contra, precisamente, el “movimiento nacional”? A tales preguntas, decisivas, Galasso sólo responde con evasivas. Finalmente llega a la siguiente conclusión: el kirchnerismo es “un gobierno con vocación nacional”. ¿Cuáles serían los indicadores de tal “vocación”? Escribe Galasso: “la Ley del Estado (¿?), la Unasur, la asignación universal por hijo, ponerle coto al FMI”. No parece demasiado para un “movimiento nacional”, ¿verdad? Ateniéndonos a los hechos, se podría retrucar que los resortes decisivos de la economía siguen en manos del capital trasnacional, que el modelo agroexportador basado en la soja acentúa la condición semicolonial del país, que la desigualdad social se profundiza a despecho de los planes asistencialistas que pretenden mitigar la pobreza, que en política exterior seguimos atados al imperialismo y al sionismo, que el modelo cultural vigente tiene más que ver con el “homo-economicus” del capitalismo que con el “hombre nuevo” galassiano-guevarista. Todo esto es cierto, reconocerá el escriba kirchnerista. Pero esas son… ¡las “asignaturas pendientes”! Ingenioso retruécano éste de las “asignaturas pendientes”. Les permite a los kirchneristas apoyar a su gobierno no sólo por lo que el gobierno ha hecho, sino por lo que no ha hecho pero seguramente hará si se lo sigue apoyando.

Por supuesto, no hay en el texto de Galasso ni siquiera una referencia incidental a los componentes de clase que conferirían al kirchnerismo el carácter de “movimiento nacional”. Hechos tan evidentes como la desmalvinización y destrucción de las Fuerzas Armadas, así como los ataques a la Iglesia desde una perspectiva “derechohumanista”, o el enchalecamiento político-ideológico de la clase obrera, ni siquiera son abordados. Sin embargo, sería un error creer que el discurso de Galasso se desmorona únicamente porque no consigue demostrar la existencia de un “movimiento nacional” ante el cual correspondería “marchar separados y golpear juntos”. Además, el propio comportamiento político de Galasso se aparta de la recomendación leninista que hace suya. Veamos.

La consigna “marchar separados y golpear juntos” reúne con la conjunción dos aspectos diferentes. El segundo de ellos –“golpear juntos”– podemos suponer que Galasso lo aplica a la perfección: presta su nombre y su falsa identidad de “izquierdista nacional” para que el kirchnerismo saque provecho de ella. Es decir, Galasso “golpea junto” al kirchnerismo; tan “junto” golpea, que hasta parece un kirchnerista más. Pero, ¿qué decir del “marchar separados”? ¿Galasso marcha “separado” o en realidad también marcha “junto”? Según dice, “separado” significa “manteniendo la independencia ideológica, política y organizativa”. Por eso lo exhorta a Altamira: “yo no te pido que abandones tu organización y te incorpores (al kirchnerismo), sino que te pongas al lado”. Ahora bien: ¿es eso lo que hace Galasso?, ¿interviene políticamente Galasso integrando una organización política independiente del kirchnerismo? Más concretamente: ¿cuál es la estructura militante desde la cual Galasso llama a apoyar con independencia ideológica, política y organizativa al “movimiento nacional” kirchnerista? La respuesta la conocemos todos: esa estructura no existe. Galasso no ha hecho nada por crearla, ni lo hace hoy, ni lo hará mañana. A lo largo de los años, cada vez que la Izquierda Nacional militante le ofreció a Galasso un puesto de lucha, éste lo rechazó con desdén. ¿Por qué? Porque Galasso no es ni un militante, ni un socialista, ni un revolucionario. Es un “escritor independiente”, o un “francotirador”, como le espeta Altamira, o un “pequeño burgués con ideas socialistas”, como llamaba Trotsky a los Galasso de todas las épocas. ¿Y cómo caracterizar a un hombre que no sólo inventa un “movimiento nacional” donde no lo hay, sino que recomienda una línea de conducta que ni siquiera él mismo adopta y que, por añadidura, se apropia de una identidad político-ideológica que no le pertenece? ¿Hay algún calificativo más adecuado que el de estafador político?



EL PARTIDO OBRERO AYUDO AL DERROCAMIENTO DE ISABEL PERON

Jorge Altamira no ignora que Galasso ni forma ni formó parte de ninguna de las organizaciones políticas de la Izquierda Nacional. No integró ni el PSIN, ni el FIP, ni el PIN, ni el MPL, ni integra tampoco Socialismo Latinoamericano. Sin embargo, hace como que no está enterado. Tras criticar a Galasso por su vergonzoso encubrimiento de la burocracia de Pedraza en el asesinato de Mariano Ferreira, escribe con estudiada indignación: “¿Pero que carajo le importa esto a la izquierda nacional?”. Cabe La siguiente pregunta: ¿contribuye la mezcolanza irresponsable que hace Altamira entre Galasso y la Izquierda Nacional a la clarificación política de las nuevas generaciones militantes? ¿O se trata de un procedimiento análogo al que emplea el imperialismo cuando mete en la misma bolsa del “comunismo”, por ejemplo, al stalinismo y a la izquierda antistalinista?

