Julio López
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"Trabajo sexual"
Por Emanuel - Tuesday, Jun. 07, 2011 at 7:00 PM

Las mujeres en situación de prostitución no son "trabajadores sexuales". La prostitución llamada "libre" (cuando la coacción que padece la mujer no es obvia) no es un trabajo, sino un medio extremo de supervivencia. Legitimar la cosificación de las mujeres institucionaliza y perpetua la violencia. Es lamentable que prácticamente todo el progresismo de Cba se coma el discurso prostituyente del reglamentarismo...

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emanuel
Por lele - Wednesday, Jun. 08, 2011 at 8:55 AM

¿por qué no dejás que las mujeres en estado de prostitución decidan si lo suyo es o no trabajo?

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No entendí
Por un opinador - Wednesday, Jun. 08, 2011 at 9:10 AM

"La prostitución ... no es un trabajo, sino un medio extremo de supervivencia".

¿Y qué otra cosa puede ser el trabajo, en un régimen capitalista (y más en uno precarizador y flexibilizador) que un medio extremo de superviciencia???

"Legitimar la cosificación de las mujeres institucionaliza y perpetua la violencia".

¿Vos querés decir que si se dejara de legitimar la cosificación de la mujer, llamando "trabajo" a la prostitución, la violencia dejaría de perpetuarse???

¿Cómo podrían zafar las mujeres de la cosificación, en un sistema social fundado en la producción de mercancías para el intercambio, mercancías que son la expresión cosificada del trabajo humano, y que hacen de todo trabajador una mercancía más, tan cosificada como los productos del trabajo???

Las sonceras que hay que leer...

No tomo partido sobre terminología, pero adhiero a la idea de que sean los sujetos (o las sujetas) en situación de prostitución quienes fijen su propia agenda y su propia perspectiva, incluida la manera en que prefieren referirse a sí mismos/as.

Los demás, en todo caso, debemos acompañar sus reivindicaciones y sus luchas.

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Ninguna mujer nace para puta
Por Emanuel - Wednesday, Jun. 08, 2011 at 2:02 PM

Es llamativo que sean varones quienes contesten…

Lele, a los hechos me remito. En Países Bajos, EEUU y en otros lugares en que se ha entrevistado a mujeres en situación de prostitución, más del 80% (no recuerdo la cifra exacta ahora) ha manifestado su voluntad de salirse de esto.

Yo no le impido a nadie decidir, son el Patriarcado y el Capitalismo los que le impiden a las mujeres elegir. Con la voluntariosa colaboración de las ONGs que cobran un sueldito con programas del tipo de Reducción de Daños.

Es sumamente llamativo, que quienes “eligen”, sean mujeres pobres y sin educación. Las que tienen algún piso mínimo de escolaridad y de bienestar económico siempre rumbean para otro lado. ¿De qué elección hablamos cuando una persona está arrinconada?

Opinador, la prostitución, en el discutible caso de que fuese un trabajo, sería trabajo precapitalista, trabajo esclavo. Y hay una severa diferencia entre el trabajo asalariado y la esclavitud. En el sistema capitalista, trabajo es cuando vos vendes tu fuerza de trabajo para que te extraigan plusvalía. En la prostitución vos vendes tu cuerpo, que es el soporte psicológico del Yo. Vos te vendes y te cosificas. Las mujeres sobrevivientes de prostitución presentan los mismos padecimientos post-traumáticos que los sobrevivientes de terrorismo de Estado. No es algo que se vea en los jubilados.

La violencia no va a desaparecer sólo con que dejemos de legitimar la cosificación del cuerpo de las mujeres; pero sí se va a perpetuar si continuamos haciéndolo. Dejar de legitimarla es un paso insuficiente pero imprescindible.

Las mujeres pueden empezar a zafar de la cosificación de sus cuerpos, y de todo lo que implica esa violencia llamada prostitución (violaciones, torturas, maltrato institucional, desapariciones, etc.) si dejamos de hablar de “trabajo sexual” y empezamos a hablar de situación de prostitución. Si dejamos de pensar que hay seres humanos de primera y de segunda, que algunas mujeres nacieron para ser cloacas.
Hay un ejemplo puntual, que es Suecia, de cómo aún dentro del Capitalismo y del Patriarcado, las mujeres pudieron zafar de esto. Ante el ejemplo sueco todos los argumentos reglamentaristas se desvanecen.

¿Cuáles son las sonceras que hay que leer? ¿Que ninguna mujer nace para puta? ¿Que las mujeres tienen derecho a ejercer la libertad, empezando por la libertad de no ser objeto sexual de otro?

Adhiero a que son las mujeres en situación de prostitución quienes deben fijar su propia agenda; las compañeras de AMMAR Capital, por ejemplo, lo hicieron. Lo que no acepto de ningún modo es que sean la ONU, el BM, el FMI, la OIT, etc, quienes se lo fijen, como sucede actualmente, a través de cientos de ONGs pagas, que cobran un sueldo por melonearlas a las mujeres que están en situación de prostitución de que son “trabajadoras sexuales”, por darles facilidades (profilácticos, charlas de salud sexual, etc) para que se sigan prostituyendo, pero no darles la posibilidad de que salgan de eso.

Lele y Opinador, una pregunta para ambos y les pido que me contesten con la mayor sinceridad: ¿es la prostitución una opción de vida para sus hijas, compañeras, madres, hermanas? ¿Ustedes se la recomendarían? ¿Ustedes las apoyarían si ellas “eligen” ese camino?

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no es por defender a la prostitucion, pero...
Por El Oligarca - Wednesday, Jun. 08, 2011 at 2:51 PM
mo vimiento_sta lin_vive@hotmail.com

...en realidad, si hacemos una encuesta anónima en cualquier tipo de laburo, la mayoría va a contestar que si pudieran lo dejarían. Lo de la prostitución tiene, encima, la carga de estigmatización social y moralina de cuarta impuesta a través de los siglos por la sociedad 'patriarcal', los chupacirios de diversas religiones y ahora también, de las feministas "modernas", que sorprendentemente, reproducen mucho del discurso "moral" de los dinosaurios......

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Ningún ser humane nace para vivir de un salario
Por opinador fatigado - Wednesday, Jun. 08, 2011 at 3:18 PM

A vos te parece "llamativo" que quienes "contestan" sean "varones".
No sé por qué no debería parecerme "llamativo" a mí que el contestado sea un varón, al menos si me guío por cómo firma su post.

Esa clase de observaciones no conduce a nada, salvo al ridículo.

No sé bien qué significaría "manifestar la voluntad de salirse de algo".
Sin ir a EEUU ni a los Países Bajos, hablando solamente con las prostitutas de acá, puedo decirte que las que no son cautivas de las redes de trata se prostituyen "voluntariamente" entre comillas.

Acá hay que analizar DOS COSAS: Por qué voluntariamente y por qué entre comillas.

Voluntariamente porque nadie, de un modo compulsivo, las obliga a hacerlo.
Entre comillas porque la voluntad no es un factor decisivo en la sociedad capitalista.

En otras palabras: Yo no tengo la menor duda de que la mayor parte de las mujeres (y probablemente de l@s no-mujeres) que se prostituyen, si pudieran obtener los mismos ingresos de otro modo, lo harían.

En ese sentido, lo que le pone las comillas a la voluntad es el capitalismo (el patriarcado acá es un segundo violín).

Pero tampoco tengo la menor duda de que la mayoría de los trabajadores, si pudieran obtener los mismos ingresos (o, en su caso, mayores ingresos) de otro modo (o, si querés, de un modo más digno y humano, porque también existe la alternativa del delito para obtener ingresos), lo harían.

Pero no pueden, porque -igual que quienes se prostituyen- están ARRICONADOS (uso la palabra que vos elegiste, aunque no me parece la más adecuada).

No veo diferencias decisivas entre una cosa y la otra, y eso es porque el problema es el capitalismo, y no el patriarcado como ideología (o imaginario, o régimen simbólico, o como lo quieras llamar)


Yo no afirmé que la prostitución en sí misma sea un trabajo.
No tomo posición, dije, respecto de cuestiones terminológicas.
Más bien rechazo que la discusión sea llevada de esta manera, y encima por afuera de los sujetos efectivamente implicados.

Entrando en lo conceptual, no estoy de acuerdo en que la prostitución, en caso de considerársela trabajo, deba considerársela trabajo esclavo, al menos no de modo general o indiscriminado.

No es verdad que todo aquél que vende su trabajo en el sistema capitalista lo hace para que le extraigan plusvalía.

El capitalismo vive de la plusvalía, pero no todo trabajador produce plusvalía.

Sólo quienes trabajan para el capital productivo venden su trabajo a quien extrae de él plusvalía.

Hay una importante cantidad de trabajadores que no son esclavos sino asalariados (o sea, que VENDEN su fuerza de trabajo) y no producen plusvalía de modo directo.
Por ejemplo, todos los trabajadores del estado (educación, gubernamentales, servicios sanitarios estatales y un largo etcétera).

