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Circo para todos
Por (reenvio) MP - Tuesday, May. 10, 2011 at 11:36 PM

“Todo es política”. Thomas Mann (1875-1955)

Hacía mucho que un hecho concreto no nos recordaba tan escandalosamente cómo pueden tocarnos de cerca los macro intereses de la política, que a veces uno, haciendo la vista gorda, imagina alejados del fútbol cotidiano, el que se siente con el corazón. Pero no, utilizar las pasiones de las masas para su manipulación es tan viejo como el circo romano. Y hoy, nos tocó perder. Así, lo que creíamos imposible en un país democrático del siglo XXI, recibir sanciones sin precedentes muy discutibles tanto en justicia como en efectividad y sin derecho a descargo alguno, fue posible en unas pocas horas en un ataque de celeridad de un ministerio de la Nación.

A empezar por lo primero. Vélez en los últimos años no tuvo un accionar netamente amistoso para con las ideas de la cúpula de la AFA, aunque mientras la AFA no iba de la mano al gobierno nacional se dio seguido el lujo de salir campeón. Una vez, hasta con polémica a su favor. Después, llegó la promocionada sociedad con el gobierno llamada Fútbol para Todos, y ahora este maravilloso equipo de Gareca empezó a coquetear con la gloria. Ya este año, cuando a la policía “se le fue la mano” en el cacheo al inocente Ramón Aramayo, Vélez quedó en una posición muy incómoda. No tardó en salir a hablar el presidente honorario del club, acusando una vez más al mandamás de AFA de “mafioso”, entre otros calificativos de similar calibre. ¿Así se enfrenta a un supuesto mafioso con inteligencia, vociferando sin pruebas en televisión y exponiendo a todo un club a recibir represalias? Cualquiera diría que no. Pero él lo hizo, y ya por entonces darle la razón al acusador iba de la mano a imaginar los ataques del acusado.

Se buscaron así un puñado de hechos pocos claros, que señalaban a los dirigentes como cómplices de la hinchada violenta del Fortín, para decretar una suspensión a medias, irrisoria por el momento de su aplicación, pero también sin precedentes dada la endeblez de los supuestos motivos. Tampoco entonces Vélez tuvo una notificación oficial de AFA, y terminó aceptando recibir al Ciclón en la Bombonera la noche anterior al encuentro y sin posibilidad de descargo. Los dirigentes oficiales del Fortín levantaron las voz en los medios, con diplomacia y razón. Al otro día, el equipo que ya había empezado a jugar cada tres días con viajes de por medio se despachó con un 2-0 capaz de provocar en el hincha un estado de amnesia profunda de toda la historia anterior. Que debió servir de aviso para hacer buena letra. Lamentablemente para Vélez, no todos lo entendieron así.

Lo de ayer en la tribuna local fue una fiesta hermosa, sin agresiones ni violencia de ningún tipo, si no fuera por un pequeño detalle: la pirotecnia está prohibida en las canchas. Es peligrosa para todos. Y justo ayer, sí, ayer, se murió el joven del recital de La Renga. El destino nos tiró el offside y quedamos enganchados torpemente. Difícil era creer que todo ese arsenal de pólvora entró en los bolsillos de los hinchas, y ahora sí que habíamos dado motivos firmes para ponernos en la silla de los acusados. Nuestro aporte, o más precisamente, el de los pocos y amnésicos cerebros del festejo pirotécnico, ya estaba hecho, y sólo restaba esperar el ejemplificador castigo. Que por supuesto no iba a ir por los individuos que lo impulsaron, perfectamente identificables por las numerosas cámaras del Amalfitani y hasta de la televisión, sino por la institución entera, congraciándose además con la buena parte del mundillo del fútbol para la que Vélez no es precisamente un equipo simpático.

Todo lo que vino después estuvo empapado por la misma cuota de injusticia y persecución que lo que antecedió. De todos los equipos del fútbol argentino que encienden bengalas o cohetes en sus tribunas en todas las fechas, divisiones y escenarios, sólo pagó Vélez. En tiempo récord. Otra vez sin derecho a defenderse. Hasta vienen por más: la quita de puntos o una clausura prolongada. La orden llegó desde tan alto que dejó trunca cualquier intención de recurrir a alguien que la revea. Y así, una decisión que podría haber sido aceptable y justa si proviniera de una vara común con el resto y formalmente legítima, se convirtió en un acto más del circo de la política, en donde nada, ni hasta las buenas acciones que han sabido impulsar sus protagonistas, parecen ser frutos de la convicción o la ideología, sino de la liviana conveniencia.

Ojalá que el Vélez que juega a la pelota y tiene una hinchada repleta de gente trabajadora y alejada de la violencia pueda ser lo suficientemente fuerte como para remontar en el campo de juego los partidos que pierde por goleada en los escritorios. Si se da así, pocos recordarán estos incidentes. Si no, nos darán letra para explicar nuestros tropiezos en el 11 contra 11. Porque el fútbol seguirá siendo un juego. A ver si algún día los verdaderos problemas de la sociedad -la miseria, el desempleo, la educación, la salud, la violaneica, la inseguridad, la corrupción generalizada, etc.- pueden pasar a integrar la agenda de acciones sumarísimas y ejemplificadoras de los funcionarios de los ministerios públicos. Claro, para eso tendrían que ser realmente ingeniosos y honestos. Por favor, no nos tomen más el pelo: ese pueblo al que creen representar necesita entre otras cosas más pan, y menos circo.

fuente: tycsports.com

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