Al igual que Galasso, Altamira actúa de mala fe. Lo que en realidad le importa, en el fondo, no es Galasso, quien al fin y al cabo no es más que un irrelevante profesor de historia con ideas elementales sobre el socialismo. Lo que a Altamira le inquieta es la posibilidad de que una alternativa socialista revolucionaria de Izquierda Nacional recobre el vigor que tenía en los años setenta, antes de que la contrarrevolución triunfante la golpeara con dureza. Por esa razón le dedica a la Izquierda Nacional –no a Galasso– el párrafo siguiente, que no tiene desperdicio por la insidiosa suma de falsedades que contiene.

Escribe Altamira: “Lo mismo (que los bolcheviques con Kerensky) hicimos nosotros con Isabel. Durante dos años, combatimos al gobierno peronista que creó las Tres A, produjo el navarrazo en Córdoba, liquidó a la izquierda peronista y asaltó la UOM y la ciudad de Villa Constitución (…). A partir de julio de 1975, con el nombramiento de Videla, produjimos un cambio de orientación, y levantamos la consigna ‘abajo el golpe’, mientras que los que antes advertían contra el golpe ahora lo desechaban debido a la asunción de un ‘general democrático’ (…). La ‘izquierda nacional’ dio todo su apoyo político al gobierno de Isabel y con ello a la política de capitulación frente a los golpistas (…). La ‘izquierda nacional’ y Ramos llegaron a pedirle una definición ‘nacional’ a la dictadura en 1978 y caracterizaron más tarde como ‘militares patrióticos al estilo de Perón’ a Seineldín y Rico –éste milita hoy en las filas K. La ‘izquierda nacional’ que también apoyó el entreguismo de Frondizi y que sólo se opuso de palabra a la Libertadora, no tiene autoridad para darle lecciones al Partido Obrero”.

Puede que Galasso no tenga autoridad para darle lecciones al Partido Obrero. Pero, ¿no la tiene la Izquierda Nacional? Veamos.

Según Altamira, la Izquierda Nacional (a la que Altamira, como es común a todos los izquierdistas cipayos, sólo nombra entrecomillándola, cosa que no hace con la “Libertadora”) incurrió en un error tan difícil de cometer como difícil sería estar en dos sitios diferentes al mismo tiempo. Dice Altamira: “Dio su apoyo político a Isabel” y, simultáneamente, “capituló frente a los golpistas”. Al igual que Galasso, que con total desparpajo atribuye al FIP no haber diferenciado a Cámpora de los radicales y la dictadura, Altamira le atribuye la responsabilidad de haber apoyado a Isabel y a quienes la derrocaron. Lo primero es cierto, aunque no en los términos que sugiere Altamira, y lo segundo es absolutamente falso. Quien desee conocer las posiciones de la Izquierda Nacional en los setenta, así como ante la irrupción de los militares malvinistas que acompañaron a Seineldín y a Rico, harán bien en recurrir a otra fuente que Altamira, quien por cierto es poco serio. Nosotros vamos a concentrarnos en las posiciones asumidas por el Partido Obrero.

En junio de 1975, Política Obrera sostenía que estaba planteada “la cuestión del poder”. El eufemismo significa que en opinión de Altamira estaba a la orden del día la toma del poder por parte de la clase obrera. Una caracterización de la situación semejante a la del ala terrorista de la pequeña burguesía ultraizquierdista, expresada fundamentalmente por el PRT-ERP. De allí que su consigna fuera: “Abajo el gobierno, no al recambio burgués”. Sin embargo, muy pronto PO debió admitir que si “la cuestión del poder” estaba planteada, no era por la inminente irrupción de los soviets, sino porque las Fuerzas Armadas se aprestaban a tomarlo. Entonces, en noviembre de 1975, la consigna es otra: “Fuera Isabel y este gobierno antiobrero, abajo el golpe, elecciones generales”. Como puede observarse, el objetivo de derrocar al gobierno peronista se mantiene, aunque ahora se acepta “el recambio burgués” mediante elecciones generales. Un mes más tarde, en diciembre de 1975, PO insiste con su postura a favor del derrocamiento del gobierno peronista: “la consigna de acabar con este gobierno y convocar a elecciones generales es una consigna de derrota del gobierno, de derrota de la burocracia sindical”. Y agregaba: “este no es nuestro gobierno; hay que echarlo”.