Lo que caracteriza al trabajador moderno (quiero decir: no esclavo) es que VENDE su fuerza de trabajo, no que se le extraiga plusvalía.

Lo que caraceriza al esclavo es que no vende su fuerza de trabajo (su capacidad de trabajo) a cambio de un salario (bajo la forma que sea), sino que él mismo es propiedad de su explotador.

El trabajo esclavo es tal porque no es objeto de un intercambio comercial.
La prostitución, en cambio, actualmente se procesa como un intercambio comercial.

Es tan errado lo que decís, que las personas en situación de prostitución que lo hacen por estar sometidas a esclavitud, producen plusvalía para sus esclavizadores.

Como verás, no acertaste prácticamente en nada.

Decís que en la prostitución se vende el cuerpo.
¿Y qué suponés que se vende en una fábrica? ¿EL alma?

A esta altura, respondo a lo que dijiste sobre lo "llamativo" de que quienes te contestemos seamos varones, con la siguiente inquietud: aquél a quien contestamos ¿se halla sujeto a relaciones laborales de explotación?
Da la sensación de que no.

Decís, luego, que por vender el cuerpo en la prostitución (como si sólo en ese caso se vendiera el cuerpo) te cosificás.
Pero ¿no leíste lo que ya escribía sobre la cosificación como rasgo omnipresente del capitalismo?

En cuanto a los rasgos post-traumáticos que, según decís, presentan quienes se han visto sujetos a situaciones de prostitución (no sé cómo lo sabrás, porque leés estadísticas sobre EEUU y los P.B., pero no parace que hayas hablado con prostitutas de carne y hueso) y NO PRESENTAN, en cambio, los jubilados (ah! feliz ancianidad!), francamente.... esperá a jubilarte con el mínimo y después me contás.

No estoy de acuerdo con que nadie (ni mujeres ni no.mujeres) vayan a zafar de la violencia -etcétera- porque todo el mundo -no yo, por cierto- deje de llamar "trabajo sexual" a la prostitución.

¡En verdad, a mí me importa un carajo cómo llame nadie a la prostitución!

El punto, desde donde hablo yo, es que si las propias personas que se prostituyen se llaman así, no voy a levantar un dedito recriminador contra ellas. ¡Y mucho menos si quienes lo hacen son justamente aquellas/os que encaran una lucha en defensa de las que consideran reivindicaciones!

Yo tomo como reivindicación legítima de las personas que se prostituyen sólo las que esas mismas personas reclaman como tales, no las que algún/a iluminado/a morelizante/u postula.

Decís que si la violencia desaparecerá "si dejamos de pensar que hay seres humanos de primera y de segunda, que algunas mujeres nacieron para ser cloacas".

Pero, por empezar, yo no pienso eso.
La sociedad capitalista no "piensa" eso, tampoco, sino que lo hace, funciona así.

Decir que "funciona así" no es una "naturalización", porque yo no creo que la sociedad capitalista sea la expresión de una "naturaleza" inmutable de la especie humana, sino que es un producto histórico que podemos cambiar si comprendemos la mecánica histórica (lo de "mecánica" es una metáfora) y si, cuando se han dado las condiciones materiales para ello (y están dadas, porque el capitalismo alcanzó su límte histórico), actuamos de acuerdo a esa comprensión.

Sin esa comprensión, caemos en moralinas o speechs "psi" tan inconsistentes como el tuyo, aunque a mi juicio tu peor error no es la inconsistencia o el psicologismo -lo que estuviste diciendo sobre el "yo"- sino la pretensión de imponer un discurso sobre la prostitución al margen de los reales sujetos que la ejercen.

Bueno. Preguntás cuáles son las sonceras que hay (hubo) que leer.
Creo que a lo largo de este (extenso) post, expliqué cuáles considero que son.

Estoy de acuerdo con vos en que sean la ONU, el BM, el FMI, la OIT, etc, quienes se fije, a través de cientos de ONGs pagas, el discurso acerca de la prostitución.

Sin embargo, por lo que tenía entendido, la expresión "trabajo sexual" -por el que, como dije, yo no siento especial predilección- es empleada por organizacíones de personas que se prostituyen y defienden sus derechos tal como ellas los entienden.

Sobre la pregunta que hacés, no sabría qué contestarte.
Hijas no tengo, no creo procedente el caso de "madres" (sobre las que la progenie no tiene autoridad, sino a la inversa) y hermana tengo, pero no se me pasaría por la cabeza darle una diatriba si ella decide que prefiere vivir de la prostitución en vez de hacerlo laburando, digamos, en Quickfood.

Querías una respuesta y, al menos en mi caso, la tuviste.
Puede que no te guste. Pero eso ya no es cosa mía.

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Fe de erratas
Por opi - Wednesday, Jun. 08, 2011 at 3:29 PM

Por esmerarme en pegar entre comillas, cometí un error grave (además de muchos otros sin importancia), puse:
"Estoy de acuerdo con vos en que sean la ONU, el BM, el FMI, la OIT, etc, quienes se fije, a través de cientos de ONGs pagas, el discurso acerca de la prostitución."

En vez de ello debería decir:
"Estoy de acuerdo con vos en que NO sean la ONU, el BM, el FMI, la OIT, etc, quienes se fije, a través de cientos de ONGs pagas, el discurso acerca de la prostitución.

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El Oligarca
Por Emanuel - Thursday, Jun. 09, 2011 at 9:46 PM

La encuesta no tiene porque ser anónima. Y supongo que la abrumadora mayoría de los asalariados, precarios, monotributizados, cuentapropistas, etc., laburamos en cosas que nos desagradan, o cómo mínmo lo que menos nos agrada. A lo que voy con lo de esas encuestas es a que la mayoría de las mujeres en situación de prostitución desea salir de esta situación. Y esto lo señalo por dos cuestiones. Primero, porque hay que desmontar el mito patriarcal de que hay mujeres que son prostitutas por una desmesurada pulsión erótica que las lleva a necesitar tener 10 o 15 o 20 o más coitos por día. Y en segundo lugar, y quizá aquí sea lo más pertinente aquí, para señalar que las mujeres en situación de prostitución no desean más facilidades para prostituirse (las charlas de educación sexual, el reparto gratuito de profilácticos, etc.), sino salir de esta situación, oportunidades reales de capacitación y empleo. Es lo que se hizo en Cuba en el '59 y en Suecia desde el '99. El derrotero posterior de Cuba es otro tema.

Las feministas abolicionistas (las reglamentaristas tambien son "modernas") no reproducen el discurso moralino de los dinosaurios. No estigmatizan a la mujer. No dicen que la prostitución es una ofensa a la moral de la sociedad o que atente contra la familia. Que las mujeres se prostituyen porque son malas y tienen un deseo sexual desbordante, y hacen a caer a los pobres varones en tentación. Esa ha sido la postura milenaria del Patriarcado que ha culpado y sigue culpando a las misma mujeres a las que reduce a la prostitución, de los sufrimientos horrorosos que les hace padecer. La lucha contra la prostitución no es para defender la monogamia, la fidelidad conyugal, la función exclusivamente reproductiva de la actividad genitales; es para defender la libertad, la integridad sexual, la vida, la dignidad, el derecho a la igualdad de las mujeres en situación de prostitución, quienes, por supuesto, en ningún caso son consideradas culpables por el abolicionismo, sino víctimas de la situación de degradación cotidiana en la que se encuentran.

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Opinador
Por Emanuel - Thursday, Jun. 09, 2011 at 9:48 PM

Opinador:

Antes que nada, quiero aclarar que no soy un Torquemada que pretende impedir a las mujeres el libre ejercicio de su derecho a prostituirse.

Coincido con vos en que ningún ser humano nace para vivir de un salario.

Posiblemente le esté errando el vizcachazo al hacer referencia a que sólo me contestaron varones. Las mujeres tambien tienen posturas complacientes con la prostitución. Pero la reacción de rechazo al abolicionismo es más fuerte en los varones. Y supongo que tiene que ver con milenios de Patriarcado. Pero acepto que quizá no sea importante.

Respecto a lo de "manifestar la voluntad de salirse de algo" reitero lo que le escribí a El Oligarca: las mujeres en situación de prostitución en su mayoría desean salir de esta situación; no desean más facilidades para prostituirse, sino oportunidades reales de capacitación y empleo. Cuba del '59 y Suecia del '99.

Cité números de otros países porque acá no hay, hasta donde conozco, estudios estadísticos sobre el tema. Pero en todos lados es igual. Y coincido con entrecomillar la voluntad de las mujeres no-cautivas. Hay un sinnúmero de situaciones, en las cuales a las niñas y a las mujeres se les hace creer que esa es su única opción, que nacieron para eso y que no sirven para otra cosa. Y abuso sexual en la niñez, mujeres que se liberan de los proxenetas y no encuentran como insertarse o reinsertarse en el mercado laboral, etc. Y acá pesa más el Patriarcado, que antecede en varios milenios al Capitalismo, que este último.

