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La conciencia ambiental
Por Luis Quintanar Medina - Friday, Mar. 25, 2011 at 10:08 PM
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Se analiza brevemente el desarrollo de la conciencia ambiental hasta nuestros días de mundialización neoliberal, en que se impone una conciencia ambiental sólida si queremos sobrevivir como especie.

Tecnológico Universitario del Valle de Chalco, México

El exacerbado nivel de consumo de los países desarrollados (saqueadores) y el deseo de mantener esa condición, mostrado en sus respectivas políticas, determinan que el planeta se esté agotando: la huella ecológica (área del planeta que está usando cada país para mantener su existencia particular) de estos países muestra que están viviendo de lo que le suprimen a otros; literalmente, se están comiendo al planeta, no dando respiro a los bosques, aguas o aire: los procesos de equilibrio natural están siendo violentados porque sus escalas temporales (generalmente de muchos años) no concuerdan con las escalas de voracidad características de las potencias económicas y militares mundiales.
En este contexto, la conciencia ambiental, como parte de la conciencia social, se ha manifestado sólo muy recientemente, debido a que los efectos de lo anteriormente mencionado, al menos sobre los seres humanos o sus actividades, no eran notables.
Factores importantes en el desarrollo de la conciencia ambiental
Algunos elementos que prevalecían hasta la década de los sesentas del siglo pasado, antes de la importante Conferencia de Estocolmo de 1972, años en los que se comienza a hacer manifiesta, en varios sentidos, la conciencia ambiental, son los siguientes:
- La fórmula infinito+privado
La creencia de que lo que nos rodea y nos es útil es infinito, estaba justificada en una época histórica en la que la población de la tierra no era grande y había poca posibilidad de establecer comunicación entre lugares muy distantes; tirar un poco de basura en los alrededores del lugar en que se vivía o hacer fogatas no parecía tener impacto sobre el medio, ni en las aguas, los suelos o el aire.
Con el correr de los años, el desarrollo de los medios de transporte y comunicación, la concentración de personas en ciertos lugares específicos del planeta y sobre todo, con la posibilidad del uso de la energía en procesos cada vez mas complicados y abarcadores, comenzaron a aparecer los problemas relacionados sobre todo con los desechos de los procesos productivos y de las cada vez mas grandes ciudades; no obstante, la creencia de que esos recursos eran infinitos persistía.
Se agregó entonces un nuevo elemento: la posibilidad del uso privado de esos recursos.
En la época propiamente de la Revolución Industrial es que se genera un auge en el llamado desarrollo social, con la aparición de grandes procesos productivos que involucraban al carbón y al vapor como fuente de energía. “El titulo de propiedad le confiere al propietario el derecho a definir los elementos naturales como recursos y “explotarlos”. De este modo es como grupos específicos dentro de la sociedad han adquirido el derecho a explotar lagos, cursos de agua, bosques, costas, suelos y hasta el aire para su ganancia económica individual. Este es el poder del derecho de propiedad” (Espinosa, 1999).
La aparición de este elemento: lo privado, condujo a que se pensara que cualquier estructura (recurso) natural o espiritual estaba puesta allí para ser usada, transformada y comercializada, a tal grado que C. Marx expresa (1848), refiriéndose al papel de la burguesía en esa época:
Dondequiera que se instauró, echó por tierra todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas. Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales y no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene entrañas. Echó por encima del santo temor de Dios, de la devoción mística y piadosa, del ardor caballeresco y la tímida melancolía del buen burgués, el jarro de agua helada de sus cálculos egoístas. Enterró la dignidad personal bajo el dinero y redujo todas aquellas innumerables libertades escrituradas y bien adquiridas a una única libertad: la libertad ilimitada de comerciar. Sustituyó, para decirlo de una vez, un régimen de explotación, velado por los cendales de las ilusiones políticas y religiosas, por un régimen franco, descarado, directo, escueto, de explotación.
La burguesía despojó de su halo de santidad a todo lo que antes se tenía por venerable y digno de piadoso acontecimiento. Convirtió en sus servidores asalariados al médico, al jurista, al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia.
