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La Primavera en otoño‏
Por Gabriel Levinas (desde Formosa) - Tuesday, May. 31, 2011 at 6:52 PM

Crónica desde la provincia donde los qom son perseguidos. Vigilancia policial a nuestro enviado, la asamblea de la comunidad y el retrato vivo de unos aborígenes que sólo reclaman por sus tierras.

Apenas llegamos a la capital de Formosa, en nuestro camino hacia la colonia La Primavera, se acercó un morocho retacón de pelo corto: hablaba por teléfono mientras nos miraba. Estaba pasando el informe. Estábamos cansados. Después de viajar más de 1000 kilómetros nos sentamos a comer y durante todo el almuerzo, el gordo nos miraba de lejos y cada tanto volvía a informar.

Ni bien nos levantamos para ir a buscar el auto, sonó el teléfono de Félix Díaz: era el viceministro del Interior. Fue el encargado de notificarle a Félix que la reunión del lunes 23, iba a ser postergada una semana. La causa invocada: se avecinaba el día 25 de mayo y todos los funcionarios iban a estar ocupados con las fiestas. Félix le recriminó duramente, no podía ser que ese mínimo compromiso tomado no fuera respetado.

Sin hacerse esperar, Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos hizo sonar la alarma a las diferentes organizaciones que actúan como garantes del pacto con el gobierno nacional, para que llamaran al Ministerio del Interior para exigir su cumplimiento.

Finalmente, la reunión pactada no se realizó.
Seguimos caminando hacia el vehículo, una mujer embarazada se acercó a pedirnos su paga por haberlo cuidado. El sol se sentía en la cara.

Durante el siguiente viaje que duró cerca de una hora y media, Félix me contó de unos pequeños habitantes que muy poca gente logra ver, los weraik que viven en el interior de Laguna Blanca. Son mágicos y forman parte de su cultura. Los más grandes viven en el agua, los mas pequeños en la orilla. También me habló del conejo-pájaro, que descubrió casualmente cuando construyó su primera casa en la Primavera, el conejo-pájaro emplumado, alado, con dos patas de ave, cara y orejas de conejo levantaba vuelo tras una veloz carrera de una decena de metros. El extraño animal debió mudarse de su antigua morada por la feroz insistencia del perro de Félix.

Apenas doblamos en la ruta 86, pasamos por el lugar de la represión donde el amigo de Félix, Roberto López, murió acribillado por las balas policiales. Un poco más adelante había un puesto de control de la Gendarmería: este puesto fue ubicado allí en cumplimiento de la disposición de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que exigió al gobierno argentino cuidar la seguridad y la vida de Félix Díaz, su familia y su comunidad.

El puesto, conformado por dos vehículos y un vagón rodante, está exactamente apostado en el camino de entrada a la casa de Félix. Detrás del puesto, había más de un centenar de qoms que, según supe después, habían estado firmemente esperando nuestro arribo desde las ocho de la mañana sin moverse del lugar. Seis meses habían pasado desde que Félix había partido para ser recibido por la presidenta Cristina Fernández. A pesar del calor y del fuerte sol, algunos conservaban camperas y pulóveres con que seguramente habían salido de sus casas a la madrugada. Gorras celestes, amarillas, rojas, azules, camisas coloridas, distinguían inmediatamente a los qom de los pocos criollos allí presentes. Pómulos grandes, tez oscura, una fuerte cabellera negra. Ni bien bajó Félix, comenzó una sucesión interminable de abrazos, besos y lágrimas: cada uno de los allí presentes transmitía su alegría al líder. Mi compañera de equipo Pilar, lloraba igual que ellos por solo presenciar ese afectuoso ritual. El solo hecho de ser amigo de Félix hizo que uno por uno, luego me saludara a mi y a cada uno de quienes viajaron desde Buenos Aires.