Categorizar o no a la prostitución como trabajo no es una cuestión menor. Cómo categorizarla es sentar una postura sobre su legitimidad o no.

Tampoco creo que la situación debe ser llevada por fuera de las mujeres afectadas. Pero que la agenda la fijen las ONGs financiadas por los gendarmes del sistema (ONU, FM, Estados, Fundaciones várias, etc.) no es lo mismo a que sean las mujeres afectadas. ¿No te hace ruido que se ningunee a las organizaciones de mujeres en situación de prostitución abolicionistas? ¿Qué, por ejemplo, no haya plata desde esos lugares para AMMAR Capital? La ONU y demas gendarmes financian y le dan micrófono y legitimidad a las ONGs que se avienen al discurso reglamentarista, una gran parte de las cuáles la ONU, etc. arman, mientras que a las otras las cooptan.


Agradezco tus aclaraciones conceptuales en cuanto a plusvalia, dicho sin ninguna ironía. Reelaborando en base a ellas lo que escribí, reitero que la prostitución nunca es un trabajo. En las relaciones laborales en un marco capitalista vendemos nuestra fuerza de trabajo, independientemente de la extracción o no de plusvalìa. Vender nuestra fuerza de trabajo no es vender nuestro cuerpo. No vendemos nuestra integridad psico-física; como reza una vieja consigna feminista "Somos nuestros cuerpos". La prostitución es eso, vender la integridad, para ponerlo de una manera un poco esquemática.

Supongo que si la única definición pertinente de trabajo esclavo es la que has dado, la prostitución no siempre cabe allí. Pero tampoco le cabe el concepto de venta de fuerza de trabajo. Se entrega algo más que eso.

Respecto a mi situación laboral, que no sé a que viene, he trabajado muchos años para diferentes patrones, en relación de dependencia, y jamas le extraje plusvalía a nadie. Quizá tu pregunta apunte a que pensas que si alguien afirma que el trabajo asalariado es más liviano que la prostitución, es porque desconoce el rigor de la relación de explotación capitalista.

En cuanto a lo de la cosificación como rasgo del Capitalismo, hay una diferencia radical en cuanto a vender tu fuerza de trabajo, y que otro disponga a su capricho que hacer o dejar de hacer con los orificios de tu cuerpo.

Lo de los rasgos postraumáticos está desarrollado en dos textos que voy a postear. Uno es extranjero, el otro argentino. A ellos me remito. Repito: leo estadísticas de todos los lados dónde se realizan; acá no se han hecho hasta donde conozco. He hablado con mujeres en situación de prostitución, pero no sé hasta que punto es relevante. Me imagino, posiblemente me equivoque, que sos marxista, y que, por lo tanto, le das un lugar destacado al conocimiento científico, por sobre el meramente empírico. Que uno haya hablado con 10, 100 o 1000 mujeres en situación de prostitución, no tira abajo los estudios científicos que han abordado el tema y contradicen lo que esas mujeres hayan dicho. Y los jubilados, hasta donde sé, no presentan rasgos de estres post-traumático relacionados con su vida laboral, al menos no en el grado o calidad de las sobrevivientes de prostitución. Lo cual no significa que el trabajo asalariado no sea la basura que es.

Nadie va a zafar de nada malo porque se diga "mujer en situación de prostitución" en lugar de "trabajadora sexual". Escribí que era insuficiente, pero imprescindible. Pero lo inverso, legitimar la cosificación del cuerpo de la mujer, sí perpetua la violencia. Y si es importante cómo se conceptualiza.

El mote "trabajadora sexual", no salió de las mujeres en situación de prostitución; salió de los Think Tanks, como medio para combatir los avances feministas. Y generalmente, las mujeres que lo usan y alguna vez estuvieron en situación de prostitución, ya no lo están, sino que ahora estan a sueldo de alguna ONG.

Una cosa es denunciar y combatir los códigos contravencionales - por cierto, el abolicionismo condena toda forma de penalización de la mujer prostituida -, y otra es usar esa lucha, para legitimar el consumo de cuerpos y la cosificación de la mujer.

Ya que las únicas reivindicaciones legítimas son las de las personas que son prostituidas, te invito a conocer otras voces, puntualmente podes empezar con AMMAR Capital.

Y no soy un iluminado (no soy leninista) ni soy moralista. No estoy en contra de la prostitución porque la fornicación o el adulterio sean pecados contra Jehová. Estoy en contra porque es una forma extrema de violencia contra las mujeres.

La prostitución es violencia en sí misma. ¿O vos crees que en Santa Fe o Entre Ríos, donde está derogada la figura de "prostitución escandalosa" las mujeres prostituidas no padecen violencia?

No pretendo imponer ningún discurso por sobre las implicadas. Pretendo mostrar que hay otra postura distinta de la que si está impuesta - ¡y cómo! -, el reglamentarismo. Y esa postura, el abolicionismo, es sustentada por mujeres en situación de prostitución.

Repito, el Patriarcado es varios milenios anterior al Capitalismo. El hipotético agotamiento del Capitalismo, no implica necesariamente el fin del Patriarcado. La mirada reglamentarista del progresismo, la izquierda, ciertos sectores feministas, etc., hacen temer eso.

Acá hay muchas cosas muy graves en juego: la vida de millones de seres humanos. El reglamentarismo presenta la prostitución como un horizonte de vida deseable, cómo una forma de libertad de la mujer. Y en los hechos es exactamente lo contrario.

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"La otra tortura" de Magdalena González
Por Emanuel - Thursday, Jun. 09, 2011 at 9:50 PM

El link es http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-52127-2005-06-09.html



Jueves, 9 de junio de 2005

PSICOLOGIA › MUJERES EN SITUACION DE PROSTITUCION
La otra tortura

Más allá de toda fantasía sobre la prostitución, la investigación de una psicóloga sobre casos concretos indica que “estas personas, cuyos cuerpos son invadidos permanentemente, a través de los años sufren consecuencias de tal gravedad que sólo son comparables a las de quienes han sufrido tortura física y psicológica”.


Por Magdalena Gonzalez *

Cuando era estudiante visité, en el hospicio de mujeres de Lomas de Zamora, el pabellón de mujeres que habían estado en situación de prostitución. Me llamó la atención que fueran tantas. Cuando le pregunté al director, me contestó: “Son muchas por las cosas que les hicieron y que les hicieron hacer”.
Ya como psicóloga, a partir de relatos de pacientes, hombres y mujeres, en el consultorio y en el hospital, pude conocer, entre otras inequidades de género en nuestra cultura, la apropiación masculina del cuerpo de la mujer.

Es sabido que una ideología instalada valora como masculinas ciertas actitudes de coraje, decisión, iniciativa y poder sobre el otro/a. Por este motivo, los sentimientos de temor, incertidumbre, humillación que puedan tener los varones son reprimidos o inhibidos o, si llegan a hacérseles conscientes, les producen vergüenza. Estas vicisitudes se traducen frecuentemente en violencia, y una forma habitual de descarga es la relación sexual como actuación de mandatos inconscientes o creencias conscientes. La violencia padecida por el varón, cuando se la inflige otra persona o él está en circunstancias de impotencia, deriva hacia el sexo violento. Esta necesidad sexual masculina a la que se le atribuye el carácter de apremiante, inaplazable, es, en el imaginario social, uno de los motivos que justifica el prostituir a las mujeres.

Por parte de la mujer, en no pocos casos existe una falta de apropiación de su cuerpo y de su sexualidad. Esto impide un buen proceso de autonomía, dando lugar a un yo frágil e indefenso, con el permanente temor a la pérdida del afecto del otro y a la pérdida de la relación.

De la Asamblea Raquel Liberman tomé el concepto de “mujer en situación de prostitución” – que ubica esta actividad como algo de lo que se puede salir – y el criterio de llamar “prostituyente” al cliente, ya que de su solicitud depende la situación. El cumplimiento de los deseos del prostituyente produce, en algunas mujeres, el orgullo de ser “una verdadera puta”. En las mujeres más que en los hombres es frecuente la actitud de anticiparse a la realización del deseo del otro, y en algunos casos llega a producirse una desapropiación del propio deseo: su deseo consiste en la realización absoluta del deseo del otro. Por su parte, el prostituyente, el cliente, valora narcisísticamente esta anticipación, esta particular servidumbre sexual, y la refuerza. El prostituyente disocia a la persona y la ve como si fuera un objeto, la des-humaniza y disocia sus propios sentimientos de su sexualidad. En la mayoría de los casos de prostituyentes, uno de los móviles es el abuso de poder, la voluntad de someter.

Del mismo modo, el cafishio – llamado en el ambiente “marido” – lleva al extremo el poder sobre la mujer, entre amenazas y ofrecimiento de protección, en una relación de dominación a veces absoluta: “No sos nada”, le dice. Ella misma está negada como persona – “A quién le importo”, “Una puta no es nada” – y sólo le resta el ser utilizable por el dinero que proporciona. Pero a la vez se le hace sentir que ella no tiene valor. Incluso hay mujeres que jamás tocaron dinero, no pasa por ellas.

