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La mayoría niña que despierta
Por Agencia de Noticias Pelota de Trapo - Friday, Feb. 18, 2011 at 4:24 AM

14/02/11

Por Silvana Melo

(APe).- Seamos realistas, pidamos lo imposible. Con 101 caracteres menos que el arquetipo de Twitter, la consigna del Mayo Francés estalló 43 años después en la plaza de la Liberación de El Cairo. Mubarak había huido, acorralado por jóvenes criados en el silencio, que nunca conocieron otro gobierno. Nunca otra cara en el púlpito oficial. Todavía arde el fuego que consumió a Mohamed Bouazizi cerca de su puesto de verduras y que desató la furia de la juventud tunecina. Los 23 años con vanagloria vitalicia de Ben Ali se esfumaron con sus cenizas.

No habrá vuelta atrás para el despertar de los rebeldes, que se sacudieron la modorra del milenio y entraron a la historia por la ventana. Sienten en sus pies la inquietud trémula de la vieja Europa y del imperio devaluado más allá de los mares. La excusa perfecta de detener el avance del fundamentalismo islámico les permitió a los poderosos patear las puertas de las naciones árabes, asesinar con eufemismos y sostener dictadores atroces y corruptos, engranajes del statu quo y preferibles al fantasma del Islam. Los pibes no salieron a la plaza con la Hermandad Musulmana. Ni la religión los convence cuando las estructuras los han invisibilizado y no hay más espacio para ellos que la ciberindividualidad y el Counter Strike que el mundo desarrollado juega con ellos en la Gran Red. Pero ya el mensaje dejó de ser el medio, para que los medios muten en emisores de la revolución tercermilenaria a través de las redes que conectan las frustraciones individuales y las vuelven sueños colectivos.

El manotazo desesperante de Mubarak que bloqueó Facebook y Twitter para detener la oleada que lo eyectaría de un poder que era naturalmente para siempre fue patéticamente vano. La comunicación ya no tiene límites y las fronteras pasaron a ser líneas virtuales, resaca cartográfica. Lo que su cohorte olvidó informarle al rais es que diez años atrás sólo 500 millones de personas tenían celular y hoy son 5 mil millones. Sólo accedían a internet 250 millones de personas. Hoy por las redes hormiguean 2 mil millones.

La juventud del mundo despertó. Está de pie. Pobre, desmantelada, con el futuro desactivado. Mayoría a estrenar, delegada del hambre y la marginación. Parada de a ramalazos, desparramada en los rincones más ladeados del planeta. En la patria global más del 42 por ciento ha vivido menos de 25 años. Son tres mil millones. Niños famélicos en Etiopía, escolares suicidas en Pakistán, pibes militarizados en el Chad, estudiantes furibundos en Francia, jóvenes sin rumbo en El Cairo, ingenieros que se incendian porque les quitan un puesto de verduras en las calles de Túnez, bloggeras árabes que se quitan el velo y se calzan los jeans en los perfiles de Facebook, pibes con gorra en los acantilados del conurbano.

El 90 por ciento vive en países no desarrollados. O bien: seis de cada diez habitantes de los países emergentes tienen menos de 25.

97 de cada cien nacimientos ocurren allí.

Son la mayoría que crece y crece y asoma por los plantíos de arroz, las arenas quemantes, las escalinatas de los metros, las calles de tierra del gran Rosario.

Les tocó el peor de los mundos: donde las economías crecen para pocos, las crisis arrasan con los que siempre vienen detrás, la xenofobia los quema, los acribilla y los ahoga, el hambre los desgarra y la desesperanza los violenta.

No estaba en los planes de nadie que un día despertaran. Que sumergieran los pies de su rebelión en el Mediterráneo e hicieran temblar a la Europa culpógena y culpable.

Que pusieran muy nerviosa a la alcaldesa de Salt, que se miró en el espejo de los miles de coches quemados en París en 2005. Chicos de entre 9 y 14 años incendiaron en enero contenedores en solidaridad con otro, destrozado al huir de la policía. En los suburbios parisienses, cinco años atrás los jóvenes pobres e inmigrantes reaccionaron ante dos adolescentes electrocutados, escondidos en un transformador para escapar de la policía. El año pasado miles de estudiantes franceses se le plantaron a la reforma jubilatoria de Sarkozy.

En Túnez, Egipto, Yemen, Argelia, casi no hay partidos políticos, ni participación ni confianza en un cambio. Los jóvenes crecieron apretados por las fajas del autoritarismo legendario, con el terror transmitido desde el útero y la caricia.

El encierro en un mundo virtual, con la ajenidad e incomprensión de sus mayores, los impulsó a arrancarles las cuerdas a los sueños.

Más allá de que finalmente tomen el mundo y derriben los monumentos de los dictadores, la verdadera revolución fue en sus cabezas. En la conciencia repentina de que no están solos. De que son millones de desasosiegos en espera. En la convicción de que ahora tienen vuelo profundo.

Y están alertas para cualquier día asomar de los suburbios de la tierra y echarle mano a la historia.

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