Al terminar, subimos nuevamente a los vehículos y lentamente entramos en el campo. Un altísimo pastizal, apenas surcado por la doble huella de los vehículos, impedía ver más allá que una decena de metros. El camino sinuoso de unos 150 metros, desembocaba en un claro en el bosque, al final del cual había un pequeño rancho construido con madera de palma. Alrededor, había otro centenar de personas que también se acercaron a saludar a Félix Díaz. La nieta de Félix había pedido subirse al auto con nosotros y me miraba con gran curiosidad, con esos enormes ojos de pestañas hundidas bajo los párpados. Sobre cada uno de los árboles que rodeaban la casa había tres o cuatro bicicletas apoyadas. Una vieja radiograbadora en el piso y una carpa verde en uno de los costados de la casa. De manera espontánea e inmediata, Félix estaba rodeado por más de doscientas personas, se hizo un hueco en el medio, alguien alcanzó una silla de plástico y varios ancianos se pararon junto a Félix. Se agregaron luego cuatro mujeres ancianas, de polleras largas y floreadas y camisas coloridas. Uno de los ancianos puso su mano sobre la cabeza de Félix y lo bendijo dándole la bienvenida. Cada uno de los ancianos que se habían parado junto a él, conformaban casi la totalidad de los pastores de La Primavera y cada uno de ellos dijo palabras en qom, que no se entendían, pero dejaban traslucir respeto y orgullo recuperado. Félix tomó una bolsa de nailon blanca, de la cual sacó algunos papeles, y con voz pausada comenzó a relatar paso a paso los seis meses de la dura lucha en Buenos Aires. Un anciano con sombrero vaquero, casi sin dientes y mentón tan prominente como su nariz, lo miraba con atención y en silencio. Juan Pérez, de camisa amarilla y cien años de edad, lo acompañaba. En ese momento, comenzaron algunos cantos que después supe, tenían como finalidad “cargar de energía al mensajero” (ver video). Ahí entendí, porque así lo explicaron, que Félix no es cacique, ni es jefe; Félix es, como dije, el mensajero, y los cantos, los gritos y las explicaciones que le daban estaban destinados a que recuperara la energía perdida en Buenos Aires y a transmitirle los pedidos de cada uno de ellos que Félix debía transmitir al gobierno después de la partida.

El sol ya había bajado, la fresca comenzó a sentirse y la gente volvió a su casa. Tomamos unos mates con Félix y Amanda bajo un árbol alrededor de una vieja mesa de madera y partimos hacia Clorinda para pasar la noche.

Al llegar, buscamos un hotel y cuando estábamos por llenar la tarjeta de ingreso, el dueño me pidió que por favor, no pusiera como profesión la de periodista porque, de hacerlo, él iba a tener que informar a la policía y a partir de ahí, iba a ser visitado e interrogado sobre mis actividades cuatro o cinco veces por día. El clima de persecución, de seguimiento y presión, se sentía permanentemente, tanto en la ciudad de Formosa como en Clorinda. A la mañana temprano volvimos a La Primavera y tomamos unos mates, mientras Pimentel terminaba de bañarse en un pequeño cuarto sin techo, construido con palma, que cumplía la función de ducha.



Volvimos a la ruta, hicimos unos pocos kilómetros, volvimos a entrar en el campo y llegamos hasta el Centro Integrador Comunitario. Afuera, arriba de una torre muy alta, se veía un tanque de agua que decía “Provisión de agua potable Colonia La Primavera”. Lo interesante es que además de las inscripciones que aludían al gobierno provincial, había un faro de yodo, preparado para que de noche el cartel pudiera visualizarse. Lo paradójico es que, tanto el tanque de arriba, como los dos grandes tanques de abajo, no solo no tenían agua, sino que las cañerías no conectaban con ningún lado. Y la luz tenía por única función completar la gran escenografía montada por el gobierno. Una decena de qoms ya se encontraban ahí y un gendarme dio la orden de que se abrieran las puertas del edificio para poder hacer la reunión adentro. Mientras colocaban una bandera con los colores de los pueblos originarios en la punta de un mástil improvisado en el edificio, iban llegando muchas caras que había visto el día anterior a mi llegada y otras nuevas para participar de la asamblea en la que Félix Díaz iba a informar lo pactado con el gobierno nacional y decidir la fecha de otra asamblea, cuya finalidad sería la elección de autoridades en La Primavera. En pocos minutos, todos los bancos de la sala quedaron ocupados y la gente empezó a agolparse en las tres puertas y dos ventanas que tenía la sala. Otros quedaron afuera, pero prestando atención a lo que iba a suceder adentro.