También es paradojal la situación que se da cuando los propios padres de la mujer, para ser mantenidos, retienen como rehén a un hijo de ella con la excusa de estar “cuidándole el chico”. Estas y otras situaciones paradojales van socavando en estas mujeres la posibilidad de pensamiento necesaria para desarrollar sus propias vidas de modo autónomo.

Ya el hecho de tener obligadamente múltiples relaciones sexuales durante cada jornada constituye vejación. Esto queda claro cuando algunas prefieren realizar la práctica en la calle, donde por lo menos pueden elegir a los clientes. Por otra parte, cada cliente solicita o exige la realización en acto de sus fantasías en el cuerpo de la mujer o exige que ella presencie actos sumamente perturbadores. En uno u otro caso habrá sufrimiento corporal y psicológico y deterioro de la relación con el mundo externo. Teniendo en cuenta que el Yo es ante todo corporal, el daño al cuerpo es un daño a la totalidad de la persona y será necesario el cese de la práctica o la asistencia, para que pueda producirse una reflexión. Sin estas condiciones es imposible la elaboración de semejantes hechos traumáticos y también es difícil que puedan elaborarse las fantasías depositadas en sus cuerpos por ellas mismas y por los otros de la sociedad.

Pude observar que, independientemente de las diferencias individuales, estas mujeres, además de padecer una disociación entre su racionalidad y su afectividad, tienen una enorme dificultad para dirigir sus impulsos, y una tendencia a veces extrema a refugiarse en la fantasía. En muchas aparece una tensión intrapsíquica que llega a impedir casi totalmente su capacidad de reflexión. Padecen enorme temor a las relaciones interpersonales, sobre todo donde se juegue la afectividad. Paradójicamente tienen marcada dependencia afectiva, y también un gran rechazo a su propia sexualidad: no ponen en juego su sexualidad en la práctica, o sea, no incluyen su cuerpo erótico sino el cuerpo físico –éste, incluso, disociado de su mente– y por lo tanto no hay deseo sexual, en la mayoría de los casos ni siquiera con el hombre al que quieren.

Sufren repetidas angustias por baja tolerancia a la frustración y sentimientos de culpa que, en algunos casos, se relacionan con que, habiendo sido abusadas cuando niñas, se hicieron cargo de esa culpa que no les correspondía. Y se sienten culpables por realizar una actividad que, aunque es tan inducida por la sociedad, está tan censurada por ella.

Aparecen también tendencias a negar la realidad, por la falta de recursos para poder operar sobre ella. Por el mismo motivo aparecen tendencias agresivas que reprimen y que, a veces, son actuadas contra sí mismas produciendo síntomas orgánicos.

En la mayoría de los casos se observa que sienten temor a la desestructuración y fragmentación; sufren ansiedad referida a la sexualidad masculina; tienen tendencia a la fabulación y vivencia de hostilidad con inclinación al aislamiento como mecanismo de defensa. Se genera una depositación de sus deseos de realización en sus hijos, como intento de reparar a través de ellos sus propias historias. Esto puede presentarse bajo la forma ambivalente amor-odio.

En lo corporal sufren frecuentes jaquecas, hemorragias menstruales y, por el contacto, dolores crónicos de todo el cuerpo – sobre todo mamas y genitales –, desgarros múltiples de vagina y recto, VIH y sida. También he recibido permanentes comentarios sobre suicidios de compañeras.

Al estar dificultada la mediación del pensamiento, se generan conductas compulsivas que no les permiten elegir adecuadamente. Por lo tanto, tienen obstaculizada la elaboración de duelos y, más aún, la salida de la prostitución. La sintomatología sigue agudizándose por la acumulación de situaciones graves sin elaboración.

Tan espantoso

En algunos casos, no se trata para el hombre de tener una aproximación sexual sino de poder relatarle cosas que los desbordan, pero esto no se basa en la confianza sino que es una circunstancia más del ejercicio de control y dominio sobre ella, ya que la coloca en la obligación de tolerar todo tipo de relatos, a veces muy angustiantes y perturbadores, por haber cobrado su hora. El varón daña a estas mujeres al descargar sobre ellas sus sentimientos displacenteros valiéndose del anonimato.

Por otra parte, estas mujeres muestran una falsa fortaleza yoica, con actitudes de desparpajo que ocultan su extrema indefensión. Necesitan realizar un simulacro ante los prostituyentes y su disociación se incrementa aún más, ya que para resultar atractivas fingen ser fuertes. He comprobado de distintas maneras que estas personas, cuyos cuerpos son invadidos permanentemente con esas prácticas, a través de los años sufren consecuencias de tal gravedad que sólo son comparables a las de personas que han sufrido tortura física y psicológica.

Para realizar una elaboración mínima, sería necesario que pudieran reflexionar y hacer un relato sobre las actividades a las que están sometidas, pero esto generalmente se ve impedido porque no les es posible tolerar la angustia. Un ejemplo es este comentario que hizo Adriana: “Una vez, un grupo que estábamos reunidas a la madrugada porque no había clientes, quisimos imaginar con cuántos hombres se había acostado cada una. Fuimos imaginando micros llenos de hombres, para poder tener una idea, pero nos sentimos muy mal y algunas se descompusieron. Fue tan espantoso que nunca más tocamos el tema”.

El retiro de esa actividad siempre es difícil, aunque siempre deseado. Para poder retirarse, deberían liberarse de los proxenetas, cuestión que a muchas se les plantea como inimaginable porque viven en un sistema de cautiverio que coadyuva a que se produzca un deterioro a veces total de su relación con el mundo externo. Tras retirarse, en algunos casos las mujeres sufrieron durante años graves depresiones y fobias. En otros casos, después de breves períodos de interrupción, volvían compulsivamente a la práctica ya que, sin ningún tipo de asistencia, la intensidad de la angustia por el proceso de elaboración se les volvía insostenible.

* Extractado de un trabajo que será publicado en Topía revista. Psicoanálisis, sociedad y cultura.



LOS QUE “RECLUTAN” PARA LA PROSTITUCION
“Vos para trabajar no servís”

Por M. G.


En las investigaciones realizadas encontré que, en la gran mayoría de los casos, las mujeres en prostitución provenían de familias donde se vivían situaciones de violencia. Transcribo el testimonio de una mujer a quien llamaré Lily: “Mis padres son testigos de Jehová. A mí y a mi hermana nos castigaban corporalmente. Empecé a estudiar un profesorado que ellos habían elegido para mí, pero a los ocho meses me rebelé y dejé de estudiar. Les planteé que quería ser una chica como las demás; tener un jean, los ojos un poco pintados, nada del otro mundo. Comenzaron las discusiones todos los días, ellos siempre metiendo a Dios en el medio. Al final, mi viejo me echó. Me hice un bolso y, cuando entré a la pieza de mi mamá, le dije: ‘No te olvides que soy tu hija’. Me contestó que me dejaba en manos de Dios. Viví un mes en un auto abandonado, por Flores, hasta que me rajaron los vecinos. Me alimentaba de la basura de las pizzerías. Una madrugada, en la estación Once, una prosti se sentó al lado mío y me dio una factura. Empecé a hablar con ella. Me llevó al hotel donde vivía. Ahí me hizo bañar, me dio de comer y dormí en una cama. A la semana, yiraba en la calle con ella. Me levantó la cana, estuve en el Departamento de Policía una semana. Mis viejos no aparecieron. Cuando por fin salí, me fui a laburar a un sauna”.

Lily sufrió distintos tipos de violencia de sus padres: y, cuando les planteó su anhelo de ser una chica como las demás, ellos consumaron uno de los actos más temidos para cualquier joven, la expulsión del hogar. La sociedad repite la violencia cuando no le permite permanecer en el único lugar que había conseguido y no la provee de algo mejor. Finalmente, la mujer que la ampara, ella misma en prostitución, le ofrece lo que ella tiene, su casa, su comida y su práctica. Esta fue la “posibilidad de elección” de Lily.

En casi todos los casos estudiados, estas mujeres realizaron sus “elecciones” ya desde la niñez, condicionadas por situaciones externas e internas. Es decisivo el enlace con el mundo de la prostitución mediante los reclutadores, personajes claves del ámbito del proxenetismo: la enorme mayoría de las mujeres llegaron a la situación de prostitución inducidas, cuando no obligadas, por ellos.

En algunos casos –se trata de chicas menores de edad–, el que inicia a la joven es el propio padre o la madre. En América latina hay un dicho atroz: “Donde hay hembras no hay hambre”. Se las hace cargo, desde tempranísima edad, de la enajenación total de su persona para conseguir el sustento de sus padres y de sus hermanos varones.

Otro tipo de reclutador se pone de novio con ella y, entre seducción y presión, le pide que “atienda a algún amigo” o la conecta con un prostíbulo.