Estamos en diciembre de 1975. El golpe ya está en marcha. La pregunta que hoy, a más de 30 años de distancia podemos formularnos, es la siguiente: ¿no constituyen los llamados de PO una dulce música para los oídos de los golpistas? Para el imperialismo y la oligarquía se trataba de derrocar al gobierno de Isabel, que expresaba los últimos estertores del Frente Nacional que había llegado al gobierno dos años antes. Durante esos dos años, reconoce Altamira que PO se dedicó a “combatir al gobierno peronista”, al cual define por la Triple A y el “navarrazo”, tal como intencionada y sesgadamente hace la “política de la Memoria” instituida por el imperialismo desde 1983. ¡En lugar de aplicar la línea de “marchar separados y golpear juntos”, aconsejada por Lenin y Trotsky para casos semejantes, PO enfrentó al gobierno, contribuyó a debilitarlo “desde la izquierda” pero en beneficio de la derecha y, finalmente, pidió a los gritos su derrocamiento. Ciertamente, el PO necesita que le den lecciones sobre cómo actuar a fin de no fungir como “ala izquierda” de las contrarrevoluciones antiobreras y antinacionales.

Digamos, de pasada, que en aquella ocasión Galasso no proponía “marchar separados y golpear juntos”, sino que reprochaba a la Izquierda Nacional su defensa del gobierno peronista.



EL PARTIDO OBRERO Y EL PERONISMO

“Abelardo Ramos no terminó al lado de Menem por casualidad”, le recuerda triunfante Altamira a Galasso. Ciertamente, nada en la vida ocurre por casualidad. Pero semejante afirmación, por sí sola, vale tanto como decir “la Revolución bolchevique no derivó en el Gulag stalinista por casualidad”. Cualesquiera hayan sido las causas que condujeron a Ramos a terminar sus días al lado de Menem, está claro que antes de hacerlo resolvió romper con la Izquierda Nacional. Ramos sabía que existía una incompatibilidad absoluta entre el socialismo revolucionario de la Izquierda Nacional que él había contribuido a desarrollar durante casi medio siglo y la adhesión al menemismo. En cambio, ninguna incompatibilidad existe entre la participación del Partido Obrero en el derrocamiento del gobierno de Isabel, que abrió el curso a una profunda contrarrevolución cuyos efectos aún se sienten, y la caracterización que ese partido hace del fenómeno peronista.

¿Fue el peronismo de 1945/55 la expresión argentina del Frente Nacional o Frente Único Antiimperialista que se forma en los países semicoloniales para resistir la dominación imperialista? No para PO, que caracteriza de la siguiente manera al peronismo naciente: “El 24 de febrero de 1946 no inaugura una fase antiimperialista y de movilización, sino de totalitarización de los sindicatos. Ya enseguida saca una frondosa legislación de arbitraje del Estado, de prohibición de huelgas en servicios públicos, etc. Las huelgas fueron reprimidas. Al frente de los sindicatos colocó una corrupta burocracia sindical, aún más corrompida, que muchas veces debió decapitar por el fenomenal odio de los trabajadores. En 1948, la huelga de la FOTIA fue violentamente reprimida y en 1950 los ferroviarios fueron movilizados militarmente. El partido laborista fue suprimido y se formó el partido único, luego llamado peronista”.

Si tal fue la naturaleza del peronismo histórico, ¿por qué entonces las clases dominantes lo derrocaron en 1955? Altamira tiene la respuesta: “El peronismo comienza a revelarse como una frágil cáscara de contención de las masas y el imperialismo decide desplazarlo con el golpe de la Libertadora en 1955” Pero, al menos la jornada fundacional del peronismo, el 17 de octubre de 1945, ¿no contó con la presencia obrera y popular? “Nada de movilización, nada de aprovechar el empuje de las masas para golpear a la oligarquía y al imperialismo”, responde Altamira. Y agrega: el 17 de octubre “fue una concentración relativamente pequeña (40 mil personas, la mitad de la plaza). Perón fue liberado sobre la base de un acuerdo político: primero, eliminar toda movilización autónoma de las masas (…). El ejército se coloca como árbitro de dos fracciones burguesas, que se comprometían a respetar el juego electoral e impedir movilizaciones autónomas de las masas”.

