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A cien años del nacimiento de Cantinflas: un ojomeneado recuerdo
Por Fidencio Sánchez - Wednesday, Aug. 10, 2011 at 10:17 PM
fidencio@escritoresyperiodistas.com

Cantinflas demostró que el español cocinado por Cervantes y que fuera condimentado por el sabio Rufino José Cuervo hubiera sido seguido siendo un idiomita de restaurante de tercera categoría si Cantinflas no hubiera descubierto todas esa serie de palabras que navegaban por el caldo del español sin que nadie se atreviera a masticarlas.

A cien años del naci...
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Estimado, ultimado y trasquilado pueblo aquí reunido.
Es para mí una falta de deshonra digerirles estas palabras para conmemorar los 100 años del natalicio del gentilicio de Cantinflas, conocido también con el nombre de Mario Moreno y con el sobrenombre de Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes, y digo sobrenombre porque los padres en verdad lo sobrenombraron porque con Fortino hubiera sido suficiente, ya que tuvo en esta vida una fortina que cualquiera hubiera envidiado.
Cantinflas mismo decía que él era de origen humilde. Muy ciertas palabras que podemos hacerlas extensivas al resto de la humanidad, pues todos tenemos orígenes muy humildes, teniendo en cuenta que todos provenimos del mono y que los de sangre azul curiosamente tienen sangre roja, porque eso es lo que les sale cuando por accidente trabajan y se les hace alguna cortadura en la epidermis, que para los menos doctos en cuestiones del indioma, explico, epidermis es una palabra compuesta que se descompone si la dejan mucho tiempo sin refrigeración.
Pero para no alejarme mucho del tema de este homenaje, no sea que me caiga del escenario, como él mismo difunto dijera antes de morirse “algo malo ha de tener el trabajo o si no los ricos ya lo habrían acaparado”. Sabias palabras porque Cantinflas fue un defensor no de los pobres sino de los más robados por los ricos y con ellos compartía su riqueza mental y material (compartía con los pobres, aclaro, porque uno nunca sabe cuanto despistado pueda estar escuchando o leyendo estas palabras y crea que me refería a los ricos).
Cantinflas no sólo se inventó a sí mismo, sino que retrató a todo un pueblo al que desde la época del agua de colonia lo tenían oliendo mal… maltratado, humillado y explotado hasta por la lengua, es decir lingüísticamente hablando. ¿Por qué hablaba Cantinflas como hablaba y no como hablaban los demás? Esa pregunta se las dejo a los académicos, médicos y demás problemas endémicos de los que sufre esta nación y otras palabras terminadas en –ción como canción y barbarie.

Una persona del público: “Perdón señor, pero barbarie no termina en –ción”.

Pero interrupción sí, así que no interrumpas, Chato, y déjame continuar con este concurso.

La misma persona: “Querrá decir, discurso”.

Mire señor agente encargado de mantener el desorden, me hace el favor de sacar a este endividuo de esta conmemoración porque al paso que vamos, con tanta interpelación no voy a poder terminar de empezar esta divagación.

(…)
Gracias, señor indigente, como veníamos diciendo, como dijo el defunto, “hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos”, y éste es uno de ellos, si no vivimos este momento de recordación, después será tan momentáneo que se nos olvidará en un momento lo que pasó en este insigne momento. Y lo que pasó fue, que como dijera el mismo Cantinflas, y esto va para todos los políticos, prelados, parlamentarios, rudimentarios y demás fauna que nos gobierna: “o actuamos como caballeros, o como lo que somos”. Siguiendo de nuevo estas sabias palabras que nos dejara el artista, cuya vida, obra y caminado estamos aquí con-memorando, memorando y recordando, es mejor que ninguno de ustedes actúe como lo que en verdad es o este país se sigue hundiendo en un despeñadero sin fondo, porque según entiendo, hasta el fondo ya se lo robaron.
En cuestiones léxicas, o sea las que se refieren al lexo, palabra muy cercana al anexo y lejana pariente del inverso, puedo decir que Cantinflas demostró que el español cocinado por Cervantes y que fuera condimentado por el sabio Rufino José Cuervo hubiera sido seguido siendo un idiomita de restaurante de tercera categoría si Cantinflas no hubiera descubierto todas esa serie de palabras que navegaban por el caldo del español sin que nadie se atreviera a masticarlas. Gracias a Cantinflas sabemos que tenemos un “indioma” no de raíces latinas sino de raíces indígenas por eso es un “indio-ma”, que los que nos gobiernan son unos “abusativos” que tienen una gran “falta de ignorancia”, y que además, el resumen de toda su filosofía, otra palabra compuesta que me niego a descomponer, para no causarle malestar, era: “La primera obligación de todo ser humano es ser feliz, la segunda es hacer feliz a los demás”. Y Cantinflas, fiel a su legado, cumplió muy bien con esa primera obligación: fue un hombre increíblemente feliz y además cumplió de sobra con la segunda: hizo felices a millones de infelices con su gracia, su bailado, su toreado, su caminado, su boxeado, su hablado y su desenfado. Y no crean que la cosa paró ahí porque después de retirarse del cine, Cantinflas continuó ayudando con su gran fortuna a niños desamparados y a cuanta persona necesitada, ya fuera de la hora… de la cena o de una buena bacanora, que acudiera a su despacho para narrar su despecho.