La prostitución es abuso porque la mujer no elige libremente sino que llega a eso: a veces, para no morir de inanición; otras, porque se la convenció de que es para “lo único que sirve”; o bajo amenaza, o por manipulación del proxeneta, o por secuestro, o por mandato inconsciente. Por ejemplo, una de las madres de estas mujeres le había dicho a su hija: “Acá hace falta plata: hay que trabajar o hacer la calle, y vos para trabajar no servís”. Otra, modista de alta costura, desde que su hija era niña la vestía como a una de sus clientas ricas, y le decía: “Sos una muñequita de lujo para usar buena ropa y tomar champagne”. En estos casos las madres son sostenedoras inconscientes del paradigma patriarcal.



“Lo hace porque le gusta”

Comentaré opiniones emitidas en grupos motivacionales de hombres y mujeres de distintas edades y sectores sociales.

Grupo de hombres: “Les gusta la plata fácil”. En realidad, es una plata sumamente difícil; puede llegar a ser obtenida rápidamente, lo cual no es lo mismo. “Son mujeres muy ardientes que necesitan muchas relaciones con los hombres”: lo cierto es que, como consecuencia de su actividad, ya no tienen sensibilidad alguna. “Un hombre puede pasar por cualquier cosa y siempre es un hombre; una mujer, cuando cayó, ya no se levanta más”: paradigma del castigo patriarcal contra la mujer. “No me digas que lo hace solamente por dinero: es porque le gusta”: estas fantasías de una sexualidad desbordante coinciden con las que socialmente hay respecto de los hombres.

Grupo de mujeres: “Tiene más que ver con la cosa salvaje de uno”; “Ella es más viva que cualquiera”; “Podés obligar a alguien a hacer lo que vos querés, haceme sentir tal cosa y chau”: proyecciones y negaciones que confunden el rol de la mujer en situación de prostitución con el rol del cliente. “La prostitución tiene que existir porque, si no, esos hombres estarían violando a nuestras hijas”: además de que los violadores no tienen relaciones con mujeres en situación de prostitución, esta frase manifiesta cómo la prostitución es funcional al sistema.

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"Patio de atrás del sexo" de Magdalena González
Por Emanuel - Thursday, Jun. 09, 2011 at 9:52 PM

el link es http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-127578-2009-07-02.html

Psicología | Jueves, 2 de Julio de 2009

“Claves para la existencia de la prostitución”
Patio de atrás del sexo

La autora examina “el imaginario social prostituidor” y la fantasmática patriarcal masculina que sostienen la explotación sexual de mujeres.

Por Magdalena González *


Una vez fundada Roma, Rómulo convoca a gente de otras comarcas para poblarla. En su mayoría concurren delincuentes, buscando mejores oportunidades que las que tienen en sus pueblos. No asisten mujeres. Entonces, los romanos convocan a los pueblos vecinos a una gran fiesta, pero estos vecinos, advertidos de la peligrosidad de los romanos, no aceptan la invitación. Sólo los sabinos, gente trabajadora y guerrera, llegan al festejo. Según un plan preconcebido de apropiación, en determinado momento los romanos se lanzan sobre las mujeres jóvenes y las secuestran. Tiempo después los sabinos, habiendo preparado su ejército, vuelven para rescatarlas. Pero ya las jóvenes estaban embarazadas o habían parido hijos y “quedarían unidas con ellos por el vínculo más dulce que pueda enlazar a los seres humanos, el de la maternidad. Debían por consiguiente moderar su rencor y dar sus corazones a aquellos a quienes la suerte había hecho dueños de sus personas” (Tito Livio, Historia de Roma, Madrid, ed. Spes).



“Los mitos cumplen una doble función en la cultura, el intento de respuesta a los enigmas que nos presenta la vida y el ocultamiento de la violencia para la justificación de algún sistema social” (New Larousse Encyclopedy of Mithology, Hamlin, Londres): es necesario no perder de vista ni la riqueza de la ficción alegórica ni la justificación y el ocultamiento de los sistemas opresivos que portan los mitos, por ejemplo el mito del Rapto de las Sabinas sobre la fundación de Roma. Su argumento refuerza a las mujeres en un lugar que aún ocupan: el de tolerar la violencia de la apropiación indebida; reforzar la unión hombre-mujer sin objeción posible de parte de ella en función de un rol que debe estar por encima de todo: la maternidad.



Este modelo de abuso, de violencia, de apropiación y de engaño es el que sostiene la explotación sexual a lo largo de la historia.



Es sólo un ejemplo de los mitos patriarcales que impregnan nuestra cultura, manipulando las mentes de los sujetos para lograr apropiarse de las riquezas de los pueblos y los cuerpos de las mujeres, que operan como mercancía: un bien más. Esto nos introduce en el tema de las mujeres como preciado botín para satisfacer a ese tipo de cultura. Según Marx, no entran ni siquiera como valor de cambio, sino de uso.



Esta característica de uso se conecta con la apropiación de las mujeres en general y, en el extremo de este continuo, prostituirlas.



Hay factores que son clave para la existencia de la prostitución:



- El sistema patriarcal productor y reproductor de la opresión, esclavización y muerte de mujeres, y básicamente de las mujeres a quienes prostituye.



- La demanda del prostituidor cliente, que determina la existencia de la prostitución.



- El imaginario social prostituidor.



- Las crisis económicas.



- El capitalismo en su fase neoliberal, como productor de esclavitud.



- El prostituidor reclutador, personaje clave para destruir la resistencia de las mujeres con el objeto de ingresarlas a la prostitución, llegando incluso al secuestro. Estos personajes, mediante extraordinarias maniobras manipulatorias que, como dice Masud Kahns refiriéndose a los sujetos perversos (Alienación en las perversiones, ed. Nueva Visión, 1987), exigen y consiguen de sus víctimas “la suspensión de la discriminación y la resistencia, en todos los niveles de la culpa, la vergüenza y la separación”.



- La globalización que propicia las redes internacionales de tráfico, produciendo el brutal incremento del secuestro, tráfico y muerte de jóvenes, niñas y niños.



- Los medios de comunicación masiva, que inducen y ofrecen modelos sexuales prostituidores, actuando sobre el imaginario social y favoreciendo la dominación proxeneta. Así se consolida la opinión pública afín a la prostitución, y se genera también su expansión, produciendo en este caso una réplica masiva de lo que hacen los proxenetas, en lo individual, para socavar la resistencia de las mujeres que prostituyen.



- El tráfico de mujeres avalado por los Estados y el sistema patriarcal-neoliberal favorecido por la globalización pretenden hacer pasar la explotación sexual como si fuera trabajo, buscando legalizar el poder obtenido mediante la violencia y el secuestro, y así incrementar aún más sus ganancias.



- La participación de sectores de los gobiernos vinculados a las redes de tráfico de mujeres que, a su vez, se relacionan con los demás tráficos (drogas, armas, etcétera).



El imaginario social prostituidor es una muestra de lo instituido. Veremos cómo la mujer está colocada en el lugar del goce del otro, no en el lugar del deseo del otro, en algunos comentarios de un grupo de hombres entre 26 y 36 años, en el curso de una investigación de imaginario social realizada con técnica de grupos motivacionales.



“Un cliente se transforma en un cliente porque paga. Está haciendo una transacción comercial.” Cuando una persona está cometiendo abuso de otra, el pago por el abuso no lo transforma en acto comercial; es un acto que priva a la otra persona de su lugar de sujeto, por lo tanto de sus derechos humanos. El pago, así, es un acto de perversión: no se pueden comprar personas.



“La mujer de uno no puede hacer cosas que la prostituta puede hacer.” La mujer en situación de prostitución tampoco puede “hacer cosas” sin sufrir daño, agravado en el caso de ella por la frecuencia y por la diversidad de prácticas perniciosas que se le exige que cumpla.



“Hay cosas que moralmente no se hacen con una persona querida, pero que con una prostituta ni lo pensás porque está para eso, no lo vas a hacer con la madre de tus hijos.” Aquí encontramos dos aspectos disociados en la cultura patriarcal y en el individuo: la sexualidad cosificadora y el amor; el primero, depositado en la mujer prostituida, y el segundo en la mujer-madre. Además, se trata de una doble moral. Lo que él considera inmoral de sí mismo se lo impone a la mujer prostituida, obligándola porque le paga, y deposita en ella su propia inmoralidad. Lo que para estos varones no es “moral” con la persona querida es su sexualidad de dominio: con la mujer a la que prostituyen, esa “inmoralidad” queda negada.



“Yo no creo que la prostitución sea un mal. Es un mal que se lo haga público, porque puede afectar a tu familia. ¡Si vos tenés una hija y ve por la tele que se gana tanta plata haciéndolo! Y no se ve que se las atormente todo el año.” Este varón entiende que sería un mal si una hija de él cayera en esto, pero no considera que sea un mal para las que no son cercanas a él. Tiene conocimiento de la realidad: sabe que ganan plata; también sabe, pero en forma sepa- rada, que es “un tormento”. Con esa disociación justifica la acción del prostituidor y el sistema proxeneta.



