Julio López
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ANTE LA BRUTAL REPRESIÓN DE LAS MANIFESTACIONES EN LIBIA
Por COR - Corriente Obrera Revolucionaria - Friday, Feb. 25, 2011 at 12:16 AM
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La vanguardia obrera internacional debe tomar la lucha antiimperialista en sus manos para dar una salida obrera y revolucionaria a la crisis capitalista

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Declaración de la COR
Ante la brutal represión de las manifestaciones en Libia

La vanguardia obrera internacional debe tomar la lucha antiimperialista en sus manos para dar una salida obrera y revolucionaria a la crisis capitalista

La extensión de la lucha contra los gobiernos y regímenes cipayos del Magreb y Medio Oriente se sigue profundizando. Mientras los gobiernos imperialistas aparentan jugar un ajedrez geopolítico, las masas oprimidas de la región cuestionan con movilizaciones, huelgas y el enfrentamiento a las fuerzas de represión décadas de sometimiento y humillación, profundizados en el siglo XXI con las guerras de Israel contra el Libano y el pueblo palestino, y por la ocupación yanqui de Irak. Los Obama, Cameron, Merkel, Zarkosy, Zapatero, Berlusconi saben que en realidad están enfrentando crisis nacionales que tiene profundas raíces en los procesos de liberación nacional que quedaron inconclusos en la posguerra. El dominio imperialista de una de las regiones clave para el capitalismo mundial, por sus recursos y su cercanía a la vieja Europa jaqueada por la crisis, está en cuestionamiento. Y esto sobre todo cuando el aumento de los precios del petroleo que ha disparado el proceso revolucionario amenaza con profundizar la crisis capitalista en momentos en que se desarrolla la lucha de clases en las metrópolis, como la huelga general en Grecia, o la huelga con manifestaciones generalizadas en Winsconsin, EEUU.
El asesino Gadafi, ex némesis de los yanquis que supo, como todo burgués nacional con cierto olfato, girar hacia los brazos de la Casa Blanca y la UE luego de la caída de la URSS y más ante el inicio de la crisis económica, se vio obligado a recurrir al bombardeo aéreo de las manifestaciones por la propia debilidad del semi-estado libio. Debilidad que se manifiesta en la relación estrecha con Italia, el imperialismo históricamente más débil y decadente de Europa. Pero la vanguardia obrera no tiene que confundirse con los discursos de la ONU y EEUU, que hablan de evitar un baño de sangre. En realidad, la respuesta de Gadafi también es un ensayo de como, cuando estén dadas las condiciones, tratarán de aplastar el proceso revolucionario abierto si no logran algún compromiso mínimamente estable, que en todo caso no tiene fundamentos durables debido a la profundidad de la crisis capitalista. La salida de la democracia burguesa planteada como solución a todas las crisis nacionales no sólo no tiene bases económicas, sino que se conjuga mal con los tiempos de crisis, guerras y revoluciones que nos tocan vivir.

Expropiar a los expropiadores
Las masas que se movilizan en los países del norte de África y Medio Oriente están socavando las bases del poder de la burguesía cipaya y sus semi-estados. Las fuerzas armadas en las calles muestran en que consiste, fundamentalmente, el Estado burgués: en destacamentos
especiales de hombres armados, que tienen a su disposición cárceles y otros
elementos. (Lenin) Las divisiones en las fuerzas armadas libias y el armamento del pueblo que comienza a desarrollarse indica que se está cuestionando el monopolio estatal de la fuerza, con elementos iniciales de guerra civil. Pero para vencer, el armamento popular debe ser organizado a través de milicias obreras que surjan de los sindicatos, que permitan ganar para la revolución a las bases del ejército.
El lugar determinante de la clase obrera en el actual proceso ha sido demostrado empíricamente en Túnez y en Egipto. Fueron las huelgas las que dieron el golpe final, las que inclinaron la balanza, para derrocar a los dictadores. Los marxistas no somos empiristas; la centralidad de la clase obrera no puede cambiarse por el papel de columna vertebral de un movimiento nacional o democrático dirigido por la burguesía o por direcciones pequeño burguesas que abran el camino al bonapartismo burgués. La lucha por la liberación nacional contra el imperialismo opresor, sólo puede desarrollarse minando las bases económicas de la burguesía, a través del control obrero de la producción y la construcción del poder obrero, de la dictadura del proletariado basada en la alianza revolucionaria de la clase obrera y el pueblo pobre del campo y la ciudad dirigida por un partido obrero con un programa revolucionario y socialista.
Esta lucha debe comenzar a sentar sus bases en las organizaciones obreras de masas, a través de la convocatoria a un Congreso Sindical Regional con delegados mandatados que discuta y vote un programa obrero para imponer el poder obrero en la región. Son las organizaciones sindicales opositoras las que tienen la posibilidad y la responsabilidad de enfrentar a los burócratas de los sindicatos estatizados para expulsarlos y convertir a las organizaciones obreras en herramientas de la revolución, para golpear a los imperialistas en donde realmente importa, en la producción, avanzando en las expropiación y el control obrero de la industria petrolera, rama fundamental de la economía libia, y también de la banca y los servicios fundamentales como el transporte y los puertos. El estado de situación actual ya ha crispado los nervios de los cuadros burgueses europeos, que temen la escasez de hidrocarburos libios. Las necesidades de la planificación económica socialista transponen las fronteras nacionales. La lucha es contra un mismo enemigo que se encargó de imponer fronteras artificiales a los pueblos de la región, incluyendo la ocupación imperialista de Palestina. ¡Por una Federación de repúblicas Socialistas de Oriente Medio y el Magreb! ¡Destrucción del Estado de Israel!

