Julio López
está desaparecido
hace 6429 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Los «Doce». Felices pocos
Por Orlando Guillén - Monday, Feb. 07, 2011 at 8:38 AM
floresdeuxmal@yahoo.com.mx (Casilla de correo válida)

Los «Doce» se van de Facebook. «Se van, se van, pero se quedan», dijo centenario Miguel Hernández

Los «Doce». Felices pocos
Orlando Guillén



Porque ni ella ni yo tenemos capacidad real para difundir y reunir en abanico puntual la dispersa voluntad que hará finalmente posible la utopía por otros medios, y porque tratándose de poesía no es el número lo que importa sino la calidad humana y artística que es contundencia y vida, pedí a Dolors Miquel que retirara de Facebook la página que abrió para apoyar las gestiones editoriales en curso por la publicación de «Doce poetas catalanes del siglo XX», a una semana de haberla puesto a la vista y cuando ya 99 personas de diversa procedencia e intereses intelectuales habían suscrito su adhesión. Felices pocos a quienes como a la autora de «Missa pagesa» [«Misa terrena»], hago público mi agradecimiento.

Soy por convicción escéptico del número porque no es homogénea la capacidad de juicio de la especie y muchas más veces se equivocan muchos que aciertan unos cuantos (aunque también unos cuantos se equivoquen mucho); y porque el número en la democracia realmente existente como en la ley de Lynch es manipulable y dirigible o acumulación aviesa como la cueva dorada de unos cuantos donde se encierra a las hordas flacas del PIB. Acogí pues con escepticismo natural esa página, pero con cariño por la fuente pura de donde venía la avalé en su momento. Ahora me parece que ha cumplido el ciclo que cumple un guiño de luz en la tiniebla de las redes sociales y que su memoria se sostendrá entre tantas cosas distinguidas que conmigo tantos y tantas gentes de la poesía, del arte y de la inteligencia han acometido por la publicación de los «Doce», historia larga y accidentada que se conoce.

Y ahora me sirvo de un segmento de mi introducción a los «Doce» para este párrafo semifinal. Sentidos encontrados ata en la obra de Joan Vinyoli (a cuya memoria mi libro de libros de traducciones va dedicada), la expresión recurrente en distintas orientaciones “felices pocos”, que acopia de Shakespeare. Está en aquella escena de Enrique V en la cual Westmoreland antes de entrar en batalla expresa al monarca su temor de ser muy pocos. “No” -rebate el rey. “Si estamos señalados para morir, somos suficientes para causar la perdición del país; si lo estamos para vivir, cuantos menos seamos mayor el honor”. Y añade: “Las generaciones venideras asociarán este día a nuestros nombres: este día no pasará, desde hoy hasta el fin de los tiempos sin que seamos recordados: nosotros, pocos, felices pocos, banda de hermanos, porque aquel que hoy derrame su sangre conmigo será mi hermano; y por vil que sea este día le ennoblecerá, y los caballeros ingleses que ahora están en su cama maldecirán no haber estado aquí, y se tendrán por muy poca cosa cuando alguien hable de quienes lucharon con nosotros” -palabras más o menos. En el caso, cuando el país por defender es la poesía catalana del siglo XX, los caballeros (y las damas) hacedores y lectores de poesía, y la poesía no muere ni morirá mientras haya genio y sensibilidad humanas, a palabra de rey de bastos cuantos menos seamos mayor será el honor.

Fuera de los números ausentes quede la memoria de esa página y también de paso esa especie de aristocracia de la elegancia espiritual o algo parecido que entendía Stendhal por la expresión “felices pocos”. Queden los doce poetas que son quince de la poesía catalana del siglo XX y, felices pocos, salgan a la luz cuanto antes en el ámbito de mi idioma.

Primero que nada ser el primero
Y para eso hay que llegar a lo último,
Cuando ya no quede ni el recuerdo
De los antepresentes, destrozada
La gramática
Al mismo tiempo
Que la memoria
Por un mismo estallido,
Y acabar enterrando
O quemando lo que quede,
Que a fin de cuentas
Ya no tiene juicio
Por acabar de discernir,
Y se opte por lo que se opte todo da lo mismo.
O no,
Porque el trato siempre es
O debe ser exquisito.
Extremo,
Tiene algo de fútil;
Pero no estorba
Porque le falta
Un as
Para matar
Tanta y tan poca fe.
La baraja de los augurios
Atiza y atiza
Pero tampoco sube el humo
A gusto de todos los dioses
Y a veces entre ellos se desgreñan
Por una hilacha de ser,
Por un colgajo de alma,
Por una chiche grasosa de cordera,
A los ojos del oferente
Atónito y un tanto atolondrado.
Si usted toma la salida con el as,
El dios muerto se revuelve y le revierte
La espada
Por la espalda.
Revuélvase mejor usted que no el muerto
Y vuélvase con la mano
En el as,
Lenta, lentamente,
Como una sombra ensangrentada
Que se emboza
Para que no se le vea el asesino
Que lo mató.

agrega un comentario