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Frente Amplio uruguayo y peronismo: diferencias y similitudes
Por (reenvio) Juan del Sur - Tuesday, Jul. 05, 2011 at 5:47 AM

En el número 580 de Posta Porteña, Fernando Moyano ensaya una “Sociología del comportamiento del gobierno uruguayo” que recomiendo calurosamente, porque no se limita a una descripción sino que aporta en su respaldo la teoría disponible en la izquierda y la que construye con sus análisis (véase postaportenia.blogspot.com)

He querido limitarme a un pequeño aspecto de su trabajo y tomar el siguiente párrafo para proponer un paralelismo entre el Frente Amplio y el partido que nos gobierna:

“El Frente Amplio es un fenómeno clasista complejo, tiene dos bases sociales. Su base social electoral y de referencia es el pobrerío del país, los trabajadores asalariados, trabajadores independientes, desocupados. Pero la base social de su aparato político son los sectores medios que tienen su centro en una articulación entre la pequeño-burguesía y la burocracia estatal, fenómeno corriente en el capitalismo moderno pero que en Uruguay es primordial...”

El peronismo está en parecidas condiciones, aunque más extremas, ya que además de las citadas bases sociales — sobre las cuales más abajo diré dos palabras— en su aparato político ha tenido y tiene a grandes burgueses de viejo y de nuevo cuño: los Romero, Scioli, los Saadi, Urtubey, Jorge Antonio, los Kirchner, Cafiero, Moyano, los Juárez, los Sapag (a quienes hay que contarlos como peronistas, porque lo son, solo que tienen una plataforma territorial propia que les permite manejarse con independencia del PJ). Pero, también, hay que mencionar a quienes en los medios empresarios y en sus cámaras manifiestan una afinidad con las políticas del peronismo, tales como los Blaquier, Massuh, Franco Macri, Anchorena, los Pérez Companc, Eskenazi, los Bulgheroni.

El peronismo tiene en su aparato político, asimismo, fuertes contingentes de trepadores pequeñoburgueses —profesionales, arribistas varios y burócratas estatales— cuya proporción numérica aumenta bruscamente cada vez que el peronismo vuelve al poder o está en vías de hacerlo. Hoy, en el segmento de los jóvenes, el ejemplo más elocuente de este fenómeno es La Cámpora.

Finalmente, aunque con un peso en las decisiones notoriamente inferior, hay en este aparato político una base social de extracción proletaria —y también lumpen— afincada en los sindicatos y en las organizaciones de base cooptadas. Pero, contradictoriamente, merced a la corrupción brutal y generalizada característica del peronismo, estos proletarios y lúmpenes muchas veces no son pobres, sino nuevos ricos: han asimilado la lección de que un peronista cuando está en condiciones de forrarse debe hacerlo de inmediato y sin miramientos. En este lote el paradigma es la “militante social” jujeña Milagro Sala, quien asume ser negra y ser colla, “pero no ser pelotuda”, lo cual hay que aceptar si —ubicándonos dentro de los códigos peronistas— ser honesto es equivalente a ser pelotudo. Porque esta señora, aun después de que la AFIP le arreglara los números, ha tenido que admitir una fortuna de un millón quinientos mil pesos.

Y con toda frescura cuenta que cuando se casó “los muchachos” le regalaron una 4 x 4 Toyota de alta gama. ¿Qué "muchachos" le habrán regalado esa camioneta? ¿Los narcos, los contratistas, los beneficiarios de sus patoteadas, quiénes? Porque en las zonas de extrema pobreza, y mucho más en Jujuy que en Buenos Aires, si se juntan varios pobres lo que podrían regalarle sería un ventilador, una tostadora, un libro (con perdón de la palabra), y eso, con muchísimo esfuerzo y endeudándose.

Concluye Fernando Moyano: “Para comprender el comportamiento político del gobierno [se refiere al frenteamplista] debemos analizar cuál es su contenido social, pero también el contenido social de sus instrumentos burocráticos y estilos de gestión y conducción. Estos elementos no son estáticos, están atravesados por la lucha de clases y tienen contradicciones internas en desarrollo”.

Lo más peculiar del caso argentino es que el peronismo ha logrado hacer desaparecer la lucha de clases, de tal forma que la ausencia del elemento dinámico de la historia hace que nuestras tentativas de cambio se debatan siempre contra enemigos neblinosos. Pero, así como para revelar lo escrito con tinta invisible hay que exponerlo al calor de una llama, es y será al calor de las luchas de los trabajadores que se pondrá de manifiesto al peronismo como lacayo de los explotadores y se podrá avanzar hacia una sociedad sin privilegios, por un extremo, y por el otro sin menesterosos docilizados a golpes de planes y asignaciones.

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