La vanguardia obrera internacional tiene la palabra
La crisis del capitalismo, que pone en cuestión todo el orden establecido en la posguerra, está generando una feroz competencia entre los diferentes imperialismos, sustentada en los ataques que las metrópolis hacen a sus propios trabajadores y en la expoliación y super explotación exacerbadas que ejercen en las colonias y países semicoloniales. Ante esto, los trabajadores europeos y americanos han dado muestras de su voluntad de lucha, traicionada una y otra vez por las direcciones burocráticas de los sindicatos.
Los trabajadores europeos, americanos y del resto del mundo no podemos dejar sólos a nuestros hermanos de clase del norte de África y Medio Oriente. La lucha debe ser desarrollada en la arena internacional contra los mismos enemigos. En los países imperialistas, los sectores antiburocráticos y combativos deben imponer a los sindicatos la organización de los trabajadores emigrados de estos países en comités por ramas económicas y en los lugares de trabajo. Los trabajadores y jóvenes de los países imperialistas, los trabajadores inmigrantes radicados en esos países, que hoy se están movilizando contra sus estados deben imponer de manera urgente congresos sindicales a las centrales europeas y norteamericanas donde participen delegados tunecinos, egipcios, jordanos, sirios, libios y todos los sectores explotados por sus imperialismos por el triunfo de la lucha de las masas árabes. Por congresos que voten un programa obrero y medidas concretas para enfrentar a los propios gobiernos imperialistas y en solidaridad con las masas libias que incluyan los paros, el boicot, las ocupaciones de los principales monopolios petroleros con sede en Libia. Avanzar en el control obrero en camino de la expropiación de los grandes pulpos petroleros, empezando por la italiana ENI, la británica BP, y siguiendo con Total, Shell, Statoil, OMV y Repsol, sería un rotundo golpe a la opresión de Libia y avanzaría en forjar la unidad internacionalista contra el imperialismo.

Las banderas de la IV internacional
En el transcurso de la lucha se probará una vanguardia que deberá extraer lecciones del proceso abierto. Es necesario poner en pie fracciones revolucionarios al interior de las organizaciones sindicales que le dispute el poder a los capitalistas, que se plantee la conformación de organizaciones de obreros, campesinos pobres y soldados que “amplíen las funciones de los sindicatos” y que sean la base del nuevo estado obrero. Que prepare una ofensiva revolucionaria del proletariado tras una política de “insurrección y conspiración” dirigiendo a los mejores elementos de la pequeñoburguesía que hoy se movilizan. Las futuras secciones nacionales de la IV IC reconstruida podrán surgir de este proceso. Es imprescindible que los comunistas del mundo seamos los elementos que profundicen las luchas antiimperialistas como la de las masas árabes.
La lucha contra las variantes nacionalistas burguesas (religiosas o no) y el desarrollo del programa revolucionario que realice la liberación nacional va de la mano con la reconstrucción del partido mundial de la revolución: la IV Internacional Comunista. Sólo la IV-IC reconstruida hará suya y combatirá al imperialismo en todos los países del mundo. Hará que la tormenta revolucionaria se extienda a los países imperialistas, realizando la unidad de la clase obrera mundial contra el imperialismo y pondrá la experiencia de siglo y medio de luchas revolucionarias obreras para de una vez por todas destruir al capitalismo y construir el socialismo.
Lamentablemente las viejas corrientes de la izquierda se hallan sumidas en su adaptación a los regímenes imperialistas, a su estrechez de miras y en repetir obcecadamente los errores del pasado desempolvando las viejas fórmulas de sus maestros. Por eso, quedan encandilados con los cantos de sirena de la democracia burguesa como etapa necesaria en el camino de la liberación de los pueblos árabes. Hace falta una nueva generación revolucionaria, que supere los fracasos de las anteriores, una dirección política que surja del seno de la vanguardia obrera y siente las bases para lograr estos objetivos. La vanguardia obrera y los trotskistas-leninistas que no han abandonado la lucha por la dictadura del proletariado estamos cargados de tareas históricas grandiosas. Manos a la obra.

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