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¿Será cierto?
Por Elvira Zárate - Saturday, Feb. 05, 2011 at 5:18 AM
elviramariaz2011@yahoo.com.ar

El panorama esta cada vez mas claro...

El Menemismo Federal fascista y su lenta extinción.

El arco opositor apuesta a una estrategia de pinzas para forzar un balotaje. De un lado, el menemismo disidente y la derecha más cerril; del otro, el panradicalismo. Pero no cuentan con un dato fáctico: hoy, Cristina gana en primera vuelta. Por Sebastian Alcazar .
04.02.2011 . Los tapa el agua, se hunden... Igual, los fascistas menemistas sonríen.

Durante el año 2003, tras la seguidilla de los dos gobiernos democráticos o cuasi democráticos más reaccionarios de la historia institucional del país -el de De La Rúa y Chacho Alvarez, y el organizado por Chacho y Alfonsín con el concurso y liderazgo de Duhalde-, el mundo simbólico del peronismo acaparó casi un 60% de los votos en tres fórmulas: Menem-Romero, Kirchner-Scioli y Rodríguez Saá- Melchor Posse (radical éste último).

De algún modo, las tres tendencias originarias que confluyeron en el primer peronismo de mediados del siglo pasado se expresaban ahí: la alianza con sectores nacionalistas (ahora liberales) y más o menos reaccionarios (pero con miedo al comunismo) de la cúpula de la iglesia y el ejército, una derecha algo alocada pero depositaria de los viejos conservadurismos oligarcas plenos de provincialismo más una parte del bloque dominante -en este caso, los dolarizadores- confluyeron en la fórmula Menem-Romero.

Por otro lado, el intento al cohete de seducir al electorado radical más a la izquierda -contemporáneo a Perón se expresaba en el yrigoyenismo, hoy en el alfonsinismo- derivó en buscar una alianza con el radicalismo más pragmático, como la fórmula Perón-Quijano tras la negativa a integrarla del cordobés Sabatini o el intento de ofrecerle la vicepresidencia a Balbín en el 73; en un intento a la vez de superación del clivaje inmediatamente anterior a la emergencia del peronismo; es el imaginario que intentó emular la fórmula Rodríguez Saá- Posse.

Los sectores de la izquierda organizada de manera laborista en el 45, en el 2003 podían extrapolarse a los movimientos sociales y a las clases medias bajas, así como a la fragmentación del conurbano (que de algún modo interpretaba su creador, Duhalde) así como la irrupción de clases medias "nacionalizadas" en los años 70 que viraron al peronismo ante una atenta mirada del escenario mundial y regional (en cierto sentido, la revolución cubana y la guerra de Vietnam son evocables -con todas las salvedades del caso- al chavismo, la invasión fallida a Irak y la asunción de Lula), delimitaron el imaginario que recorrió la fórmula Kirchner-Scioli.

Sin embargo, el estrepitoso y doloroso fracaso de la Alianza en el gobierno, abrió las puertas para una expansión del imaginario peronista ya no sólo en esas tres fórmulas, sino que, por ejemplo, Carrió se reivindicaba evitista y partidos menores como el Socialismo Auténtico o Izquierda Unida (que llevó a Patricia Walsh de candidata) buscaban interpelar también al universo peronista.

En el año 2007, la estética de campaña de Pino Solanas recreaba en sepia los años dorados, aunque luego y sobre todo en la disputa con las multinacionales de exportación primaria viró hacia un conservadurismo ambiental y una histeria denuncióloga, pero en una inteligente lectura: ningún peronista lo había votado, su sorpresa electoral se asentó en los sectores y regiones más gorilas del país.

En cambio, el radicalismo llevó a un saltimbanqui de candidato, que se reivindicaba como peronista. Lavagna y la UCR proponían hacer kirchnerismo sin Kirchner. Salieron terceros, sumando de este modo al universo peronista casi un 70% del padrón.

Y casi 80% con la candidatura de quien estuvo muy por encima en votos de Solanas, Alberto Rodríguez Saá junto al entrerriano Héctor Maya, que obtuvieron casi el 10% de los votos. Antes de que se conformara esta fórmula, hay que recordar la multitud de cónclaves neoliberales en San Luis que pregonaban ir todos juntos: participaban Menem, Duhalde, Sobich (hoy reemplazado por Das Neves), Romero, Puerta, Macri, De Narváez.

La diferencia entre las elecciones presidenciales de 2003 y 2007 en relación al peronismo es que en éste último caso hubo un ordenamiento más claro: una primacía definida al interior del mundo peronista por parte de la compañera Cristina Fernandez de Kirchner, y un adelgazamiento de la expresión peronista disidente: un 45% contra un 10%.

Conocidas las novedades en el culebrón sin rating del verano -la interna o no interna del Menemismo Federal-, muchos análisis dan por sentado que esta implosión disidente se debe a la dolorosa pérdida de Néstor Kirchner; obviando que el relato falso del doble comando se cayó a pedazos en tanto el timón sigue firme en manos de Cristina y aún más: Kirchner es la favorita para las próximas elecciones presidenciales.

