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Apoyando a Kadafi no se lucha contra el imperialismo
Por PTS mdp - Tuesday, Mar. 15, 2011 at 2:36 AM
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FIDEL CASTRO Y CHAVEZ CONTRA EL PUEBLO LIBIO

Por: Facundo Aguirre

Frente a la emergencia del proceso revolucionario árabe y la guerra civil de fracciones en Libia, Fidel Castro y Hugo Chávez se han apresurado a respaldar a Muammar Kadafi quien lleva adelante una masacre contrarrevolucionaria contra su propio pueblo (para lo cual, como el mismo Fidel reconoce, usa las armas obtenidas de EE.UU. y Gran Bretaña). El argumento del líder cubano -que ha variado de decir que se trataba de un complot imperialista contra un líder revolucionario a reconocer que Kadafi ya no es lo que era y que posiblemente esté masacrando a su pueblo- es que el imperialismo busca ocupar Libia para quedarse con su petróleo y tener una base de apoyo contra la revolución árabe (ver todos los artículos de Fidel Castro en http://www.cubadebate.cu/categoria/...). Castro sostiene junto a Chávez al régimen libio y en su rescate asume como propia la línea de una salida negociada: “El presidente bolivariano, Hugo Chávez, realiza un valiente esfuerzo por buscar una solución sin la intervención de la OTAN en Libia. Sus posibilidades de alcanzar el objetivo se incrementarían si lograra la proeza de crear un amplio movimiento de opinión”. http://www.cubadebate.cu/reflexione...).

La amenaza de intervención imperialista tiene que ser sin duda enfrentada por los luchadores obreros, populares y antiimperialistas de todo el mundo no sólo porque implicaría la violación de la soberanía libia sino porque es una amenaza directa contra el conjunto del proceso revolucionario árabe. Pero el castro-chavismo lo usa como excusa para ubicarse en el terreno de los que buscan liquidar las insurrecciones de masas.

Kadafi más cerca Luis XVI y Batista que de Lumumba

Fidel Castro reconoce que “la revolución en el mundo árabe, que tanto temen Estados Unidos y la OTAN, es la de los que carecen de todos los derechos frente a los que ostentan todos los privilegios, llamada, por tanto, a ser más profunda que la que en 1789 se desató en Europa con la toma de la Bastilla” (http://www.cubadebate.cu/reflexione...). Lo que Castro no señala es que si el norte de África vive su 1789, Kadafi está más cerca de Luis XVI o -para tomar un ejemplo caro al pueblo cubano- de Fulgencio Batista, que del líder independentista africano Patrice Lumumba. Apoyando a Kadafi, Castro toma partido de los que “ostentan todos los privilegios” contra la emergencia de los que “ carecen de todos los derechos”.

Castro y Chávez sostienen que para enfrentar las pretensiones imperiales hay que apoyar a una dictadura sangrienta que en las últimas dos décadas ha estrechado lazos con los distintos imperialismos y el capital extranjero. En el campo de la oposición a la dictadura se erige el Consejo Nacional de Transición que se arroga la dirección del movimiento y que está compuesto por todo tipo de fuerzas reaccionarias, desde ex funcionarios y miembros del régimen kadafista, pasando por nasseristas, hasta jihadistas islámicos. Un sector del Consejo pide la intervención militar de la OTAN mediante una zona de exclusión aérea y bombardeos selectivos. La guerra civil entre fracciones es el estadio actual de la revolución libia. La política de las direcciones reaccionarias consiste en evitar una revolución social que liquide todos los privilegios de clase que los capitalistas libios y extranjeros -propietarios de las petroleras- gozan impunemente bajo el régimen de Kadafi. La actitud del imperialismo es la de fortalecer al ala de los caídos del régimen dispuesta a negociar con Estados Unidos antes de dejar en manos de los jihadistas la dirección del movimiento o peor aún permitir su radicalización bajo líneas de clase y laicas. Es una forma de enfrentar el desarrollo del proceso revolucionario en todo el norte de África.

Por otra parte el llamado a una salida negociada que hacen Chávez y Castro, línea similar a la que levantan Rusia y China para el conflicto Libio, busca rescatar a la dictadura y reconocería objetivamente a la fracción proimperialista del bando opositor.

