Julio López
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Los asesinatos de Jose Leon Suarez. Carcova y las deudas sociales
Por reenvío agencia walsh - Friday, Feb. 11, 2011 at 2:50 PM

(AW) Publicamos a continuación dos artículos que nos hizo llegar Claudia Szelubsky, docente la escuela de Carcova de la que Joaquín Romero, joven baleado el 3 de febrero, era alumno. Actualmente Joaquín sigue internado en el hospital Thompson luchando por su vida.

Buenos Aires, 9 de febrero de 2011 (Agencia Walsh).-

Por Claudia Szelubsky

Sobre Carcova y las deudas sociales I



Pienso en los relojes. Un reloj puede tener alguna falla, puede atrasar o adelantar un poco, quizás puede dejar de funcionar la patita de los segundos, o sí es digital, a lo mejor tiene borrado uno de los palillos y un poco hay que adivinar el número. Ahora, eso sí, cuando todos los engranajes de un reloj se rompen, ahí sí que no funciona más. Nada. No anda. No sirve.

Hoy me desperté pensando en Joaquín. Y también en los relojes. Joaquín es el chico que está internado en el hospital por los hechos ocurridos en Carcova, el joven que sobrevivió. Pienso en Joaquín y en todo un sistema que le falló. Igual que los relojes rotos, no funcionó. Sociedad rota (y bastante rata). Desde la escuela le fallamos: como a un banco desvencijado, lo corrimos de lugar, porque molestaba y no se sabía muy bien dónde podía ir; La familia, también le falló; El Estado, ausentes sin aviso...

Joaquín. Joaquín y los dos chicos asesinados, y también todos los otros chicos y más, todos los grandes, de Carcova, y de tantas otras villas y de tantos asentamientos. Que alguna vez los relojes funcionen de verdad para ellos, y puedan indicar que al fin es la hora.


Sobre carcova y las deudas sociales II


Ayer participé de la marcha por justicia para los chicos asesinados en Carcova. Fui con Graciela, del gabinete de primaria. Las dos pensamos que era importante que la escuela estuviese presente.
Fue verdaderamente masiva, por momentos emocionante. Recorrimos varias cuadras, entramos al barrio y se hicieron breves discursos junto al monolito que lleva la placa con los nombres de los chicos asesinados.
El acto estaba convocado por agrupaciones políticas, organizaciones que trabajan en Carcova hace tiempo. Y está bien, muy bien, eso está muy bien. Sin embargo, los cánticos, las banderas, las consignas... por un momento me pareció que estaba en el obelisco o en el Congreso. No sé si todos, o quizás muy pocos de quienes asistieron, creo, entendieron qué estaban haciendo ahí. O estaban para otra cosa.
Indignación, enojo y tristeza. Esas son las sensaciones ante algunas prácticas de ciertas organizaciones sociales.
Siempre que puedo expreso mi simpatía y mis coincidencias con el actual gobierno, pero este tema, creo, lo incluye y va más allá, de hecho, cada vez son más los que utilizan estas metodologías (pro K, anti K, malos imitadores de otros partidos)
Digo: Es bueno ser militante. Es bueno creer en lo que uno proclama. Está muy bien querer convencer a los otros de que ese es el camino. Pero es malo subestimar, no escuchar el dolor del otro, verlo sólo en términos de un voto más o un voto menos.

Me estoy acordando: hace unos meses, Santiago, un alumnito de segundo año me explicaba que sus reiteradas faltas se debían a que "trabajaba" yendo a marchas y manifestaciones para X agrupación. Cuando le pregunté no podía precisar con exactitud de qué se trataban, y no porque mi alumno sea un tonto, sino porque nadie se acordó, seguramente, al momento de pagarle, de explicarle cómo era la cosa. No supe qué decirle. ¿Sabrá alguna de esas personas que Santiago escribió un montón de hojas borrador, por su cuenta, contando lo que ocurre en el barrio y que planea hacer con ellas un libro? ¿Conocerán sus inquietudes? ¿Alguno de estos personajes le habrá preguntado qué quisiera ser en el futuro? ¿Sabrán ellos que para eso, como buen militante, Santiago tiene que ir a la escuela?
Muchos de estos chicos, si no los ninguneasen, si vieran sus individualidades, sus inteligencias, podrían ser unos cuadros increíbles. Como Santiago. Como Analía, pasta de gran periodista.

Ayer fue un gran acto, sin dudas. "Está todo el barrio" dijo uno de los familiares. A mí se me ocurrió decir "Y vino mucha gente de afuera". Me miró "Eso no es lo importante, lo importante es que vino la gente del barrio". Claro.