“El hombre puede recurrir a la prostituta por necesidad sexual o porque le gusta. ¿Sabés por qué? Por la fantasía que uno tiene, tal vez tu novia no te hace ciertas cosas. Y vos sabés que a la otra mina le decís ‘Hacé esto’ y lo hace, porque vos le estás pagando. No te van a decir: ‘No, yo no lo hago’. Y es una fantasía que el tipo quiere que se le cumpla. Mis amigos fueron todos porque dicen que son tremendas. Bah, tremendas en el sentido de que hay morochas muy lindas. Las brasileñas son muy lindas, y las venezolanas.” Cuando este hombre expresa “‘Hacé esto’, ella lo hace porque le estás pagando”. El imaginario social prostituidor es una muestra de lo instituido. Veremos cómo la mujer está colocada en el lugar del goce del otro, no en el lugar del deseo del otro, es lo “tremendo” de sus fantasías pero, sobre todo, lo excita saber que ella está obligada a realizarlas: otra vez vemos la sexualización de la inermidad y del ejercicio del poder. Pero él no lo reconoce en sí mismo. Lo “tremendo” es desplazado y depositado en ella. El mismo hace un intento de rectificación poniendo el énfasis en la belleza cuando dice: “Bah, tremendas... son muy lindas”.



“Ahora que las mujeres se liberaron, uno no tiene necesidad de ir y pagar. Te ahorrás el costo.” Este joven ironiza sobre el rol de la joven que se avenga a mantener relaciones sexuales, y en general sobre la liberación sexual de las mujeres: es mal visto que ellas elijan libremente acerca de su comportamiento sexual, porque de esa manera ellos pierden el control, y muchos hombres no toleran esa pérdida, pues no accedieron a una independencia interna tal que les permita relaciones de paridad y confianza. Nuevamente vemos cómo se equipara a las mujeres liberadas del control masculino con “putas”, que en este caso no les cobran. La libertad sexual de las mujeres es entendida e implementada por estos varones como la ventaja que ellos tienen ahora para acceder a relaciones sexuales; las consideran aptas para actos sexuales casuales, con la connotación de desechables. Es otra instancia de control y dominio.



No obstante, el prostituidor-”cliente” puede necesitar a alguien que lo mire en su acto: exige un ser humano, él sabe que ella no es una cosa, pero su goce consiste precisamente en rebajarla a una condición de uso: la trata como objeto, pero espera y exige que ella, como persona, ponga la mente y el cuerpo a su servicio. Necesita de la sensibilidad de ella para satisfacer su goce, es decir, su destructividad; y la necesita, además, como testigo de su acto. Trata a las personas, sabiendo que son personas, como si no lo fueran; denigra a la mujer en tanto ella realiza actos humillantes: ese acto denigratorio, el acto de destruirla como sujeto, le produce placer.



A veces buscan mujeres por su belleza o por su educación. Estos casos evidencian que valoran a la mujer como botín: lo que ellas representan. El nexo es emblemático: él, si “la tiene”, participa ilusoriamente de las características de ella.



Este lugar desde el cual se puede acceder a la degradación del otro produce la degradación del varón en cuestión como sujeto mismo (S. Freud: “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”). Por eso la existencia de la prostitución y, en este momento, su expansión, tienen graves efectos en la cultura y la sociedad.



Es necesario advertir sobre las consecuencias que tienen estos comportamientos en las mujeres prostituidas (Magdalena González, “La otra tortura”, Página/12, sección “Psicología”, junio de 2005). En muchos casos, estas consecuencias son comparables a las de las personas que han sufrido tortura física y psíquica, llegando al suicidio; también, a ser víctimas de asesinato por parte de los proxenetas y prostituidores-”clientes”.



Además de los casos de prostituidores-”clientes” que, en formas difíciles de imaginar, torturan a mujeres en situación de prostitución, en todos los casos se da el proceso de desubjetivización, lo que dos mujeres en prostitución describen así: “Los clientes a veces te tratan bien, pero siempre te dan a entender que vos sos lo que sos, nunca vas a ser otra cosa”; “Te sentís basura, ellos te dejan su mierda adentro”. Esto es considerado por Jacques Lacan el peor lugar: ser objeto del goce del otro. Las mujeres sometidas a la situación de prostitución estarían, no en el lugar de objeto de deseo, sino en el lugar de objeto de goce sádico.



El o la proxeneta han manipulado a la joven reclutada para que ilusione estar en el lugar de “la piola”, mientras ocupa el lugar de resto para ellos, para los clientes y para la mayor parte de la sociedad. Ellas viven esa dualidad mediante un proceso de renegación, intentando sostener la ilusión, pero cuando logran integrarse y de-silusionarse, lo expresan así: “Las gilas somos nosotras”.



Se viene incrementado la exigencia de los prostituidores-”clientes” a los proxenetas: así, pueden requerir mujeres cada vez menores, hasta niñas y niños pequeños. La falta de límites ha ido más allá del horror: hay varones que solicitan y obtienen bebés para abusarlos sexualmente. En estos casos está bien claro que lo que cuenta es, antes que una atracción sexual hacia los niños como tales, el goce de la inermidad, la inocencia, el sufrimiento del sujeto, el poder ejercido sobre criaturas victimizadas que ni siquiera saben qué está sucediendo.



Dice una mujer en prostitución (Integrante de Ammar, Asociación Argentina de Mujeres Meretrices Argentinas): “No hay diferencia entre la prostituta de lujo y las de la calle: los golpes son los mismos golpes, las quemaduras son las mismas quemaduras”. Y otra mujer, prostituida en el más alto nivel social y económico, dice: “En esto, límites no hay”.



Se trata de la exploración perversa, sin límites, del otro (contando con la impunidad conferida), y el deseo de dañar, de herir, de vejar la inocencia. No existe, en tal falta de límites, sino la comprobación de un poder. No hay ley psíquica y no hay peligro desde la ley social: la sociedad no la procesa esta destrucción, la reproduce, y la depredación de los más débiles no tiene freno.



En el interjuego permanente entre la sociedad y el individuo, la prostitución, como las guerras, puede verse como una forma social de la pulsión de muerte. Y podemos preguntarnos, desde la teoría freudiana: ¿es la prostitución una forma degradada de la pulsión de muerte? ¿Es el “patio de atrás” de la sexualidad?



En el mundo, anualmente, alrededor de cuatro millones de mujeres y niñas son ingresadas a la prostitución. En la Argentina, cientos de ellas son secuestradas y desaparecidas por las redes de proxenetas, y muchas han sido y están siendo asesinadas. Como expresaron los jueces del Juicio de Nuremberg sobre los crímenes de lesa humanidad, no se trata de problemas individuales, sino de un sistema que los produce.



* Convocante de la campaña “Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución” / publicacionmg@yahoo.com.ar

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"Prostitución, tráfico y estrés postraumático" de Melissa Farley
Por Emanuel - Thursday, Jun. 09, 2011 at 10:00 PM

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Prostitución, tráfico y estrés postraumático
Melissa Farley


Para la inmensa. mayoría, en el mundo de las mujeres prostituidas, prostitución y tráfico son la experiencia de haber sido perseguidas, dominadas, acosadas
sexualmente y agredidas. Evelina Giobbe escribió sobre la experiencia:

Ser una prostituta es ser un objeto en el mercado: una pantalla de blanco tridimensional sobre la cual los hombres proyectan y exponen su dominación sexual. Dado que la palabra “prostituta” no implica una “profundidad de identidad”: es la ausencia de identidad: el robo y el posterior abandono de uno mismo. Lo que queda es esencial para el “trabajo”: la boca, los genitales, el ano, los pechos... y la etiqueta.

Mis colegas y yo entrevistamos a mujeres, adolescentes, hombres y transexuales en el ámbito de la prostitución en Canadá, Colombia, Alemania, Méjico, Sudáfrica, Turquía, USA y Zambia. En 9 países y 5 continentes, encontramos que la violencia física y emocional en la prostitución es arrolladora. Hay índices extremadamente altos de violadas, agredidas físicamente y sin techo entre las mujeres en la prostitución. Incesto, agresión sexual, abuso verbal, persecución, violación, apaleamiento y tortura sexual – son todos ellos parte de la explotación que es la prostitución. Casi todas las mujeres prostituidas son asaltadas físicamente, y al menos las tres cuartas partes son violadas cuando se prostituyen.