La burguesía desgarró los velos emotivos y sentimentales que envolvían la familia y puso al desnudo la realidad económica de las relaciones familiares.
La consideración, en esta época, de la Naturaleza como fuente de recursos infinitos comercializables también era justificada: todavía el mundo resultaba demasiado grande, a pesar de las nuevas formas de comunicación y transporte, como para detenerse a pensar en posibles consecuencias de las diversas acciones.
Tampoco se tenía que pensar en los efectos de las guerras (como la destrucción de viviendas y de construcciones históricas, o la contaminación de las aguas o suelos derivadas de ellas) o de otras actividades humanas de carácter económico, como la misma agricultura; sin embargo, el que no se pensara en los posibles efectos humanos en el medio que lo rodea no quita el que ocurran; Turk y Turk (1973) mencionan, por ejemplo, casos de la antigüedad, en los que el uso irracional de los recursos pudo llevar a civilizaciones o ciudades a su desaparición.
La sociedad es entonces, en esta época una sociedad de mercado y es lo que posibilita la aparición de un sinnúmero de cosas, objetos y procesos, que permitirán que ella se desarrolle de cierta manera; muy importante resultó la colaboración de la ciencia y sus diversas aplicaciones, financiadas por iniciativas privadas y gubernamentales.
Así, la concepción de lo infinito unido a lo privado, tuvo un significado sobre las sociedades del mundo en el sentido de impulso hacia delante, aunque por otro lado, se estaba afectando ya fuertemente el entorno humano.
- La mundializacion de los fenómenos y el siglo XX
Varios fenómenos socioeconómicos y políticos vinieron a poner de relieve que el mundo era cada vez mas pequeño de lo que se pensaba; entre otros, la llamada primera guerra mundial, casi a inicios del siglo XX; la segunda guerra, casi a mitad del mismo siglo, que trajo también, en su final, la conciencia de que en pocos segundos era posible borrar del planeta poblaciones completas; la polarización del mundo en sistemas económico-sociales opuestos (capitalismo-socialismo), desarrollando carreras armamentistas que ponían en peligro la misma vida en el planeta, etc.
Todos estos fenómenos y otros como el desarrollo del trasporte y las comunicaciones (en 1959 se produce la segunda generación de ordenadores con transistores), los intentos del ser humano de ir a la luna (logrado en 1969), los satélites artificiales de la tierra (en 1957 y 1958 se lanzan los primeros satélites, por la URSS y Estados Unidos, respectivamente), el invento del Láser (1960), etc. comenzaron a mostrar que los recursos de los que se disponía no eran infinitos y también que ciertas cosas que hiciera el ser humano en un lugar del planeta podían rápidamente trasladarse hacia otros lugares quizá muy distantes y en poco tiempo; nos estamos refiriendo a épocas cercanas a los años setenta del siglo XX, finales de los cincuentas y sesentas, en donde se vive esta euforia tecnológica e industrial.
Dos antecedentes relacionados con los efectos de la industrialización y el progreso fueron los casos de Donora, Pensylvania, en 1948, en donde 20 personas murieron después de tres días de contaminación debida a fabricas de ácido sulfúrico y cinc y las más de 3000 muertes en Londres, en diciembre de 1952, los cuales “...despertaron en muchas personas la conciencia de los peligros que la contaminación del aire representaba para la salud y dio lugar a muchos estudios del problema” (Turk, Turk, 1973, Cáp. 5).
En 1962 se publica el libro Silent Spring de Rachel Carson, donde se exponen las consecuencias de un progreso incontrolado y fue un primer aviso sobre el posible futuro de una sociedad consumista insaciable.
Apunta Bedoy (2000) que “A partir de los años sesenta las referencias históricas a la educación ambiental se centran en la sensibilización de instituciones internacionales y estamentos políticos de muchos países —especialmente los europeos y norteamericanos— preocupados por el estado de deterioro del medio ambiente. Esta progresiva toma de conciencia de las instituciones pronto se ve reflejada en la necesidad de diseñar estrategias educativas globales de acción social para remediar y solventar el grave estado de deterioro de la biosfera”. Las primeras respuestas y mecanismos de acción surgieron, a partir de 1968, en Gran Bretaña, los países nórdicos y Francia, creándose en 1971 el programa MAB (Man And Biosphere).