Cuando llegó el momento de hablar, Noemí, que la mayoría de las veces tiene la palabra justa, se metió entre la gente para llegar al micrófono y poder expresarse. Transcribo de Página 12: "Está muy bien que los políticos vengan a apoyarnos en este momento, pero está mucho mejor que se dejen de hacer promesas y que tomen medidas urgentes porque a nuestros chicos los siguen matando. Acá la única salida que tienen los jóvenes es ir a cartonear al Ceamse. Lo que necesitan los chicos es trabajo. Basta de falsas promesas." "Todos los políticos presentes asintieron con la cabeza y aplaudieron las palabras de Noemí" dice Página. Claro...

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Historia repetida
Por reenvío red eco alternativo - Friday, Feb. 11, 2011 at 4:00 PM


Una vez más, la policía bonaerense mató. El jueves pasado asesinó a dos adolescentes e hirió gravemente a un tercero, durante una represión en José León Suárez. Una vez más, la versión oficial distó mucho de la realidad.

(Cecilia Litvin – Red Eco) Buenos Aires – “Tren descarrilado para ser saqueado”, “saqueo organizado”, “los primeros disparos fueron contra la policía”, “un solo efectivo confundido que tiró y mató”. Siempre las mismas explicaciones, las mismas excusas, los mismos titulares que apuntan a criminalizar a las víctimas y justificar a los victimarios.
Lo concreto, lo real es que Mauricio Arce Ramos de 17 años y Franco Raúl Almirón de 16, fueron asesinados el jueves pasado en José León Suárez por la policía bonaerense. Además, Joaquín Romero de 19, continúa internado con heridas gravísimas.
La policía acudió a las inmediaciones del barrio “La Cárcova”, tras una denuncia realizada al 911 por un supuesto intento de robo a un tren del ferrocarril San Martín que había descarrilado.
Pero el accionar policial continuó cuando un grupo de familiares y vecinos de las víctimas escrachó la comisaría cuarta de San Martín. Allí fueron reprimidos y muchos de ellos detenidos (sin importar que la mayoría fueran menores de 18 años) y liberados al día siguiente.
“Hacen descarrilar un tren y la policía reprime”, “Mortal intento de robo a un tren”, “Dos muertos tras un tiroteo con la policía al intentar robar un tren”, “el descarrilamiento se produjo porque se arrojaron troncos cuando pasaba el tren”, “El descarrilamiento del tren fue un hecho delictivo, no social” fueron algunos de los títulos que llenaron diarios y canales de noticias durante esas horas.
Se suman, además, las primeras declaraciones realizadas por el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Ricardo Casal. El funcionario aseguró que una banda de narcos atacó la formación ferroviaria y defendió el accionar de la bonaerense.
Al respecto, desde Correpi señalaron: “Los medios justifican la represión y las muertes por el supuesto ´intento de robo´, como si ésa fuera razón suficiente para disparar y matar. Un mero llamado al 911 y la presencia de jóvenes de los barrios pobres del conurbano alcanzan para que sean sospechados de robar y su destino es que la policía los detenga o los mate”.
Ningún medio, ni funcionario tampoco mencionó que los jóvenes asesinados y heridos se dirigían, como cada tarde, hacia el Ceamse, a cartonear en busca de restos de comida o de algún material que luego pudieran vender, a cartonear para sobrevivir.
Con el correr de los días, la mira fue puesta en la comisaría cuarta. Fue intervenida y 15 de sus efectivos, separados de sus cargos. Luego, un policía fue detenido, señalado como el autor de los disparos que terminaron con la vida de Mauricio y Franco.
Nuevamente el caso se reduce a una comisaría, a un efectivo y no al conjunto de la Policía Bonaerense.
“No alcanza la tardía separación transitoria de los sospechados de las muertes crueles y vanas. Hay que cambiar de fondo la política de seguridad del gobierno que instala la idea de que los niños, jóvenes y adultos pobres y excluidos tienen menos derechos y que son los responsables de la inseguridad. Esas políticas son las responsables últimas de que tantos uniformados se sientan habilitados a disparar contra ellos porque creen que su vida no vale nada. Y lo hacen, además, sabiendo que cuentan con la impunidad que les garantiza esta política (…) Los crímenes de estos jóvenes no son hechos aislados, sino que se inscriben en los hechos cotidianos que ocurren en las comisarías, cárceles e institutos, con nuestros niños y jóvenes”, denunciaron los integrantes del Comité Provincial por la Memoria.
Los familiares, amigos y vecinos de Mauricio y Franco marcharon el martes pasado para exigir justicia. Justicia que no se alcanzará con la identificación y detención del autor material de los asesinatos, ya que para evitar que hechos similares se repitan hay que desmantelar la estructura y organización que permite que la policía continúe matando a jóvenes. Pero pareciera ser que esto no está entre los planes de quienes deben actuar para frenar la represión y la impunidad.

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