Copamiento imperialista

La política de Fidel Castro y Chávez compromete la lucha contra el imperialismo al apoyo a un dictador y regala al imperialismo las banderas democráticas del “1789” norteafricano. De esta forma permite que fructifique el operativo de copamiento del proceso revolucionario que pretende EE.UU.

Que el imperialismo quiera montarse en una revolución para defender sus propios intereses es una cuestión tan vieja como las mismas revoluciones. En América Latina eso lo conocemos. Durante la guerra civil del bando constitucionalista de la revolución mexicana (1914-1916) el presidente norteamericano Woodrow Wilson permitía el armamento de las tropas del general Francisco Villa porque lo consideraba el único capaz de mantener la unidad del país. Se equivocó y tiempo después, en 1916, tuvo que intervenir militarmente en México contra Villa que había atacado la ciudad de Columbus. Castro también olvida que antes de la toma del poder por el M26 en Cuba los medios imperialistas saludaban a los barbudos de Sierra Maestra como héroes de la libertad en lucha contra Fulgencio Batista (¿los castristas de hoy nos hubieran propuesto apoyar a Batista contra los agentes del imperialismo?). Ni que hablar que los fusiles originales del Granma fueron comprados en EE.UU. bajo la vista gorda de la CIA.

Salvando las distancias ya que ni las fuerzas de la oposición en Libia son Pancho Villa ni el M26, la analogía histórica sirve para demostrar que el imperialismo no sólo actúa contra las revoluciones propiciando golpes contrarrevolucionarios sino intentando copar sus direcciones.

El éxito del copamiento de una revolución por el imperialismo depende de la radicalidad del movimiento social que la engendra y de su dirección política. La posición de los revolucionarios es opuesta a la del castro-chavismo de apoyar a los verdugos del pueblo libio. Es la de luchar contra la injerencia imperialista y sus agentes en las filas del campo opositor. Para derrotar las pretensiones norteamericanas luchamos por elevar al movimiento revolucionario árabe a una auténtica lucha antiimperialista que no sólo rechace la intervención militar de la OTAN, sino también que proclame su compromiso con la victoria del movimiento nacional palestino contra el Estado de Israel.

Kadafi desmiente a Fidel

La revolución verde del kadafismo -que fue apoyada desde los orígenes por el castrismo- al igual que todos los movimientos del nacionalismo panárabe, no liquidó ni la estructura tribal de Libia, ni el sometimiento nacional al capital extranjero, ni significó un cambio en las relaciones de propiedad a favor del pueblo pobre y trabajador. La jamahariya no resultó en una república de las masas, ni mucho menos implicó conquistas democráticas. El régimen de Kadafi terminó en una dictadura capitalista corrupta y nepotista firmemente aliada al capital extranjero y los imperialismos europeos.

La argumentación castro-chavista rescata a una figura que ha declarado abiertamente que él lleva adelante las causas del imperialismo. Es el propio Kadafi quien no se cansa de decir que él está librando una guerra contra el terrorismo de Al Qaeda, en la mejor línea de la lucha contra el mal de Bush. Quien se compara con Israel -verdugo del movimiento nacional palestino- bombardeando Gaza. Quien advierte en un tono racista que nada tiene que envidiarle a su amigo Berlusconi que su caída provocaría una invasión de “negros” en Europa.

Una divisoria de aguas

La posición castro-chavista abrió una enorme fisura en el bloque intelectual de apoyo al castrismo y el chavismo. Exponentes de estas corrientes han salido a pedir una rectificación del apoyo a Kadafi o directamente negado los dichos de Chávez y Fidel para evitar atacarlos frontalmente. Para el castrismo el apoyo a la contrarrevolución kadafista es similar al apoyo que dio al aplastamiento de la Primavera de Praga en Checoslovaquia en 1968 por el Kremlin. Lo deja enfrentado a un sector de la comunidad intelectual que mira con simpatía el proceso revolucionario árabe. Al regalar las banderas de la democracia al imperialismo y comprometerse en el apoyo a una dictadura fortalece a los críticos por derecha del Estado cubano. En la izquierda latinoamericana la posición castro-chavista plantea un balance y una divisoria de aguas. No hay lugar para la conciliación. Defender la posición de Castro y Chávez es estar contra las masas árabes insurrectas. Hay que pronunciarse claramente no sólo contra la intervención imperialista, sino también a favor del derrocamiento revolucionario de Kadafi. Esa es la única vía para derrotar al imperialismo y radicalizar política y socialmente la revolución árabe, para transformarlas en revoluciones obreras y socialistas que liquiden la dominación burguesa e imperialista.