Nuevamente, una decena de pastores, bendijeron y agradecieron a Félix. Un grupo de mujeres cantó una vieja tonada, mezcla de ritual religioso con música pagana qom, y Félix comenzó a explicar meticulosamente todo lo que había pasado en los seis meses de estadía en Buenos Aires. Contó con lujo de detalles las dos reuniones que tuvo con el gobierno, se lamentó de que Cristino Sanabria -el cacique puntero de Insfrán- no estuviese presente, y un anciano, le pidió a Clemente, uno de los pastores, que fuera acompañado de testigos a la casa de Cristino para volver a invitarlo formalmente a la asamblea. Muchos de los presentes, uno por vez, se pararon frente a Félix, y le relataron situaciones y le pidieron por agua, por los altos costos de la luz, por la falta de vivienda, pero básicamente, el pedido que se mantenía en cada una de las invocaciones era la tierra, la “Aluhá”.

Félix sacó un mapa de papel que previamente había estado pegando con cinta para poder mostrarlo y comenzó a explicar la situación legal de las tierras. Entre las largas frases en su idioma mechaba palabras como “Constitución”, “ministro”, “derechos humanos”, “leyes internacionales”, que me daban una pequeña pista para entender su discurso. Habló del apoyo de otros pueblos en su lucha, y habló de la prensa que había logrado un rol importante al presionar al gobierno para que, al final, la comitiva haya sido atendida el día 23. Una anciana de pollera azul y camisa verde a lunares negros, se paró frente a Félix y con la mano levantada, hablaba y gritaba efusivamente. En un momento pensé que estaba increpándolo, pero como ella me explicó después, en realidad, le estaba diciendo al mensajero lo que ella pretendía que este a su vez, le transmitiera al poder esos reclamos. Cuando terminaron varias ponencias de este tenor, hicieron un saludo con las manos levantadas; una suerte de bendición en la que todos gritaban y cantaban al mismo tiempo. Justo al terminar volvió Clemente de hablar con Sanabria y dijo que el cacique se negaba a ir a la asamblea (ver video), porque no entendía la necesidad de volver a elegir cacique y que él solamente obedecía las órdenes del gobernador. La mayoría de los presentes rió.

En la asamblea cada uno de los concurrentes firmaba en un cuaderno espiralado su conformidad con lo resuelto en la reunión.

Al terminar fui a conocer la verdadera Primavera, no la que el gobernador le muestra a las visita oficiales, sino la real, la más dura, la de los qom, la de las casas de palma y paja, la de quienes no tienen DNI, planes sociales y tratan de segur viviendo de la tierra.

La Primavera dura de los que deben caminar quilómetros para buscar su agua de todos los días, la del temor y la humillación, la de la dignidad recuperada por una lucha desigual y poco comprendida por quienes habitamos en la ciudad.

Cada vez que alguien sostiene que Félix Díaz es puntero de algún político, que no representa a los qom que se los utiliza para golpear al gobierno, sus posibilidades de recuperar lo que les pertenecen se alejan más.

Cada vez que irresponsablemente ponemos dudas en la legitimidad de sus reclamos nos parecemos más al general Roca. Los mismos que quieren sacarlo de los monumentos o los billetes, no logran conmoverse por la dura realidad que mata a los qom, que los empobrece espiritualmente, que los destruye como cultura y como personas.

Son ciertas las casas que menciona Sanabria. Sí, son ciertas: casas de dos habitaciones de material, pintadas de amarillo para que se vean de lejos, sin cocina y sin baño, carísimas, no solo por la fortuna que se llevan quienes las construyen, sino porque ese puñado de casas se pagaron con la dignidad de quienes las habitan.

Solo quedan qom en casas de palma. Los que caminan y se ganan cada bocado de pan y cada sorbo de yerba.

Los otros, los que dicen no necesitar la tierra que forma parte de su cultura y su identidad a cambio de un plan y una vivienda amarilla, dejaron de ser qom.

Video: http://www.youtube.com/watch?v=J9LAY1Y1HpI&feature=player_embedded

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