Altamira, por lo visto, tiene respuestas para todo. Será por eso que el propio León Trotsky, durante su estadía en México, no se dignó a responderles a los Altamira mexicanos que le reprochaban su apoyo al presidente Cárdenas, que como Perón era militar, nacionalista y “totalitarizó” los sindicatos. Simplemente rompió con ellos y les dijo: “si ustedes son trotskistas, yo no soy trotskista”.

Con semejante caracterización del peronismo, no extraña que PO haya sido funcional en el instante crítico de 1975/6 a las fuerzas contrarrevolucionarias. Para Altamira, “el peronismo ha sido un crítico corporativo y hasta fascista de la democracia formal”. De allí que “la pata principal del régimen político de 1973 no va a estar en el parlamento, sino en los aparatos sindicales y del entorno, que tienen por función imponer la ‘paz social’. Así, el parlamento se transformará en cámara de registro de imposiciones exteriores: la expulsión de los gobernadores de Buenos aires y Córdoba se hará por imposición de bandas burocráticas y fascistas, que luego son refrendadas por el parlamento”.

Está claro que la caracterización del peronismo de 1945 y de 1973 como una forma de “totalitarismo” y de “fascismo” lo ubica como el enemigo principal al que combatir. ¿O acaso no es el fascismo un enemigo de la clase obrera más peligroso aún que el liberalismo?



NI OPORTUNISMO DE DERECHA NI OPORTUNISMO DE IZQUIERDA

A lo largo de la historia de la izquierda argentina, siempre ha existido una tendencia que resultó incapaz de advertir que de la condición semicolonial del país emergen, dadas ciertas condiciones coyunturales, agregados político-sociales que conforman lo que se ha dado en llamar “frentes nacionales” o “frentes antiimperialistas”. La clase obrera y las franjas plebeyas de la clase media, más sectores nacionalistas del Ejército y de la Iglesia, así como fracciones de la intelectualidad pequeñoburguesa y de la pequeña industria, conforman esos frentes. Confundir con el fascismo esos movimientos políticos objetivamente dirigidos a poner en cuestión la dominación imperialista y la explotación social, ha sido el error de esa parte de la izquierda en la que militan Altamira y el PO. Su error ha sido bautizado como “oportunismo hacia el imperialismo”, puesto que su oposición al Frente Nacional es funcional a los intereses de la rosca oligárquico-imperialista que defiende el statu quo semicolonial. Pero hay otra clase de error, y es el llamado “oportunismo hacia la burguesía nacional” en que incurren las organizaciones de izquierda que se integran al Frente Nacional renunciando a su propia identidad socialista. Es el error que cometió la llamada “izquierda peronista” (Cooke, Hernández Arregui, Puiggrós, etc.) en los años setenta. Galasso ofrece una variante tragicómica de esta clase de oportunismo.

Diríase que quienes incurren en “oportunismo hacia el imperialismo” toman de la recomendación leninista la parte que dice “marchar separados”, pero no “golpean junto” sino que golpean en contra. Los “oportunistas hacia la burguesía nacional”, en cambio, “golpean juntos”, pero también “marchan juntos”, y eso los conduce, más allá de lo que puedan decir, a renunciar a la perspectiva del “hombre nuevo”. Frente a una y otra clase de oportunismo, se levanta el socialismo de la Izquierda Nacional. Es lo que les disgusta a los Galasso y a los Altamira. (12/1/2011)

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jajaja
Por Morenista - Friday, Jan. 14, 2011 at 2:53 PM

Y ustedes quienes son? "izquierda nacional"... jaja
La unica verdadera izquierda marxista revolucionario que hubo y habra en este pais es la de Nahuel Moreno.
Los demas, sigan participando....

M
V

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agrego otra cosa
Por Morenista - Friday, Jan. 14, 2011 at 3:01 PM

Uds "izquierda nacional" trucha, llegaron tarde a la fiesta....
Se dieron cuenta 30 años despues y en el momento equivocado de hacer entrismo en el Mov Peronista, gorilitas natos.
En cambio el gran Moreno lo hizo en el momento justo e indicado en el peronismo de los 50'..... que es inegable que se trataba de un gobierno verdaderamente Popular....
Sigan haciendose falsas fantasias, que el tren paso una sola vez y se lo perdieron... mientras el gran Moreno muy astutamente su subio...

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Realmente Sos morenista?
Por Alejo - Wednesday, Jan. 19, 2011 at 7:47 PM

Realmente sos morenista, de esos cobardes que abandonaron a Santucho, de esos que Abandonaron al Vasco Bengoeche, de esos cobardes que siempre quedaron al margen de la historia, que la dibujan y acomodan a sus necesidades y que cortan rutas con los sojeros, pequeños burgueses intelectualoides, nunca entenderan a un obrero

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