El 20 de octubre de 2010, trabajadores ferroviarios terciarizados del Ferrocarril Roca que venían llevando adelante un plan de lucha para ser reconocimos como trabajadores efectivos y lograr su reincorporación a la actividad, realizaron un corte sobre las líneas de ese ramal. Como respuesta a esta medida que, acompañada por agrupaciones de izquierda, expresaba la oposición a la conducción del todopoderoso Secretario General de Ferroviarios José Pedraza, una patota del sindicato salió a despejar las vías y buscar dar un escarmiento a la oposición articulada dentro de las filas ferroviarias.


Para llevar a cabo esta acción, se desplegó un importante nivel de complicidades que se tradujo en la garantía de una marcada impunidad. Zonas liberadas por la policía y discursos incriminatorios sobre las víctimas fueron seguidos, a posteriori, de una actitud política evasiva de altos funcionarios del gobierno nacional que buscaron despegar a la patota sindical de Pedraza y, a su vez, a éste de su indiscutible vínculo con el Gobierno Nacional.

Como saldo de este modus operandis del sindicalismo burocrático, el joven militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra, fue muerto por el impacto de bala ejecutado presuntamente por Cristian Favale y Gabriel Sánchez. Los muertos no fueron más por milímetros: Elsa Rodríguez, que también se encontraba en la protesta, recibió un tiro en la cabeza y otro trabajador, Nelson Aguirre, en una de sus piernas.

A la fecha y gracias a la movilización popular se encuentran detenidos el Secretario General de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, y siete integrantes de la patota sindical.

Al fragor y evolución de los gravísimos hechos, el periodista Diego Rojas, conmocionado por el asesinato del joven militante de izquierda y ante la seguidilla de hechos de violencia con muerte sobre distintos sectores populares en lucha, decidió la escritura del libro “¿Quién mató a Mariano Ferreyra?”.

Consultado por Noticias del Frente sobre la motivación de tamaña tarea Rojas explicó: “El 20 de octubre, cuando ocurrió el asesinato, fue muy ‘shockeante’ para mí. Esa conmoción tuvo un devenir práctico en la realización del libro”. Y recuerda aquella noche cuando sucedieron los hechos del Parque Indoamericano. “A 15 minutos de mi casa, en Buenos Aires. Estaban matando gente con una violencia tremenda, imposible de comprender. Yo no entendía que pasaba, esa noche no podía dormir. Pensaba en Mariano Ferreyra, en los muertos Qom en Formosa, en lo que sucedía en el parque Indoamericano y en el insomnio pensé que debía escribir este libro ¿Quién mato a Mariano Ferreyra?”

Diego Rojas no duda sobre el objetivo de su obra, “debía escribir este libro para tratar de dilucidar, comprender para mí mismo de qué se trataba este retorno de la violencia política y a la vez buscar las causas. Y confirmar que las mismas son: que están en los negocios sindicales y las complicidades que esto implica”.

Sobre las consecuencias prácticas de la investigación desarrollada y expresada en el libro, Rojas respondió: “En el ámbito judicial todavía no ha tenido ninguna repercusión. La investigación puede ser interesante para solidificar la tesis que sostiene que Pedraza defendía un negocio y al defender ese negocio la dirección del Sindicato de Ferroviarios decidió salir a escarmentar con toda la violencia posible a los manifestantes terciarizados”.

Como parte de la estrategia planteada por el oficialismo al decir que ´cualquier crítica o ataque al gobierno nacional significa favorecer a la “derecha”, Rojas enfatizó: “Algo que intenté hacer fue no condicionar la investigación. Hay algo que se dice mucho y es que “…no hay que hacerle el juego a la derecha” que impide la crítica al gobierno. Me pareció que era importante que eso no influyera en la investigación”.

El libro ¿Quién Mató a Ferreyra? Viene a reconfirmar la hegemonía de un modelo sindical y para Rojas “en la mayoría se encuentran negocios empresariales, sindicalistas que se hacen millonarios a costa de los privilegios del rol que juegan, sindicalistas que defienden esos negocios a través de todo tipo de violencia y además patotas que se nutren con barrabravas de las hinchadas de fútbol. El sindicalismo es corrompido por una podredumbre inconmensurable, difícil de imaginar”. Pero aclara: “Hay diferentes formas de sindicalismo, también están aquellos que realmente defienden los derechos de los trabajadores, pero no son mayoritarios ni son los que están en la dirección de la mayoría de los sindicatos”.
 
Una conversación incriminatoria para Tomada

“… salió a la luz, escuchas telefónicas entre el Ministro Tomada y José Pedraza, en las que departe amistosamente e idean un modo de cómo trabajar políticamente sobre los tercerizados para que no sean ganados por la oposición sindical.

Es muy grave que el Ministro planifique como hacer que Pedraza, acusado de asesinato, se mantenga en el poder del sindicato. Hay una intimidad, promiscuidad desde el poder, entre el gobierno y este tipo de sindicalismo…”. Diego Rojas