La supuesta “Real Academia de la Lengua”, que aún no me entero si es de lengua de vaca o de lengua de burro, le hizo un supositorio homenaje a Cantinflas al incluir en su diccionario el verbo “cantinflear”. ¿Pueden ustedes imaginarse que a Cantinflas lo hayan reducido a la vil categoría de un verbo, cuando él más bien era un proverbio y un soberbio comediante? Pero la cosa no para ahí. No solamente lo volvieron un vil verbo, sino que además, para despertar más sospechas hasta se atrevieron a definirlo. Y cito esporádicamente la supositoria definición, que más que definición, es una mala función y un insulto a todo lo que era Cantinflas. Es así que hago punto y aparte, y aparte de lo que les acabo de decir, abro comillas y cito contextualmente la indefinición del citado mamarracho de diccionario:

“cantinflear.
1. intr. Cuba y Méx. Hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada.”

Cierro comillas y no sólo las cierro, sino que las encierro, porque según los doctos academícos, Cantinflas “Hablaba de forma disparatada e incongruente y sin decir nada.”

¿Podrá creerse tamaña falta de ignorancia? En primer lugar, Cantinflas no hablaba de forma “disparatada e incongruente”, todo lo que decía tenía un perfecto sentido y razón. Ahora bien, si los academícos escuchaban disparates e incongruencias, era sencillamente porque no sabían escuchar el “indioma” ni mucho menos lo habían aprendido. Además, acusar a Cantinflas de “no decir nada” es como acusar al agua de no ser transparente. Cantinflas dijo con ironía lo que los honorables academícos no pueden entender porque pertenecen precisamente a ese sector del humus sapiens que tiene más de humus que de sapiens, o sea que no piensa nada. Y para contrarrestar este vulgar ataque, les traigo a colación una cita verbal de Cantinflas, y es verbal, porque se trata de la conjugación de un verbo, y dice así:

"Yo amo, tu amas, él ama, nosotros amamos, vosotros amáis, ellos aman. Ojalá no fuese conjugación sino realidad".

¿Señores academícos es ésa una forma de “hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada”?