Estas mismas cosas pasan a las mujeres prostituidas sin importar que la prostitución sea legal, ilegal en parte, controlada por el estado, discriminada, parcialmente discriminada, o totalmente criminal. En Holanda donde la prostitución es legal al 60% fueron físicamente asaltadas y el 79% fueron prostituidas como resultado de coacción. Cualquiera que sea la ubicación física, la prostitución causa gran daño a las mujeres. Al margen de que el lugar de la prostitución sea interior o exterior, las mujeres prostituidas son constantemente violadas. Las mujeres en Chicago denuncian que han sido violadas frecuentemente tanto mientras ejercían la prostitución bajo techo como en la calle. El tráfico es simplemente la forma global de prostitución. El daño de la prostitución es similar tanto cuando cruza una frontera legal internacional como cuando es trasladada para la venta con fines de actos sexuales desde Chiapas a Méjico ciudad, o desde Pórtland hacia Las Vegas.

La prostitución explota a las mujeres en su falta de alternativas y opciones de supervivencia. Discriminación sexual, pobreza, racismo, abuso infantil y abandono son las causas que inducen a las mujeres hacia la prostitución. La prostitución no se puede entender sin captar lo dañino del entramado del sexismo, pobreza y racismo. Estereotipos perjudiciales son aplicados a las mujeres de diferentes etnias o antecedentes raciales. Las mujeres son compradas o alquiladas en la prostitución basada en la raza, género, edad y estereotipos de clase. Vemos esos estereotipos operando en la casa de campo, donde hombres compran mujeres de diferentes razas y diferentes países de origen que están a la venta en áreas diversas del parque.

La marginalización racial y étnica incrementa la probabilidad de la explotación de mujeres en prostitución. Alrededor del mundo, un número desproporcionado de mujeres indígenas está prostituyéndose. Cuando comparamos Maoríes Neocelandeses con Neocelandeses de ancestros Europeos, encontramos que los Maoríes tienden a entrar en prostitución a edades más tempranas y que frecuentemente forman parte de población sin hogar.


Qué nos dicen los prostituidores de la prostitución sobre la prostitución

Cuando el prostituidor compra una mujer en USA, habitualmente no puede saber si ella es de la ciudad, del país, o extranjera. Una superviviente Coreana-Americana de la prostitución criada en Estados Unidos nos relata que fue forzada por su proxeneta a fingir un inglés pobre porque al prostituidor le gustaba. A ellos les gusta la imagen de lo exótico y de la vulnerabilidad del desprotegido. El prostituidor no pueden deducir exactamente de dónde proviene la prostituta, simplemente pide “algo diferente” .

Las mujeres prostituidas describen la prostitución como “violación pagada” y como “violación doméstica llevada al extremo”. Hay muchas similitudes entre prostitución y apaleamiento. Las mujeres que se prostituyen reciben múltiples palizas cuando las mujeres no-prostitutas reciben una. Ser pegada por un prostituidor o por un proxeneta es como ser pegada por un marido o un novio. Las mismas partes del cuerpo son apaleadas. Suceden las mismas violaciones. Las mismas palabras son arrojadas hacia ellas. Maltratadores, como prostituidores, utilizan verbalmente el odio racial y sexista para transformar a la mujer en un objeto, así les pueden hacer cualquier cosa impunemente. Los mismos métodos de control empleados por los maltratadores en contra de sus parejas son utilizados por los proxenetas y los que viven a costa de la prostituta: abuso verbal, minimización y negación de la violencia física y abuso, explotación económica, aislamiento social, amenazas, intimidaciones, violencia física, acoso sexual y cautividad.

Odette Levy, Adam Ruiz y otros colaboraron para la Investigación sobre Prostitución y Educación, entrevistaron a 142 prostituidores que eran de zonas urbanas y rurales de Estados Unidos y de Madrid, España. Esto forma parte del estudio internacional en curso sobre la demanda masculina de mujeres prostitutas. Estos hombres confirman lo que sus victimas nos han relatado a propósito de la prostitución y la pornografía. Un prostituidor explica que lo que hizo con la prostituta fue “alquilar un órgano durante diez minutos”. De esta forma, él eliminó su individualidad y su humanidad. Él la redujo a vagina, ano y boca. En la prostitución ella no tiene un nombre real; él hace que ella se convierta en partes despersonalizadas del cuerpo humano femenino. Las mujeres prostituidas se tornan en órganos para que él se vacíe en ellos, casi como un váter humano. Ella misma y esas cualidades que la definen como un ser individual, vienen a ser sistemáticamente atacadas y destruidas en la prostitución. Ella aprende a actuar la parte que el prostituidor quiere que actúe.

En la prostitución, se da una forzada transformación de la mujer, el prostituidor l la modela para que sea su entidad masturbatoria física y psicológica. Es necesario ser
gráfico, porque no se puede entender la prostitución y el tráfico a menos que no seas claro sobre lo que el prostituidor hace a estas mujeres. Existe un daño emocional arrollador que ocurre cuando chupas 10 penes desconocidos cada día. Existe un daño emocional arrollador cuando se es violada con una frecuencia de una vez a la semana, cuando se es brutalmente apaleada cada vez que no hagas las cosas que los proxenetas o los prostituidores te exijan.

Prostitución y tráfico requieren que todos los orificios de tu cuerpo sean invadidos diariamente, durante años, para el futuro; y eso que tienes que sonreír y decir que te gusta cuando un hombre maloliente y con la edad de tu abuelo te eyacula en la cara.

Muchos de los prostituidores a los que hemos entrevistado tienen en su conciencia una ligera idea de lo que exactamente puede significar para una mujer prostituirse. Uno de los hombres explicaba “[La prostitución] les quita una parte de ellas mismas que no pueden recuperar. No pueden mirarse al espejo”.

Los prostituidores entrevistados en España y en USA confirman lo que las mujeres nos han relatado sobre la prostitución. Los hombres describen la relación de dominación y subordinación que se establece con la prostituta. Un hombre nos contó, “La prostitución me dice que las mujeres valen menos que los hombres”. Otro explica, “En la prostitución, ellas pierden el derecho de decir no” durante el tiempo por el cual se ha pagado. Un tercer hombre no dijo que tiene clara la naturaleza de su relación con la mujer que compra: “He pagado por esto.

Tú no tienes derechos. Tú ahora estás conmigo”. Otro hombre declara:

Los varones se desquitan controlando a las mujeres... Si tú lo ves así, es violación pagada... Eres la persona dominante. Ella tiene que hacer lo que quieras.
Sven-Axel Mansson notó que los prostituidores suecos tienen más problemas que otros hombres en mantener relaciones con las mujeres. Nosotros hemos confirmado que es verdad. Como nos dijo un hombre, “Si tú no puedes comunicarte con tu pareja, puedes recurrir a una prostituta”.

Daños psicológicos resultantes de la prostitución
A este punto, el mejor modelo que tenemos para entender la prostitución es la violencia de género. Una mujer explica, “La prostitución es como la violencia de género llevada a su extremo”. Proxenetas y prostituidores utilizan métodos de coacción y control que son como aquellos empleados por los maltratadores: minimización y negación del abuso, control de todo su dinero, aislamiento social, abuso verbal, amenazas, intimidación, violencia física, acoso sexual y cautividad.
La prostitución casi siempre causa problemas psicológicos devastadores. La objetivación y desprecio dirigidos a los que se prostituyen son interiorizados y solidificados, dando como resultado una respuesta subconsciente reacia que es resistente al cambio. Como nos dijo una mujer: “Es dañino internamente. En tu propia mente te conviertes en lo que esas personas dicen y hacen contigo”.

Los síntomas de estrés emocional profundo resultantes de la prostitución y el tráfico incluyen depresión, intento de suicidio, ansiedad, desordenes de estrés postraumático, disociación, abuso de sustancias tóxicas.

La disociación es la huella psicológica de un trauma abrumador. Ésta permite sobrevivir psicológicamente, tanto si el trauma es esclavitud, combate militar, incesto o prostitución. La disociación inhabilita a las mujeres a sobreponerse al miedo abrumador y al dolor. Les ayuda a pactar en el encuentro con la violencia sistematizada experimentada durante la prostitución (y el abuso prematuro), escindiendo esa experiencia fuera del resto del yo.

Como una mujer joven dijo, “Verónica es la chica acostada de espaldas. Esa no soy yo”.

La disociación frecuentemente ocurre entre prisioneros de guerra que son torturados, entre niños que han sido acosados sexualmente y entre mujeres que han sido apaleadas o violadas. Es el resultado de la violencia sexual desde la infancia así como la violencia sexual en la prostitución adulta. Supervivientes de la prostitución han observado que la disociación es sobre todo un requisito imprescindible para el trabajo de la prostitución.
Si acaso una prostituta se toma a sí misma como una silla para que alguien se siente encima. Su mente se queda en blanco. Ella sencillamente está echada allí. Te conviertes sólo en un objeto... Después de un tiempo se vuelve en algo normal. (Una mujer desde Inglaterra).
Una mujer desde Tailandia dijo, “Te haces vacía por dentro”.

... Cuando estoy trabajando [en la prostitución], el verdadero yo no existe. Gradualmente, el ‘personaje’ prostituta y la caracterización que nos fuerzan a tomar, puede ocupar cada vez más y más espacio... (Una mujer desde Francia).

