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Remuneraciones registradas en Argentina
Por Sergio Arelovich - Wednesday, Feb. 09, 2011 at 7:34 AM

El INDEC dio a conocer a fines del 2010 su informe regular referido a la Distribución Funcional del Ingreso, para el capítulo remuneración del trabajo asalariado, con datos hasta septiembre 2010. Si bien y tal como lo indica su título se refiere sólo a los asalariados - no constituyendo por tanto un informe que también exprese la participación de empresarios, trabajadores independientes y estado - contiene no obstante un conjunto de informaciones de interés referidas tanto al sector público como al sector privado.

Foto: En La Vuelta Acción Fotográfica

Allí se expresa – siempre en relación al tercer trimestre de 2010 - que el promedio del salario bruto registrado para los trabajadores del sector privado fue de $ 3.939 y en cambio para los trabajadores del sector público de $ 4.548. Estos promedios generales que obviamente representan puntos en las tendencias retrospectivas de mediano plazo, contienen diferencias de diverso cuño. Si la mira es territorial por provincia, sectorial, pública, privada, etc, el resultado devuelve un abanico de situaciones de notada heterogeneidad. A modo de ejemplo, si el promedio indicado para el sector privado fue algo menor a los 4.000, los casos de Santa Cruz (7.524), Tierra del Fuego (6.719), Chubut (6.659) y Neuquén (6.234) se ubican en el tope más alto, teniendo como contracara a Corrientes (2.855), Formosa (2.786) y Tucumán (2.733). El caso de Santa Fe se ubica por debajo de la media nacional, en $ 3.585.

Si vemos la composición del sector privado por rama de actividad (grandes agregados), la resultante es la que muestra el gráfico siguiente:

A modo de aclaración, el guarismo de Explotación de Minas y Canteras está influído esencialmente por el promedio de los trabajadores petroleros que ascendió a $ 16.952. En el caso de Servicio Doméstico, el valor es atribuible sólo a los trabajadores en régimen de consorcios de edificios y similares.

Desplazando la mirada al sector público, tanto a nivel nacional, provincial como municipal, aquel promedio está compuesto por situaciones también divergentes. En el tope superior se encuentran los organismos descentralizados del estado nacional en $ 10.244 y en el extremo inferior el total nacional de municipios y comunas que muestra $ 2.916. El conjunto de las provincias, con excepción de la ciudad de Buenos Aires (5.098) acusaron una remuneración promedio de $ 3.233. El caso de las universidades nacionales, que quizá sea uno de los sectores del estado con mayor dispersión salarial fruto de la influencia de las dedicaciones y el régimen de horas cátedra, muestra un promedio de $ 4.038.

Sin duda el tamaño absoluto alcanzado por las remuneraciones públicas y privadas, prescindiendo de su poder adquisitivo, muestra la dinámica alcanzada en el proceso de negociación colectiva. Es a su vez vector de explicación de la multiplicación de conflictos en torno de la distribución del ingreso y la intensidad de uso del recurso remarcatorio de precios para que “otros” paguen los aumentos salariales.

Sergio ARELOVICH Rosario, 2 de febrero de 2011

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Distribución del ingreso y desigualdad
Por Sergio Arelovich - Wednesday, Feb. 09, 2011 at 7:47 AM

Hay dimensiones que suelen ser confundidas y que son la distribución del ingreso, la desigualdad y la pobreza. Se pueden plantear del siguiente modo: la distribución del ingreso puede ser vista desde diferentes ópticas, cada una de las cuales devuelve miradas particulares siempre parciales porque lo son desde un ángulo de mira único.