Y si vamos a hablar de cosas disparatadas, miremos no más el tal “Diccionario de la Academia Real de la Lengua de Vaca Española”. Ahí no hay argumento, las palabras sólo están organizadas en orden analfabético dizque para decir lo que quieren decir cuando en verdad no dicen nada. Ahí no se cuenta ni una historia, ni un chiste, ni una moraleja, ni siquiera un chisme. ¿Acaso a la hora de dormir, cuando uno quiere relajarse y quiere tener dulces sueños se pone a leer el tal diccionario, que más que diccionario parece un barrabasario? No señores, o lee uno una buena novela o mira media hora de una película de Cantinflas, de las más de 50 que hizo y duerme como un angelito. Teniendo en cuenta todo lo anterior, lo dicho, lo no dicho y lo que se quedó por decir, declaro que la tal Academia o nunca vio una película de Cantinflas o si la vio no la entendió o si la entendió la entendió al revés. ¿Ven ustedes lo que un poco de falta de ignorancia puede hacer en esta vida? Por ese motivo, me tomo el derecho, el torcido y el retorcido de entrar mi propia definición en el Diccionario de Cantinflas de “Real Academia de la Lengua de Vaca”.
Punto y aparte, coma, y abro comillas o más bien comillotas:
“Real Academia de la Lengua de Vaca”: Órgano o apéndice real o imaginario que viene en diferentes dimensiones y sabores, por medio del cual los señores academícos definen palabras que no conocen con otras palabras que están por inventar”.
Cierro comillas o comillotas, y finiquitado el caso de la Real Academia de la Lengua de Vaca, me dispongo a dar punto final a este ojomeneado homenaje a Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes, a los 100 años del natalicio de su gentilicio, acaecido un 12 de agosto, exactamente a las cuatro y pico de la tarde en la Ciudad de México, estado no de Chihuahua, sino de embarazo o no habría habido parto, citando una de sus citas, de aquél, que nunca olvidó que provenía del pueblo, que creó un personaje del pueblo y que siguió siendo pueblo hasta el fin de sus días, sin creerse más o menos que todos los demás, a pesar de ser un genio de la actuación, del indioma, del toreo, del boxeo, de la mima y hasta de la rima, la cual incluyo solamente porque rima con mima o viceversa, que para los menos versados es la inversa de la reversa sin que se tuerza. Pero de todos modos, he aquí sus palabras:
"Si tan solo rigiéramos nuestras vidas por la sublimes palabras que hace 2000 años dijo aquel humilde carpintero de galilea sencillo, descalzo, sin frak ni condecoraciones 'amaos, amaos los unos a los otros' pero, desgraciadamente, ustedes entendieron mal y confundieron los términos. ¿Y qué es lo que han hecho?, ¿qué es lo que hacen? Armaos los unos contra los otros. He dicho".

Proféticas palabras que los señores de la Academia de la Lengua de Vaca tampoco leyeron y que si leyeron les entró por un oído y les salió por el otro, por el otro agujero por el que se les derrama la materia gris, que hace tiempo la deben de tener más bien color zapote.

Y, para empezar con esta terminación, les recuerdo que el mismo Cantinflas fue el encargado de inventarse su propio nombre. Les cuento la anécdota tal como la viví, aunque no estuve presente en primera persona del singular sino en tercera persona del subjuntivo imperfecto del aumentativo plural.

Resulta que cuando Cantinflas todavía no era Cantinflas, lo cual nos presenta un problema odontológico, porque cómo podía ser cuando no era, salió al escenario en una de las carpas donde actuaba y el empresario le dijo que calmara al público que se encontraba un poco alebrestado, embalsamado y hasta entusiasmado. Cantinflas, que digo e insisto, todavía no era Cantinflas, en medio del nerviosismo de situación tan riesgosa, donde volaban jitomates como si fueran aguacates, con voz entrecortada y entrepegada suelta un discurso y el público no solamente se ríe y se calma sino que le grita: “¿En qué cantina inflas?”, lo que para nosotros los mexicanos, quiere decir según la Academia de la Lengua de Vaca, el acto de tomarse uno sus tequilitas entre Pacho y Espada (no confundir con “entre pecho y espalda”, porque Pacho y Espada son dos amigos míos). Fue así que Mario, con su sagacidad poco innatural, unió las dos palabras, “cantina” e “inflas” y de allí nació “Cantinflas”, el cómico más grande que ha producido la humanidad, esto no dicho por este servidor que aquí los ilustra, lustra y relustra, sino por el mismísimo Charles Chaplin, otro genio del que me ocuparé en su debido tiempo.

Entonces, Chatas y Chatos, ahora sí, para terminar este comienzo, los dejo con este pensamiento de Cantinflas, para que lo mastiquen, lo practiquen y lo incorporen a su indioma, porque aunque dicen que loro viejo no aprende a hablar, créanme chatos que nunca es tarde para empezar, ya sea por la maña o por la tarde. Y aquí están las palabras del propio Cantinflas y con ésta me despido, ahórrense los aplausos porque hacen mucho ruido:

"Aquel que mete la pata, y reconoce su falta, da prueba de su valor, reconociendo su falta."

Hemos dicho. Pero chatos, ¿no les dije que se ahorraran los aplausos? Muchas gracias.

Hermosillo, México, Agosto de 2011

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