Julio López
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Homenaje a Rodolfo Kusch. Por la recuperación de su obra y pensamiento
Por La Puerta Centro de Salud, Arte y Pensamiento - Monday, Jul. 04, 2011 at 9:24 AM
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Rodolfo Kusch es un pensador casi desconocido en Argentina. Antropólogo y filósofo, nació en Buenos Aires en 1922 de padres alemanes y murió en la misma ciudad en el año 1979, a los 57 años de edad, cuando se encontraba en plena producción creadora.

El conjunto de su obra y pensamiento despliega un núcleo seminal: la cultura occidental como cultura del ser, supone que la misión del hombre, el punto en el cual éste asume toda su libertad y toda su realización, estriba en el hecho de que su destino es transformar la naturaleza. La idea no es nueva. La puso en vigencia el positivismo de Comte, pasó luego a la praxis política a través de Marx y hoy se halla ampliamente popularizada. La predisposición al progreso material y social continuo e indefinido, el “progresismo”, se transformó así en la base de nuestra cultura occidental. El destino humano que de aquí se desprende, en apariencia liberador, sin embargo significó la enajenación a través de la acción, pues siempre puso la solución en el afuera, en la pura exterioridad. Occidente es el creador del objeto, y puso al objeto como su fundamento. Así, la cultura del ser se desplegó y consumó en una cultura del hacer y del tener objetos como el camino y destino humanos por excelencia.

Kusch aborreció esta idea. Como ferviente investigador y estudioso de las culturas americanas originarias de los Andes del sur (en especial aymara y quechua), y del pensamiento popular de la periferia de las grandes ciudades, encontró que éstas no son culturas del ser sino del estar. Ser fija la existencia de las personas, de las cosas, de las relaciones; las delimita y les da permanencia-identidad: “es médico”, “son pareja”. Estar, en cambio, señala transitoriedad, una existencia supuestamente precaria que es mientras está, y que deja de existir cuando deja de estar. Ser es sustancial, estar circunstancial. Sin embargo estar siempre está siendo, siempre está presente, vigente y disponible. Ser, en cambio, por lo general no está presente ni disponible; ser tan sólo señala la posibilidad de v enir a estar, posibilidad de la cual, por otro lado, nunca podemos estar seguros. “Ser profesor” en absoluto es equivalente a “está enseñando”. “Ser profesor”, a la vez, nunca garantiza que en verdad lo sea, es decir, que realmente enseñe algo. Hay, entonces, una diferencia inconmensurable entre ser y estar en cuanto a lo real de la existencia: algo puede ser pero no estar, mientras que lo que está, siempre es. Estar, entonces, es la única y verdadera manera de ser efectivamente existente.

De allí proviene que vivamos acuciados por una idea competitiva del hombre, pues siempre necesitamos afirmar nuestro ser y demostrar que somos alguien. Esta pretensión es ajena a la cultura del mero estar. Las bases sobre las que descansa la visión del mundo originario están muy lejos de la actitud occidental. La ausencia de objetos y de sujetos en su mundo trae consigo otro pensar. La oposición es drástica: en lugar del individualismo y la soledad que supone la autonomía personal, lo originario pone el ayllu, el amparo de la comunidad; en lugar de suponer causas que explican un mundo a dominar desde la pura exterioridad, acepta, sin teorías ni abstracciones, la presencia del así de las cosas, punto de arranque inalienable para alcanzar la salvación. Pero, como todos sabemos, para la cultura hegemónica debemos preferir lo primero y despreciar lo segundo, apostar al orden y el progreso occidental y condenar el “atraso” y el dejarse estar originario.

Argentina siempre mantuvo frente a Sudamérica una actitud bivalente: mientras sus clases medias urbanas se miraban en el espejo cultural, económico y racial europeo, sus clases populares continuaron el contacto con la América Profunda reconociéndose en la idiosincrasia y tradiciones de la cultura originaria. Recién en los últimos años, con la llegada al poder de diferentes gobiernos populares, comenzó a resquebrarse esa disociación bicentenaria y reconocer a Sudamérica como su ámbito geopolítico natural de pertenencia.

¿Cuál es nuestro papel como clase media intelectual? ¿Tenemos realmente la libertad de asumir cualquier filosofía? ¿Cuál es, en suma, nuestra misión? ¿Consistirá en representar y tamizar el sentir profundo de nuestro pueblo o consiste simplemente en incrustarnos en su periferia detentando especialidades que nuestro pueblo no requiere? Esta es la paradoja que plantea el quehacer filosófico cuando se lo toma con auténtica seriedad. Pero no se trata de proclamar un rabioso folklorismo filosófico, porque si así lo hiciéramos denunciaríamos una grave debilidad. Se trata antes bien, de captar libremente nuestra verdad sudamericana, verdad que para nuestra mentalidad excesivamente esquemática de clase media intelectual resulta desde todo punto de vista sorprendente e imprevista. Es preciso pensar que la comprensión de un sentido de la vida sudamericana debe rebasar las barreras que nosotros colocamos, recobrar una conciencia de unidad entre estas hondas contradicciones que en América nos desgarran en lo político, en lo cultural y en la vida cotidiana.
En Marzo de 1976, la dictadura cívico-militar genocida decidió que Kusch y muchos más sobraban en las universidades argentinas. De allí en más se inició su exilio interno. Fiel al llamado de la tierra, se refugió en una humilde casita de Maimará, en plena Quebrada de Humahuaca. Hoy, cuando una globalización aplastante nos quiere a todos iguales a los fines del capitalismo salvaje, nos proponemos recuperar y difundir el legado, de una pertinencia y lucidez imprescindible para nuestra actualidad, de este gringo que se atrevió a indagar en un pensamiento propio americano a contrapelo de las usinas internacionales. Con tal fin realizaremos un ciclo de charlas y eventos. El próximo miércoles 6 de Julio a las 19:30hs en el Centro de Salud, Arte y Pensamiento LA PUERTA proyectaremos un cortometraje sobre Kusch y a continuación escucharemos y debatiremos las exposiciones del agrónomo y militante ecologista Jorge Rulli y del cineasta Jorge Falcone. En pocas semanas continuaremos con otros eventos similares y nuevos invitados estudiosos de Kusch. La coordinación del ciclo está a cargo de Héctor Fenoglio, director del Centro LA PUERTA. La entrada es libre y gratuita.

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Por xx - Monday, Jul. 04, 2011 at 9:27 AM

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