Quizá los más utilizados son la distribución funcional del ingreso y la distribución personal del ingreso. La distribución funcional del ingreso es una vista desde el lugar que cada perceptor de ingresos posee, teniendo en cuenta el lugar que ocupa en la división social del trabajo. En otras palabras, aquí se privilegia como criterio clasificatorio la relación social existente, es decir si se trata de empleados u obreros, trabajadores por cuenta propia, patrones o socios, familiares sin remuneración fija, etc, nombres con los que aparecen en las mediciones estadísticas censales. La distribución personal del ingreso muestra el ingreso de los perceptores teniendo en consideración el grupo, segmento o franja de ingresos a la cual pertenece o dentro de la cual se encuadra. Suele – en este sentido – agruparse a los perceptores en franjas (quintiles si es de a cinco, deciles si es de a diez, etc), de número idéntico de personas. Aquí no interesa de qué trabaja y cómo se relaciona sino cuanto percibe, lo cual permite compararlo con las otras franjas de ingresos y así determinar coeficientes de igualdad y/o desigualdad. Mientras que la distribución funcional expresa la participación básicamente entre el capital y el trabajo, la distribución personal permite medir grados de desigualdad. Ninguna de las dos define la existencia de pobreza ni de grados de pobreza. Una distribución personal de brechas reducidas entre quien más percibe y quien menos percibe, puede existir con determinados niveles de pobreza. A la vez, fuertes niveles de desigualdad pueden ser o no coexistentes con situaciones de pobreza. Finalmente, la distribución entre el capital y el trabajo no tiene en el sistema-mundo en que vivimos números mágicos ni ideales, depende de un conjunto de circunstancias, tales como nivel de desarrollo socio económico alcanzado, grado de generalización de la forma de contratación salarial, naturaleza e incidencia del trabajo independiente, etc. Un fifty-fifty puede aparecer como igualitario globalmente, encubriendo niveles de pobreza y desigualdad dentro de cada grupo de perceptores de ingreso. Esto obliga a ser cuidadoso en la lectura de la información que trata la distribución del ingreso y esencialmente en las variaciones intertemporales, siempre teniendo en cuenta que el punto elegido para mirar, muestra algunas cosas y otras no.

La encuesta permanente de hogares (EPH) que construye el INDEC, en base al relevamiento realizado en los principales centros urbanos de la Argentina, también releva ingresos y en base a los resultados se formula la distribución personal del ingreso, cuya brecha entre el segmento más bajo ingreso y el más alto hoy es inferior a 30 veces, pero que ha tenido un rango que fue de 24 a 32 veces. Esto es, el promedio del ingreso de quienes más ganan, es 24 o 28 veces mayor al promedio del ingreso del segmento más bajo. Sabemos que en nuestro país, a estos niveles de desigualdad se agregan grados de pobreza sobre cuya medición ya hicimos comentarios en esta columna en varias oportunidades. Sin embargo, los resultados que construye el INDEC a partir de la EPH, no alcanzan a dimensionar los niveles reales de desigualdad existentes en nuestra sociedad. Téngase en cuenta que la EPH – al medir la distribución personal - determina niveles de ingreso, prescindiendo del rol social que ocupa el perceptor, por lo que en cada franja hay empresarios, trabajadores independientes, asalariados, etc. Si en cambio observamos los resultados que surgen del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), que incluye a la totalidad de los trabajadores en relación de dependencia registrados del sector privado más los trabajadores en relación de dependencia del sector público nacional y de once de las veinticuatro jurisdicciones provinciales, los resultados son asombrosamente diferentes y nótese que sólo contiene información de asalariados. Según el Boletín de la Seguridad Social que edita la AFIP , el promedio mensual bruto percibido por los 7 millones de trabajadores incluídos en el SIPA - para el año 2009 - fue de $ 3.411. Sin embargo, hubo 4,3 millones de trabajadores (62% del total) que tuvieron un salario inferior a ese promedio y que van de un rango comprendido entre $ 232 y $ 2.400 mensuales incluído el sueldo anual complementario. En el extremo mayor, el informe dice que 53.000 trabajadores tuvieron ingresos mensuales superiores a $ 20.000. Esto nos dice que el 0.75% de los perceptores de salarios tuvieron remuneraciones equivalentes al 8.7% de la masa salarial total. Y si descomponemos este grupo de ingresos mirando las escalas superiores, nos encontramos que hubo 7.000 trabajadores que tuvieron ingresos iguales o superiores a $ 50.000 mensuales, franja que – en promedio – cobró per cápita una cifra notoriamente superior a la del inicio del rango, y que según AFIP ascendió a $ 112.847. Si comparamos este promedio con el resultante del segmento de personas que menos percibió, estamos hablando en este caso de 362.000 asalariados que precibieron $ 232, la brecha de ingresos es muy diferente a las 30 veces que mide la EPH, en este caso es de 486 veces. Los niveles de desigualdad realmente existentes son una mala y una buena noticia. La mala es que la desigualdad es mucho mayor a la que miden las estimaciones de la EPH, la buena es que hay ingresos susceptibles de ser redistribuídos en escala superior a la imaginada.


Sergio ARELOVICH
Rosario, 29 de septiembre de 2010

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