Algunas manifestaciones de la conciencia ambiental
Una vez que en los años sesenta del siglo pasado se dieron los primeros grandes síntomas de conciencia ambiental, comenzó un proceso de interés en todo lo referente a lo ambiental en general, y también en la estructuración de una educación con ese fin; este proceso ya lleva varias décadas, hasta alcanzar, hoy, cierta consolidación en casi todo el mundo. Algunos momentos importantes de la evolución de este tipo de conciencia en estos decenios, lo fueron las reuniones de Estocolmo, Tbilisi, y la cumbre de la tierra de Río de Janeiro en 1992; fue en esta última, en donde el entonces presidente de Cuba, Fidel Castro, expresó, en pocas palabras, el nivel de conciencia alcanzado en la época: “Una especie está en peligro de extinción: el hombre”.
Entre los síntomas de la existencia de una conciencia ambiental se tiene:
-La existencia de la educación ambiental, que pretende lograr en todos los elementos de la sociedad, convicciones con relación al cuidado, manejo y consideración del lugar en el que, como seres humanos, vivimos y evolucionamos; es uno de los resultados, en su modalidad formal, del desarrollo de la conciencia ambiental.
Este tipo de educación se ha ido implantando en muchos países, en sus sistemas educativos, no como una asignatura a cursar, sino a través de la ambientalización de los programas que se ofrecen.
-La aparición y evolución de conceptos, como medio ambiente, desarrollo sostenible, huella ecológica, deuda ecológica y educación ambiental:
Por ejemplo, la idea de medio ambiente como lo biológico y ecológico que rodea al hombre, constituido de animales, plantas y combustibles que son materia prima para los procesos de producción, ha cambiado: la definición dada por los expertos del coloquio de Aix-en-Provence en 1972 establece, según Giolitto (1984), que “la noción de medio ambiente no se refiere sólo a la defensa del patrimonio natural, sino que incluye el conjunto de fenómenos sociales en su relación con el medio, lo que permite distinguir, junto al medio ambiente “natural” o biológico, un medio ambiente histórico, cultural, socioeconómico, tecnológico, etc.”)
Ya en la actualidad, sin embargo, el concepto incluye explícitamente al hombre y el medio bioquímico inmediato, a lo social, lo político, lo económico, lo cultural, lo ético y estético, es decir, es un concepto amplio que involucra, sólo entre otros aspectos, lo biológico y ecológico.
-Las políticas relacionadas con lo ambiental y las leyes relacionadas, así como las normas que deben de cumplir diversos sectores productivos, en relación con las posibilidades contaminantes de sus procesos de producción.
A pesar de todos estos avances, la conciencia ambiental está aún en sus inicios y, en la actualidad, fuertemente contenida por el ambiente socioeconómico impuesto en la mayor parte del mundo; lo que podemos desear, y tratar de conseguir, es que logre un buen nivel de evolución y se convierta en herramienta de cordura, antes de que la loca forma de desarrollo imperante impida la existencia de esta o de cualquier otro tipo de conciencia.

Referencias
-Bedoy V. (2000). La historia de la Educación Ambiental: Reflexiones Pedagógicas. Revista EDUCAR #13 abril-junio 2000
-Espinosa M del C (1999). Crisis Ambiental, Sociedad y Educación, en: Ecología y Sociedad. Estudios. C. Delgado y T. Fung Editores, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana
- Giolitto, P. (1984): Pedagogía del medio ambiente. Editorial Herder.
-Marx K .Engels F.(1848). Manifiesto del partido comunista. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
-Rakítov A. (1986). Fundamentos de Filosofía. Editorial Progreso, Moscú.
-Turk, A.; Turk, J., y Witres, J. (1973): Ecología, contaminación y medio ambiente. Ed. Interamericana



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