Julio López
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Jornada qom en la 9 de julio: "queremos vivir"
Por reenvío lavaca.org - Wednesday, Feb. 16, 2011 at 5:49 PM

Es cierto que acampar en el cruce de Av. 9 de Julio y Av. de Mayo no es lo más recomendable a esta altura del verano, pero algunos integrantes de la comunidad La Primavera de Formosa están hace ya más de dos meses instalados allí, sin pretensiones de volver a su provincia hasta que no se oigan sus reclamos.

“Cansados de tanta marginación y olvido en nuestra provincia y sin tener respuesta a los graves problemas que aquejan a nuestra gente, de muerte, apriete, persecución, falta de agua y mucho más, por parte del Gobierno de la Provincia, venimos de caras hacia nuestros hermanos argentinos desde la carpa aborigen, a solicitar a la hermana Presidenta de la Nación, que nos reciba para darnos solución principalmente a la restitución y titularización de nuestras tierras que nos pertenece desde nuestros antepasados.” Esto decía el documento que ayer distribuían libremente los miembros y amigos de la comunidad qom.


En el asunto conviven dos persistencias: una, la de los representantes de la comunidad qom, que atrincherados entre autos que tejen de sol a sol una caravana permanente, entre altos edificios burocráticos y comerciales, esperan una respuesta definitiva que les permita volver a sus casas; la otra, la del gobierno nacional, que insiste en la indiferencia.

Un poco más lejos, en Formosa, la relación se repite, acaso con elementos distintos: el maltrato no se ejerce por ausencia. Los grupos de policía son los encargados de dialogar con la comunidad; el lenguaje que usan es el de la persecución.

La jornada del miércoles 9 de febrero – que en todo momento se aclaró no era de festejo, sino de denuncia- comenzó con una batucada, mientras un fuego crecía en homenaje a los cuatro elementos. Los percusionistas, junto con bailarinas de todas las edades y algunos perros, pasaron lentamente a copar la 9 de Julio. Al tiempo que seguía la danza sobre la calle cortada, se instalaron pancartas, carteles y afiches de denuncia y apoyo para anoticiar a todos los curiosos que pasaban. Otros, menos curiosos, se dedicaban al insulto. Agotados los tamborileros, se hizo cargo del sonido el cantante de las Manos de Fillipi, y solo con su guitarra, se dedicó a los temas de protesta. Después, dio paso a un típico trío de folclore. Cuando Félix Díaz, representante elegido por los qom, se subió al escenario para hablar, ya era de noche. Félix, que no había aparecido en toda la jornada, parecía muy cansado y casi demacrado, con la piel teñida de un color aceitunado que asustaba . Para quien está acostumbrado a tener una vida mucho más agreste, en un terreno menos malicioso –aunque ahora los acosen los venenos agroquímicos-, rodeado de plantas, animales, se entiende que casi tres meses en pleno centro sean causantes de cierta decadencia. Pero Félix asegura que tiene fuerzas y que no va a volver hasta que no les devuelvan lo que reclaman: sus tierras. Con la mirada amargada y perdida, dijo: “No queremos esperar que nos tengan lástima. Nosotros no tenemos nada que negociar; lo que pedimos ya está escrito.”

Lamentándose, aseguró que algunos miembros de la comunidad estaban viajando –exigidos por el gobierno- hacia Buenos Aires solamente para tramitar sus documentos, esos que les fueron arrebatados e incendiados en su tierra natal, Formosa. Félix se preguntaba: “¿Por qué tenemos que acudir una Corte Interamericana, si el nuestro es un país independiente?”. Denunció al Instituto encargado de los asuntos indígenas, pero que nunca “ni se preocupó, ni se acercaron para nada. Viven a costa de nuestros pueblos, tienen altos salarios solo para seguir matándonos.”

“No queremos ser invisibles. No queremos que venden nuestros ojos o que nos manejen con monedas. No queremos sobrevivir. Queremos vivir.” Esas fueron las palabras de Félix. Del otro lado persevera el silencio.

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