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¿Por qué miente el PTS?
Por el pibe - Wednesday, Mar. 16, 2011 at 3:07 AM

¿Qué necesidad tiene de mentir el PTS? La postura de Fidel Castro no es la que ellos dicen, como se puede entender simplemente leyendo los textos de Fidel.

En fin, se trata del mismo partido que defendió al golpista empresario Marcel Granier cuando el gobierno venezolano dio por terminada la licencia de RCTV para televisión pública, dedicándole al tema una doble página central que reflejaba el mismo punto de vista que la SIP (y la CIA).

Comparto un texto de La Jornada, de México, que habla sobre la postura de Fidel ante Libia:

Revuelta en Magreb y medio oriente

Fidel Castro, Kadafi y la insurrección

Adolfo Gilly

En los países árabes que comparten la ribera sur del mar Mediterráneo se ha desatado un proceso revolucionario –Egipto, Túnez, Libia–, que también induce en Argelia y Marruecos cambios políticos preventivos en sus regímenes de gobierno. Mientras en Egipto y Túnez las movilizaciones populares han determinado la caída de los gobiernos y el establecimiento de provisorios gobiernos de transición, en Libia la insurrección del pueblo contra la dictadura represora de Kadafi ha desencadenado una guerra civil y la división del ejército: una parte con el dictador, la otra con la rebelión.

Aun conociendo poco o muy poco de Libia, como es mi caso, pienso que la actitud y la posición de quien se declara socialista o sólo democrático no puede dejar de apoyar y desear el triunfo de esa rebelión popular contra el dictador hasta ayer aliado a los grandes capitales europeos y estadunidenses y a sus estados imperiales. Contra esa rebelión popular, el coronel Kadafi ha lanzado todo el poder de fuego de las modernas armas aéreas y terrestres que le han sido suministradas desde hace años por aquellas potencias, sus aliadas en negocios y en armas.

* * *

Grandes sectores del pueblo pobre de Libia se han insurreccionado. El coronel Kadafi está bombardeando y masacrando a su pueblo. Lo primero que es preciso ver es qué hace el pueblo en rebelión, no cuáles son las formas o las medidas conque las potencias externas tratan de aprovecharse de esa guerra civil.

No ha habido revolución en el mundo donde esas potencias no hayan procedido de ese modo. Pero la esencia de lo que sucede en una revuelta o una rebelión no está en lo que intentan o pretenden hacer sus enemigos externos e internos. Su esencia es qué hace el pueblo insurrecto, cuáles son sus motivos y sus propósitos, contra quién y contra qué se rebela, quiénes están de su lado y quiénes en contra. Es preciso mirar y ubicar los cuerpos de los insurrectos, qué hacen, cómo se la juegan. Pues una revuelta, una rebelión, una huelga, una manifestación, son acciones humanas altamente corporales.

En Libia, Kadafi está destrozando esos cuerpos, está masacrando a su pueblo, está defendiendo su poder, sus riquezas, sus cárceles y sus cámaras de tortura, cualesquiera hayan podido ser sus medidas nacionalistas hace 40 años.

Una sorprendente –o tal vez no– cantidad de partidarios del socialismo o del nacionalismo cierran los ojos ante esa realidad y siguen viendo a Kadafi como un aliado, un "antimperialista", amenazado por la intervención de los imperios. Sin atender al peligro inmediato y real, la masacre brutal de Kadafi contra su pueblo, se preocupan por la amenaza futura aún no advenida: la intervención imperial.

Precisamente si esa intervención sobreviene, como es posible, no será antes de que hayan dejado a Kadafi masacrar y desmantelar la fuerza de la insurrección popular. Éste es quien, por el momento, les está haciendo la tarea. Si esos socialistas o antimperialistas no ven esta evidencia, es porque en un largo proceso de encantamiento con partidos e instituciones varias, ahora ven estados y cúpulas antes que pueblos y rebeliones.

