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Los doce poetas catalanes en Facebook
Por Orlando Guillén - Monday, Jan. 31, 2011 at 2:42 PM
floresdeuxmal@yahoo.com.mx

Los Doce están en Facebook. Quienes acudan a esta cita virtual podrán expresar y firmar su solidaridad, compromiso o implicación con esta obra espiritualmente imprescindible.

Los doce poetas catalanes en Facebook
Orlando Guillén


Dentro de las actividades actualmente en curso para apoyar las gestiones editoriales de publicación de mi libro de libros de traducciones, monumental y de vida «Doce poetas catalanes del siglo XX», las más importantes de las cuales pronto serán públicas, Dolors Miquel, de la Plataforma por la publicación de este libro ha abierto en Facebook esta página:

http://www.facebook.com/pages/Volem-Que-Es-Publiqui-El-Llibre-Doce-Poetas-Catalanes-De-Orlando-Guillen/107351956006275

Quienes acudan a esta cita virtual podrán expresar y firmar su solidaridad, compromiso o implicación con esta obra espiritualmente imprescindible.

Doy en seguida el pórtico bilingüe a un dossier sobre el asunto que está a punto de ver la luz, y más abajo un texto de J. V. Foix.



I

Doce poetas catalanes del siglo XX és un llibre de llibres de traduccions al castellà de la poesia del seu títol, monumental i de vida del poeta mexicà Orlando Guillén, a la qual producció ha dedicat gran part del seu temps creador els darrers 30 anys. Es tracta d’un volum bilingüe d’unes dues mil pàgines que, a diferència de las antologies tradicionals, reuneix llibres sencers dels autors triats en circumstàncies peculiars per Joan Vinyoli al seu moment, i que són, en ordre cronològic, aquests: Guerau de Liost, Josep Carner, Carles Riba, Joan Salvat-Papasseit, J. V. Foix, Pere Quart, Agustí Bartra, Salvador Espriu, Joan Vinyoli, Joan Brossa, Gabriel Ferrater i Vicent Andrés Estellés, tots ells amb un llibre, excepte Riba, Espriu i Ferrater amb dos, Foix amb un llibre en prosa i una mostra àmplia en vers, i Vinyoli, a qui l’autor dedica la seva obra i de qui ens n’ofereix tres. Entenent que la nòmina és panoràmica i representativa de la poesia catalana clàssica del segle XX, Guillén la va completar amb les seves Tres añadiduras: una mostra generosa de la escriptura poètica femenina de l’època amb la persona de tres de les seves més destacades protagonistes: Maria-Antònia Salvà, Clementina Arderiu i Rosa Leveroni. A aquests trets que defineneixen l’originalitat d’entrada d’aquest volum si més no sorprenent, Orlando Guillén hi afegeix una Introducción «de rara belleza» (segons l’escriptor mexicà Gordon Ross) i penetrant fondària, i un notable Apéndice de varia intención on recull, a més dels llibres dels autors la representació dels quals sobreïx de la unitat al cos principal de l’obra, mostres de l’art poètica dels poetes inclosos i estudis i aportacions crítiques dels uns sobre als altres o de vària procedència especialitzada, triats amb exigència i encert, que amplien l’horitzó de lectura del volum i el fan més assequible i entranyable. A invitació del poeta mexicà, Enric Casasses, un dels més importants poetes actuals de la llengua catalana, amic d’aquell i consultor de català al llarg del volum i dels anys, escriu a manera d’Epíleg una Notícia de la poesia catalana, un estudi tan apassionat com rigorós dels avatars de la poesia catalana des de Ramon Llull i Ausiàs March fins a Jacint Verdaguer i Joan Maragall, que ve a arrodonir als abastos d’informació poètica de l’obra fins a límits si no exhaustius sí imprescindibles per al coneixement i la difusió de l’esperit català a través de la seva gran poesia en el temps. Per a tancar el seu volum, Orlando Guillén ens obsequia encara a la Ñapa [La Torna] amb la breu i selecta presència de significatius autors del que es conoeix com «L’escola mallorquina».
El conjunt d’aquestes característiques de singularitat, extensió i fondària fan de Doce poetas catalanes del siglo XX un volum de publicació urgent i necessària. Les pàgines que segueixen i que s’obren amb textos al•lusius i pertinents de l’autor mexicà solament pretenen il•lustrar aquests extrems i l’ expectació i la premsa que el llibre ha suscitat des del seu inèdit.

