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Irán. El imperialismo estadounidense nunca pierde una oportunidad
Por Leonardo - Tuesday, Feb. 15, 2011 at 3:01 PM

El imperio, el sionismo y sus aliados liberales transatlanticos aprovechan la oportunidad de la revuelta en el mundo arabe para tratar de "incendiar" y desestabilizar a Irán, y en América debilitar a Venezuela.


Vuelve la operación "Caballo de Troya"

Irán: Nuevo laboratorio de "rebelión aintiislámica" promovida por EEUU
(IAR Noticias) 15-Febrero-2011
http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/contrainformacion/0009_iran_caballo_de_troya_15feb2011.html

Si el eje Washington-Tel Aviv decidiera invadir militarmente por tierra a Irán posiblemente el infierno de Irak o de Afganistán, o la ratonera del Líbano en 2006, lucirían como paseos turísticos comparados con lo que les depararía a sus tropas el gigante islámico de Medio Oriente. Esta realidad es la que guía (y guió) el diseño de planes estratégicos orientados a desestabilizar Irán y a generar consenso interno a eventuales operaciones militares aéreas contra instalaciones nucleares y militares de Teherán.
Por Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com
IAR Noticias/

En paralelo con las sediciones islámicas en Egipto, Túnez, Yemen y Sudán, este lunes detonó nuevamente la rebelión "anti-islámica" de reformistas prooccidentales en Irán, que cuenta con el directo y explícito apoyo de Washington.

Después de las revueltas callejeras de ayer lunes, Irán criticó hoy a la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, por expresar su apoyo a las protestas de la oposición iraní, consideradas ilegales por el régimen de los ayatolas.
La oposición iraní retomó el lunes la calle tras meses silenciada con una manifestación de apoyo a los alzamientos del norte de África, que fue ilegalizada por las autoridades y reprimida por las fuerzas de Seguridad.
Según fuentes oficiales, una persona resultó muerta y varias más heridas en enfrentamientos en el centro de la capital Teherán, donde trataron de congregarse miles de personas.

A pesar de estar en las antípodas de las rebeliones islámicas que están sucediendo en Medio Oriente y en África, la prensa internacional y el eje EEUU-Unión Europea-Israel, presentan la rebelión "anti-islámica" de los reformistas iraníes como parte del escenario de las protestas generalizadas contra los regimenes aliados de occidente.

La secretaria de Estado USA, Hillary Clinton, afirmó anoche su deseo de que "la oposición y el valiente pueblo (que ha salido) a las calles de las ciudades de Irán tengan la misma oportunidad que hemos visto que tuvieron los egipcios en las últimas semanas.
"Apoyamos los derechos universales de la nación iraní. Merecen tener los mismos derechos", agregó.

En respuesta a estas palabras, Irán respondió que "los cambios que la gente quiere en la región es que las grandes potencias dejen de inmiscuirse en sus asuntos internos y que desaparezca la dependencia de Estados Unidos, los sionistas y sus aliados".
El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Ramin Mehmanparast, afirmó ante la prensa que Washington "lee de forma errónea" lo que ocurre en Oriente Medio, ya que, según la percepción de su país, lo que sucede realmente es que la región desea librarse de Estados Unidos y el sionismo.
"Los comentarios que hacen los responsables norteamericanos estos días emanan de la confusión debido a los cambios que se están sucediendo en la región", afirmó, en su habitual rueda de prensa semanal.
"Esos cambios infligen un daño a los intereses de los poderes dominantes y de aquellos que respaldan el sionismo. Con este tipo de declaraciones únicamente intentan ocultar este hecho", agregó el portavoz.


La operación "Caballo de Troya"

Una invasión militar de Irán por vía terrestre para derrocar al régimen de los ayatolas (el verdadero objetivo de Washington), le costaría a EEUU y a Israel bajas humanas y pérdidas militares imposibles de mensurar.
Esta realidad es la que guía (y guió) el diseño de planes estratégicos orientados a desestabilizar Irán y a generar consenso a eventuales operaciones militares aéreas contra instalaciones nucleares y militares de Teherán. Este objetivo, a su vez, generó el diseño operativo de una "guerra por otras vías" para desestabilizar y preparar el derrocamiento interno del régimen de los ayatolas.
Esa es la lógica que conduce a la actual operación "Caballo de Troya" de la CIA con los reformistas.

Si el eje Washington-Tel Aviv decidiera invadir militarmente por tierra a Irán posiblemente el infierno de Irak o de Afganistán, o la ratonera del Líbano en 2006, lucirían como paseos turísticos comparados con lo que les depararía a sus tropas el gigante islámico de Medio Oriente.
La realidad de un Irán inexpugnable por tierra, determinó la necesidad de diseñar una estrategia de operación encubierta de infiltración en Irán con la finalidad de crear una división interna entre el poder teocrático y conservador de los ayatolas (que detenta el poder real y concentra todas las decisiones) y los sectores "reformistas" que se nuclean principalmente en la Universidad, el Parlamento y en los medios de comunicación.