Éstas, en sus inicios, siempre son confusas, mezcladas, impuras, llenas de furia, ruido, improperios y clamores. Huelen a pobre, visten con desaliño y se alimentan cuando pueden. Pero a la hora de la hora, ponen sus cuerpos contra los ejércitos y muchas veces los dividen. Así fue, nomás así, la revolución mexicana, así fueron la División del Norte y Pancho Villa, esa figura única cuyo genio, extraño y agudo, los gobernantes y los políticos de México, pasado ya casi un siglo, todavía no acabaron de entender.

* * *

Entre tantas voces que componen la actual algarabía de izquierda acerca de la revolución árabe, quiero citar por extenso una que, en estos afanes, merece ser escuchada; y que a mi juicio no lo está siendo por buena parte de quienes son sus seguidores: la del comandante Fidel Castro.

Me resulta muy serio lo que dice; y en esta coyuntura crítica creo percibir en lo que escribe, antes que los motivos de la ideología, la voz de la experiencia específica de Cuba. De aquí en adelante, me limitaré a citar los párrafos más destacados, a mi juicio, de los dos últimos artículos del comandante y estadista cubano. No necesito decir, pero lo digo, que no soy fidelista ni castrista; y que siempre he defendido a la revolución cubana, desde adentro y desde afuera de la isla.

Fidel Castro recuerda en su escrito los orígenes antimperialistas del régimen de Kadafi, cuando en 1969 el joven coronel de 27 años derribó al rey Idris I, realizó una reforma agraria, nacionalizó el petróleo y tomó medidas para el desarrollo de la educación, la economía y la sociedad libia. Agrega luego que "los revolucionarios libios elaboraron y aplicaron sus propias ideas respecto a las instituciones legales políticas" y que los gobernantes cubanos "nos abstuvimos por completo de emitir opiniones sobre las concepciones de la dirección libia".

Sobre esta primera distancia entre Cuba y Libia, pese a las relaciones mantenidas desde entonces, Fidel Castro traza ahora una nítida raya divisoria. Dice así:

“Es un hecho irrebatible que las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN con Libia en los últimos años eran excelentes, antes de que surgiera la rebelión en Egipto y en Túnez.

“En los encuentros de alto nivel entre Libia y los dirigentes de la OTAN ninguno de éstos tenía problemas con Kadafi. El país era una fuente segura de abastecimiento de petróleo de alta calidad, gas e incluso potasio. Los problemas surgidos entre ellos durante las primeras décadas habían sido superados.

“Se abrieron a la inversión extranjera sectores estratégicos como la producción y distribución del petróleo.

“La privatización alcanzó a muchas empresas públicas. El FMI ejerció su beatífico papel en la instrumentación de dichas operaciones.

"Como es lógico, Aznar se deshizo en elogios a Kadafi, y tras él Blair, Berlusconi, Sarkozy, Zapatero, y hasta mi amigo el rey de España, desfilaron ante la burlona mirada del líder libio. Estaban felices."

Pregunta entonces Fidel por qué ahora todos ellos se ponen contra Kadafi y lo acusan "de disparar contra ciudadanos desarmados que protestaban". Fidel Castro no desmiente este hecho. Pero con razón agrega:

"¿Por qué no explican al mundo que las armas y sobre todo los equipos sofisticados de represión que posee Libia fueron suministrados por Estados Unidos, Gran Bretaña y otros ilustres anfitriones de Kadafi?"

Me permito repetir y subrayar: Fidel Castro afirma nítidamente que Kadafi ha sido provisto por Estados Unidos y Gran Bretaña de armas y "sofisticados equipos de represión" que ahora utiliza contra "ciudadanos desarmados que protestaban".

Más claro, agua.

El escrito del dirigente cubano del 3 de marzo pasado agrega una definición radical sobre lo que sucede en estos tiempos en los países árabes. Cito y subrayo:

"La revolución en el mundo árabe, que tanto temen Estados Unidos y la OTAN, es la de los que carecen de todos los derechos frente a los que ostentan todos los privilegios, llamada, por tanto, a ser más profunda que la que en 1789 se desató en Europa con la toma de la Bastilla".

De esa revolución forma parte la insurrección del pueblo libio contra la dictadura autocrática de Kadafi, hasta ayer aliada con los gobiernos de las grandes potencias europeas y de Estados Unidos.