I

Doce poetas catalanes del siglo XX es un libro de libros de traducciones al castellano de la poesía de su título, monumental y de vida del poeta mexicano Orlando Guillén, a cuya producción ha dedicado gran parte de su tiempo creador en los últimos 30 años. Se trata de un volumen bilingüe de alrededor de dos mil páginas que, a diferencia de las antologías tradicionales, reúne libros enteros de los autores seleccionados en circunstancias peculiares por Joan Vinyoli en su momento, y que son, en orden cronológico, estos: Guerau de Liost, Josep Carner, Carles Riba, Joan Salvat-Papasseit, J. V. Foix, Pere Quart, Agustí Bartra, Salvador Espriu, Joan Vinyoli, Joan Brossa, Gabriel Ferrater y Vicent Andrés Estellés, todos con un libro, salvo Riba, Espriu y Ferrater con dos, Foix con un libro en prosa y una muestra amplia en verso, y Vinyoli, a quien el autor dedica la obra y de quien nos ofrece tres. Al entender que la nómina es panorámica y representativa de la poesía catalana clásica del siglo XX, Guillén la completa con sus Tres añadiduras: una muestra generosa de la escritura poética femenina de la época en la persona de tres de sus más destacadas protagonistas: Maria-Antònia Salvà, Clementina Arderiu y Rosa Leveroni. A estos rasgos que definen la originalidad de entrada de este volumen sorprendente por decir lo menos, Orlando Guillén añade una Introducción «de rara belleza» (según el escritor mexicano Gordon Ross) y penetrante hondura, y su notable Apéndice de varia intención donde recoge, además de los libros de los autores cuya representación rebasa la unidad en el cuerpo principal de la obra, muestras del arte poética de los poetas incluidos y estudios y aportes críticos de los unos sobre los otros o de varia procedencia especializada, escogidos con exigencia y acierto, que amplían el horizonte de lectura del volumen y lo hacen más asequible y entrañable. A invitación del poeta mexicano, Enric Casasses, uno de los más importantes poetas actuales de la lengua catalana, amigo de aquel y consultor en catalán a lo largo del volumen y de los años, escribe a modo de Epílogo su Noticia de la poesía catalana, un estudio lo mismo apasionado que riguroso de los avatares de la poesía catalana desde Ramon Llull y Ausiàs March hasta Jacint Verdaguer y Joan Maragall, que viene a redondear los alcances de información poética de la obra hasta límites si no exhaustivos sí imprescindibles para el conocimiento y la difusión del espíritu catalán a través de su gran poesía en el tiempo. Para cerrar el volumen, Orlando Guillén nos obsequia todavía en la Ñapa con la breve y selecta presencia de significativos autores de lo que se conoce como «La escuela mallorquina».
El conjunto de estas características de singularidad, extensión y profundidad hacen de Doce poetas catalanes del siglo XX un volumen de publicación urgente y necesaria. Las páginas que siguen y que se abren con textos alusivos y pertinentes del autor mexicano pretenden sólo ilustrar estos extremos y la expectación y prensa que el libro ha suscitado desde su inédito.



II

CARTA A CLARA SOBIRÓS

Muy amada y cara amiga mía:

Querías que te dijera lo que yo pensaba de los poetas y de la poesía. No te atrevías a preguntarme lo que creía de mis versos, y lo que de ellos espero. Regresábamos a Rozesbruck, y trepábamos por la ruta continua donde se enconchan febriles los hombres en sus caparazones rugientes y por donde los más insensatos se van al despeñadero. Pero mi corazón quemaba sus primeras cenizas y, a pleno sol, en una curva ceñida por oscuras arboledas, yo solamente recordaba la noche de tu cuerpo y tantas estrellas insólitas que en él nacen y mueren. Insistías para que te aclarase el sentido de algunas expresiones que te atraían por su ordenación, y el significado de determinadas palabras que te sugerían otras realidades que nunca son inmediatas para todos. Yo, casi fuera de juego en aquellos momentos, me deleitaba poniéndole nombres nuevos a los mares claros -¡o brumosos!- que reflejaban tus ojos, o aceleraba, loco, para perderme en la jungla de las formas, los colores y los sonidos donde tú, la otra, también estabas.
¿Qué puedo decirte ahora que vivo de evocar el aroma de los hinojos en un crepúsculo de fuegos silvestres y campos deslindados? Quisiera responderte exactamente como lo haría si no te tuviera tan presente. Me muevo en medio de apariencias, y la tuya en ellas señorea múltiple. Pero quizá tú, que eres muchas, me entenderás en seguida si te digo que, a mis años, me es difícil definir al poeta -el mundo está lleno de ellos, aunque no escriban- y esclarecer lo que es un versificador (también hay muchos, y andan por los yermos leyendo preceptivas escritas no siempre con suficiente ingenio; o copiando, chapuceros, lo que han cantado a lo largo de los siglos los poetas).
Tú, cuando lees, vas derechita a buscar el sentido de lo que dicen o tienen la intención de decir los escritores. Si me lees a mí -y temo que te lo pienses, como quien quiere contravenir el semáforo-, recuerda siempre que soy un testigo de lo que cuento, y que lo real de lo cual parto y de lo cual vivo, con quemaduras en las entrañas como sabes, y lo irreal que tú crees descubrir en lo que escribo, son una y la misma cosas; del mismo modo que tú, Clara, eres la otra, y sois dos -¡o más!- y tienes un solo nombre y por él te conocen, Clara.
Escribo, cuando escribo (y no dispongo de tanto ocio como quisiera), más allá de los preceptos, y no tomo en cuenta para nada, según es costumbre hoy, y muchos jóvenes mueren por eso, cómo escriben los tudescos, los yanquis, los gabachos o los soviéticos. El tono de los demás y su criterio retórico no me sirven casi nunca por cuanto no hay, eso me parece, ninguna norma estética -te lo decía cuando distraída de lo que te decía te alejabas conmigo hacia allá donde el olivo por la noche relumbra-, a la cual tenga que subordinarme -yo que soy de quienes creen que cada poeta es él mismo. El, solitario, frente al poema que escribe no para distraerse o distraer a los demás o para salvarse sino para expresarse.
El poeta, mago, especulador de la palabra, peregrino de lo invisible, insatisfecho, aventurero o investigador en la raya del sueño, no espera nada para sí. Ni la redención. No floralea ni concursea ni quiere dar contento a las tiítas. Si tuviera el valor suficiente, y si la ufanía aburguesada de todos los estamentos y su excesiva vanidad no le hubiesen contagiado ciertas enfermedades, no firmaría sus obras. Pegaría al rayar el alba sus poemas como pasquines en las paredes, o los lanzaría desde las azoteas. Manifestaría francamente su desagrado por los grandes, por los satisfechos, por los asentados, por los conformes y por las viudas castas y resignadas. El poeta sabe que cada poema es un grito de libertad.
Ya sé, Clara, que me harás reparar en que en muchos de mis versos acometo rimas viejas y ritmos seculares. Es, y bésame después de decírtelo, servidumbre a la lengua y a la comunidad. ¿Quién se atreve a desconchar muros invisibles en una región hostil?
A ti, a quien place lo desconocido y lo nuevo -a pesar de que de vez en cuando te vistas y te alhajes con el legado del buen gusto de antaño-, no puede disgustarte gran cosa el juego de imágenes ni lo que a otros puede parecer misterioso e incluso extraño en mis libros. Sé muy bien que conmigo deliras cuando la selva delira y su llama incendia las cepas; pero hay mucho sol allí, ya sabes; y si no hablo de ti y no te canto cuando saltas del bote volador y recargas los esquíes en la pared para que se sequen, y, morena como eres, te alborotas expresamente los cabellos, te pintas, ríes y me sonríes llamándome por mi nombre -el otro-, es porque mis poemas suelen ir siempre más acá o más allá del suelo que piso.
Hace poco que, como si te quejases, me escribías desde Nápoles que yo prefería vivir a escribir. Pero me parece que no eras muy sincera. ¿O es que te gustaría verme con bata casera y babuchas como cualquier escritor condecorado, y encima posible Goncourt?

[De la presencia de J. V. Foix, en Doce poetas catalanes del siglo XX]

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