El ese escenario, el objetivo de la rebelión "reformista" en curso no es otro que el de derrocar al régimen fundamentalista de los ayatolas y restaurar el dominio "occidental" sobre la economía y el petróleo iraní utilizando, a modo de "caballo de Troya", no ya a la dictadura de un Cha de Persia, sino a una tercera parte de la sociedad iraní colonizada mentalmente con la sociedad de consumo capitalista.


La desestabilización de Irán

La primera fase del plan para dividir Irán, tuvo una operación inicial de alto impacto en junio de 2003 , cuando durante seis noches consecutivas, miles de estudiantes y militantes del reformismo se lanzaron a las calles a protestar y a pedir "la horca" para el jefe espiritual de Irán, el ayatolah Jamenei, y fueron duramente reprimidos por las milicias y las fuerzas de elite del régimen teocrático que mantiene un férreo control sobre la policía y las fuerzas armadas.

El gobierno y los servicios de inteligencia iraníes señalaban por entonces que la CIA infiltró estos movimientos con la intención de crear un "clima preparatorio" de agitación social, y desde ahí avanzar con cuadros entrenados a un enfrentamiento armado abierto en las calles en un estado de virtual guerra civil.

Desarrollando la misma lógica y metodología que utilizaron contra Saddam Hussein antes de la invasión a Irak, se intentaba crear un clima de revuelta contra el poder teocrático de los clérigos con la finalidad de debilitarlo, y consolidar una alianza con los reformistas que les otorgase consenso social y político para un ataque militar ya planificado por el Pentágono, señalaban por entonces analistas del mundo árabe.
Ya no se pedía la "horca" para el ayatola Jamenei como en 2003, sino que se pedía la anulación de las elecciones y la renuncia del "dictador" Ahmadineyad.

"¿La historia se repite? Washington ha renunciado a atacar militarmente a Irán y ha disuadido a Israel de tomar esa iniciativa. Para conseguir "cambiar el régimen", la administración Obama prefiere jugar la carta –menos peligrosa aunque más incierta- de la acción secreta", señala desde Red Voltaire, Thierry Meyssan.
Para el analista francés, "Dichas manifestaciones reflejan una profunda división en la sociedad iraní entre un proletariado nacionalista y una burguesía que lamenta su marginación de la globalización económica. Actuando bajo cuerda, Washington intenta influir en los acontecimientos para derrocar al presidente reelegido".


Dividir para reinar

A diferencia de Bush y los halcones, la estrategia de la administración de Obama parece centrarse en una línea más sutil de "guerra por otras vías", explotando el flanco de debilidad interna (la división entre "fundamentalistas" y "reformistas") y disimulando el objetivo con una aparente "neutralidad" en el conflicto.

Ya no se trata de una revuelta abierta contra el poder de los ayatolas, como en junio de 2003, sino de una pulida operación de guerra psicológica en el frente social que utiliza a la oposición "reformista" iraní como un caballo de Troya para desgastar el poder de los ayatolas.

Para tener en claro como se desarrollan (y hacia qué blanco apuntan) los hechos del laboratorio desestabilizador en Irán, hay que partir de un principio: No hay un solo Irán sino que existen "dos Irán".

El primer Irán, islámico confesional, marcadamente antisionista, anti-Israel y anti-EEUU, se representa en el Estado y en el gobierno de los ayatolas que controlan con mano de hierro los dos enclaves estratégicos del poder iraní:

la economía y las fuerzas armadas y de seguridad.
El segundo Irán se representa en el sector de los "reformistas" (un segmento de la sociedad formado en la ideología "liberal" y en las pautas de la sociedad de consumo capitalista occidental) cuyo emergente social y su ideología "occidentalizada" son incompatibles con el fundamentalismo religioso del régimen teocrático de los ayatolas.

El primer Irán está en guerra contra Israel y EEUU, y el segundo quiere fusionarse con la "civilización occidental" y negociar pautas de convivencia con Israel y EEUU.

Como concepto central hay que precisar que el "Irán reformista" es tan o más enemigo del "Irán fundamentalista" como lo son Israel y EEUU.

En junio de 2009, durante la reelección de Ahmadineyad, siete días el círculo de la operación golpista se cerró con sus cuatro actores principales: El "fraude", la "protesta popular", los muertos y la presión internacional para obligar al gobierno de Irán a suspender las elecciones.

En este contexto, el plato estaba servido para que los servicios de inteligencia estadounidenses y europeos (principalmente británicos), infiltrados en las usinas "reformistas" de la Universidad y de los medios de comunicación iraníes, completen el escenario para hacerle perder el control de la situación al régimen de los ayatolas.

Esta es la razón central que explica porqué las clases medias y altas "reformistas" iraníes son el natural elemento de infiltración de las potencias sionistas para derrocar a los ayatolas y a su gobierno hoy conducido por Ahmadineyad.

En ese escenario, y como complemento del plan militar, el proyecto estratégico de EEUU, Israel y las potencias sionistas aliadas, no gira alrededor de la destrucción de Irán, sino alrededor del fin de régimen de los ayatolas.

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