Sobre estas descripciones y definiciones del régimen de Kadafi y de su despiadada represión contra su pueblo, Fidel Castro da su apoyo a la mediación propuesta por Hugo Chávez. Pero la ve como una mediación entre los dos bandos de la guerra civil libia que para tener éxito necesita antes "crear un amplio movimiento de opinión"; es decir, no limitarse a los contactos diplomáticos que sin duda ya existen y actúan. El tiempo apremia, está diciendo, pues la OTAN y sus ejércitos están al acecho.

Si como parece esto es así, si en efecto esas potencias están preparando una intervención, al menos tres razones los contienen todavía: primero el contragolpe siniestro para ellos mismos que tendría una intervención contra un país ribereño del Mediterráneo occidental, vistos los desastres sucesivos y acumulativos de las invasiones a Irak y Afganistán; luego, la reacción de otras potencias: Rusia, China, India, Brasil, para sólo mencionar esas cuatro; por fin, las divergencias y las disputas de intereses entre los mismos candidatos a intervenir: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia, para sólo citar otros cuatro.

* * *

El segundo documento de Fidel Castro, "La OTAN, la guerra, la mentira y los negocios", del 9 de marzo de 2011, retoma argumentos y los reitera ahora con un sesgo más inmediato y descriptivo. Recuerda cómo, a partir de 2003, se iniciaron conversaciones regulares entre Blair, Bush y Kadafi, y éste aceptó y ejecutó medidas de desarme exigidas por aquéllos. A continuación describe con marcada ironía la trayectoria recorrida por las relaciones de Kadafi con Estados Unidos y las potencias europeas:

"A partir de octubre de 2002 se inició el maratón de visitas a Tripoli: Silvio Berlusconi en octubre de 2002; José María Aznar, en septiembre de 2003; Berlusconi de nuevo en febrero, agosto y octubre de 2004; Blair, en marzo de 2004; el alemán Schröeder en octubre de ese año. Todo el mundo feliz. Poderoso caballero es don dinero." (Subrayado mío).

"Kadafi recorrió triunfalmente Europa", escribe a continuación Fidel Castro: en Bruselas vio a Romano Prodi; en agosto invitó a Bush a visitar Libia; ultimó contratos con Exxon Mobil, Chevron Texaco y Conoco Philips para explotar el petróleo libio. Después estableció plenas relaciones diplomáticas con Estados Unidos y Bush, y firmó acuerdos de cooperación nuclear con Francia y Estados Unidos. Tony Blair lo visitó en Libia en 2007 y British Petroleun firmó un contrato "enormemente importante" para explotar el gas libio. Esta lista que Fidel Castro hace sobre los viajes y las amistades de Kadafi concluye así:

“En diciembre de 2007, Kadafi realizó dos visitas a Francia y firmó contratos de equipamientos militares y civiles por valor de 10 mil millones de euros; y a España, donde se entrevistó con el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Contratos millonarios se suscribieron con importantes países de la OTAN.

"¿Qué es lo que ahora ha originado la retirada precipitada de las embajadas de Estados Unidos y los demás miembros de la OTAN? Todo resulta sumamente extraño".

El documento concluye apoyando una vez más la propuesta de mediación de Hugo Chávez entre las partes en conflicto en Libia, a la cual enmarca en el siguiente párrafo final:

"Estamos contra la guerra interna en Libia, a favor de la paz inmediata y el respeto pleno a la vida de todos los ciudadanos, sin intervención extranjera, que sólo serviría a la prolongación del conflicto y a los intereses de la OTAN".

* * *

Es difícil no comprender el sentido de estos dos documentos del dirigente cubano. Es un enjuiciamiento del régimen de Kadafi, una denuncia de sus alianzas con las potencias europeas y de sus masacres actuales en Libia y una invitación a negociar entre las dos partes enfrentadas en la guerra civil para evitar una intervención extranjera. Está dando así un reconocimiento beligerante a las fuerzas insurrectas y alertando, con razón, sobre la actitud de la OTAN. Ésta aún está incierta ante la aventura de meterse en otra guerra colonial en el Mediterráneo. Pero está también a la espera de que los demoledores ataques de Kadafi debiliten a los insurrectos, aislen más a Kadafi y abran mayores posibilidades a la amenazante movilización bélica de la OTAN en el Mediterráneo.

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