Lo que en realidad sucedió es que la prédica constitutiva del peronismo federal se cayó a pedazos, a la par que la credibilidad de quienes, verdaderamente, conducían esa formación política.

Por los raros laberintos que tiene la historia, las oligarquías provinciales otroras tributarias al unitarismo más cerril, hoy globalizadas y atentas al Mercado de Chicago, a tono con las transformaciones en el capitalismo mundial y en la productividad agropecuaria, han articulado un bloque dominante que aunque no tenga el gobierno tiene el poder. Este bloque entrecruza grandes empresas de comunicación, como el Grupo Clarín-La Nacion, multinacionales que tercerizan el bajo valor agregado, como Techint y grandes empresas de agronegocios como Grobocopatel o la propia Mesa de Enlace, todos expresados en la poderosa Asociación Empresaria Argentina (AEA).

Y es que la alianza de Duhalde con Kirchner buscaba hundir al bloque dolarizador: Kirchner lo hizo, y no a costa de la espalda de los trabajadores, pero profundizó el modelo acotando al bloque devaluacionista de AEA y reivindicando los trabajadores y la distribución del ingreso. El dilema de la frazada corta, el kirchnerismo lo resolvió con sentido común: el que tenga más frío, que se tape más.

La experiencia reciente y sobre todo del menemismo y el duhaldismo, y sus perdurables residuos (no es que Macri y De Narvaez huelan mal, solo se trata de una metáfora) tientan a AEA a buscar plasmar su proyecto político, social y económico regresivo desde dentro del peronismo.

La lectura contiene algunos errores importantes:

1) El contexto del surgimiento del menemismo-neoliberal es la caída de las ilusiones sociales con el retorno a la democracia en Latinoamérica, la caída del muro de Berlín y la rendición incondicional de Europa a terciar la guerra fría. Partidos nacional-populares en los cuales el peronismo basó buena parte de su experiencia originaria como el APRA peruano o el PRI mexicano, por no mencionar como nota de color al Partido Comunista Chino y Ruso, viraron del mismo modo -y con idénticos resultados- que el menemismo.

2) El contexto del surgimiento del duhaldismo es el del fracaso mundial de la Tercera Vía (basta recordar que De La Rúa abrió el encuentro en Buenos Aires de la Internacional Socialista, ay dios!) y la caída de los modelos ejemplares para la FMI como los Tigres Asiáticos o la mismísima Argentina. La invasión a Irak posterior al hundimiento de las torres gemelas expresaba también la crisis de la hegemonía unipolar del consenso de Washington; mientras que, en nuestro país y e la región, la puja inexorable en el marco de la convertibilidad entre dolarizadores y devaluadores fue resuelta de manera pacífica para el bloque dominante en tanto hubo un poco para cada uno, a costa de la espalda de los trabajadores.

Sin embargo, es cierto que existe ese caudal electoral de un 10% o quizás más, producto del desgaste de 8 años de gestión exitosa del kirchnerismo. Así que, muy probablemente, la apuesta de la AEA sea potenciar un ala peronista disidente, no para que juegue a ganador (ya que es precisamente la ausencia de un jugador potencialmente ganador en el Grupo Aea lo que los lleva a este análisis y esa estrategia) sino para que reste votos al FPV de manera de obligarlo a ir a un balotage.

Mientras tanto, la fórmula pan radical sí va a jugar a ganador, mostrándose más consensual y dialoguista.
Es la vieja estrategia marcial de las pinzas, con el agregado de que el ala del menemismo disidente debe necesariamente ser la más dura contra el kirchnerismo, por lo siguiente:

1) Para disputar simbólicamente su pertenencia al peronismo tercermundista.

2) Porque es de manual que quien va perdiendo torea con más fuerza al ganador y la más importante:
3) porque se trata de instalar en el electorado -vía amabilidad con el resto de los candidatos del Grupo AEA y ferocidad sin límites contra Cristina- un clivaje de kirchnerismo vs antikirchnerismo, capaz de crear el clima entre todos los que no votan a Cristina a aglutinar el voto contra ella. Crispar, digamos, crispar mucho.

En esa dirección, temas del momento que agitan las rebalsadas playas del verano como la falta de cambio, no, perdón, la falta de billetes de 100, o bien la caída estrepitosa de las reservas por haber pagado las deudas de Menem con esa plata, aunque las reservas subieron, colaboran en la creación de ese clima donde si llueve es culpa de Cristina y sino llueve es culpa de Cristina. A esta altura, fuentes confiables (de esas que usa Nelson Castro) aseguran que Dios está un poco celoso de Cristina: antes las cosas malas que sucedían eran una prueba de fe que él nos mandaba, ahora resulta que no, es culpa de Cristina.

El problema de esta estrategia electoral de pinzas es que hoy todas las encuestas marcan que, por culpa de Cristina, Cristina gana en primera vuelta por el 60 %.

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