El desorden de estrés postraumático (PTSD) ocurre cuando las personas han sido objeto de un sobrecogedor e ineludible estrés. PTSD es una medida del nivel global del daño emocional en contra de las mujeres en prostitución, resultado en parte de la forma en la cual los hombres usan la pornografía con ellas y en contra de ellas. El diagnóstico psiquiátrico del PTSD describe comportamientos de omisión tanto mentales como físicos, entumecimiento psicológico, distanciamiento social, flashbacks y ansiedad fisiológica hiperestimulada. Dos tercios de las mujeres que se prostituyen en 9 países padecen de PTSD. Esta proporción de PTSD es una de las mayores localizada en estudios de población.

Proporciones comparables de PTSD han sido registradas entre mujeres apaleadas que buscan refugio, veteranos de guerra, supervivientes de violación y supervivientes de torturas avaladas por el estado.

Numerosas mujeres han descrito “pesadillas con infinidad de penes” después de prostituirse. Una mujer de Okinawa tuvo flashbacks todos los día 15 y 30 de cada mes, durante años, a pesar de haber dejado la prostitución años atrás. Esos eran los días en que las tropas de Estados Unidos recibían sus pagas e invadían los burdeles. Otra mujer
tenía terroríficos flashbacks de las voces de sus proxenetas.

La prostitución resulta multitraumática al margen de estar localizada en clubs, burdeles, hoteles o casas privadas. Cuando la prostitución es legal, regulada o localizada – sigue siendo profunda causa de daño en las mujeres. En Holanda, por ejemplo: el 90% de las mujeres prostituidas en clubs, burdeles o escaparates padecen PTSD – al igual que síntomas de nerviosismo extremo.
En Méjico hemos comparado clubs de striptease, burdeles, salones de masaje y prostitución callejera. No había diferencias en los síntomas de PTSD y tampoco había diferencias en el porcentaje de mujeres que querían huir de esos diversos tipos de prostitución.


Algunas sugerencias específicas para profesionales de cuidados de la salud

Podemos empezar protegiendo a la gente que busca los servicios de salud pública o salud mental. Aunque preguntemos, la prostitución se mantendrá siempre invisible. Como profesionales clínicos, conocedores de abusos sexuales y abusos de sustancias, deberíamos enfrentar la prostitución con tres preguntas.

1) “¿Ha intercambiado alguna vez sexo por dinero, droga, techo, comida, ropa o por alguna otra cosa de valor? También se puede decir,

2) “¿Ha trabajado alguna vez en la industria del sexo, como por ejemplo, bailando, como acompañante, masajista, prostituta, en el mercado de la pornografía, video-chat en vivo o sexo telefónico?.

3) En cada nueva cita dentro del sistema de salud, a cada paciente sea hombre o mujer, se le debería preguntar: “ Ha tenido alguna vez sexo de cualquier tipo con un profesional del sexo, como por ejemplo, chicas de sexo telefónico, acompañantes, masajistas o prostitutas?” Habrá respuestas positivas-negativas que nos permitirán recoger datos sobre la prevalencia de la prostitución.

Una vez aclarado que estás trabajando con un traficante o una mujer prostituta, la necesidad de valoración debería ser conducida a determinar:

Seguridad física inmediata

Alojamiento (de emergencia o estable)

Estado de documentación

Lesiones físicas

Enfermedades crónicas o incapacidad

Abuso de sustancias

Acceso a los pertinentes servicios sociales culturales

Acceso a apoyo social

Alfabetización, educación, formación laboral

Concienciación de los derechos humanos

Los objetivos para el tratamiento de las mujeres en prostitución son los mismos que los planteados para las mujeres apaleadas. Antes de que los daños psicológicos causados por el tráfico y la prostitución sean tratados, la paciente debería sentir

seguridad física, aprender nociones básicas de cuidado personal y debería recibir tratamiento frente al abuso de sustancias.


Conclusión

Los supervivientes han descrito la prostitución como “esclavitud voluntaria” y como “la elección que no es elección”, mientras los defensores de la industria del sexo insisten en considerar la prostitución como “trabajo sexual”, trabajo desagradable pero similar al trabajo en industria.. ¿Las mujeres consienten la prostitución? Ellas se preguntan, humm, ésta es una democracia, ¿Qué trabajo debería elegir: técnico informático, abogado, director en hostelería – oh no, quiero ser una prostituta? No quieren. Casi la totalidad de las mujeres nos dicen que quieren escapar de la prostitución.

La prostitución es la última opción de la supervivencia que es normalmente escogida por aquellos que no tienen otra elección. Si tú eres una mujer o una chica, las fuerzas globales que te fuerzan hacia la prostitución incluyen pobreza, falta de educación o falta de trabajo remunerado. La discriminación sexual, pobreza, racismo y abandono son las fuerzas que conducen a las chicas al sexo telefónico, a ser masajistas en burdeles, prostituta acompañante, al mercado de matrimonios arreglados, al trabajo en saunas, clubs de striptease y pornografía. Las mujeres que aparentemente “escogen” la prostitución o que son objeto de tráfico, han sido sexualmente abusadas en la infancia en mayor rango que las otras mujeres. Han sido muchas veces definidas como putas mientras eran pequeñas. Esta es la causa por la cual las mujeres terminan “escogiendo” la prostitución: están pagadas para ser abusadas, han crecido con ello y creen que es lo único que saben hacer.

Proxenetas y traficantes aprovechan el estado subordinado de mujeres y chicas debido a los estereotipos de la explotación sexista y racista que utilizan a las mujeres como sirvientas y artículos de consumo. La prostitución y el tráfico existen porque hay una demanda constante por parte de los hombres de acceso sexual a mujeres. Para la abolición de la prostitución se requiere el compromiso político de esa parte de los gobiernos que asépticamente describen prostitución/tráfico como “el sector del sexo” de la economía de un estado.

Muchos grupos han cometido errores políticos devastadores definiendo la prostitución como un trabajo, una elección, o “trabajo sexual” en lugar de violación de los derechos humanos. Organizaciones como World Health Organization (Organización Mundial de la Salud), UN/AIDS, Antislavery International (Antiesclavitud Internacional), International Labor Organization (Organización Internacional del Trabajo) ILO, Medecins sans Frontières (Médicos Sin Fronteras), Human Rights Watch (Observadores de Derechos Humanos), ANELA y agencias gubernamentales en Bilbao y Cataluña definieron la prostitución como un trabajo para mujeres pobres.

El pago en dinero de la prostitución no puede borrar nunca todo lo que sabemos sobre acoso sexual, violación y violencia de género. La prostitución es una violación a los derechos humanos, no un trabajo especial para mujeres pobres. Las mujeres que se prostituyen merecen más que un condón, merecen el derecho a NO
prostituirse. Una batalla política ha sido iniciada por parte de aquellos que promueven la prostitución como un trabajo bueno-suficiente para mujeres pobres en contra de los que como nosotros consideramos la prostitución como una institución intrínsecamente injusta, discriminatoria y abusiva que no puede ser solucionada – sencillamente abolida.

A las mujeres prostituidas se les debería ofrecer lo que ellas nos han explicado que necesitan: alojamiento, formación laboral y sanidad. Ellas no deberían ser arrestadas. Por otro lado, necesitamos leyes tajantes en contra de los proxenetas, rufianes y traficantes que compran, alquilan o venden mujeres. Necesitamos programas de prevención de la prostitución para hombres jóvenes – realmente jóvenes, probablemente en edades anteriores a la adolescencia. Tenemos que ser capaces de hablar a los jóvenes sobre sexo, sobre la no-explotación del sexo y de prostitución. Si no hablamos sobre estos temas, los hombres continuarán teniendo su primera clase de sexualidad a través de la prostitución y tráfico de pornografía, comprando y alquilando a mujeres en prostitución con sus amigos y sus padres.


Melissa Farley, 24 de octubre de 2005. Reservados todos los derechos.

mfarley@prostitutionresearch.com

Las siguientes fuentes contienen todas las referencias relatadas en esta charla:

1) Farley, M (editor) 2004 Prostitution, Trafficking, & Traumatic Stress. Binghamton, PA USA. Haworth Press.

2) Farley, NM, Lynne, J, and Cotton, A (not yet published) Prostitution in Vancouver: Violence and the Colonization of First Nations Women. Accepted for publication in Transcultural Psychiatry.

3) Farley, M. (not yet Publiched) ‘Renting an Organ for Ten Minutes:’ What Tricks Tell Us About Prostitution, Pornography, and Trafficking. Accepted for publication in D. Guinn (ed.) Pornography: Driving the Demand for International Sex Trafficking. Chicago Illinois: International Human Rights Law Institute of DePaul University.

4) Farley, M (2004) ‘Bad for the Body, Bad for the Heart; ‘Prostitution Harms Women Even If Legalized or Decriminalized. Violence Against Women_10: 1087-1125.
Available at: http://www.prostituionresearch.com/c-laws-about-prostitution.html

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